Comunicación de las invitaciones
La elección de las personas que van a asistir a la ceremonia nupcial y al posterior banquete ha sido realizada habitualmente por los novios y sus padres.
En tiempos pasados solían ser los padres los encargados de determinar quiénes serían los asistentes (Artziniega-A; Elosua-G). Los novios también tomaban parte en esta elección. En Lezaun (N) los novios invitaban a sus amigos, y sus respectivas familias al resto. En Sangüesa (N) las invitaciones siempre las han hecho los padres en conjunción con los hijos. En Markina (B) y Berastegi (G), en cambio, se encargaban de hacer las invitaciones sólo los novios.
A lo largo de este siglo se ha observado algún cambio en cuanto a los encargados de efectuar la elección de los invitados. En Bidegoian (G) y Garde (N) hasta los años sesenta eran los padres los que decidían a quiénes convidar a la boda, pero en los últimos años los novios han tomado cada vez mayor protagonismo a la hora de definir esta lista. En Abadiano (B) en tiempos pasados los encargados de hacer las invitaciones eran los padres de los novios y también éstos. En la actualidad se encargan los novios. En Viana (N) ocurría algo similar, los padres solían hacer las invitaciones de boda aunque de acuerdo con los novios. Hoy en día los novios tienen una independencia creciente a la hora de escoger los invitados. En Apodaca (A) antaño los padres se encargaban de hacer las invitaciones, hoy sólo las de la familia ya que los novios se encargan de las de los amigos.
En la actualidad las decisiones de los padres siguen teniendo importancia a la hora de elegir los invitados. En Amézaga de Zuya (A) normalmente los padres tienen una importancia clave a la hora de las invitaciones. Muchas veces un buen número de ellas no son más que compromisos adquiridos por los mismos. Son por lo tanto los encargados de decidir quiénes serán los invitados. En Ribera Alta (A) y Bermeo (B) las invitaciones también las hacen los padres de los novios porque, como dicen en la población alavesa, son ellos los que pagan los gastos del banquete.
En Moreda (A) cada novio confecciona su propia lista de invitados aconsejado por sus padres. En ella va anotando los familiares, amigos y vecinos que desea, tanto él como sus padres. Finalmente, confeccionadas las listas de cada familia, se prepara una general con todos. Cada parte invita a los que quiere sin que se den injerencias por la otra familia.
En Valdegovía (A) hoy en día las invitaciones las hacen los novios, aunque sean los padres quienes habitualmente corran con los gastos derivados del festejo. En Aoiz (N) cada novio elabora la lista de sus invitados y después se ponen de acuerdo entre los dos en los convidados que no son familiares.
En tiempos pasados las invitaciones se realizaban personalmente desplazándose los novios, sus padres o las personas encargadas de comunicar la fecha y la hora del acontecimiento, hasta el domicilio de quienes iban a ser invitados. Con el paso del tiempo se ha introducido la costumbre de mandar imprimir una tarjeta de invitación con todos los datos necesarios que se envia por correo, aunque a menudo los novios siguen entregándola en mano a los invitados.
En Obanos (N) antiguamente la invitación se hacía en persona. Los padres de los novios, a veces acompañados de los interesados, iban a visitar a sus respectivos parientes a fin de hacerles partícipes del acontecimiento. Se les indicaba que estaban invitados todos los que quisieran pero que era deseo que no faltasen algunos en concreto, a menudo los tíos mayores. Si éstos no se animaban mandaban en representación suya a algún hijo soltero porque se decía que "de las bodas salen bodicas".
En Treviño (A) antaño los novios, y algunas veces los padrinos, eran los que se desplazaban a comunicar la noticia de la boda y a realizar las invitaciones oportunas, siempre oralmente. En Lezama (B) los padres de los novios se encargaban de indicar a los invitados la próxima celebración de los desposorios. En Artajona (N) varias semanas antes de su celebración, los familiares de los contrayentes efectuaban el anuncio de la boda casa por casa. En Izal (N) las invitaciones las hacían personalmente los novios aunque había casos en que eran los padres quienes se encargaban de cursarlas. En Monreal (N) los convites se hacían de palabra y solían ser los propios novios o sus familias quienes los comunicaban. En San Martín de Unx (N) antaño era la madre o un familiar del contrayente quien se dirigía a las casas del pueblo para invitar en persona a los amigos.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) las invitaciones eran hechas personalmente por los novios. Así como cuando se producía un fallecimiento los primeros vecinos se encargaban de avisar a los familiares, cuando se trataba de una boda no intervenían.
