Reparto de pan en la iglesia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Durango (B), al dar la paz antes de la comunión, durante la misa mayor, se repartían trocitos de pan que se comían en la misma iglesia. Pasaba el sacerdote o sacristán con una bandeja y se daba a besar el pastekun, al tiempo que el portador decía: «Pax tecum». Se llamaba pastekun al portapaz, o pieza de metal plateada con la figura del Redentor en relieve que en su parte posterior tenía un asa de donde la cogía el portador de la misma Esta pieza solía estar en el altar durante la misa.

En Apellániz (A), a principios de siglo, el alcalde y personal del ayuntamiento, acudían a misa los domingos y días festivos vestidos con capas de rigor, llevando una torta de pan que el primer teniente de alcalde ofrendaba al tiempo del ofertorio. El pan, después de bendecido, se distribuía entre los fieles en porciones que partían los monaguillos a mano, con cuchillo, o en tiempos remotos, a mordiscos. Años más tarde eran dos monaguillos quienes efectuaban esta ceremonia del reparto del pan. Uno de ellos ofrecía el portapaz a los feligreses diciendo pastecum. Las mujeres lo besaban directamente, mientras que los hombres se limitaban a tocar el portapaz con los dedos que besaban después. Mientras, el otro monecillo llevaba un pequeño cestaño con trozos de pan bendito que algunos tomaban y comían, limitándose el resto a practicar el mismo rito que al paso del portapaz.

En Monreal (N), el pan bendito era distribuido por los monaguillos los domingos durante la misa, uno daba a besar la paz y otro portaba los trocitos de pan en un cestillo con un paño. La costumbre desapareció hacia el año 1970.

En Lezaun (N), durante la misa, un monaguillo llevaba un canastillo con trozos de pan bendito y otro la paz. Esta última se besaba a la vez que se tomaba un pedazo de pan. Antes de comerlo se hacía la señal de la cruz con él. Si habían sobrado algunos trozos, se ponía el canastillo en un banco fuera de la iglesia para que las mujeres, al salir de misa, pudieran disponer de ellos para repartirlos en sus casas. Esta costumbre desapareció en la década de los setenta.

En Lekunberri (N), los feligreses, conforme salían de la iglesia, cogían un trozo de pan bendito y se santiguaban con el agua de la pila, en la creencia de que ambos elementos, el agua y el pan, redimían los pecados veniales.

Actualmente, en Izal (N), aún perdura la costumbre de que cada domingo, la familia a la que corresponda por turno, lleve un pan a la iglesia para ser bendecido y consumido por los asistentes a la salida de misa.

También en Zerain (G) se distribuía en la iglesia pan bendito troceado. Después de la comunión del celebrante, el monaguillo pasaba una bandeja entre los bancos de los hombres que cogían un trozo y lo comían seguidamente. A continuación la colocaba sobre el aguabenditera, que correspondía al lugar de las sepulturas. Las mujeres al salir del templo, una vez concluida la misa, tomaban una porción y la ingerían diciendo:

«Ogie bedeinkatue
lurren ondradue
aldaren bedeinkatue
ni aste ontan iltzen banintz
izan deilla nere arima salbatue»
El pan bendecido
en la tierra honrado
en el altar bendecido
si me muriera esta semana
sea mi alma salvada.

Cada familia de Ispoure (Ip) llevaba por turno un pan de kilo a la misa mayor dominical. Durante la celebración se proporcionaba una rebanada entera al que debía acudir con el pan al siguiente domingo. A los demás se les facilitaba únicamente pequeños trozos cortados por el sacristán. Los monaguillos se encargaban de distribuirlos después del sermón, prediku, portándolos en una pequeña cesta, xare, cubierta por una tela blanca. Además la gente se llevaba pequeños trozos de pan bendito para aquéllos que no habían presenciado la función religiosa por haberse quedado en casa. El Sábado Santo, cada uno de los asistentes a la celebración, recibía un pedazo de pan que después era bendecido. Este pan se comía el día de Pascua al mediodía.

En Bernedo (A), una práctica similar desaparecida hace bastantes años, fue la de que los vecinos, por turno, llevasen a la iglesia cada domingo un cestaño con fragmentos de pan. Un monaguillo, después de la comunión, los distribuía entre todos los asistentes.

En Eugui (N), eran una o dos familias las que se encargaban de aprovisionar un pan a la celebración de la misa dominical. Se partía en pequeños pedazos que se colocaban dentro de un cestillo que se iba pasando durante la misa entre los feligreses, para que cogieran un trozo cada uno.