Publicación de las proclamas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Tradicionalmente el anuncio del matrimonio era efectuado por el cura de viva voz en la celebración de la misa mayor durante tres domingos consecutivos anteriores al día de la boda o durante dos si mediaba algún día festivo (Amézaga de Zuya, Apodaca, Artziniega, Berganzo, Bernedo, Gamboa, Mendiola, Moreda, Ribera Alta, Treviño, Valdegovía-A; Abadiano, Amorebieta-Etxano, Bermeo, Busturia, Carranza, Durango, Gorozika, Lezama, Markina, Nabarniz, Orozko, Urduliz, Zeanuri-B; Arrasate, Beasain, Berastegi, Elgoibar, Elosua, Getaria, Hondarribia, Telleriarte-G; Allo, Aoiz, Artajona, Garde, Izal, Lekunberri, Lezaun, Monreal, San Martín de Unx, Sangüesa, Obanos, Viana-N; Liginaga-Z).

Una vez se fijaba la fecha de la boda, la madre solía visitar al cura para concretar cuándo comenzaba a leer las proclamas Este le pedía los datos familiares y la partida de bautismo si uno de los novios era de fuera (Apodaca-A).

En esta última localidad alavesa esta publicación se llamaba "echarlos por el púlpito". En Aoiz (N) recibía el nombre de breve, por ello se solía decir "Hoy se ha corrido el breve de fulanito" o también "Han echao por el púlpito a fulanito"; en Garde (N) la expresión usada era "os va a echar el cura por el altar". La expresión "echar por el púlpito" también se ha constatado en Obanos (N), "echar por el altar" así como "tirarlos por el púlpito" en Artajona (N) y "echar del púlpito abajo" en la Llanada Alavesa[1].

Si los dos miembros de la pareja eran del mismo pueblo sólo se hacían públicas en éste, pero si procedían de distintas localidades la lectura se efectuaba en ambas (Amézaga de Zuya, Ribera Alta, Salvatierra-A; Abadiano-B; Ezkio-G; Aoiz-N).

En algunas poblaciones los novios no acudían a la iglesia cuando se hacían públicas las amonestaciones para evitar el acoso de los vecinos y no pasar vergüenza (Bernedo-A; Bermeo, Nabarniz-B; Arrasate-G; Artajona, Obanos-N). En Bernedo esos domingos iban a la misa menor o se desplazaban a un pueblo vecino. En Obanos (N) hasta los años cincuenta madrugaban y acudían a primera hora. En Orozko (B) y Uharte-Hiri (BN) tampoco era costumbre que asistieran. En Salvatierra (A) no acudían ni los novios ni los familiares En Liginaga (Z) se decía que los novios no debían estar presentes cuando se publicaban las amonestaciones. En Urduliz (B) porque se creía que les traería mala suerte.

Con el paso del tiempo se abandonó la costumbre de anunciar las proclamas desde el púlpito y actualmente se coloca una nota escrita en el tablón de anuncios de la parroquia o en la puerta de entrada a la iglesia (Artziniega, Moreda-A; Gorozika-B; Elgoibar, Elosua, Telleriarte-G; Allo, Izal, San Martín de Unx-N). En Izal desde la década 1970-80; en San Martín de Unx desde los años setenta, y a partir de esa fecha se exponen quince días antes en el tablón de anuncios de la iglesia y tan sólo se leen en la misa mayor del domingo anterior a la ceremonia.

Ambos sistemas también se han complementado tanto en tiempos pasados como en la actualidad. En Oñati (G) se leían después de la misa mayor. Acudía alguien de la familia para comprobar que así se hiciera. Luego se colocaba un papel en la puerta de la iglesia. En Amorebieta-Etxano (B) se decían los tres domingos anteriores a la boda y se ponía una nota en el tablón de anuncios de la iglesia.

En Lemoiz (B) las proclamas son hechas públicas en las parroquias respectivas por el sacerdote durante la misa mayor y también fijando un anuncio en el tablón parroquial.

