Diferencia entre revisiones de «Inventario y exposicion del arreo»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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:— ''Sei Bona eta aldian daukana... zazpi'' (Seis sayas y la que lleva puesta, siete), decía la costurera.  
 
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:— ''Ez... falta da eleixarako trapua eta errotarako zakua!'' (¡No... faltan el paño de la iglesia y el saco para el molino!)<ref>Pedro Mª ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''. San Sebastián, 1986, pp. 160-161.</ref>.
 
:— ''Ez... falta da eleixarako trapua eta errotarako zakua!'' (¡No... faltan el paño de la iglesia y el saco para el molino!)<ref>Pedro Mª ARANEGUI. ''Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX''. San Sebastián, 1986, pp. 160-161.</ref>.
  

Revisión del 06:08 31 may 2019

En tiempos pasados la exposición del arreo era un acto ritualizado en el que una persona, normalmente una mujer, realizaba un recuento pormenorizado y siguiendo unas pautas concretas de todos los objetos aportados por la familia de la novia al matrimonio. Tal acto tenía lugar unas veces el mismo día de la boda, previamente al banquete o con posterioridad al mismo, o en fechas anteriores a la celebración, generalmente cuando se realizaba el traslado del arreo desde la casa de la novia a la. del novio.

En algunas localidades la mujer encargada de mostrarlo era la costurera que había contribuido a su elaboración. En Elosua (G) después de la comida se traía el arreo de la novia a la casa del novio en el carro de bueyes y se pasaba a enseñarlo. La costurera, que había confeccionado el ajuar, era la encargada de mostrarlo y enumerarlo. A medida que se ocupaba de ello decía: "Veintitrés camisas y la que lleva puesta veinticuatro, tantos corpiños y el que lleva puesto..., tantas faldas y la que lleva puesta...", así hasta terminar con todo el ajuar. Después de la guerra de 1936 se dejaron de trasladar los arreos en los carros y con ello terminó la ceremonia del recuento de los enseres que aportaba la novia.

En algunas casas de Arrasate (G) una persona elegida al efecto, generalmente la costurera que había acompañado a ejecutar la labor del arreo, exhibía y enumeraba en voz alta las prendas de seis en seis, o del uno hasta la cifra que se alcanzara con cada tipo de prenda, empezando normalmente por las sábanas, almohadas, manteles y servilletas. Por ejemplo: "Camisas seis y la que lleva puesta siete", "¿Ya lleva puesta?", "¡Que enseñe!".

En Gatzaga (G) se extendían sobre la era un par de mantas y la costurera, que era quien había preparado el arreo, iba tomando las prendas del baúl que llegaba en el carro de bueyes y las mostraba a los asistentes contándolas e incluso proclamando su valor en metálico. Estas prendas iban pasando de mano en mano entre las mujeres y finalmente eran depositadas sobre las mantas. Nunca faltaba una falda o vestido "premamá" cuya parte delantera era más larga que la trasera. Una vez terminada la exposición la costurera dirigía a los padres del mayorazgo la pregunta "Konforme zauze?" (¿Estáis conformes?), y tras ser introducidos los bienes en el interior de la casa comenzaba el banquete, que apenas difería del celebrado el día de la boda. Durante este acto nunca faltaba el chistoso de turno:

Sei Bona eta aldian daukana... zazpi (Seis sayas y la que lleva puesta, siete), decía la costurera.
Ba ete dauko? (¿A ver si lleva?)
Erakutsi deiela! (¡Que la enseñe!), pedían a voces los chicos.
Konforme zauze? (Estáis conformes?)
Ez... falta da eleixarako trapua eta errotarako zakua! (¡No... faltan el paño de la iglesia y el saco para el molino!)[1].

En Uharte-Hiri (BN) también era la costurera que había confeccionado la lencería para el arreo de la novia quien se ocupaba de mostrar a los invitados la cámara nupcial con sus muebles y la ropa blanca[2].

En Telleriarte (G) antes de la guerra una mujer se encargaba de enumerar el contenido del arreo. Lo hacía canturreando y por ello recibía la denominación de cantadora del arreo. Esta, antes de la comida, cantaba de viva voz en presencia de todos los convidados el número de piezas de ropa de cama, de vestidos, ropa de trabajo y demás. Habitualmente se daban situaciones jocosas. La cantadora comenzaba contando: "Sábanas bajeras, una, dos, tres, ..., doce; encimeras, una, dos, tres, ..., doce; vestidos: delantales, uno, dos, ..., seis; camisas, uno, dos, tres, ..., once". Algún vecino hacía hincapié en que sólo eran once, a lo que le respondía la mujer "y la que lleva puesta doce". El marido al que querían tomar el pelo decía: "Pues eran doce las señaladas". Nunca faltaban risas y bromas en este acto. La costumbre desapareció después de la guerra ya que los tiempos de penuria general desaconsejaron cualquier tipo de ostentación.

