El carro de boda en los textos etnográficos antiguos
Según Barandiarán en Donoztiri (BN) hasta principios de siglo los festejos y la ceremonia de boda eran complicados, sobre todo cuando uno de los futuros cónyuges era el heredero de la casa paterna. Entonces era corriente la práctica llamada etxe-sartzea, la entrada en la casa, la cual se hacía en la víspera del casamiento. Comprendía en primer lugar, la conducción del arreo de la novia (o del novio) y de los presentes o regalos a la casa del novio (o de la novia) donde el nuevo matrimonio iba a establecerse. Primero iba el carro de boda, del que tiraba una yunta de bueyes o de vacas guiada por el novio. El carro estaba adornado con flores, la cubierta del yugo era una piel pintada de verde y los bueyes o las vacas llevaban al cuello sendas colleras. La carga consistía en una cama, ohea, un armario, gamineta, una mesita, mahai ttipia, sillas, kaderak, un juego de tocador, tablo de nita (fr. tableau de nuit), azada, aitzurra, azadilla, jorraia, y rastrillo, arrasteila. Si el arreo era de novia, comprendía además de los objetos citados, rueca y huso, kilua eta ardatza, escoba, erratza, lencería y vestidos, liña (fr. ligne) eta arropak. Si era del novio además de lo dicho incluía hacha, aizkora, guadaña de hierba, sega, guadaña de helecho, dailia, y bieldo, fuxina.
Detrás del carro seguían los invitados a la boda provistos de presentes que cada uno llevaba en una cesta al brazo o sobre la cabeza, presentes que consistían en cordero, gallina, pollo, azúcar, vino y licores. La casa de la novia (o del novio) enviaba jamón y una cesta llena de panes. También iba un carnero, aharia, pintado de verde y con un hermoso cencerro al cuello; era el regalo que hacía el padrino de bautismo de la novia. Todas las personas que conducían el arreo y los presentes de boda se quedaban a comer en la casa del cónyuge heredero. Después del banquete los comensales prolongaban la sobremesa hasta la noche jugando a las cartas[1]. En Iholdi (BN) la víspera de la boda o dos días antes se llevaba a cabo esta costumbre, conocida también como etxe-sartzea, consistente en transportar el arreo en carros[2].
En Hergarai (BN), según recogió Azkue, el día de los regalos de boda desfilaban delante de la comitiva seis carneros pintados de rojo, con los cuernos adornados de flores y hermosas campanillas en el cuello. Tras ellos, dos o tres carros con muebles y ropa blanca, llevando la costurera, de pie y en su regazo en el último carro, un espejo. Detrás de ésta unas cuantas mujeres con los cestos llenos de objetos y bien guarnecidos de cintas rojas y azules. Iban a la casa del que se casaba, a dejar los regalos y a comer[3].
En Barkoxe (Z) una vez convenida la fecha de la boda, algunos días antes de su celebración, generalmente la antevíspera, se realizaba lo que se denominaba hatüka. El padre de la novia transportaba el arreo en un carro uncido a dos bueyes adornados de vistosas campanillas y cubiertos por un paño rayado azul o rojo. El arreo, bien dispuesto, iba cubierto por una sobrecama con la almohada por encima. En una silla sujeta en la parte de atrás del carro se colocaban los zuecos adornados de clavos de cabeza amarilla, dispuestos en forma de corazón o de as de picas, con el borde del cuero pespunteado de fina puntilla y la madera bien encerada. También se llevaban en la parte zaguera del carro una escoba, un pico y un rastrillo. Antaño se ponía bien a la vista una rueca provista de lino.
El padrino de boda iba detrás del carro con una docena de ovejas con cencerros y en medio un carnero cebado que proporcionaba la carne del banquete de boda. Detrás la costurera que había cosido el arreo con sus ayudantes y el carpintero que había fabricado los muebles. Las costureras preparaban la habitación de los novios y colocaban la ropa en el armario en cuanto el carpintero hubiese armado el mueble. Una vez concluidas estas labores, todos se sentaban alrededor de la mesa familiar con los parientes de los invitados que se habían acercado a entregarles su obsequio, presenska, generalmente un par de gallinas o de pollos, una docena de huevos y algunos litros de vino. Todos los asistentes se retiraban contentos después de haber hecho esta primera comida que había dado comienzo a la boda[4].
