Bendición de alimentos en ermitas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Tudela (N) en la romería que el día 3 de mayo, Invención de la Cruz, se hace a la ermita del Cristo es de rigor comer culecas. Esta misma costumbre se practica en las romerías de varios pueblos de la ribera tudelana.

En Cortes (N) hasta mediados del siglo pasado el 3 de mayo era conocido como el día de las palomas.

Esta denominación recibían unas pastas de bizcocho, similares a las magdalenas, aunque de mayor tamaño. El recipiente de papel en que se deposita la pasta es rectangular, de unos diez por siete centímetros de base. Continúan elaborándolas algunos confiteros de Cortes para mandarlas a Mallén, en Aragón, donde perdura la tradición de bendecirlas.

Desde finales del siglo pasado las palomas fueron sustituidas por culecas, bollos circulares en cuyo centro se coloca un huevo.

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En la década de los años sesenta, niños y niñas iban en Cortes a la rogativa del 3 de mayo, llevando en las manos estos panes. En el punto donde se impartía la bendición de los términos, una vecina disponía una mesa con dos candeleros y sobre ella depositaban algunos bollos. El sacerdote bendecía los campos y alimentos.

Los bollos eran en otros tiempos de elaboración doméstica. Hoy en día, aunque todavía quedan algunas familias que los fabrican, las culecas se compran en las panaderías.

Las culecas, cumplen una misión de vinculación familiar. No solamente las consumen los miembros de la familia en sentido estricto, sino que se acostumbra enviar un trozo a los parientes no residentes en la población para que se acuerden del día.

Este rito se mantiene vigente y es tan típico y arraigado, que muchos conocen la fiesta con el nombre de día de las culecas. Aunque las tortas no tienen bendición específica, el pueblo las cree bendecidas con el rito efectuado sobre los campos[1].

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La fiesta de San Marcos se celebra en la zona de Irun (G) con visita a la ermita de San Marcial. En tiempos anteriores ese día se bendecían los campos. A principios de siglo se repartía entre los asistentes un amaiketako consistente en un panecillo con uno o dos huevos incrustados en el mismo. Las madrinas guardaban estas opillas para sus ahijados. Actualmente se sigue celebrando el día de las opillak de San Marcos, el 25 de abril, festividad de este Santo. En todas las parroquias de Irun se bendicen opillak que las madrinas regalan a sus ahijados solteros.

En Durango (B) y en San Miguel de Basauri (B), en la festividad de San Fausto, 13 de octubre, era costumbre bendecir panecillos de maíz, artopillak, en las Misas que se celebraban en las ermitas de este Santo. Estas artopillak bendecidas eran después distribuidas entre los que acudían a la Misa. En Durango esta bendición perduró en la Iglesia de Santa María de Uribarri cuando la ermita de San Fausto quedó en ruinas. Actualmente las artopillak son elaboradas en una pastelería de la Villa y con ellas el Ayuntamiento obsequia a la comisión de fiestas de San Fausto, patrón del pueblo.

En la ermita de San Martín que está ubicada en Hermua (A) celebran los de Larrea (A) la fiesta popularmente denominada del barte, el día 4 de julio. Desde antiguo se dice que los de Larrea vendieron la imagen de San Martín a los de Hermua por un barte. El barte es un pan aplastado, de poca miga y de una libra de peso, que se elabora con harina de segunda calidad.

Esta fiesta, de gran arraigo popular, se mantiene vigente. Los txistularis antes de tocar la biribilketa alrededor del pueblo comparten un aperitivo con los vecinos.

Durante la biribilketa van acompañados del alcalde y jóvenes y son obsequiados con pastas y vino blanco. La comida tiene lugar en la taberna con asistencia del dueño de la misma y del señor cura.

Durante el ofertorio de la Misa, que desde 1973 se celebra por la tarde, los jurados ofrendan un gran barte y vino. Una parte de éste es consagrado y el restante repartido entre los asistentes una vez finalizado el acto religioso.

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En Oquina (A), antiguamente, hubo una ermita dedicada a San Cristóbal. Aunque desapareció hace muchos anos, se ha seguido celebrando la fiesta en honor del Santo el día 10 de julio. En la actualidad ha sido trasladada al domingo siguiente. En ella se mantiene la tradición de la ronda del rosco. Después de la Misa en la Parroquia, las mujeres marchan de inmediato a sus casas para atender a los mozos que hacen la cuestación provistos de cestos y acompañados por la banda de música, jóvenes y chiquillos.

En cada casa son obsequiados con vino, y les entregan el rosco, consistente hoy en día en barras de pan adornadas con dulces (chocolates, mermelada, anises, etc.).

En otros tiempos, cuando en los hogares se amasaba pan, preparaban unas otanas, esmerándose cada familia en presentar la más vistosa. Estos roscos se recogían en bieldos de madera, clavando las otanas en las púas. Si algún vecino carecía de horno de cocer pan aportaba dinero.

Una vez recorridas todas las casas, cortan el pan en trozos pequeños, colocándolos en bandejas. Mientras tanto los vecinos y visitantes se han ido reuniendo en la era para la Fiesta de confraternidad en la cual son obsequiados por los

mozos con el pan recogido, añadiendo tacos de queso y zurracapote. Una nota característica de este acto es que mujeres y hombres deben formar grupos separados, dejando entre ambos un pasillo por el que transitan los mozos con las bandejas de pan y queso y las jarras y vasos con el zurracapote. Otros mozos provistos de varas cuidan que ninguno traspase este límite y se pase al equipo contrario[2].


 
  1. JIMENO JURIO, José María. «Cortes de Navarra» in Cuadernos de Etnología y Etnografia de Navarra, XVII. Pamplona, 1974, pp. 249-293.
  2. LOPEZ DE GUEREÑU, Gerardo. «La ronda del rosco en Oquina» in Ohitura, I. Vitoria, 1982, pp. 167-170.