En Amezketa (G) era una persona del pueblo quien solía encargarse de exponer el arreo en la casa del muchacho: primero las sábanas, luego las camisas de mujer, a continuación las de hombre; a la vez pronunciaba estas palabras: "Ara bat..., ara bi..., ara iru, onek balio ditu makina bat diru..." (He aquí uno..., he aquí dos y he aquí tres, esto vale mucho dinero...)[3].

En Bidegoian (G) una mujer que podía ser una vecina, amiga o familiar, cuando llegaban los novios con el carro de boda se encargaba de bajar del mismo todo el ajuar, incluidas prendas íntimas y demás elementos que llevaba la novia, y mostrarlos uno a uno. Con cada objeto que enseñaba al resto de los invitados se hacían bromas y comentarios. Una vez hecho esto pasaban a comer. Esta ceremonia se extinguió en los años sesenta al dejar de utilizarse el carro de boda. En Oñati (G) también era una mujer la encargada de mostrar en público lo que aportaba la novia, cosa por cosa[4].

En Abadiano (B) todos los regalos y enseres aportados en el arreo se extendían en el portal de la casa y una de las mujeres de la casa se los mostraba a los invitados. En Valdegovía (A) una mujer de la familia era también la encargada de mostrar al resto de invitados los regalos haciendo alabanza de los mismos.

En Ezkurra (N) una vez llegado a su destino el carro el día de la boda, los encargados del vehículo lo descargaban y ponían en un montón todos los objetos transportados juntamente con las prendas que los parientes y allegados habían regalado. Una mujer familiar de uno de los recién casados hacía el recuento de todo lo que había en el rimero delante de los reunidos, señalando los nombres de las personas que habían regalado las prendas[5].

Una informante de Ezkio (G) recuerda haber oído a personas ancianas que una mujer se encargaba de enseñar el arreo a la gente congregada delante del caserío. La exhibición del arreo podía realizarse tanto en el portal como en el camarote y esta mujer mostraba una por una todas las piezas que lo componían.

En Lekeitio (B) al enseñar el arreo seguían esta fórmula: Amabi atorra daukaz, soiñean be ez dago ainbagarik; zazpi zapi daukaz, soiñean be... (Tiene doce camisas, no está sin ella a cuestas; tiene siete pañuelos, no está a cuestas desprovista de ellos; medias, ocho, a cuestas tampoco está sin ellas...). La presentación del arreo terminaba con la presentación de la novia: Amen guztiak eta geiago balio dabena (He aquí a la que vale tanto y más que todas las prendas)[6].

En Salazar y Baztan (N) después de mostrar doce camisas, doce servilletas, doce toallas y muchas otras cosas, se decía al final: "Orra ardatza" (He ahí el huso) y todos se echaban a reír[7].

En Baraibar (Larraun-N) el arreo se hacía de ocho en ocho: ocho sábanas, ocho fundas para colchillas, ocho camisas de hombre y otras ocho de mujer, ocho lienzos (el octavo, la mortaja). También se incluía un lienzo que se ponía en el pecho de la persona cuando se traía la comunión a casa[8].





Como se ha visto por las descripciones anteriores en la mayoría de las poblaciones encuestadas la persona encargada de mostrar el arreo era una mujer, pero también se ha constatado algún caso en que quien se ocupaba de tal rito era un hombre.

En Berastegi (G) a los postres una persona ("el animador") iba enumerando los regalos y lo hacía intentando que sus frases rimasen y resultasen graciosas. Por ejemplo: Arbidek eman dik duro, nekez baiño seguro (Arbide ha dado un duro, le cuesta pero da seguro), Joxepantonik bi mandire, penakin baiña or dire (Joxepantoni ha dado dos sábanas, apenada pero ahí están). El inventario resultaba por lo tanto, jocoso y estimulante.

En Ursuaran (G) el arreo se mostraba el día del casamiento. El padre de la esposa solía decir: "Izara bat, izara bi..., alkondara bat, alkondara bi..." (Una sábana, dos sábanas..., una camisa, dos camisas...). Y después de mostrar todas las cosas decía: "cure mixeria auxe da" (Esta es nuestra miseria). El padre del marido le respondía: "Ez dago gauza gutxirik. Guk bera nai genoon, gauza-bila a gara etorri" (No hay poca cosa. Nosotros queríamos a ella, no hemos venido en busca de cosas) 46 .

En Iholdi (BN) era el carpintero el encargado de enseñar la cámara nupcial y el arreo a los invitados cuando llegaban con los regalos el día anterior al de la boda.

En cuanto a la presentación de la cámara nupcial, en Barkoxe (Z) cuando la novia entraba en la casa, la madre del novio la acompañaba al aposento y allí tomaban caldo y

47 bebían algo de vino.

En Liginaga (Z) al llegar la novia a la casa del novio, la madre de éste la tomaba del brazo y la conducía a la cámara nupcial. Allí tomaban caldo los recién casados juntamente con la madre del novio. A partir de entonces esta última sería la suegra, amagiarrabesa (y si resultaba mala recibiría el apelativo de susker berdia, sabandija verde) 48 .


