ENFERMEDADES RESPIRATORIAS/fr

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Con carácter general puede decirse que los resfriados se atribuyen a cambios atmosféricos bruscos, al frío y a las mojaduras y se sabe de su naturaleza contagiosa (Carranza-B, Apodaca-A); se decía que para evitarlos había que ir calzado, cambiándolo cuando se mojaba (Liginaga-Z). Hay épocas del año, como el invierno, más propensas a adquirir catarros como ocurre en verano con las diarreas, razón por la que en algunos lugares las llaman “enfermedades de temporada”.

El catarro se manifiesta, además de por un malestar general, por frecuentes estornudos y por la congestión o cargazón de la nariz y a veces de la cabeza, los ojos y los oídos. A medida que progresa tiende a descender por las vías respiratorias hasta “bajar al pecho”. Una de las consecuencias más típicas del catarro es la moquitera o intensa secreción nasal (Carranza).

En las localidades encuestadas se mencionan distintas clases de catarro: de cabeza, de nariz, moquillo (moquita), constipado, catarro de garganta, de pecho y bronquitis. También se hace referencia a la gripe, la sinusitis y el asma.

Se ha solido decir que un resfriado se cura de por sí en quince días y en dos semanas aplicando remedios puesto que no se conocen tratamientos eficaces para combatirlo.

Iribarren recogió en los años cuarenta que para la gente todas las enfermedades se reducían en su origen a tres causas: enfriamiento, debilidad e indigestión y una de las enfermedades mortales de necesidad era lo que llamaban pasmo pasáu, es decir la recaída en el enfriamiento[1].

  1. José Mª IRIBARREN, Retablo de curiosidades: zambullida en el alma popular. Zaragoza: 1940, p. 67.