Indumentaria de los asistentes a la boda
Los contrayentes hasta mediados de siglo iban generalmente vestidos de negro. A partir de esa fecha se fue introduciendo el color blanco en la indumentaria de la novia y los colores oscuros fueron cediendo en favor de los grises y azules en el traje del novio.
Los padrinos y los convidados van vestidos con sus mejores galas siendo los familiares más próximos a los novios quienes más esmero ponen en ello. En los últimos años los jóvenes han introducido un estilo más desenfadado en el vestir; en cualquier caso en estas ocasiones todos los asistentes estrenan alguna prenda o vestido.
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El vestido de la novia
Hasta mediados de la centuria
Hasta los años cincuenta las novias vestían, generalmente, traje negro. Las mayores posibilidades económicas de una familia quedaban patentes en la calidad del tejido y la hechura. La estación del año en que se celebrase la ceremonia ocasionaba también pequeñas variaciones y en los meses fríos se llevaba abrigo. Como adorno en el vestido o en la solapa del traje se colocaba un broche y hacia los años cincuenta un pequeño ramillete de flores (Mendiola-A). Vestían guantes negros de piel o de crochet, dependiendo de la época del año. Las medias eran de color natural o gris; negras siempre que la novia estuviera de luto; los zapatos negros. En aquella época las mujeres se cubrían la cabeza para asistir a todas las funciones religiosas y por consiguiente también las novias se tocaban con mantilla negra, sustituyéndola en ocasiones por sombrero. En las manos llevaban el rosario y el ramo de flores.
Las novias que por esos años vestían de blanco eran la excepción; solamente lo hacían las pertenecientes a familias ricas.
Esta diferenciación en el atuendo de la novia se registró en las encuestas del Ateneo de primeros de siglo[1]. En Estella (N) si la novia era de familia acomodada llevaba vestido de raso o surá blanco, con velo y corona y la consabida flor de azahar. En cambio las mujeres de la clase media y artesana así como las lugareñas vestían de merino negro. Igual costumbre se observaba en Gernika (B).
En Falces (N) la novia de familia distinguida llevaba rico traje negro de brocado de seda con encajes; la de clase modesta vestía traje negro sencillo. El ramo de flores artificiales de azahar como símbolo de pureza estaba presente en el atuendo de todas las novias.
En Monteagudo y en Sumbilla (N) el traje de la novia era de hechura similar a los que se usaban en las demás festividades y en Castejón (N) en la misma época las mujeres se desposaban con vestido y pañuelo negro bordado con grandes ramos de colores. En el Valle de Burunda (N) la novia llevaba mantón lo mismo en verano que en invierno.
En algunas localidades de Bizkaia, a principios de siglo, se mantenía la costumbre de que las novias llevaran al casarse un pañuelo blanco de retorta fina a la cabeza, sabanilla. Las mujeres casadas, incluso si enviudaban, para indicar su estado usaban esta prenda de por vida[2].
Nuestras encuestas vienen a confirmar los datos precedentes. En Nabarniz (B) se ha recogido de boca de una informante que tuvo taller de costura en la localidad una descripción detallada del vestido de la novia a lo largo del siglo:
La novia vestía distinta indumentaria según la época del año, si bien siempre de color negro. Si la boda tenía lugar en pleno invierno llevaba abrigo y si no se había entrado de lleno en esa estación o se estaba saliendo de ella, traje de falda y chaqueta; ambos (abrigo y traje) de lana o lanilla. En primavera y verano el traje se confeccionaba con tejidos más livianos, generalmente de seda; en una época también se utilizó glasé que era una tela con brillo o que hacía aguas.
Hasta los años cincuenta la novia iba tocada con mantilla negra, de blonda, con un fruncido en el copete. Más antiguamente las mantillas fueron rectangulares, luego se sustituyeron por las de tres puntas. El ajuar se completaba con rosario, de plata si era posible, y ramo. Antaño no llevaban ramo, únicamente rosario y devocionario. Las medias, de color, de tonos grises o similares salvo que la familia estuviera de luto, en cuyo caso eran negras, y los zapatos negros, generalmente de ante. Apenas se llevaban joyas ni sortijas, tal vez collar, la costumbre de ponerse broche es posterior. Con todo las novias se esmeraban en lucir hermosos pendientes.
En Zerain (G), a principios de siglo, la novia llevaba falda roja de bayeta; pañuelo al cuello, en general de color rojo; zapatos y medias finas.