En Lezama (B) se hacen públicas en la misa mayor dominical, meza nausien, y además se coloca una lista con los nombres de los que tienen intención de contraer matrimonio en el pórtico o en la puerta de la iglesia.

En Amézaga de Zuya (A) las lee el cura en la iglesia durante tres domingos consecutivos antes de la boda. Una vez leídas, el papel con los datos se fija en la puerta de la iglesia. En Bidegoian (G) desde los años setenta el párroco lee las proclamas o coloca una nota en la puerta.

En las localidades de Vasconia continental, donde rige la costumbre francesa de celebrar en primer lugar el matrimonio civil en el ayuntamiento y después la ceremonia religiosa en la iglesia, era norma anunciar el matrimonio tanto en la iglesia como en el ayuntamiento (Arberatze-Zilhekoa, Iholdi-BN; Liginaga-Z).

En alguna población se observó una reducción en el número de veces que se anunciaba el matrimonio antes de incorporarse la costumbre de fijar una nota en la puerta de la iglesia. En Viana (N) hasta 1950 aproximadamente se leían las proclamas desde el púlpito de la parroquia durante tres domingos consecutivos. Después se pasó a anunciar una sola proclama. Desde la década de los setenta no se leen sino que se hacen públicas en un tablón colocado en el cancel de la iglesia.

La posibilidad de reducir el número de amonestaciones de tres a una también existió en tiempos pasados. En estos casos debía mediar una dispensa o un mayor estipendio.

En Lezaun (N) las proclamas se leían en la iglesia durante tres domingos consecutivos. A veces, por abreviar, se hacían en un sólo domingo para lo cual se pedía dispensa al obispo.

En Sangüesa (N) antes se publicaban tres veces y con dispensa una sola vez, hoy en día se leen un único día.

En Urduliz (B) y Lekunberri (N) si se quería que se notificase una única proclama había que pagar una cantidad a la iglesia. En la población navarra ante las frecuentes peticiones de dispensa realizadas al obispado con el fin de que se redujese el número de proclamas se pasó a hacer pública una sola.

En Allo (N) los hijos de las familias ricas de la localidad se amonestaban "en breve", esto es, solamente era leída su proclama una única vez el domingo anterior a la boda. Para ello debían pagar a la parroquia mayor estipendio que en los casos habituales.

En Artajona (N) algunos novios en vez de que les leyesen las proclamas por tres veces, preferían que "les pasasen en breve", es decir, que sólo se les dijera una amonestación que era leída el domingo anterior a la ceremonia[2].

En Obanos (N) el cura leía los datos de los contrayentes durante tres domingos seguidos para ver si existía algún impedimento, hoy sólo los lee un domingo para lo cual se pide dispensa.

También se producía una reducción del número de amonestaciones en función del calendario litúrgico. En periodo de Adviento y Cuaresma, cerradas las velaciones, se efectuaba una sola proclama.

En Moreda (A), en ocasiones, el cura no las publica por motivos de prudencia, ya que la legislación canónica exime de hacerlo cuando se prevé que se van a producir críticas, como cuando se casa algún viudo mayor o alguien que fue sacerdote. En Busturia (B) cuando iban a contraer matrimonio viudos tampoco se leían por miedo a que les hiciesen cencerradas. En Ezkio (G) si el que se casaba era viudo se leía una única proclama en vez de las tres habituales.

A pesar de la evolución que ha experimentado la costumbre de leer las proclamas públicamente, en algunas localidades aún se mantiene vigente hoy en día (Gamboa, Treviño, Valdegovía-A; Abadiano, Carranza, Lezama, Markina-B). En Artajona (N) hasta mediados de la década de los setenta se decían durante los tres domingos precedentes a la ceremonia de boda. Desde entonces sólo se leen el domingo anterior a la ceremonia. En alguna población incluso se ha constatado una vuelta a la lectura de las amonestaciones. En Aoiz (N) hasta 1980 aproximadamente era costumbre poner en la puerta de la iglesia un papel con el nombre de los contrayentes y la fecha de la ceremonia. Actualmente se realiza una amonestación la semana anterior a la boda en todas las misas del fin de semana.

