Diferencia entre revisiones de «Elaboracion de roscas. Piperopilak»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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A diferencia de las rondas, en las que el galanteo correspondía a los chicos, la elaboración de roscas era una actividad femenina a través de la cual mostraban su agradecimiento; en cierto modo se podía interpretar como un galanteo por parte de las chicas.
  
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En Aoiz (N) los ''piperropiles'' eran dulces que ofrecidos por una moza a un mozo indicaban la preferencia hacia él y el deseo de ser cortejada por el mismo. Estos ''piperropiles agoiscos''<ref>Agoisco es el nombre gentilicio de Aoiz cuya denomin ación antigua fue Agoiz.</ref> se vendían por toda la zona<ref>Esta costumbre perduró hasta 1930 aproximadamente. Durante los días de San Isidro dos mozos iban de casa en casa recogiendo las roscas elaboradas por las mozas, que ensartaban en un palo después de conminarles ellos a que lo hiciesen mediante un grito. Las roscas de San Isidro constituían la preocupación de las chicas durante el año y ponían el máximo interés en su preparación. José AMICHIS. ''Mi pueblo''. [Aoiz], 1990, pp. 49-50.</ref>.
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Uranzu recogió también en algunos pueblos del Bidasoa la costumbre de que en fiestas las muchachas llevasen en los bolsillos un trozo de torta, ''piperopilla''. Si el joven que se acercaba a la chica era de su gusto, ésta le permitía que la registrase hasta encontrar la torta, dando lugar a un jugueteo picaresco<ref>Luis de URANZU. ''Lo que el rio vio. Biografía del rio Bidasoa.'' San Sebastián, 1955, pp. 408-409.</ref>. Esta misma costumbre de los ''piperopiles'' fue constatada por Caro Baroja<ref>Julio CARO BAROJA. ''La vida rural en Vera de Bidasoa (Navarra). ''Madrid, 1944, p. 145.</ref>.
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En Lezaun (N), como ya se ha indicado anteriormente, la víspera de las fiestas patronales de San Pedro y de las "fiestas chiquitas" de Santa Bárbara los mozos recorrían cantando las casas de las chicas solteras. Para esos días las mozas preparaban en la masada un pan especial llamado ''bollo'' y después de haber cantado los mozos y de avisar que estaban preparados con una manta, la chica, sacando la mano por la ventana y sin ser vista, dejaba caer el bollo. No era inusual que fueran los padres en vez de sus hijas quienes lo echaran. Aunque se arrojara dinero a la manta a esta costumbre se le decía "echar el bollo". El texto de la siguiente jota hace alusión a este hecho:
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:''Echa bollo resalada''
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:''échalo si lo has de echar''
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:''y si no tienes un bollo''
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:''aunque sea un cacho de pan.''
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En Cripán (A) la fiesta de Santa Agueda era una buena oportunidad para establecer un posible noviazgo: Cuando cada familia hacía por su cuenta el pan, se tenía la precaución, sobre todo en las casas donde hubiera jóvenes casaderas, de hacer el clásico bollo de Santa Agueda para obsequiar a los mozos<ref>Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “El matrimonio en Alava” in BISS, XV (1971) p. 204.</ref>.
  
  

Revisión del 15:54 4 abr 2019

A diferencia de las rondas, en las que el galanteo correspondía a los chicos, la elaboración de roscas era una actividad femenina a través de la cual mostraban su agradecimiento; en cierto modo se podía interpretar como un galanteo por parte de las chicas.

En Aoiz (N) los piperropiles eran dulces que ofrecidos por una moza a un mozo indicaban la preferencia hacia él y el deseo de ser cortejada por el mismo. Estos piperropiles agoiscos[1] se vendían por toda la zona[2].

Uranzu recogió también en algunos pueblos del Bidasoa la costumbre de que en fiestas las muchachas llevasen en los bolsillos un trozo de torta, piperopilla. Si el joven que se acercaba a la chica era de su gusto, ésta le permitía que la registrase hasta encontrar la torta, dando lugar a un jugueteo picaresco[3]. Esta misma costumbre de los piperopiles fue constatada por Caro Baroja[4].

En Lezaun (N), como ya se ha indicado anteriormente, la víspera de las fiestas patronales de San Pedro y de las "fiestas chiquitas" de Santa Bárbara los mozos recorrían cantando las casas de las chicas solteras. Para esos días las mozas preparaban en la masada un pan especial llamado bollo y después de haber cantado los mozos y de avisar que estaban preparados con una manta, la chica, sacando la mano por la ventana y sin ser vista, dejaba caer el bollo. No era inusual que fueran los padres en vez de sus hijas quienes lo echaran. Aunque se arrojara dinero a la manta a esta costumbre se le decía "echar el bollo". El texto de la siguiente jota hace alusión a este hecho:

Echa bollo resalada
échalo si lo has de echar
y si no tienes un bollo
aunque sea un cacho de pan.

En Cripán (A) la fiesta de Santa Agueda era una buena oportunidad para establecer un posible noviazgo: Cuando cada familia hacía por su cuenta el pan, se tenía la precaución, sobre todo en las casas donde hubiera jóvenes casaderas, de hacer el clásico bollo de Santa Agueda para obsequiar a los mozos[5].


 
  1. Agoisco es el nombre gentilicio de Aoiz cuya denomin ación antigua fue Agoiz.
  2. Esta costumbre perduró hasta 1930 aproximadamente. Durante los días de San Isidro dos mozos iban de casa en casa recogiendo las roscas elaboradas por las mozas, que ensartaban en un palo después de conminarles ellos a que lo hiciesen mediante un grito. Las roscas de San Isidro constituían la preocupación de las chicas durante el año y ponían el máximo interés en su preparación. José AMICHIS. Mi pueblo. [Aoiz], 1990, pp. 49-50.
  3. Luis de URANZU. Lo que el rio vio. Biografía del rio Bidasoa. San Sebastián, 1955, pp. 408-409.
  4. Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa (Navarra). Madrid, 1944, p. 145.
  5. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “El matrimonio en Alava” in BISS, XV (1971) p. 204.