En Lezama (B) en la primera mitad del siglo las novias vestían falda y chaqueta negras confeccionadas para la ocasión; la cabeza cubierta con pañuelo y delantal. Una informante lo describe de esta forma: Jantzite, erropa barriekaz; gona baltza, buruko paiñelue beti ta amentala. Jakia be eroan neuen. Tanto el tocado como el delantal perdieron vigencia y se eliminaron progresivamente del atuendo de la novia durante los años treinta.
En Zeanuri (B) hasta los años cuarenta las novias iban a la boda con vestido negro: chaqueta, falda larga de mucho vuelo, magaltsue, zapatos bajos y medias negras. Pañuelo de seda en la cabeza y sobre los hombros mantón también negro con flecos, txintxirriek. Se cubrían con larga mantilla negra.
En Gorozika (B) antaño la novia vestía falda larga sujeta con un ceñidor, que caía por detrás arrastrándose; mantón o capa denominado talmie. Este mantón de seda era el distintivo de una novia, propietaria del caserío, etxandera. Años más tarde se perdió esta indumentaria distintiva y cada cual se arreglaba lo mejor que podía, vistiendo generalmente de corto, con tejidos de color negro u oscuro.
En Aoiz (N) señalan que a principios de siglo la posición social era determinante de la forma de vestir el día de la boda. Si la novia era de familia acomodada llevaba un vestido de encaje blanco que llegaba hasta los tobillos y un sombrerito a modo de tocado. Sin embargo esto no era lo común y muchas novias llevaban ropa de calle. Había quien ni siquiera estrenaba nada nuevo ese día.
En Bernedo (A) el traje que la mujer usaba para la boda se componía de una falda negra hasta los tobillos y una chaqueta entallada y adornada con abalorios y puntillas. La falda estaba adornada con una tira de felpa en el borde. Sobre los hombros se colocaba un mantón negro de lana, denominado "mantón merino", que en las más pudientes era de ocho puntas o esquinas y en las demás de cuatro. Sobre la cabeza llevaban mantilla tupida y negra y el pelo recogido en un moño con horquillas.
Una informante de Ribera Alta (A), casada en los años veinte, describe su traje de boda como un vestido de talle bajo elaborado con tela de raso negro. La parte superior era recta o ligeramente holgada, nunca entallada. Del talle hasta los tobillos salían tablas o pliegues. Se adornaba con grandes cuellos blancos colocados sobre otros negros de la misma tela del vestido. Los puños llevaban algún detalle o adorno blanco. Los zapatos de tacón grueso se ataban con una trabilla y un botón.
También en Amézaga de Zuya (A) se adornaba el vestido de boda con abalorios que, una vez celebrada la ceremonia, se quitaban descosiéndolos. Era común el traje de falda y chaqueta negras. La falda larga, hasta cubrir la rodilla o un poco más, iba acompañada de medias negras y zapatos del mismo color con tacón corto. En Obanos (N) se ha recogido igualmente que se casaban de negro, con falda a media pierna; las muy elegantes de largo con vestido de terciopelo y azabaches. En Ezkurra (N) la novia se vestía con la indumentaria elegante de los días festivos y antaño llevaba mantón[3].
En Hazparne (L) entre gente acomodada la novia llevaba vestido negro de satén con velo blanco en la cabeza y corona de flores de azahar, guantes negros y bolso en la mano.
En Donoztiri (BN) la novia vestía su mejor traje, de color negro[4]. En Izpura (BN) eran las novias de condición humilde las que vestían de negro. Una informante de Lekunberri (BN) casada antes de la Gran Guerra recuerda que ella se casó con un vestido negro de muaré, muy entallado, y velo blanco; en época anterior se casaban con mantaleta. En Sara (L) la novia lucía traje negro, y en Liginaga (Z) sobre el traje negro de boda se ponía mantón negro, kapuxina, como el que usaban ordinariamente las mujeres cuando iban a la iglesia.
Aunque el traje confeccionado con motivo de la boda fuera de corte sencillo, para que luego les valiera como señalan los informantes de Sangüesa (N), la mayor parte de las novias estrenaban ese día toda su indumentaria: vestido, ropa interior, zapatos y medias (Durango, Lezama, Nabarniz, Urduliz-B). En la elección de la ropa les ayudaban sus madrinas acompañándoles a la modista y al sastre (Gamboa-A).
Cuando las posibilidades económicas no permitían encargar el traje de novia a una modista se recurría al vestido y otros complementos utilizados anteriormente por una hermana o un familiar (Mendiola-A; Nabarniz-B; Hondarribia-G).
