Parto y nacimiento

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Según los datos que aportan las encuestas, en la cultura tradicional las celebraciones rituales vinculadas al nacimiento, jaiotza, se centran sobre todo en torno a la parturienta, ume egin befria.

Hasta tiempos muy recientes, el mismo rito del Bautismo del recién nacido era una ceremonia privada que no se festejaba con banquetes familiares como luego se precisará.

Andraikustea. Visita y obsequios a la parturienta

En todo el ámbito de Vasconia la mujer recién parida es visitada por las parientes, vecinas y amigas próximas. En tiempos pasados las recibía en la propia casa que era donde había tenido lugar el parto. A esta visita de cortesía se le conoce con diversos nombres: andraikuste en Andraka Lemoniz, Bermeo y Busturia (B); bixita en Zeanuri (B), Elosua-Bergara (G), Zerain (G) y Aria (N); visita en Améscoa Baja (N), Apellá niz (A) y Durango (B).

Los obsequios que se ofrecen a la parturienta en esta visita ritual reciben en algunos lugares nombre propio: la vianda en Galdames (B), la vianda de la parida en Carranza (B), presente en Apodaca (A), visita (llevar la...) en Lezaun (N), atso lorreta en Berastegi (G), kutsariak en Dohozti (Ip), ikusgarriak en Liginaga (Ip), bixita en Elosua-Bergara (G).

En muchos lugares el término bisita en euskera o visita en castellano indica a la vez el acto de visitar y el obsequio mismo.

Tradicionalmente el obsequio de la visita consistía en alimentos considerados de gran valor nutritivo. Primitivamente un componente típico de esta atención para con la parturienta era una gallina, tal como se recoge en Galdames, Bermeo, Zeanuri, Amorebieta-Etxano, Getxo (B), en Elosua-Bergara (G), en Allo y Lekunberri (N) y Dohozti (Ip).

Un dicho de Bermeo (B) interpreta irónicamente el destino de este obsequio: andrak kaldue ta gizonak ollue, el caldo para la mujer y la (carne de la) gallina para el marido. El mismo mensaje del proverbio se constata en Getxo y Abadiano (B) y en Lekunberri (N).

Posteriormente se agregaron al obsequio tabletas de chocolate, bolados (azucarillos muy esponjosos que al contacto con el agua se disuelven), azúcar, bizcochos, galletas surtidas y vino dulce, jerez, vinos quinados, etc.

En Sara (Ip) en la década de los años veinte el regalo consistía en una libra de chocolate y una docena de bizcochos o un kilo de azúcar.

En Dohozti (Ip) el obsequio de la visita, kutsaria, contenía gallina, azúcar y alguna otra cosa.

En Zeanuri (B), a primeros del siglo actual, en una cesta de mano, con cierre de tapas, se llevaba una gallina, una libra de chocolate, otra de azucarillos, una más de bizcochos, una botella de jerez, azúcar y café.

En Bermeo (B) diferenciaban la visita de las mujeres a la parturienta de las colectivas, andraikustie. En aquella el obsequio consistía en una gallina, pero en las colectivas, como recuerdan las más ancianas, cada visitante ofrecía una aportación en dinero que a principios de este siglo era de una moneda de dos pesetas, peseta bikue, la cual se depositaba en una caja colocada a este propósito.

Actualmente, la visita a la parturienta sigue vigente, pero los obsequios, en general, han cambiado de signo; muy rara vez consiste en alimentos y se han generalizado los regalos de flores, plantas o ropas para el recién nacido.

Ha sido muy común que a todos los que visitaban a la madre durante su convalecencia la familia les invitase a tomar una copita de jerez, quina o bebida similar, que se servía con galletas o pastas.

Obsequio de la parturienta. Martopillak. Ermakariak

Durante el puerperio tradicionalmente la parturienta estaba recluida en casa. La finalización de este período de tres o cuatro semanas, estaba determinado por un rito denominado entrática o eleizan sartzea.

En este rito purificatorio la mujer portando al niño era introducida por el sacerdote en la Iglesia, haciendo ella una ofrenda consistente generalmente en una candela.

Este rito al igual que el del bautizo tampoco ha sido celebrado de manera general.

En Zerain (G), el párroco después de la ceremonia invitaba a la parturienta y a la acompañante que portaba el niño a una merienda que consistía en chocolate hecho, agua con bolados y pan. A los pocos días de la ceremonia, de la casa de la recién parida enviaban al párroco una polla o una gallina.

Igual costumbre había en Elosua-Bergara (G). Si la entrática tenía lugar al mediodía el párroco les invitaba a comer, y si era a la tarde, a merendar. De antemano se le enviaba una gallina, una docena de huevos y una botella de leche.

Hacia la finalización del puerperio, la nueva madre solía ofrecer en su casa una comida o merienda a las parientas, vecinas y amigas.

En Zerain (G), Zeanuri y Abadiano (B), esta celebración se hacía diez o quince días después del bautizo del niño y siempre en domingo.

Esta comida o merienda que es una devolución a las visitas recibidas por la parturienta tiene diversas denominaciones: ernzakariek en Zeanuri (B), enmarkaixek en Aramaio (A), martoie, martopilla o martopillek en Elosua-Bergara, Legazpia, Zerain y Bidania (G), atso-lorreta en Berastegi (G).

Generalmente la comida estaba compuesta por caldo de gallina, cocido de garbanzos con chorizo; guisado de carne, gallina o conejo; arroz con leche o cuajada según la época. Vino o sidra. Café y licor de anís.

Cuando lo que se celebraba era una merienda, en Urepel (Ip) consistía preferentemente en chocolate hecho, azucarillos o bolados, vino dulce o vino de jerez y galletas. En Sara (Ip), chocolate, pan y confitura o queso. En Bidania (G) huevos fritos o tortilla con chorizo y chocolate. En Zeanuri (B), tortilla francesa con azúcar y chocolate.

En Bermeo (B), a la merienda, consistente en chocolate, le seguía una sopa a base de vino y pan, ardau-sopie. Esta costumbre de servir ardausopie se perdió en la segunda década de este siglo y la merienda se redujo al chocolate.

Hoy en día los ermakariak o martopilak, han sido sustituidos por un banquete ya en casa o fuera de ella semejante a cualquier otro en el que se festeja una fiesta patronal por ejemplo. En tal comida se celebra unitariamente el nacimiento y el bautizo, sin observar las especificidades tradicionales.