Conservación de huevos
Actualmente, debido a la mayor disponibilidad de huevos tanto si se producen en casa como si se compran, ya no se ponen en conserva, a lo sumo se tiene una reserva en el frigorífico. En cambio antaño, durante el ciclo de puesta de las gallinas, se hacían conservas en los caseríos para poder disponer de ellos en el de descanso. La operación se llevaba a cabo cuando la producción era abundante, en primavera y verano, de ahí el dicho: «Por San Antón, los huevos al montón» (Eugui-N).
Sin embargo, también hubo localidades en que esta labor de guarda de huevos no era habitual, ya que los sobrantes se vendían. Por ejemplo, en Gamboa (A), al contar con gallinero casi la totalidad de las casas, no se preocupaban de hacer conserva de huevos. Los excedentes los vendían y cuando bajaban los precios o había superproducción (marzo-abril) dejaban que las gallinas los incubaran. Así, para agosto ya se podían vender los pollos, preferentemente para las fiestas de Vitoria.
En Lezama (B) de siempre se consumen los que están recién puestos y si sobran se venden. Antes, la demasía se llevaba a Bilbao, una vez por semana, para venderla en el mercado. En Gorozika (B) dicen que tomaban pocos huevos ya que también los destinaban a la venta. Por eso, la jornada de vigilia era día grande, porque se podían comer. En Amézaga de Zuya (A) no solían conservarlos en razón de que normalmente los vendían para poder comprar otros artículos.
En Zeanuri (B) estiman que la conservación de huevos en sal, gatzean, o en cal, kare ilean, tiene dos meses adecuados para ello: mayo, maiatza, y junio, bagile. Son los meses más apropiados, pues coinciden con el periodo de mayor puesta de las gallinas y de máximo abaratamiento del precio.
Se tiene noticia de que había comerciantes que vendían huevos en conserva preparados por ellos mismos. Estos huevos duraban de dos a tres meses y se utilizaban sobre todo para tortillas, pues al parecer no daban buen resultado en otros usos (Zeanuri-B).
En Laguardia (A), la conserva se realizó durante el periodo de los años 30-50, después la costumbre cayó en desuso. En esta localidad eran justamente las familias que no contaban con corral en sus casas las que, fundamentalmente, se ocupaban en este menester.
Los huevos destinados a conserva debían ser del mismo día de la puesta.