Una versión similar a las anteriores fue descrita en los años treinta con carácter general para Vasconia continental. En ella se señala que la pedida de mano era un acto casi desconocido. El rito más importante era el transporte de los muebles al nuevo hogar de los futuros esposos conocido como etxe-sartzia, que se realizaba en tres carros de bueyes. Encabezaba la comitiva un hermoso carnero adornado con profusión de cintas rojas que después se sacrificaba para el banquete nupcial. Uno de los carros portaba los muebles del aposento de los esposos y encima del colchón iba sentada la costurera que se encargaba de los detalles en el arreglo y adorno de la habitación conyugal. Por muy pobre que fuese la novia siempre tenía que llevar al nuevo hogar los muebles de la habitación nupcial. En el carro en que iban depositados los objetos individuales de la misma destacaban visiblemente dos de ellos: el espejo y la rueca, el primero se ponía en la parte trasera del carro y la rueca en la cabecera del mismo.
En la comitiva participaban todos los vecinos que llevaban regalos para los novios. Las muchachas los portaban en grandes cestos encima de la cabeza, cubiertos con unas hermosas servilletas blancas con rayas azules, lonjerak, que se empleaban para todas las circunstancias de alguna transcendencia pública. Las chicas de la vecindad solían llevar grandes panes en cestos cubiertos de lonjerak, panes que simbolizaban la abundancia que debía reinar en el nuevo hogar. También solían portar tartas de buen tamaño adornadas con cintas. Los jóvenes llevaban en igual forma botellas de vino y de otras bebidas para las fiestas nupciales. Esta ceremonia se realizaba tres días antes del banquete llamado present-bazkaria, que se ofrecía a todos cuantos habían llevado algún regalo o cooperado en el arreglo de la casa. Una costumbre muy antigua, ya perdida cuando se recogieron estos datos, era la que consistía en llevar la dote de la novia la víspera de la boda en monedas de oro a la casa de los padres del novio. Se encargaba de ello la hermana de la novia o una vecina, nunca una criada, en una cesta bien adornada que después permanecía en la familia como recuerdo nupcial para toda la vida[5].
Según recogió el Padre Donostia en los años veinte, en el Valle de Baztan (N) el hermano de la novia llevaba el carnero con un lazo encarnado en la cabeza. Iba con las ioiak (literalmente joyas, esto es, el arreo) y delante del thunthun abriendo la marcha. El ajuar se transportaba a la casa del novio el último día de las amonestaciones. Consistía en una cama de madera, dos colchones, colcha, cuatro almohadas atadas con cintas de seda de colores llamativos, sobrecama, alfombra para la habitación, mesilla de noche (más antiguamente no se estilaba llevar esto), silla de paja, lavabo, un cuadro, una aguabenditera y un crucifijo, el huso y un armario en otros tiempos, ahora una cómoda. Dentro del armario iba la ropa blanca que le hubiese pedido la casa. El carro, orga, era arrastrado por dos vacas bien limpias y cubiertas con unas telas con flecos.
Detrás del carro dos machos, uno llevaba dos sacos de trigo y el otro dos pellejos de vino. A continuación, a lomos de un macho, iba la hermana de la novia o alguna parienta, siempre soltera, y en las dos cestitas que llevaba a los lados, esportxak, portaba huevos y especias y colgando de las cestas, gallinas. La muchacha llevaba en la falda, envuelta en un pañuelo de seda, la camisa que la novia regalaba al novio. Esta prenda era de buena calidad, de hilo, y planchada con almidón. Junto con la camisa llevaba una cinta colorada que se la ponía al novio después de la boda en señal de haberse casado. Detrás de la puerta le esperaba el hijo de la casa. Al entrar el hermano de la novia, le tenía que quitar por sorpresa el lazo rojo al carnero; después se lo ponía en medio de la boina. Con aquel lazo salía a bailar por la tarde con la hermana de la novia que había llevado la camisa[6].
Se conoce una versión similar también de Baztan (N) Hasta la segunda guerra carlista existió la costumbre de que el domingo anterior a la ceremonia nupcial fuesen en procesión a la casa del novio los parientes y amigos de los futuros cónyuges, precedidos por un muchacho que conducía un carnero cuya cornamenta estaba adornada con cintas rojas. Este muchacho iba prevenido para evitar que las mujeres arrancasen las cintas de los cuernos ya que de conseguirlo el conductor del animal no tenía derecho a tomar parte en el banquete de ese día. A continuación avanzaba el txistulari precediendo al carro de bueyes que transportaba el ajuar de la novia. También figuraba en el desfile un caballo, mula o burro cargado de trigo, vino y jamón. En la última cabalgadura iba una hermana o una amiga de la novia, exhibiendo la camisa de boda, prenda de fino tejido y ricos bordados. Una ceremonia similar se celebraba antiguamente en el territorio de Vasconia continental en contacto con la región del Bidasoa. Algunos días antes de la boda se transportaba en procesión el ajuar de los novios. En este desfile, llamado hatuka, participaba un hermoso carnero con cuernos dorados, adornados con cintas de colores. Las provisiones ofrecidas por los invitados: pollos, pasteles, vinos y licores, eran transportadas por las muchachas en cestos sobre sus cabezas[7].
