Forma del vientre materno
Si la tripa de la embarazada era de forma puntiaguda se decía que nacería un varón y si era redondeada una niña (Pipaón-A, Muskiz, Orozko-B, Lekunberri-BN). En Pamplona (N) se creía que si tenía el vientre abultado y en punta nacería niño y cuando se hallaba extendido y ovalado niña[1]. En Allo (N) se decía que si lo tenía alto sería chico y si era redondeado chica. En Falces (N) que si lo tenía alto varón y si bajo hembral[2].
En Obanos (N), por el contrario, si tenía forma apepinada chica y si redonda chico. En Gatzaga (G) si el vientre de la madre se hinchaba hacia delante, aurreruntz, se suponía que iba a nacer una niña, mientras que si se extendía o se abría hacia ambos costados, atzeruntz, sería un varón[3].
En Barkoxe (Z) cuando la criatura iba a ser niño la madre solía tener más gruesa y extensa la parte superior derecha del abdomen y si iba a ser niña más baja y puntiaguda[4].
Cuando el volumen del vientre llegaba a ser muy grande se pensaba que la criatura sería niño y si era escaso niña (Artziniega-A).
En Gatzaga (G) se decía que si a la gestante le salían grietas oscuras o verduscas en el vientre, este color anunciaba la llegada de un chaval mientras que si las grietas eran claras y limpias o no las había nacería una niña[5].
En Oñati (G) se pensaba que si el ombligo le sobresalía tendría un chico mientras que si estaba normal sería chica.