XVI. LAS SEPULTURAS EN LAS IGLESIAS. JARLEKUAK. FUESAS
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En algunas localidades, la sepultura se reconocía por su forma rectangular que iba señalada con un número (Mélida y San Martín de Unx N), o por las siglas de los apellidos de la familia o el número de la casa donde vivían (Mendiola-A). En Berriz (B), antes de la restauración de la iglesia, llevada a cabo poco antes de 1923, las sepulturas se distinguían en que sus tapas eran de tabla, siendo de piedra lo restante del pavimento. Posteriormente se entarimó todo el suelo y las sepulturas quedaron señaladas con líneas de puntas clavadas en sus bordes[1]. En Zegama (G) la sepultura era larga y estrecha, y marcada con unos listones negros[2].
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