En Elgoibar (G) en los tiempos en que estaban invitados los familiares y todo el barrio no se cursaban invitaciones ya que todos sabían que estaban convidados. Más tarde se comenzó a invitar a los familiares yendo de casa en casa.
En Hazparne (L) las invitaciones las hacían los padres de ambos novios junto con éstos y era costumbre desplazarse a las casas de los interesados para convidarlos. En Allo (N) eran verbales y las cursaban los propios interesados yendo casa por casa. Este aviso tenía lugar antes de dar comienzo el turno de amonestaciones. En Amézaga de Zuya (A); Berastegi, Getaria (G) y Aoiz (N) también se cursaban de palabra.
Según la encuesta del Ateneo, en Falces (N) las invitaciones las hacía de palabra el novio acompañado de su padrino. Entre la gente humilde esta costumbre estaba tan arraigada que si no eran invitados personalmente tanto si eran del pueblo como forasteros, se ofendían y no asistían a la boda. Entre los de clase alta cada novio invitaba a los suyos. En Monteagudo (N) las vísperas de la primera y tercera amonestaciones salían los novios separados y acompañados por solteros y solteras respectivamente a realizar las invitaciones. En el Valle de Burunda (N) ocho días antes de la boda, el novio y la novia hacían juntos y en persona las invitaciones aprovechando las primeras horas de la noche[1].
Las tarjetas de invitación comenzaron a utilizarse en algunas localidades en la década de los cuarenta (Moreda-A) y se generalizaron a partir de los años sesenta (Durango-B; Bidegoian-G; Artajona, Monreal-N) y en los setenta (Izal-N).
La introducción del uso de tarjetas de invitación permitió la utilización del correo. Así ocurrió en Lemoiz (B) donde en tiempos pasados las invitaciones eran hechas por los novios en persona, pero a partir de 1965 comenzaron a cursarlas a través del correo.
Con anterioridad a su uso ya se recurría al correo cuando las personas que se deseaba convidar vivían lejos. Así se ha constatado en Ribera Alta (A), donde hacía muchos años que las invitaciones se hacían por carta; fue a partir de los años cincuenta cuando se comenzaron a encargar a una imprenta. En Artziniega, Berganzo (A) y Carranza (B) las invitaciones se hacían de palabra pero si un familiar vivía lejos se le enviaba una carta.
El uso generalizado de este tipo de tarjetas no impide que se sigan entregando en mano a los interesados. En Mendiola (A), hoy en día, quince o veinte días antes de la boda los novios acuden a las casas de los que van a ser convidados para darles un sobre con la invitación en su interior. En Urduliz (B), aunque ocasionalmente las invitaciones se envíen por correo, suelen ser los mismos novios los que acuden a la casa de familiares y amigos y hacen entrega de las mismas.
En Beasain (G) actualmente se ha generalizado la tarjeta pero al igual que en las anteriores localidades casi siempre entregada en mano por los propios novios. Hacia los años veinte y treinta no había costumbre de hacer tarjetas de invitación, pero sí recordatorios de la celebración de la boda en algún lugar determinado como el Santo Cristo de Lezo.
En Aoiz (N) los novios entregan las invitaciones llevándolas a casa de los de mayor edad y también repartiéndolas entre los amigos el día de la despedida o cuando éstos se reúnen un fin de semana. En Allo (N) en la actualidad se utilizan tarjetas impresas que reparten los familiares de ambos contrayentes o los propios novios.
Se suele recurrir al correo para el envío de las tarjetas cuando las personas a quienes van destinadas viven lejos; a los invitados cuya residencia se halla cercana se les entrega en mano (Treviño-A; Carranza, Lezama-B; Elgoibar-G; Artajona, Izal, Monreal, San Martín de Unx-N).
La tarjeta de invitación que se ha generalizado en las últimas décadas incluye los datos referentes a los nombres de los contrayentes, los de sus padres, el día, lugar y hora de la ceremonia y el local en el que tendrá lugar el banquete. Esta invitación es cursada en nombre de los padres de los novios, y se suele rogar confirmación de la asistencia con el fin de conocer de antemano el número de comensales.
Por regla general la madre de la novia y ésta son las encargadas de elegir el modelo de tarjeta. Son los novios los que ponen mucho interés en el diseño de la misma, sobre todo en el texto, para que sea original (Moreda-A; Artajona-N).
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDc.