Tratamiento ritual del pan doméstico
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Al cortar el pan
El pan se partía generalmente después de bendecir la mesa y antes de comenzar a comer. Previamente a cortarlo era costumbre hacerle la señal de la cruz con la punta del cuchillo (Durango, Carranza, Plentzia-B, Elgoibar, Beasain, Zerain-G, Lezaun, Améscoa Baja, Aoiz, Obanos, Viana, Izal-N, Sunharette-Ip). En algunas poblaciones esta señal se hacía en la base del pan (Zeanuri-B, Elgoibar, Elosua-Bergara G, San Román de San Millán, Salvatierra-Agurain, Narvaja-A, Lekunberri, Artajona-N, Sunharette-Ip). En Hondarribia (G) simplemente pasaban el cuchillo signando la superficie. En Arráyoz (N) decían que al hacer la cruz no se debía herir el pan.
A veces también se besaba la cruz marcada (Amorebieta, Portugalete-B, Zerain, Elgoibar, Elosua-Bergara, Legazpia-G, Salvatierra-Agurain-A, Lezaun, Murchante, Eugui, San Martín de Unx, Allo-N). En Abadiano (B) hacían la cruz con la mano y luego la besaban.
Tras marcar la cruz y besarla, el pan siempre se cortaba con el cuchillo, jamás se partía a mano. En Lezaun (N) se consideraba signo de desgobierno el hecho de partirlo a costrón (con la mano).
La forma de sujetar el pan para cortarlo también obedecía a un rito: Se debía tomar con la mano izquierda y apoyarlo contra el pecho mientras que con la derecha se asía el cuchillo. En Arráyoz (N) se decía que el pan se debía cortar siempre con la mano derecha, aunque se fuese zurdo.
Frecuentemente era el padre quien realizaba estas operaciones y ofrecía el pan cortado a los demás comensales. En Mélida (N) lo repartía comenzando por el hijo varón de mayor edad. Actualmente se ha perdido esta costumbre en la mayoría de las localidades pues suele ser la madre la encargada de partirlo. Las rebanadas de pan las deposita en un canastillo para que cada cual se sirva o bien las deja junto a los platos.
Al repartir el pan
En Legazpia (G), el que cortaba el pan siempre lo ofrecía con la base hacía abajo, ya que de hacerlo al revés se creía que se hacía llorar a la Virgen. De igual modo se repartía en Goizueta (N). En Obanos (N) el que lo cortaba besaba cada trozo de pan antes de distribuirlo.
En San Martín de Unx (N) se corta la rebanada pero sin separarla por completo del pan y así se ofrece al comensal quien debe desgajarla.
En Elosua-Bergara (G) se dice que el reparto de pan hay que hacerlo dándoselo a cada comensal a la mano
El pan mal posado
El pan debía colocarse siempre en su posición natural, con la base hacia abajo, de lo contrario, mientras estaba vuelto del revés, se decía que sufrían las almas del purgatorio (Carranza, Amorebieta, Mundaka, Plentzia-B, Narvaja, Ara maio-A, Izal, Obanos-N); en Eugui (N) que lloraba la Virgen; en Artziniega (A) que sufría la Virgen María; en San Román de San Millán (A) que lloraba Jesús o la Virgen; en Gamboa (A) que sufría Dios y en Allo (N) que padecía Santa Marta.
En Sangüesa (N) exclamaban: «No dejes el pan boca abajo que sufre la Virgen» o «Judío, deja bien el pan»; en Obanos (N) no se debía colocar al revés «porque se ponía vuelto a Dios»; en Lekunberri (N) les inculcaban que de no poner el pan correctamente, podía entrar el demonio en él; y en Sunharette (Ip), colocar el pan sobre el lado abombado era signo de que podía sobrevenir una desgracia.
