San Blas. Bendición de alimentos

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La festividad de San Blas, 3 de febrero, es también en Vasconia fecha señalada en el folklore religioso invernal. Los ritos que este día se practican sobre los alimentos no presentan actualmente características propias de Carnaval. Se incluyen aquí por su vinculación cronológica con el periodo que estamos describiendo.

Se bendicen diversos alimentos que, según las creencias populares, preservan o curan los males de garganta. En razón de la misma motivación, se procede de igual modo con cordones o hilos, San Blas aria, cordón de San Blas, que luego se llevan durante nueve días al cuello, a modo de collar y después se queman.

La bendición de alimentos en la festividad de San Blas es un rito popular de gran densidad y extensión y se practica todavía no sólo en las zonas rurales sino también en determinadas parroquias de las ciudades. Un relato periodístico del año 1888, nos describe, en todo su colorido, esta bendición en la parroquia de San Vicente de Vitoria, a finales del siglo pasado:

«...El público llenaba por completo todas las naves del espacioso templo, predominando el sexo femenino y ofreciendo espectáculo extraño. Por todos los lados se veían cestas, canastillas, cestos, cestillos, pañuelos de diversos colores, bolsas y servilletas, conteniendo naranjas, higos, pasas, peras, manzanas, chorizos, azucarillos, pastas, chocolate, panecillos y rosquillas de diferentes formas, y hasta trigo y cebada en pequeñas porciones; las jarras de cristal, porcelana o metal y las botellas de todos los tamaños y clases amenazaban bautizar con agua y aun con vino, a los que junto a ellas estaban, y se veían algunos charcos que decretaban la rotura de vasijas llenas de agua.
Al llegar el momento de la bendición dada desde el púlpito cuando se concluyó de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, todos se pusieron de pie y levantando en sus manos las cestas, pañuelos, servilletas, jarras y botellas, temían no llegase hasta ellos la bendición. Poco después los circunstantes abandonaban el templo tumultuosamente codeándose y tropezando con todos los objetos, y pareciendo por la diversidad de éstos, que salían de algún mercado con las provisiones en las manos.
Mientras tanto los vendedores gritaban a la puerta de la Iglesia: ¡A perra chiquita las naranjas bendicidas!»[1].

Esta costumbre es muy general y se mantiene aún vigente en la mayoría de los pueblos y comarcas de Vasconia. Los alimentos que actualmente se llevan a bendecir son generalmente Rutas, frutos secos, chocolate, galletas y caramelos, sobre todo de malvavisco; amén de pan, roscas y rosquillos que se describirán más adelante.

En Obanos (N) se lleva a la iglesia o ermita de San Blas en Muruzabal algo de turrón guardado de Navidad, azúcar, chocolate y alguna pasta. Todos estos alimentos después de bendecidos se toman como profilaxis de los males de garganta.

Venta de rosquillas y cordones bendecidos el día de San Blas. Bilbao, 1990. Fuente: José Ignacio García Muñoz, Grupos Etniker Euskalerria.

En otros tiempos, y ahora en menos casos, se bendecían chorizos y también ingredientes de la alimentación ordinaria como son agua, sal, azúcar, miel, levadura, así como alimentos destinados a los animales domésticos y semillas para la siembra.

En Allo (N) al término de la misa se bendecían los alimentos más variados, que tanto los chicos como sus madres llevaban en cestas: pan, chocolate, una longaniza, un hilo de uvas, rosquillos, sal, etc., todo lo cual se repartía después entre los miembros de la familia durante la comida. Añadían a esta cesta, cebada, trigo y maíz que serían luego administrados entre los animales domésticos. Quienes tenían vacas o bueyes, bendecían también fajos de alholva, según el testimonio de los informantes más veteranos de este municipio.

En Ezkurra (N), en la década de los años treinta, este día se llevaba a la iglesia mazorcas de maíz para que el cura las bendijese. Después sus granos los daban a comer a los animales domésticos (vacas, caballos y puercos). También se portaba al templo pan, queso y sal que eran consumidos el mismo día por los componentes de la familia. Se decía que tales alimentos servían para preservarle a uno de las enfermedades de zintzur (garganta).

En San Martin de Unx (N) este día el sacerdote bendecía la harina que luego había de mezclarse en los sacos de pienso para que comieran los animales. El ritual tenía y tiene lugar en la iglesia de Santa María donde tocaban la campanica convocando a los vecinos y cada uno llevaba en capazos lo que quisiera bendecir; accedía el cura a la entrada e iniciaba su intervención.

En Zerain (G) en la ermita de San Blas, con los alimentos domésticos se bendecían semillas de alubia y maíz que mezcladas con otras posteriormente se emplearían para la siembra.

En Legazpia (G) se bendecía pan que después era repartido entre las personas y los animales de la casa. También en Urzainki (N) se daba a los animales de la casa, el pan y la sal bendecidos.