El sacerdote comunicaba las amonestaciones durante la celebración de la misa siguiendo algunas fórmulas. En Pipaón (A) decía poco más o menos lo siguiente: "Por palabras de presente desean contraer matrimonio según lo manda la Santa Madre Iglesia don (nombre del novio) y doña (nombre de la novia). Si alguna persona sabe de algún impedimento por el cual no se pueda celebrar este matrimonio lo debe decir lo antes posible en este lugar".

En Allo (N) el cura leía las amonestaciones al final de la misa mayor: "Intentan contraer matrimonio en la forma establecida por la Iglesia, (nombre y dos apellidos del novio), natural y residente en Allo, hijo de (nombre del padre) y (nombre de la madre), con (nombre y dos apellidos de la novia), natural y residente en Allo, hija de (nombres de los padres). Es (primera, segunda o tercera y última) amonestación. Si alguien conoce algún impedimento por el que este matrimonio no pueda celebrarse, está obligado a manifestarlo bajo pecado mortal".

En Gamboa (A) actualmente el cura, al finalizar la misa, anuncia la futura unión diciendo algo así: "Tengo el gusto de comunicar que (nombre del novio) de (lugar de procedencia) y (nombre de la novia) de (lugar de procedencia) pretenden contraer matrimonio en esta parroquia por lo cual se proclama dicha unión a todos los presentes. Si alguien conoce algún impedimento para dicha celebración que lo declare ahora".

En cuanto al mensaje que hoy en día se coloca por escrito en el tablón de anuncios de la iglesia o a la puerta de la misma, en Pipaón (A) es el mismo que antes leía el cura.

En Bermeo (B) a modo de ejemplo se recoge una proclama tal y como aparecía en una de las parroquias de la localidad en 1976:

Proclamas matrimoniales

(Nombre del novio)

Hijo de (nombre del padre) y (nombre de la madre)
Natural de (localidad)
Feligrés de (localidad)

- de una parte y de la otra-

(Nombre de la novia)

Hija de (nombre del padre) y (nombre de la madre)
Natural de Bermeo
Feligresa de S. Francisco.
Bermeo, a 16 de octubre.

En tiempos pasados la boda solía tener lugar un día de labor; en un buen número de localidades navarras el miércoles ya que era costumbre aguardar a que transcurriesen tres días desde la última amonestación dominical (Aoiz, Artajona, Garde, Lekunberri-N).

En Gatzaga (G) el jueves era el día más indicado ya que después de la tercera amonestación se decía que había que esperar tres días por si alguien presentaba algún impedimento. Esto tenía la ventaja añadida de que después de una luna de miel que duraba otros tres días, la pareja podía regresar a su hogar para el sábado por la noche y poder así celebrar el domingo la tornaboda[3].

En Baztan (N) los que habían tenido tres moniciones se casaban en lunes y el matrimonio que sólo hubiese tenido una en martes[4].


 
  1. Gerardo LOPEZ DE GUEREÑU. “El matrimonio en Alava” in BISS, XV (1971) p. 209.
  2. La encuesta del Ateneo, a principios de siglo, también constató en Pamplona (N) la costumbre de solicitar la dispensa de las dos primeras amonestaciones por lo que sólo se hacía pública una, que se llamaba breve, EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IICb.
  3. Pedro Mª ARANEGUI. Gatzaga; una aproximación a la vida de Salinas de Léniz a comienzos del siglo XX. San Sebastián, 1986, p. 154.
  4. Resurrección Mª de AZKUE. Euskalerriaren Yakintza. Tomo I. Madrid, 1935, p. 275.