Diferencia entre revisiones de «Cierre de las puertas interiores. Pestillos. Kisketak»
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Revisión del 08:12 15 abr 2019
La forma más antigua para cerrar las puertas interiores parece haber consistido en unos picaportes o pestillos de madera. Así se ha constatado en Berganzo (A), donde además se cerraban con trancas de madera. En Ataun (G) se sujetaban mediante pestillos, tarabillas, denominadas maratilla, y pasaderas.
En cuanto a los cierres de tipo metálico de las puertas interiores se realizan mediante un artilugio que consiste en una chapa artística a la que se une la manilla y encima una pieza con forma adecuada para presionar con el dedo pulgar; al obligar a bajar esta pieza hace palanca y levanta el pestillo que permanecía cerrado en la nariz colocada en el marco de la puerta interior (Agurain; Añana-A, donde se llama quisquete; Berganzo-A, quisquite; Amorebieta-Etxano; Ajangiz y Ajuria-B donde recibe el nombre de kisketa; Artajona-N). En Orozko (B) kisketa es el nombre en euskera para decir tanto picaporte como pestillo; a éste último también se le denomina pasadorea. Otra denominación para picaporte es manillia.
También se utilizan manillas (Moreda, Valdegovía-A) o pestillos (Moreda-A, Murchante-N). Las puertas interiores han podido contar con cerrojos o cerraduras de llave (Moreda-A) o por el contrario carecer de ellos (Mélida-N).
En el Valle de Carranza (B) para cerrar las puertas interiores se han utilizado picaportes totalmente metálicos que consisten en una manilla que al girarla levanta o bajo del otro lado una pieza, que se aloja en una hendidura de un elemento fijado al marco de la puerta.
Antiguamente hubo picaportes íntegramente de madera similares al descrito pero consistentes en una pieza cilíndrica que atravesaba la puerta unida a otra que encajaba en una especie de escuadra fijada al marco. Además del anterior nombre alguno usaba el de tarabillo.
La tarabilla ha servido para cerrar una puerta por el lado interior. Consiste por lo general en una pieza de madera rectangular de bordes rebajados que por su parte central está fijada al marco mediante un clavo o un tirafondo, pero de modo que pueda girar. Al dejarla en posición vertical permite abrir la hoja de la puerta, pero si se inclina o dispone perpendicularmente, atrapa a ésta impidiendo ser abierta desde el lado opuesto.
En algunas ocasiones las puertas interiores también han contado con cerraduras o cerrajas con llave, por ejemplo la que cierra el paso a las escaleras interiores que ascienden de la cuadra y que comunican con la vivienda o lugar donde viven los dueños de la casa, de ese modo la cuadra puede permanecer abierta y la vivienda cerrada.
En Lezaun (N) los tiradores de las puertas se llamaban pestillos y los actuales, de muelle, que comenzaron a utilizarse en los años sesenta, manillas.
En Allo (N) las puertas interiores de las casas se cerraban con un simple pestillo y algunas con pequeños cerrojos. Las de doble hoja tenían además pasadores colocados en la parte más alta y en la más baja de una de ellas.
Se conoce un caso particular en algunos caseríos vizcaínos y guipuzcoanos que atañe a la puerta de la cocina. Esta peculiaridad reside en que este recinto cuenta con una puerta que comunica con el exterior y por lo tanto constituye un acceso a la vivienda.
En Amorebieta-Etxano (B) la puerta de la cocina se cierra con llave y con una tranca, trangia, que se cruza por detrás. Para cerrarla durante el día, cuando los dueños iban a trabajar al campo, se usaba una tarabilla de madera, txarabillia o txaranbela, que se movía desde fuera.
En Bedarona (B) hay una puerta lateral, ate txikia, junto a la cocina que comunica con el exterior. La parte de arriba de la misma se cierra con txaramela y la de abajo con txirrintxolea. Entre la cocina y la habitación contigua solía haber una puerta que se cerraba con txirrint xola.
En Andraka (B) las puertas de las cocinas son dobles y el cierre era de sistema de trabil, pasadera, de madera.
En Berastegi (G) la puerta de acceso a la cocina tenía dos partes, superior e inferior, y ambas se unían con una maratilla de madera.
En cuanto a las puertas de los balcones en Orozko (B) se cierran con dos pasadores o mediante falleba. En el Valle de Carranza (B) también se constata el uso de pasadores, que están fijados a la misma hoja que al cerrarla presiona sobre la otra impidiendo que ambas se abran. En Moreda (A) estas puertas solían contar con trancas pequeñas y de hierro.