Introducción histórica a la alimentación en Vasconia
El análisis etnográfico de la alimentación actual requiere una breve introducción histórica de los usos y hábitos alimentarios a través de la historia de los dos últimos milenios. Desde que Th. Lefèbvrel[1] escribiera su magnífica obra sobre los modos de vida en Vasconia, parece evidente afirmar que la evolución de los modos de vida pastoril -sobre la que José Miguel de Barandiarán[2] nos ha legado precisas e insustituibles monografías en orden a su conocimiento y dinámica interna-, agrícola, así como el industrial o marítimo evidencian desiguales ritmos de aceleración y transformación.
F. Braudel ha escrito que «l'histoire de l'alimentation se décompose réguliérement, comme un historie quelconque, en tranches chronologiques de plus ou moins grande épaisseur»[3] (La historia de la alimentación se descompone de forma regular, como una historia cualquiera, en periodos cronológicos de mayor o menor duración). Pese a la encuesta promovida alrededor de la revista Annales en el congreso de historiadores economistas franceses de 1973, en la sección de historia del consumo alimenticio B. Bennassar y J. Goy afirmaban que «l'histoire de la consommation alimentaire reste l'une des filies pauvres de l'histoire et se révéle incapable d'avancer au rythme d'autres secteurs privilégiés pour l'éxistence de sources plus belles, plus cohérentes et moins ambigues»[4] (La historia del consumo alimentario sigue siendo una de las hijas pobres de la historia y se muestra incapaz de avanzar al ritmo de otros temas privilegiados por causa de la existencia en éstos de fuentes mejores, más coherentes y menos ambiguas).
Ciñéndonos al campo etnohistórico vasco, creemos que este trabajo pretende ser una primera aproximación a la evolución de los usos alimenticios y sus rituales.
Por otra parte las preferencias alimentarias constituyen uno de los mayores soportes sobre los que descansa la identidad cultural[5] y como afirma Piero Camporesi «L'ambiguita di una storia della alimentazione la quale é fondamentalmente storia della sopravívenza collettiva affidata alcibo, cronaca delfaticoso fapporto dell'uomo con l'amabieten e la terra». (La ambigüedad de una historia de la alimentación, la cual es fundamentalmente la historia de la supervivencia colectiva confiada al sustento, crónica de la laboriosa relación del hombre con la sociedad y la tierra), implica una dimensión antropológica de relieve en la que «l'elemento economico la condiziona in modo tanto massiccio che anche la «sacralitá» dei rituali culinari rischiea di liquefarsi e certi inveterati tabú di scivolare nell nulla»[6]. (El elemento económico le condiciona de una forma tan sólida que incluso la «sacralidad» de los rituales culinarios corre el peligro de diluirse y ciertos tabúes inveterados de desvanecerse en la nada).
La historia de la alimentación en Vasconia es también la historia de la producción ya que durante siglos el consumo alimentario ha sido en gran parte autárquico. Por ende requiere en primer lugar una atenta mirada al medio fisiográfico, edafológico y geomorfológico, mediante la cual observaremos la diversidad y aún el contraste entre dos vertientes, norte y sur, oceánica y mediterránea. Este contraste fue puesto de relieve ya por Estrabón al comienzo de nuestra era: saltus vasconum y ager vasconum, evidentemente con su correspondiente zona de transición. Ello no contradice una cierta unidad de carácter gentilicio y por ende de comunidad entre sus pobladores, tal y como en repetidas ocasiones ha subrayado J. Caro Baroja, fundándose en los escritos de los geógrafos grecolatinos[7]. La diversidad fisiográfica ha condicionado sin duda los hábitos y ritos alimentarios.
En los años que precedieron a la intensa romanización, los núcleos de población de la vertiente mediterránea desarrollaron la agricultura fundada en los cultivos propios de la trilogía mediterránea: trigo, vid y olivo, mientras que en la oceánica predominó un paisaje forestal en cuyo marco sus habitantes urdieron un tipo de economía predominantemente de carácter recolector y pastoril con una agricultura primitiva, subsidiaria en suma de las actividades depredadoras y pastoriles.
