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Revisión del 09:34 31 ene 2018
La aparición del frigorífico, cuyo uso se generalizó a partir de los años sesenta, ha originado un gran cambio en las técnicas de conservación de alimentos ya que gracias 'a él, los productos perecederos duran mucho más tiempo.
El hábito de la congelación se inició con los frigoríficos que incorporaban un compartimento congelador. Sin embargo, los que están revolucionando los métodos de conservación son los modernos congeladores, arcones o izotz kutxa (Zerain-G), de gran capacidad y preparados para alcanzar temperaturas muy bajas. Su introducción ha comenzado en esta última década de los años ochenta y se están difundiendo rápidamente.
En ellos se puede congelar una amplia gama de productos, obteniendo resultados generalmente óptimos, ya que al alcanzar temperaturas tan bajas, las condiciones de conservación son inmejorables durando los productos mucho más tiempo.
Los tradicionales métodos de conservación, aunque no desaparezcan del todo, están abocados a un descenso paulatino. Sin duda, la congelación está desplazando al embotado, que por otra parte plantea mayores riesgos debido a las posibles fermentaciones que pueden estropear el producto conservado e incluso en algún caso originar problemas sanitarios.
La congelación es un sistema óptimo para conservar verduras y legumbres. La preparación previa que requieren es sencilla, se limpian y escaldan, se enfrían, se dejan escurrir, después se envasan en bolsas de plástico extrayéndoles el aire, y ya están listas para congelar. Estas bolsas de plástico, si son transparentes, nos permiten ver sin dificultad el contenido evitando así posibles confusiones. Para cerrar las bolsas, en algunas casas tienen una pequeña máquina que lo hace automáticamente. Ahora bien, hay quienes congelan estos productos vegetales en estado natural, sin escaldarlos.
Los pescados requieren una limpieza previa como si fuesen a ser cocinados y las carnes se pueden congelar directamente.
También se pueden congelar platos previamente cocinados que así estan disponibles cuando no se tiene tiempo para prepararlos.
El poseer un sistema de congelación casero posibilita además la adquisición en el mercado de productos congelados en fábrica para su conservación en casa.
La congelación puede realizarse con alimentos comprados, lo que permite adquirirlos cuando están más baratos. Si los alimentos son de producción propia, se pueden conservar durante todo el año los productos de la huerta que son de temporada. Incluso se puede incrementar la producción de determinados alimentos al saber que los excedentes van a poder ser conservados en perfectas condiciones. Se pueden sacrificar animales por grandes que sean (novillas) sin temer por su conservación o si son pequeños (gallinas, conejos) en mayor número teniéndolos a disposición cuando se quieren comer. Del mismo modo, con la caza no se plantea el problema de tener que consumirla rápidamente.
Debido a todo ello, estos nuevos electrodomésticos están adquiriendo gran importancia en el caserío, al permitir un mejor aprovechamiento de los productos producidos en el mismo.
A continuación se detallan los productos vegetales que habitualmente se congelan y la preparación que deben experimentar.