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El Viatico. Gure Jauna

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El Viático en Navarra
En un trabajo publicado en la década de los años setenta se describió de esta manera la administración del Viático en la localidad citada: Si el tiempo lo permitía por la urgencia, se hacía una señal especial de campanas para congregar al pueblo; ésta consistía en unos tañidos lentos de tres en tres golpes. Los fieles acudían a la iglesia llevando velas. Del domicilio del enfermo salían al encuentro del Santísimo dos familiares con hachas encendidas. Al llegar a la casa, los fieles acompañantes se estacionaban en la calle y en las escaleras de la vivienda, rezando las letanías de la Virgen mientras el sacerdote administraba el sacramento. De vuelta a la iglesia, se leían los años y cuarentenas de indulgencias ganadas por los acompañantes según lo hubieran hecho con o sin candelas encendidas<ref>Ricardo Ros. «Apuntes etnográficos y folklóricos de Allo» in CEEN, VIII (1976) pp. 480-481.</ref>.
 
[[File:7.27 Paño de Viatico. San Martin de Unx (N).jpg|frame|Paño de Viático. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Aoiz, antes de que el sacerdote acompañado de dos monaguillos saliera de la iglesia, el sacristán tocaba la campana de Viático. Los vecinos del pueblo se unían a la comitiva. A la casa del enfermo únicamente entraban los familiares y los vecinos más cercanos.
En Obanos, si la administración de los últimos sacramentos iba a tener lugar de día se tocaba «a agonía» y aquéllos que podían acudían al porche de la iglesia. Al Viático, llevado por el sacerdote, precedía el sacristán con la cruz ''y ''un monaguillo con la campanilla. Junto a él iba el familiar o vecino varón que había avisado al sacerdote, llevando el farol del Viático que se guardaba en la iglesia. El pueblo que acompañaba iba detrás.
 
 
[[File:7.28 Paño mortuorio. San Martin de Unx (N).jpg|frame|Paño mortuorio. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
Cuando se trataba de un enfermo crónico, se anunciaba el Viático antes del toque del rosario de la tarde mediante cinco campanadas especiales. Al empezar el rosario, el sacerdote comunicaba el nombre y la casa del enfermo. Finalizado el rezo todos los que habían asistido al rosario y los parientes del enfermo iban en la procesión. Llegados a la casa subían a ella solamente el sacerdote, los parientes, el sacristán y el monaguillo. El resto del pueblo se quedaba en la entrada de la casa y en la calle rezando las letanías que dirigía alguna mujer. Recuerdan los informantes que, al llegar a la invocación ''«Salus infirmorum» ''(Salud de los enfermos), la repetían tres veces. Las letanías finalizaban con el rezo de un avemaría o una salve por el enfermo
En San Martín de Unx, hasta los años setenta, todo el pueblo, incluidos los niños, acompañaba al Viático por las calles y muchos de los asistentes llevaban hachas o velitas encendidas. El cortejo llegaba hasta la puerta de la casa, pero los hijos del enfermo eran quienes, «si tenían valor», acompañaban al sacerdote hasta el lecho donde yacía aquél.
 
[[File:7.28 Paño mortuorio. San Martin de Unx (N).jpg|frame|Paño mortuorio. San Martín de Unx (N). Fuente: Francisco Javier y José Ángel Zubiaur, Grupos Etniker Euskalerria.]]
En Viana, antes de 1950, el Viático era público y eran muchos los vecinos que acudían a él. Era anunciado a toque de campana para que asistieran los hombres que trabajaban en el campo. El Santísimo salía de la iglesia custodiado por dos faroles llevados por sendos vecinos, a veces parientes del enfermo; el sacristán entregaba a los asistentes 15 ó 20 velas, un monaguillo tocaba la campanilla de trecho en trecho. Los hombres formaban dos filas y las mujeres iban detrás del sacerdote; el respeto era grande. Al llegar a la casa, los asistentes se arrodillaban en la misma calle. Mientras duraba la Comunión, el sacristán o algún particular rezaba en la calle oraciones por el enfermo, que eran contestadas por el público que guardaba silencio. Al regresar a la iglesia se rezaba de nuevo por el enfermo. Los asistentes recibían la bendición con el Santísimo y finalmente el cura leía las indulgencias que habían ganado cada uno de los presentes: 200 días ó 100 según hubieran llevado velas o no. Los miembros de algunas cofradías estaban obligados a asistir al Viático de los enfermos cuando éstos eran cofrades.
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