Azkue había constatado ya en la primera década del siglo cómo en Amaiur (Baztan-N) el día de las terceras proclamas era el elegido para que la novia condujese en un carro el arreo a la nueva casa. Se procuraba que estuvieran bien visibles la rueca y el huso. Sobre alguno de los animales iba siempre una hermana o prima de la contrayente, o al menos la criada. Si se trataba de una casa con rebaño llevaban un carnero que al llegar al nuevo hogar debía entrar en él hacia atrás. El que habría de bailar con la dueña de la casa no se cubría con la boina, sino que llevaba en la cabeza las cintas del carnero. El día de la boda la nueva esposa bailaba con el padrino[8].
En Oiz (N), localidad próxima a Bera, y en otros pueblos del interior el arreo se llevaba a la nueva casa en un carro la víspera de la boda. La cama solía ir hecha encima del mismo.. En la comitiva que lo acompañaba llevaban un carnero, regalo del novio o la novia, que ostentaba un gran lazo. Al llegar al punto de destino las mozas se abalanzaban sobre el animal y luchaban por quitarle el lazo, pues era creencia que la que conseguía hacerse con él se casaba al año[9].
Como se ha podido apreciar, en la mayoría de las descripciones expuestas el traslado de casa lo realizaba la novia, en muy pocas localidades se ha tenido constancia de que también lo hiciese el novio si era éste el que se mudaba de domicilio. A continuación se recoge el cortejo que realizaba el novio en Basabürüa (Z).
Jean de Jaureguiberry describió una boda a la antigua usanza en esta localidad suletina. Después de las amonestaciones tenía lugar una ceremonia preliminar conocida como hatuka. Salía de casa del novio una pareja de carros tirados cada uno de ellos por dos animales elegidos entre los mejores del establo. Iban adornados con una manta nueva y provistos de una campanilla de bronce, txintxa, colgada al cuello. Tenían por misión transportar las cosas, hatuak, del novio hasta su futura residencia. Sobre el primer carro, en la parte delantera y atados en un manojo, la hoz, el rastrillo y el aguijón y en la parte trasera, frente a ellos, la azada, haitzurra, la pala y la podadera, aihotza; colgados de un gancho dos pares de zuecos nuevos con incrustaciones de cobre. Todos estos objetos eran confeccionados y ajustados por el joven mismo durante el tiempo de ocio invernal. La ropa estaba colocada en canastas: camisas, sábanas y prendas de vestir, pero sólo las de diario, soinetako astegunena, y las de domingos y días de fiesta ordinarios, soinetako igantenak. El traje para la ceremonia, soinetako hoberenak, se dejaba en el domicilio cuidadosamente doblado en una silla. En el segundo carro llevaban un armario, una silla y un colchón.
Conducían los carros los cuatro vecinos más próximos de uno y otro cónyuge. En caso de que hubiese disensiones entre ellos, se sobreentendía que esa jornada había una tregua. Completaban el cortejo el carpintero y la costurera. Tras llegar a la casa de destino y tras los cumplimientos de bienvenida, el carpintero procedía a la instalación del armario y cuando terminaba le tocaba el turno a la costurera, que ordenaba la ropa. Mientras, el dueño recibía en sus propias manos los instrumentos de trabajo que perpetuarían la prosperidad de sus tierras. Esta ceremonia terminaba con una comida[10].
En Liginaga (Z), donde la conducción del arreo, truzoa (fr. trousseau), se celebraba independientemente de que el destino del mismo fuese la casa del novio o de la novia (dependiendo de quién se desplazase a vivir al domicilio de su consorte) se sustituía el carnero por ovejas. Este desplazamiento se realizaba en vísperas de la boda mediante uno o dos carros. El día que se hacía este traslado se llamaba hatutako eguna (jour de ménage). Con los carros de boda iban una persona de la casa de donde salía el arreo y un vecino de la misma. Ambos eran obsequiados con una comida en el hogar donde recibían la carga. Los carros de boda se adornaban con flores y las vacas que conducían el arreo lucían colleras y campanillas. Antiguamente se llevaban también una o dos ovejas con sus cencerros, las cuales formaban parte de la dote. A éstas les acompañaban otras veinte, también provistas de cencerros, pero que volvían a su casa de procedencia después de haber figurado en la conducción. En el carro o carros de boda se cargaba una cama, un armario, ropa, rueca y huso, azada, rastrillo, plancha, etc.[11]
La encuesta del Ateneo[12], realizada a principios de este siglo también constató esta costumbre. En Mendaro (G) el traslado del arreo a la casa del novio se efectuaba el mismo día de la boda. Se necesitaban de uno a tres carros que discurrían por los sitios principales con gran publicidad, siendo el encargado de dirigir la comitiva algún cuñado de la novia. En Tolosa (G) el arreo se transportaba en carros muy adornados desde la casa de la novia hasta la del novio. El traslado tenía lugar después de la comida de boda, tras habérselo enseñado a todos los convidados pieza por pieza. En Azpeitia (G) el mismo día de la boda, después de la ceremonia religiosa, la comitiva nupcial acompañada de música se encaminaba a la casa del novio. Los padres de la novia llevaban el carro con el arreo de ésta, que consistía en la cama matrimonial con la ropa correspondiente, una mesilla de noche, una mesa, media docena de sillas, una cómoda, un lavabo de tres pies, enseres de cocina, alguna vasija de loza, ropa blanca, colchones y almohadas. En la parte frontal del carro se colocaba una pila de agua bendita destinada a la cabecera de la cama nupcial y una rueca con su huso.
En la comarca de Pamplona (N) si la novia pasaba a vivir a la casa del chico y éste era forastero, a su llegada al pueblo de la muchacha para verificar el enlace encontraba a la puerta de la casa de aquélla un carro bien adornado con las ropas y demás objetos que constituían la dote. Tan pronto como llegaba salía el carro para su pueblo. El encargado de conducirlo entregaba todo el cargamento en la casa del novio donde lo colocaban en una habitación. Después de celebrada la boda iban los novios con todos los invitados y examinaban las ropas, lanas y demás objetos que constituían la dote. Un grupo de mujeres se retiraba a una habitación a realizar una especie de deliberación para dictaminar si la dote era de recibo. Luego salían y declaraban que la lana era de buena calidad o la ropa de buen hilo, etc., y de esta forma quedaba entregada y recibida la dote.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in OO.CC. Tomo V. Bilbao, 1974, p. 60.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Para un estudio de Iholdy. Notas preliminares” in Cuadernos de Sección de Antropología-Etnología, V [1987] p. 101.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 277.
- ↑ Pierre APHECEIX. “Au Pays de Soule. La Noce” in Bulletin du Musée Basque. Tomo VII. Nº 1-2 (1930) pp. 4-5. Veyrin recoge una descripción similar a ésta (Philippe VEYRIN. Les basques de Labourd, de Soule et de Basse Navarre. Leur histoire et leurs traditions. Bayonne, [1943], pp. 265-266).
- ↑ Juan THALAMAS LABANDIBAR. “Contribución al estudio etnográfico del País Vasco continental” in AEF, XI (1931) pp. 49-50.
- ↑ APD. Cuad. 2, fichas 221, 221/2 y 221/3. Francisco de ARRARAS recoge una descripción igual a ésta en su artículo “Bodas de Antaño” in CEEN, VI (1974) pp. 23-25. En el mismo detalla el contenido de la cómoda que iba sobre el carro de bueyes para transportar la ropa blanca: doce camisas, doce servilletas, un mantel, doce toallas, veinticuatro sábanas, un lienzo de comunión para colocar sobre el pecho de quien recibía el viático y ropa blanca que variaba según la categoría de la casa a donde iba la dueña.
- ↑ Luis de URANZU. Lo que el río vio. Biografía del río Bidasoa. San Sebastián, 1955, p. 409.
- ↑ Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 272. Bernardo ESTORNES recoge una información similar en su obra Etnología y Sociología de los vascos. Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. San Sebastián, 1984, pp. 448-449.
- ↑ Julio CARO BAROJA. La vida rural en Vera de Bidasoa. Madrid, 1944, pp. 149-150.
- ↑ Jean de JAUREGUIBERRY. Basabürüan (en Haute-Soule). Bayonne, 1952, pp. 56-58.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco: En Liginaga (Laguinge)” in Ikuska. Nº 10-13 (1948) p. 83.
- ↑ EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIBe3. Los datos de Azpeitia en IIDh1.