En Apellániz (A), este día se llevan a la iglesia para ser bendecidos pan, levadura, sal, frutos y grano para el ganado. El pan que se bendice este día no se canece y se da a comer para curar las afecciones de garganta, así como también el agua en que se haya cocido cebada bendecida. Al llegar otra nueva fiesta de San Blas, debe quemarse todo lo que no haya habido necesidad de consumir.

En Gamboa (A) bendecían también algunas tortas de pan que se conservaban sin perderse, para curar el dolor de garganta. Cuando una persona notaba ese malestar tomaba sopas de leche preparadas con este pan.

En Bernedo (A), este día las mujeres llevaban a misa levadura para la elaboración de pan para que fuera bendecida. Creían que así quedaba bendecido el pan de todo el ano.

En Moreda (A) las mujeres acuden a misa por la mañana llevando en sus bolsos pan, galletas, rosquillas y otros alimentos para su bendición. La celebración del Jueves de Lardero para los niños estaba trasladada a la merienda que realizaban este día por la tarde.

La práctica de bendecir también alimentos para el ganado, el día de San Blas, es muy común en ermitas e iglesias de la que es titular o se venera su imagen.

Un manjar típico de esta festividad son las rosquillas, roscas o panes de San Blas, elaborados en casa.

Esta costumbre de comer roscos, rosquillas o bollos de San Blas bendecidos es muy común. Según las encuestas, este uso ha sido recogido en: Lodosa, Viana, Sangüesa, Aoiz, Allo (N), Laguardia, Páganos, Ocariz, Moreda, Apodaca (A), Abadiano, Durango (B), Elgoibar, Zerain (G).

En Zerain (G) en la ermita de San Blas, se bendecía en Misa por cada hogar medio pan casero o pequeños panecillos recién cocidos en el horno familiar Al regresar a casa se repartía a cada miembro un trozo de este pan bendito llamado opea.

En Allo (N) las mujeres de antaño preparaban para ese día, con destino a sus hijos, rosquillas con la masa del pan doméstico, dándoles forma de florero o paloma. Pero aún actualmente se llevan a bendecir roscas de manteca adornadas de montenevau y grageas de colores.

En Elgoibar (G) se portaban tortas de San Blas que eran de elaboración casera. Se recogían en un cordel de algodón. Tras la bendición este cordón se colocaba al cuello durante nueve días y transcurrido este plazo se quemaba.

En Laguardia (A) con la rosca se adorna la imagen de San Blas. Los fieles acuden ese día a los actos que se celebran en las dos parroquias, llevando cestas con alimentos que a la conclusión de la misa son bendecidas.

En Páganos (A), localidad próxima a Laguardia, la festividad de San Blas adquiere una gran relevancia. En la misa se bendecían hojaldres, bizcochos de pan, caramelos y otras golosinas. Los primeros eran de dos tipos: retorcidos y rosquillas.

Para la procesión que tenía lugar el día de San Blas, a la imagen del santo le colocaban una rosca donada por el alcalde. Un dicho popular de Laguardia refiriéndose a estas roscas bendecidas en Páganos dice: «Si vas a San Blas me traes un blasín, que no sea muy grande ni muy chiquitín».

En Ocáriz (A), el rosco bendecido se colgaba del cuello como remedio del mal de garganta. A continuación se guardaba un trozo de este pan bendecido que según una creencia del lugar nunca se estropeaba.

Los rosquillos o rosquillas de San Blas que se elaboraban en casa responden a la siguiente fórmula: Para cuatro huevos, cuatro tasas de azúcar y dos de aceite. Se mezcla la masa en un recipiente y se añade harina hasta que pueda trabajarse con las manos. Se agrega una copita de anís y una cucharada pequeña de bicarbonato. Previamente se pone al fuego una sartén rebosante de aceite, con un trozo de cáscara de huevo para evitar que se queme. Con la mano se coge un trocito de pasta y se trabaja sobre la mesa, dándole forma cilíndrica. Unidos después sus extremos, forman un círculo. Se ponen varios en la sartén cuando el aceite está rosiente. Al dorarse se retiran. Luego se comen fríos. (Allo-N).

Elaboración de rosquillas. Mendaro (G), 1920. Fuente: Archivo Aguirre. San Sebastián.

En Moreda (A) para las rosquillas emplean en la mezcla por cada huevo dos cucharadas de aceite y de azúcar y añaden harina. Por cada tres huevos un sobrecito de Royal y un poco de bicarbonato. Se prefiere el aceite de semillas. Se deja la masa envuelta en una servilleta durante una hora para que yude. A continuación se le da forma con los dedos y se fríen en sartén.

En Durango (B) se elaboran de la misma manera que en Moreda, pero a la masa se le pone un poco de anís.


 
  1. El Anunciador Vitoriano». Año 1888. Tomado del «Calendario Alavés» de LÓPEZ DE GUEREÑU, Gerardo, in Boletín de la Institución «Sancho el Sabio», XIV. Vitoria, 1970, p.57.