Generalización del traje blanco
A mediados de siglo se generalizó el vestido blanco de novia que primero fue sencillo para después pasar a un estilo más pomposo. El traje de novia blanco y largo se ha popularizado hasta tal punto que hoy día (años noventa) solamente un reducido número de jóvenes se casan de calle.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) el traje negro perduró hasta la segunda guerra mundial (1939-45) y a partir de entonces se introdujo el vestido de novia blanco; también en Iholdi (BN) por la misma época las muchachas se casaban de blanco. En Sara (L), según recogió Barandiarán, la costumbre de que la novia llevara manto blanco sobre traje negro se introdujo en la década de los cuarenta y en Obanos (N) fue a partir de los años cuarenta cuando se empezó a poner de moda el vestido blanco lo que obligaba también a ir de etiqueta al novio y a los testigos. El velo y el tamaño de la cola han variado según la moda.
En Nabarniz (B) en la década de los cincuenta se introdujeron los trajes de novia blancos, los primeros se confeccionaron con tejidos de satén y de seda y despúes de encaje. Eran largos hasta el tobillo y terminaban en forma lisa u ondulada, pudiendo llevar, velo de tul sobre la cabeza cayendo hasta la cintura o arrastrando en cola. Si la familia era numerosa, cosa común en tiempos pasados, al igual que ocurría con el traje de primera comunión y otras prendas, el traje de novia era reutilizado sucesivamente en las bodas de la familia haciendo los ajustes o cambios según la moda del momento.
En Urduliz (B), en los años cincuenta, aunque lo común era todavía que las novias vistieran de negro, las novias de familias pudientes comenzaron a vestir de blanco; hoy día casi todas las jóvenes se casan de blanco. Algo similar se ha constatado en Izpura (BN) donde las llamadas a regir casa importante, etxeko anderea, fueron las primeras en llevar vestido blanco de cola.
En Durango (B) a partir de los años cincuenta algunas novias iban "de calle" con vestido o traje de color y tocadas con casquete, sombrero o simple tocado de tul con algún adorno. En la década siguiente se introdujo el vestido blanco, de raso, brocado, organdí o seda natural, largo y a veces con cola. El atuendo se completa con tul fino que tiene la misma largura que el vestido o llega hasta la cintura.
Tocados y adornos
El tocado de la novia indicaba su posición social. Las mantillas de blonda, bordadas a mano, así como los sombreros eran signos de distinción. Si la contrayente pertenecía a una familia de postín llevaba mantilla negra sujetada con peineta española (Berganzo, Mendiola-A; Garde-N). Desde que se introdujo el traje blanco largo la novia se cubre la cabeza con un velo de tul sujeto por una pequeña corona blanca. Algunas novias dejan caer el velo sobre la cara al entrar en la iglesia y se lo retiran concluido el rito del matrimonio (Bermeo, Durango, Lezama-B).
En ocasiones las novias aunque vayan vestidas de blanco no llevan velo, se cubren la cabeza con una diadema de flores naturales o artificiales, tocadas de perlas o broches (Apodaca, Treviño-A; Durango, Muskiz-B). En Donoztiri (BN) la costumbre de que la novia vistiera toca blanca se introdujo en los años cuarenta[5].
Antiguamente la novia lucía en sus manos rosario y misal (Nabarniz, Zeanuri-B; Zerain-G; Garde-N), o a mediados de siglo, rosario y ramo de flores (Durango, Nabarniz-B).
El ramo de flores naturales ha sustituido al antiguo de flores artificiales, frecuentemente de azahar, cuyo uso estuvo generalizado. Hoy día (años noventa) este ramo lo preparan en las floristerías con capullos de rosa, claveles, gladiolos, orquídeas, acompañados de flor blanca menuda, miosotis, fresias, y ramaje verde, el propio de la flor si lo tiene, u otro como helecho o esparraguera. Generalmente las flores son blancas pero cada vez más está introduciéndose la flor de color.
En Berganzo (A) las novias lucían unos ramos hechos de cera y tela que se compraban y los llevaban en las manos, en el velo o en la solapa del vestido, pero a la joven que se casaba embarazada le estaba vedado el llevarlo. Las informantes de Carranza (B) señalan que el ramo de flores blancas denotaba virginidad, de forma que la que se casaba embarazada no portaba ramo o lo llevaba de flores de color.
En algunas localidades desde antiguo el ramo de novia se hacía con flores cogidas en el huerto doméstico propio o del vecindario (Apodaca-A; Arberatze-Zilhekoa-BN; Zerain-G).
Las novias en general no suelen adornarse demasiado, como complemento de su atuendo llevan pendientes, cadena y medalla, collar y anillos (Mendiola-A; Lemoiz-B; Zerain-G; Obanos-N). En Sara (L) llevaban al cuello un collar, urrexena, del mismo material que los pendientes, anillo, y guantes, eskularruak[6].
Luto
El duelo por la muerte de un familiar cercano, aparte de retrasar la celebración de la boda, tuvo incidencia en el color del traje de la novia.
En Amézaga de Zuya (A) señalan algunas informantes que en los años setenta, introducida ya la moda de casarse de blanco, ellas lo hicieron de negro porque tenían un "difunto muy cercano". También en Valdegovía (A) y en Obanos (N) en el caso de que la familia estuviera de luto la novia vestía de negro.
En Moreda (A) cuando el fallecido pertenecía a la familia de la novia, ésta vestía para la ceremonia de luto riguroso. Si era la familia del novio la que estaba de luto, la contrayente acudía a la iglesia con medias de color, pero finalizada la ceremonia se las cambiaba por otras de color negro, pues siendo ya parte de la familia de su marido se sentía obligada a guardar luto. Esta última costumbre ha regido también en Amézaga de Zuya (A) si bien era menos rigurosa la exigencia cuando el difunto era familiar de la novia. En Viana (N) el novio vestía con brazalete negro y la novia de luto riguroso que incluía medias, zapatos y pendientes.
En Arberatze-Zilhekoa (BN) si se estaba en periodo de luto por muerte reciente del padre o de la madre, la novia llevaba vestido negro con cuello blanco.
El traje del novio
A comienzos de siglo la indumentaria habitual de los novios era el traje oscuro, casi siempre negro. En algunas localidades este traje se reservaba para días señalados y se utilizaba de mortaja al fallecimiento. Posteriormente, hacia los años cincuenta, se introdujeron otros tonos como el negro con rayita blanca, el gris o el azul marino. La camisa que era blanca se llevaba bien almidonada, completándose el atuendo con la corbata aunque muchos novios prescindieran de ella, llevando en tal caso abrochado el primer botón de la camisa. Ha habido épocas en que ha estado de moda llevar chaleco, ceñidor, gerrikoa, o pajarita y fajín.
A principios de siglo, tal como registraron las encuestas realizadas por el Ateneo[7], en Estella (N) los novios de familia acomodada vestían de levita y chistera, los de clase media de americana y si eran de condición humilde, de chaqueta. En época de invierno en el primer caso llevaban gabán y en los otros dos iban de capa. Otro tanto ocurría en Falces (N) donde la ropa que usaban era siempre negra; señalan que si el novio era jornalero se cubría con gran tapaboca, prenda muy usada en invierno y todos llevaban cubierta la cabeza con boina.
En Castejón (N) consideraban la capa prenda necesaria para desposarse así como para otros actos de etiqueta; en Azpeitia y en Mendaro (G) el novio llevaba capa de paño comprada para ese día, y en Caparroso (N) aunque la boda fuera en pleno verano había que llevar capa.
También nuestros trabajos de campo confirman en tiempos pasados el uso de estas prendas. Así en Abadiano (B) antaño el novio llevaba sobre el traje capa negra y sombrero. En Monreal (N) antes de la guerra civil de 1936 el novio llevaba encima del traje negro la "hongarina" o "longarina". Era una prenda similar a un abrigo largo sin botones y de paño royo. Si el novio era de familia acomodada portaba capa negra de paño con vuelo y esclavina con unos cordoncillos.
A principios de siglo el uso de la capa por parte del novio fue común en algunas localidades como las alavesas de Apodaca y Mendiola. En Gamboa (A) era ésta de cuerpo entero y se llevaba junto con sombrero. También en Ezkurra (N) el novio llevaba capa y vestía con la indumentaria elegante de los días festivos[8].
En Bernedo (A) el traje de boda de los hombres consistía en una camisa blanca con una tirita delgada al cuello, pantalón, chaleco y chaqueta negros o azules, y capa negra. Calzaban botas altas negras y se cubrían la cabeza con boina. Este traje se guardaba para las ocasiones solemnes.
En Sangüesa y Viana (N) comenzó a usarse camisa de cuello en sustitución a la que sólo tenía una sencilla tira, llevando a veces corbata. Los ricos mostraban en el chaleco la larga cadena de oro, plata o de crin de caballo de la que pendía el reloj y se tocaban con sombrero. Los de condición humilde llevaban boina e incluso, en casos extremos, calzaban alpargatas.
En Zeanuri (B) hasta los años cuarenta los novios encargaban al sastre la confección del traje de boda que se componía de chaqueta, pantalón, y chaleco. Vestían además camisa blanca, sin corbata y zapatos altos, atados con cordones. A partir de los años sesenta acuden a la ceremonia trajeados, sin chaleco y encorbatados. En Gorozika (B) antaño el novio lucía también chaleco y en Zerain (G) como prendas especiales llevaba chaleco negro de bayón y ceñidor, gerrikoa. En Lemoiz (B) a principios de siglo los novios menos pudientes usaban blusa negra, camisa blanca, faja, zapatos negros y boina.
En Nabarniz (B) el novio iba de traje negro o de color muy oscuro con rayas poco pronunciadas, con su chaleco. Era el traje que luego le serviría para las ocasiones solemnes: las fiestas señaladas, las procesiones y los entierros. La indumentaria se completaba con camisa blanca que antaño era de lino, luego de popelín y más tarde de tergal. En épocas pasadas no se estilaba la corbata; se llevaba atado el primer botón de la camisa. Zapatos y calcetines negros.
Mediada la centuria, el traje del novio pasó de ser negro a color gris marengo o azul marino y más tarde a gris claro. El traje de boda del varón continuó siendo una indumentaria de respeto que vestía para acudir a los entierros de los vecinos y a las procesiones de Semana Santa.
En Durango (B) hasta los años cincuenta el traje del novio que consistía en chaqueta, pantalón y chaleco, era siempre negro. Posteriormente se alivió este color con una rayita blanca y en los años sesenta pasó a usarse el gris marengo y el azul marino. Tanto antes como ahora la camisa es comúnmente blanca; en los últimos años se llevan también de color azul cielo o crema, a juego con el traje. Mayor variación ha sufrido la corbata que de ser lisa y de un color ha pasado a ser de rayas y últimamente floreada. El calzado normalmente es de color negro. Algunos novios han ido vestidos de frac o chaqué. En estos casos el padrino ha de ir vestido de etiqueta.
Si el novio era marino de profesión con mando en la nave u ostentaba algún grado en la milicia, se casaba con el uniforme correspondiente a su condición. Así se ha recogido en Busturia y Lemoiz (B) respecto de los capitanes de la marina mercante y en Sangüesa y Viana (N) respecto a los militares con graduación.
En Aoiz (N) hubo un tiempo en el que estuvo de moda vestir chaleco, pajarita y fajín el día de la boda. En Oñati (G) algunos jóvenes de clase alta se casaban de chaqué.
En Vasconia continental el traje de boda también fue negro o muy oscuro al principio y paulatinamente fueron introduciéndose colores más vivos. En Arberatze-Zilhekoa y en Iholdi (BN) antiguamente el novio vestía siempre de negro, luego se introdujeron los colores gris y azul marino juntamente con la corbata; los pertenecientes a familias pudientes vestían guantes. En Lekunberri (BN) el novio iba trajeado con camisa que cerraba un botón de oro. También en Hazparne (L) el elemento ornamental del varón lo aportaba el botón de oro que servía para abrochar la camisa.
Es costumbre que el día de su boda los novios se coloquen una flor en la solapa. En los años cincuenta solía ser un clavel blanco o una rosa blanca (Moreda, Pipaón-A; Durango, Urduliz-B; Elosua-G; Hazparne-L). Hoy en día en las floristerías preparan pequeños ramilletes de flores a juego de las del ramo de la novia, especialmente confeccionados para fijarlos en la solapa.
Con el paso de los años el traje del novio ha variado menos que el de la novia. Lo mismo antes que ahora se sigue usando traje oscuro de chaqueta, pantalón y chaleco, camisa blanca y corbata que, en general es de colores discretos. Algunos completan su indumentaria de boda con pajarita; otros son reacios al uso de la corbata (Mendiola, Treviño-A; Lezama, Urduliz-B; Berastegi, Elosua, Zerain-G; Allo-N).
Antaño el traje de boda se reservaba para utilizarlo en acontecimientos señalados; incluso para ser enterrados con él (Artziniega, Bernedo, Gamboa-A; Nabarniz, Zeanuri-B; Telleriarte-G; Obanos, Viana-N; Uharte-Hiri-BN; Liginaga-Z).
Indumentaria de los invitados
Actualmente la madrina suele destacar por su vestido elegante, llevando en ocasiones un tocado o sombrero; a mediados de siglo se cubrían la cabeza con mantilla y la indumentaria era más sencilla (Durango, Urduliz-B; Beasain, Bidegoian, Zerain-G); en algunas localidades alavesas y navarras, si se trataba de una familia distinguida la madrina llevaba mantilla negra sujetada con peineta española (Berganzo, Mendiola, Moreda-A; Garde-N); en Allo (N) solía ponerse una airosa peineta, muchas veces prestada; y en Ribera Alta (A) mantón de manila negro sobre la cabeza.
En Obanos (N) los padres visten de traje o de etiqueta. Las madres, especialmente la que hace de madrina va a tono con el novio, de largo o a media pierna. Algunas llevan tocado en la cabeza, mantilla o media mantilla española, mientras que otras van con la cabeza descubierta. El color que se considera más elegante para una madrina es el negro.
Durante la primera mitad del siglo los invitados a las bodas, vestían de forma sencilla; era común el acudir con el traje de los domingos (Amorebieta-Etxano-B; Elosua-G), sin olvidar el traje de la propia boda que, sobre todo los hombres, guardaban para asistir a otras bodas.
Las mujeres mayores vestían de oscuro y las jóvenes con los colores de moda. Los pequeños de claro, con chaqueta o jersey, y zapatos de charol (Apodaca-A).
Las mujeres llevaban mantilla o mantillón (Amézaga de Zuya, Apodaca-A; Allo-N) o iban tocadas con sombrero.
En Hazparne (L) los invitados vestían en tonos oscuros. Algunos asistentes de edad solían llevar zamarra de piel, xamar. Las muchachas jóvenes portaban sombrillas y sombreros. En Arberatze-Zilhekoa (BN) antaño los hombres se tocaban con boina y las mujeres se engalanaban con guantes y bolsos de mano.
En la década de los sesenta se extendió entre las chicas jóvenes el uso de sombreros, mayoritariamente alquilados para la ocasión, y poco después el de los tocados (Durango-B). Esta moda fue bastante pasajera y a partir de la década de los setenta se volvió a llevar la cabeza descubierta. Fue común estrenar ropa en ocasiones como éstas, así como calzado, bolso y guantes entonados con el vestido o traje.
Hoy día (años noventa) nuevamente se empiezan a ver en las bodas sombreros o tocados, pero la mayoría de las mujeres va con la cabeza descubierta. En invierno visten abrigos de piel y en otras épocas del año es bastante común llevar chales o mantones de Manila, sobre vestidos más o menos escotados. Los bolsos pequeños, muchos de ellos de mano y el cabello bien arreglado, son rasgos característicos del ambiente de boda.
Esta indumentaria y aderezos vale tanto para quienes asisten a ceremonias religiosas como civiles (Apodaca, Mendiola, Moreda, Salvatierra-A; Abadiano, Urduliz-B; Beasain, Bidegoian, Ezkio, Hondarribia-G; Aoiz, Artajona, Garde, Obanos-N).
En Bidegoian y en Zerain (G) los invitados varones iban y van ordinariamente trajeados y con corbata; en Apodaca (A) bien puestos pero sin traje y en Aoiz (N) los chicos a los que no les gusta ponerse corbata eligen un pantalón de pinzas y camisa.
En algunas bodas a los niños que llevan las arras se les viste de terciopelo y encajes, al igual que los pajes de otras épocas. Los niños van de pantalón corto, camisa y corbata con chaleco o chaqueta y las niñas de blanco como pequeñas novias (Urduliz-B).
- ↑ Los datos de las localidades navarras de Castejón, Estella, Falces, Monteagudo, Sumbilla y el Valle de Burunda, y los del pueblo vizcaino de Gernika, están tomados de la Encuesta del Ateneo. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg3.
- ↑ En euskera esta “sabanilla” recibe la denominación de izeratxu.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Estudio etnográfico de Ezkurra” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 59.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 59.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in OO.CC. Tomo IV. Bilbao, 1974, p. 59.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 109.
- ↑ Los datos de las localidades navarras de Caparrosa, Castejón, Estella, y Falces, y de las guipuzcoanas Azpeitia y Mendaro citados seguidamente, están tomados de la Encuesta del Ateneo. EAM, 1901 (Arch. CSIC. Barcelona) IIDg3.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Estudio etnográfico de Ezkurra” in AEF, XXXV (1988-1989) p. 59.