En Lezaun (N), la parte del pan, dura y oscura que había estado en contacto con la solera del horno, se llamaba la del infierno y la superior, más blanca, la del cielo. El pan debía quedar siempre en buena posición, es decir, con el cielo hacia arriba, y quien no lo dejara así se ganaba un coscorrón.
Por hábito, educación o tradición, aunque con desconocimiento del origen y significación del rito, frecuentemente aún hoy en día se le da la vuelta al pan si está posado con la parte abombada hacia abajo.
El beso del pan caído al suelo
Cuando se caía un trozo de pan al suelo, quien estuviese más cerca lo recogía rápidamente y lo besaba antes de volver a depositarlo sobre la mesa (Busturia, Zeanuri, Carranza, Portugalete, Trapagaran, Getxo, Plentzia, Galdames, Bermeo-B, Hondarribia, Ezkio, Elosua-Bergara, Legazpia, Beasain-G, Bernedo, Salvatierra-Agurain, San Román de San Millán-A, Lezaun, Améscoa Baja, Aoiz, Artajona, Allo, Aria, Lekunberri, Lodosa, Izal, San Martín de Unx, Sangüesa, Obanos, Viana-N).
En Eugui (N) le daban un beso en la base. En Legazpia (G), si caía en lugar sucio, se recogía, se besaba en la parte que estuviese limpia y se echaba a los perros o a algún otro animal para que lo comiese. En San Román de San Millán (A) decían: «El pan no se pisa, se besa». En Obanos (N) consideraban «pecáu mortal» no besar el pan caído al suelo.
En algunas casas de Gamboa (A) se santiguaban con él después de haberlo besado. En Izurdiaga (N) lo recogían diciendo «Jesús».
Además de ser besado, en otros tiempos fue mostrado durante un momento al fuego del hogar, suari e(ra)kutsi. Así lo hacían en Ataun y Oyarzun (G), tal como se recogió en «Eusko Folklore, Materiales y Cuestionarios» de 1921.
En ambos casos se trata de un rito purificatorio de la contaminación que ha podido recibir del contacto con la tierra.
No pinchar el pan
En Carranza (B) se dice que el pan nunca debe pincharse con el tenedor o la punta del cuchillo porque según es creencia, de hacerlo se clava a Cristo. También en Galdames (B) afirman que no debe pincharse con el tenedor.
En Mélida (N) estaba mal visto clavar con saña el cuchillo en el pan llegándose incluso a señalar a los niños que tal conducta era pecado.
No desperdiciar el pan
El pan no debía ser desperdiciado ni arrojado.
En Zerain (G) se enseñaba a los niños a no tirar nunca los pedazos restantes porque Dios también tomaba cuerpo en el pan J jainkoaren gorputza ogiarekin ere egiten dalako. Si sobraba un trozo de pan, por ejemplo de la merienda, se le daba un beso y se dejaba sobre una piedra bien visible diciendo: «Txoriak jan dizutela» o «Aingeruak bedeinkatu zaitzala eta txoriak jan zaitela» (Que te bendigan los ángeles y te coman los pájaros).
Cuando los niños de Bermeo (B) se hartaban de pan, antes de tirar el sobrante siempre le daban un beso.
Más modernamente, en Allo (N), las monjas del colegio enseñaban a los párvulos a besar el pan de la merienda cuando fueran a deshacerse de él.
En Elosua-Bergara (G), cuando se almorzaba o merendaba en la heredad, los residuos o las migajas de pan no se echaban al suelo, se colocaban sobre unas piedras para que las comiesen los pájaros.
En Mélida (N) era considerado pecado tirar sin más el pan que se hubiera caído o el sobrante de las comidas. A los niños se les enseñaba a besarlo antes de arrojarlo.
En Obanos (N) se tenía por «pecáu mortal» tirar el pan. También en Getxo (B) y Aramaio (A) aseguraban que era pecado.
En Lekunberri (N) decían que no se debía lanzar al suelo ni al fuego, aunque sí se podía echar a un animal.