Durante los siglos de la romanización la explotación de los recursos del saltus se incrementó notablemente, tales como la explotación forestal y minera así como el de la agricultura en ambas vertientes. La fundación de numerosos fundus en las cuencas de Vitoria y Pamplona y riberas de los ríos que desembocan en el Ebro, con una renovada tecnología y organización de la producción, contribuyeron al desarrollo de la producción agrícola. Mientras que en el saltus, la administración romana trató de facilitar el asentamiento de las poblaciones en los valles; es a partir de este momento cuando el valle se configurará como la entidad institucional por excelencia, imprimiendo un nuevo sentido de ordenación del territorio[8].
En tiempos de los romanos ya se pueden distinguir distintos regímenes alimentarios entre la población de Vasconia en función de las actividades económicas a las que estaban ligados o de las que se beneficiaban y la clase social a la que pertenecían. Y esta pluralidad de situaciones será una de las estructuras permanentes y condicionantes de larga duración. Por ello, cualquier asimilación de lo vascón y la alimentación de los vascones a uno de sus estereotipos tales corno pastor, minero, agricultor, artesano o comerciante, nómada o sedentario, habitante de la urbis o el fundus, deberá ser saludada con escepticismo ya que estimamos se aleja de la realidad alimentaria y cotidiana que fue diversa según el estado de nuestros conocimientos.
Por otra parte el ritmo de evolución y transformación ha sido diferente incluso en el seno de cada una de las vertientes, de manera que se califica de evolución lenta la sucedida entre los habitantes de las montañas, primordialmente pastores. Todavía en la primera mitad del siglo XX se podían observar en su vida cotidiana y cosmovisión rasgos de carácter arcaizante, que a veces se extendían por analogía al mundo agrícola de la vertiente atlántica.
Esta transformación se da en los valles y particularmente en torno a los núcleos urbanos de fundación medieval, acorde con los ritmos de modernización imperantes en el conjunto europeo[9].
Ciñéndonos a la diacronía del consumo alimentario en la población vasca, se puede afirmar que durante la época romana, en el área meridional del país, el incremento de la producción de cereales sirvió para regularizar las comidas y enriquecer la dieta alimentaria. En el área oceánica, según cita Estrabón, es característica la harina de bellota y el consumo de cerdo y sus derivados. Como grasa utilizaban la manteca de cerdo, cuya carne junto a la de cabra era al parecer, la que con mayor frecuencia se consumía. Según J.M. de Barandiarán la cuajada sería un alimento que se toma desde la prehistoria. En cuanto a la preparación, afirma Busca Isusi que el asado de los alimentos (pan, huevos, manzanas y chorizo) constituye una reminiscencia de hábitos antiguos[10]. Una economía recolectora de los frutos del bosque y una agricultura subsidiaria practicada por las mujeres, completaría el panorama. Por otro lado, las razzias de los habitantes de las montañas hacia los graneros de los agricultores de las llanuras, fue un episodio regular hasta el inicio del proceso de sedentarización de la mayoría de su población a partir de la segunda mitad del siglo XI. La leyenda negra de los vascos, que E. Picaud se encargó de difundir, se desvaneció a raíz de la desaparición del nomadismo de pillaje a partir de mediados del siglo XII[11].
Así pues, durante los siglos que transcurren desde la crisis del Imperio Romano hasta el renovado impulso urbanizador, no parece que se sucedieran cambios de entidad en los usos de consumo alimentario en la vertiente oceánica.
El prolongado asentamiento de los árabes y bereberes en las comarcas ribereñas del Ebro, contribuyó a la expansión de los cultivos hortícolas. A ello cooperó el empleo sistemático de la irrigación de forma que se produjo la difusión del espárrago, puerro, alcachofa, espinaca, etc. La repostería y tradición del turrón tienen también su momento de difusión a raíz del prolongado contacto con la nueva civilización islámica.
Durante la baja Edad Media, hasta el siglo XV, la lucha entre quienes deseaban preservar el espacio en función del pastoreo, y por ende impulsores de los sistemas de apropiación colectiva de los prados o bosques, y los agricultores favorables a la roturación y privatización fue uno de los acontecimientos que caracterizó la vida del campo. El refrán soroak zor du larrea, (la tierra cultivada está en permanente deuda con el pastizal) refleja el predominio de los intereses pastoriles frente a los agrícolas.
La ilustración de J. Caro Baroja[12] representa la estructura de los modos de vida y actividades económicas, que a partir de la Baja Edad Media se consolidaron en la vertiente oceánica de Vasconia hasta el siglo XIX. Observamos la notable diversificación en el ámbito de las actividades productivas y la combinación de algunas de ellas por la misma comunidad de personas. Estas actividades evolucionaron con el tiempo hacia la especialización, hasta que se inició el despegue económico, a raíz de la llamada revolución industrial o según terminología adoptada por J.M. de Barandiaran en sus estudios etnográficos, el maquinismo.
LA ALIMENTACION EN LA BAJA EDAD MEDIA
Las investigaciones de Beatriz Arizaga arrojan suficiente luz como para observar un panorama general de la alimentación en la Baja Edad Media, si bien sus conclusiones se circunscriben a los núcleos urbanos, dado que la mayor parte de las fuentes documentales que ha utilizado proceden de las ordenanzas y fueros de las villas.
Los nacientes núcleos urbanos agrupaban a una significativa parte de la población vasca, habiendo diversificado su campo profesional hacia actividades de carácter artesanal y mercantil. Si bien en las villas, numerosas casas disponían de un pequeño huerto en el que obtenían productos para su autoabastecimiento[13] en un intento de perpetuar, siquiera de forma subsidiaria, la posibilidad de la producción directa de bienes de consumo alimentario que permitieran un autoconsumo suficiente.
La base de la alimentación medieval documentada en Gipuzkoa se nutre del cereal, obteniéndose distintos tipos de pan tales como el de mijo, el blanco de trigo candeal, el cocho y la galleta o pan de los marineros. Una vez molido el grano en los molinos propiedad de los haundikis, los notables, y más tarde en los construidos por la comunidad aldeana, se cocía en hornos que podían ser también comunales, procurándose pan para la semana. La escasez de trigo obligaba a que en la composición se introdujeran harinas de mijo y centeno.
También se consumían legumbres y frutas variadas si bien resulta dificil ponderar su frecuencia según las fuentes documentales. Sin embargo parece que las habas y las lentejas eran los alimentos de que más se servían y en las huertas de las villas también se cultivaban el puerro, la cebolla, el ajo, la berza, y el perejil.
- ↑ LEFEBVRE, Th. Les modes de vie dans les Pyrénées atlantiques orientales. Paris, 1933.
- ↑ BARANDIARAN, José Miguel de. Obras Completas. Tomos I al VI. Bilbao, 1972-1974.
- ↑ BRAUDEL, F. «Alimentation et catégories de Phistoire» in Pour une histoire de l'alimentation. Recueil de travaux presentés par JJ, Hemardinquer. Paris, 1970, p. 16.
- ↑ BENNASSAR, B., GOY, J. «Contribution á l'histoire de la consommation alimentaire du XIV au XIX siécle» in Annales. Paris, 1976, p. 429.
- ↑ BURGUIERE, A. L'anthropologie historique» in La nouvelle histoire. Paris, J. Le Goff, 1978, p. 47.
- ↑ CAMPORESI, P. Alimentazione folclore societa. Parma, Patriche Editrice, 1980, p. 8.
- ↑ CARO BAROJA, Julio. Los Pueblos del Norte de la Península Ibérica. (Análisis histórico cultural). San Sebastián, 1973.
- ↑ CARO BAROJA, Julio. Los vascos. Madrid, 1958.
- ↑ LEFEBVRE, Th. Les modes de vie..., op. cit., p. 185. La causa de este fenómeno de evolución lenta no creemos que pueda explicarse únicamente por la carencia de una infraestructura de comunicaciones que facilitarían el intercambio a todos los niveles según lo propone Th. Lefèbvre. CARO BAROJA, Julio. Introducción a la historia social y económica del pueblo vasco. San Sebastián, 1974.
- ↑ BUSCA ISUSI, José María. La alimentación del pueblo vasco. Algunas consideraciones sobre la denominada cocina vasca. Texto mecanografiado de una conferencia dictada el 25 de Enero de 1951. (Archivo Dep. Etnografía Instituto Labayru. Derio).
- ↑ LEFEBVRE, Th. Les modes de vie..., op. cit., p. 84.
- ↑ CARO BAROJA, Julio. Vasconiana. Madrid, 1957.
- ↑ ARIZAGA, Beatriz. «La vida cotidiana en el País Vasco en la Baja Edad Media» in Tokiko historiaz-Estudios de historia local. Bilbao, 1987, pp. 110-112.