  1. Ibidem.
  2. Ibidem, p. 271.
  3. Ibidem.
  4. Ibidem, p. 276.
  5. BARANDIARAN, "Materiales para un estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge) ", cit., p. 83.


En Donoztiri (BN) al entrar en casa los recién casados se les mostraba el dormitorio que habrían de ocupar49 . En Nabarniz (B) se solía enseñar al cónyuge adventicio la cámara nupcial, zelakoa dan eta zelan dauen kuartua ikusten zan. Si la adventicia era la muchacha,

su madre visitaba la casa del futuro esposo con anterioridad a la boda, neskian ama juaten zan ezkondu orduko, puesto que era impensable que

la novia lo hiciera antes de casarse.

La costumbre de mostrar el arreo de forma ritualizada quedó reducida con el paso del tiempo a enseñar el ajuar y la habitación del nuevo matrimonio sin ningún tipo de ceremonia. Las personas encargadas de ello solían ser la propia novia, su madre y en ocasiones alguna vecina y las interesadas las amigas de la novia o en su caso las invitadas. Se les mostraba con anterioridad a la boda o el mismo día de la ceremonia.

En Obanos (N) la novia mostraba a las amigas el ajuar no el día de la boda sino el de la petición de mano. En Izal (N) ella misma era la encargada de enseñar el ajuar a alguna amiga íntima antes de la boda.

En Elgoibar (G) los días previos al enlace la madre de la novia solía enseñar a los amigos, familiares y vecinos el ajuar y la cámara nupcial. Esto lo solían hacer las familias más pudientes del pueblo.

En algunos caseríos de Arrasate (G) la madre de la novia también se encargaba de hacer el inventario y mostrar la cámara nupcial a los asistentes a la boda. Este acto solía verificarse antes del comienzo del banquete.

En Goizueta (N) en tiempos pasados una mujer de la casa o de la familia de la novia, se encargaba de enseñar el arreo de la recién casada, sobre todo la ropa blanca, zurimenta. Se juzgaba la laboriosidad como uno de los dones más preciados, de modo que había gran diferencia en la ropa blanca del arreo de unas novias a otras; junto con la misma quedaban de manifiesto las virtudes de la desposada.

En Urduliz (B) el arreo se mostraba a todo el que quisiera verlo, para ello se dedicaba una

habitación de la casa que se llenaba de bancos en los que se exponía. No había una mujer en concreto que se ocupara de ello. En los años


49 Idem, "Rasgos de la vida popular de Dohozti", cit., p. 59. 595

RITOS DEL NACIMIENTO AL MATRIMONIO EN VASCONIA sesenta, en cambio, era la misma novia la que lo enseñaba a quien llegara a su casa a llevarle el regalo de boda.

En Lezama (B) antes solía acudir la vecina, auzoa, y tenía la obligación de enseñar a las

visitas y al resto de los vecinos que venían a ver a los novios la habitación y todo el arreo aportado por el cónyuge adventicio.

En Lemoiz (B) era una mujer de la localidad, que ayudaba en la cocina, la que mostraba a las invitadas la habitación nupcial y el arreo de la desposada.

En Lekunberri (N) hace años se mostraba el arreo el día del refresco o despedida de soltera. Recuerdan que a veces este acto daba lugar a cotilleos porque cada regalo expuesto figuraba con el nombre del donante.

En Apodaca (A) cuando la boda era en el pueblo, los regalos se dejaban encima de una mesa cubierta con un mantel para que la gente los viese.

En Markina (B) una vez llegados a la casa del novio o de la novia se enseñaba el ajuar a los vecinos, pero no había una persona encargada de esta labor. En Hondarribia (G) tampoco había una mujer que se ocupase de los regalos, pero en tiempos pasados era frecuente mostrarlos a las amigas que visitaban la casa de la novia.

En Amézaga de Zuya (A) hoy en día, en los casos en que existen listas de bodas, los regalos están en exposición y cuando una persona compra uno de ellos se coloca un cartel que dice "adquirido por...". La mayoría de las personas consultadas en la localidad califican esta costumbre de poco discreta.


 
  1. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga: una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, pp. 160-161.
  2. José Miguel de BARANDIARAN. “Matériaux pour une étude du peuple Basque: A Uhart-Mixe” in Ikuska. Nº 6-7 (1947) p. 172.
  3. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 271.
  4. La Encuesta del Ateneo constató a principios de siglo que en esta localidad los elementos que componían el arreo se entregaban el día de la boda después de la comida y en presencia de todos los invitados, haciéndose un recuento detenido de todos ellos. Una vez exhibido el arreo los parientes depositaban sobre una bandeja dinero, que regalaban a los recién casados. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIB.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. “Estudio etnográfico de Ezkurra” in AEF, XXXV (1988-1989) pp. 58-59. (Esto ocurría hacía treinta años respecto a la elaboración de la encuesta).
  6. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 270.
  7. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 270.
  8. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 271.