Extensión de la comunidad familiar
Barandiaran escribió unas reflexiones obtenidas de los datos por él recogidos en el barrio de San Gregorio de la villa de Ataun (G), aplicables con carácter general al mundo rural de Vasconia de principios del siglo XX. Señala que en casi todas las casas del mundo rural había familia doble o asociación matrimonial, es decir, los padres y el heredero con su cónyuge e hijos. Constituían una unidad económica, una comunidad social y una entidad religiosa. Comían juntos los miembros de la familia, juntos rezaban y trabajaban[1].
De los datos aportados por las encuestas se desprende que en tiempos pasados ha sido frecuente que en una misma casa convivieran tres generaciones de una familia: los padres con el hijo o la hija que se quedaba en la casa y los nietos. Podía y solía haber también algún hermano de los padres soltero, los hermanos solteros del heredero y, en ocasiones, algún criado o criada. Así se ha constatado en Abezia, Agurain, Apodaca, Berganzo, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía (A); Andraka, Busturia, Gorozika, Trapagaran, Valle de Carranza (B); Altza, Beasain, Berastegi, Elgoibar, Oñati (G); Luzaide/Valcarlos, Mezkiritz, Obanos, San Martín de Unx, Sangüesa, Urzainki, Valle de Roncal, Valtierra (N) y Zuberoa.
En Sara (L), en los años cuarenta, cohabitaban en la misma casa los padres y los hijos solteros y el hijo o la hija heredera con su consorte e hijos. Los etxekoak “familiares” eran, pues, frecuentemente dos matrimonios con sus respectivos hijos.
En Donoztiri y Uharte-Hiri (BN) la familia, famili, etxe, era una asociación de marido y mujer, formando grupo estable juntamente con sus hijos aún no emancipados, o que no se hubieran establecido fuera tomando estado, y con las generaciones de antepasados que habitaron la misma casa.
En Zeanuri (B), tradicionalmente la comunidad familiar abarca tres generaciones de los nacidos en la misma casa. Este tipo de familia cohabitando la misma casa ha sido común y en los años setenta lo seguía siendo en buena parte. En la encuesta se aportan dos ejemplos, recogidos a finales de los años setenta: En la casa Mendia, en el barrio de Alzusta, vivían: a) zaarrak, el matrimonio mayor, e iziko zaarra, una tía mayor, hermana del marido; b) senaremazteak, el matrimonio joven, e izikoa, una hermana del marido, hija del matrimonio mayor; y c) seme-alabak, los hijos del matrimonio joven: cinco hijos y una hija.
En Allo (N) los grados de parentesco que se conocen son tres, que coinciden con los de consanguinidad y cuyo orden queda establecido en función de su proximidad a la familia troncal. El primer grado lo forman los componentes del núcleo familiar, es decir, padres e hijos. En el segundo entran abuelos y nietos; tíos, primos y sobrinos carnales. Pero los abuelos y algún tío soltero pueden ser considerados parientes en primer grado cuando conviven bajo el mismo techo que padres e hijos. El tercer grado comprende a los tíos y primos segundos; bisabuelos, biznietos, etc.
En Pipaón (A) dicen que ha sido corriente que convivieran en una casa entre siete y diez personas de distintas generaciones y ha habido casos de hasta trece. En Ribera Alta (A) señalan que aunque bajo el mismo techo pudieran llegar a vivir hasta tres matrimonios cada uno mantenía su independencia económica.
En Valtierra (N) se ha recogido que no ha sido normal que se diera la extensión de la comunidad familiar. Para casarse había que tener casa propia o hacerse una cueva donde establecerse. Sólo se producía la cohabitación en casos de viudedad, o por enfermedad o invalidez.
En Moreda y en Valdegovía (A) señalan que hoy día la familia está compuesta de padres e hijos, en algunos casos agrupa a los abuelos o los suegros e incluso a los tíos solteros (mozos viejos). Los padres cuando son mayores prefieren vivir solos, si no se valen por sí mismos unos ingresan en residencias para personas mayores y otros, todavía la mayor parte, se quedan en casa de algún hijo.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Aspectos de la transición contemporánea en la cultura del pueblo vasco” in Etnología y tradiciones populares. Zaragoza: 1974, p. 12.