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Zagales. Hijos de pastores

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En Lezaun (N), las familias pudientes y medianas, es decir, las que poseían tierras de labor y ganado, contaban con rebaños de borros, cuyo cuidado encomendaban a chavales recién salidos de la escuela, o sea, de unos doce años o poco más. En Roncal y Urzainki (N) se les contrataba en la misma época que a los pastores, de San Miguel a San Miguel, el 29 de septiembre. Su salario se limitaba al sustento. Por San Miguel también ajustaban los pastores a sus hijos en el Valle de Arana (A)<ref>Los datos referentes al Valle de Arana están tomados de Josetxu MARTÍNEZ. ''Pueblos, ritos y montañas''. Bilbao, 1996, pp. 43-47.</ref>. En Zuya (A) contrataban asimismo los servicios de un zagal para que cuidase del rebaño a cambio de manutención. Esta figura desapareció debido, sobre todo, a la incorporación de los perros pastor, que realizan muchas de las tareas que antes se encomendaban a los niños.
 
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Los zagales se encargaban también en algunos lugares de Navarra de trabajos menores como separar las ovejas cuando se mezclaban diferentes rebaños o las hembras de los machos en los ''atajiles''<ref>José Mª IRIBARREN. ''Vocabulario Navarro. ''Pamplona, 1952. Un atajil es cada uno de los ''atajos ''en que se divide un rebaño grande para facilitar el pastoreo en las corralizas de la Ribera. [Salazar].</ref>. Además, tenían que cuidar con especial mimo a las ovejas ''tardanas ''que estaban a punto de parir y se les encomendaban otros cometidos como comprar las provisiones, traer leña y agua, etc.
En el valle de Carranza (B) y en otras localidades, como Abecia (A), se ha podido constatar que los niños ayudaban en ocasiones puntuales. Cuando llegaba el momento del destete de las corderas, por San Juan, se echaba a los animales a pacer a las zonas comunales próximas al barrio y eran los muchachos quienes se responsabilizaban de su cuidado y de devolver los rebaños a las cuadras después de salir de la escuela.
 
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En Triano (B) y Valdegovía (A) lo normal era que el pastor contara con el apoyo de la familia y el pastoreo se repartía más o menos de forma rotativa entre los diferentes miembros de la casa, junto con el resto de las tareas vinculadas al caserío. En Ayala (A) las labores relacionadas con el ganado corrían a cargo de los hijos o de un tío que viviera en la casa. En ocasiones, el padre pagaba a uno de sus hijos una cantidad determinada de antemano por responsabilizarse del rebaño durante todo un año.
En Orozko, Zeanuri (B) y Ultzama (N) era costumbre que uno de los hijos acompañara al padre al monte. En las localidades vizcainas citadas se ha recogido que el hijo se responsabilizaba del cuidado del rebaño en el monte hasta que se casara, momento en el que otro hermano pasaba a hacerse cargo de la labor. En Eugi (N) señalan que, con independencia de quién se encargara del cuidado de las reses, la propiedad del rebaño se mantenía en manos del cabeza de familia, es decir, del padre.
 
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En las Bardenas (N) era habitual que los pastores con rebaños de mediano tamaño emplearan a varios miembros de la familia para mantener la explotación ganadera. Se daba también el caso de que si el rebaño era grande, se repartía en varios grupos, al frente de los cuales se colocaba algún familiar.
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