Excusado o retrete, komuna
En tiempos pasados, la mayoría de las casas no tuvieron retrete hasta la llegada de agua corriente, por lo que las necesidades fisiológicas se hacían en la cuadra, en el estercolero, en el corral o en un descubierto. Así se ha constatado en Abezia, Añana, Apodaca, Pipaón, Ribera Alta, Valdegovía, Valle de Zuia (A); Abadiño, Bedarona, Gorozika, Lezama (B); Ataun (G); Artajona, Eugi, Goizueta, Lezaun, Mélida, Valle de Roncal, San Martín de Unx, Sangüesa, Valtierra, Viana (N); Ainhoa y Sara (L). A este respecto en varias encuestas se han precisado las fechas de la traída de agua corriente a las casas. Así en Sangüesa (N) lo hicieron en 1923; a comienzos del siglo XX también en Agurain (A); en Izurdiaga (N) a mediados de los años cuarenta; en Abezia, Añana, Pipaón, Ribera Alta (A); caseríos de Beasain, Zerain (G); Aintzioa y Orondritz, Eugi y Lezaun (N) hacia los años cincuenta; en Valdegovía, Bernedo (A) y Allo (N) en los sesenta; en Bedarona (B) hacia mediados de los años sesenta y en Berganzo (A) a mediados de los años setenta.
Como dato complementario de lo anterior que está referido principalmente a las necesidades fisiológicas diurnas, ha sido común que las nocturnas se evacuaran en el orinal cerámico, el perico común, el tito en Viana (N), colocado debajo de la cama o, si había, dentro de la mesilla.
En Moreda (A) señalan que hasta los años sesenta en que se instalaron los cuartos de aseo, las necesidades se hacían en la cuadra o en orinales que luego se vaciaban encima de la paja. En algunas localidades como Gorozika y Lezama (B) se ha recogido que también acudían a evacuar al maizal, arto artera, y en Allo (N) se han conocido unos lugares cercanos a la localidad, eras y viñas, llamados los cagatorios, adonde la gente acudía a aliviar sus necesidades fisiológicas. En los años cincuenta se hicieron populares unos versos que, entre otras cosas, decían “que para cagar, como Garcherna ni hablar”, se trata de un barrio periférico con eras, viñas y hortales. En esta localidad navarra cuentan que cuando hacían las necesidades en la cuadra o en descubiertos salían a menudo “calzados”.
En Zerain (G) el retrete consistía en una pequeña habitación o un reservado en el propio establo, con paredes y sillón de madera con apoyabrazos y una tapa de asa o bien unas tablas formando asiento con la tapa en el centro fregada o encerada. Los excrementos caían debajo sobre un montón de helechos que se renovaban y se añadían al estercolero.
En Abezia (A) algunas casas contaban con retrete en el primer piso, que era un cuarto oscuro con trampera que daba a la cuadra. Se utilizaba excepcionalmente, si había alguna visita o cuando el enfermo estaba obligado a guardar cama. En Eugi (N) el lugar que ocupaba el fiemo en la cuadra contaba con unas escaleras por las que se subía al lugar que servía de aseo. En Murchante (N) se ha recogido que al final de la galería había un pequeño habitáculo, que se situaba encima del corral, en cuyo suelo había un agujero, oculto por una tabla de madera. Era una dependencia que carecía de iluminación, a lo sumo tenía una bombilla.
En Beasain, Elgoibar, Hondarribia, Oñati (G) e Izurdiaga (N) se ha recogido que la dependencia del retrete estaba en la primera planta, justo encima del montón de estiércol del establo. En Elgoibar señalan también que las casas que seguían el curso del río tenían un saliente donde estaba alojado el retrete y las aguas fecales vertían directamente al río.
En San Martín de Unx y en Viana (N) dicen que antiguamente el escusau consistía en una o dos tablas con un agujero en el medio, que se colocaba en un sitio alto para que diera al corral o a la cuadra. Sólo lo tenían las casas ricas del pueblo, las escuelas y la parroquia. Igual dato se ha recogido en Sangüesa (N), donde a partir de la traída de aguas aparecieron los cuartos de baño, pero hasta mediados del siglo XX no comenzaron a generalizarse los provistos de bañera y ducha, dotados más tarde de muebles y decoración lujosos. En el Valle de Roncal (N) la instalación de aseos actuales tuvo lugar en gran parte de los hogares tras la Guerra Civil, aunque el agua corriente existiera desde antes.
En Abadiño (B) a partir de mediados de los años cuarenta, en la planta primera de la casa existía un habitáculo donde se ubicaba un váter de madera, un cajón con un agujero y tapa que mediante un tubo comunicaba con un pequeño depósito cerrado situado en la cuadra que se vaciaba cuando se llenaba. En torno a 1970 se generalizaron los cuartos de baño con bañera o ducha en casi todos los caseríos.
En Bedarona (B) después de la cuadra, se conoció detrás de la casa un agujero hecho en tierra, rodeado de piedras. Cada vez que se utilizaba, echaban tierra encima y de vez en cuando cal viva. Luego se construyeron chabolas cuadradas, de madera, junto a la casa. Carecían de tejado y disponían de una puerta que se cerraba mediante un taco de madera que giraba sujeto a un clavo. En ocasiones, la puerta contaba con un agujero redondo en la parte superior que permitía la entrada de luz y otras veces, la puerta era más baja que la altura de la chabola lo que dejaba la parte superior libre para el paso de la luz. En el interior, las necesidades se hacían en una especie de banco con un agujero en medio y había un agarradero para sujetar el papel. Cada cierto tiempo echaban cal viva. En Amorebieta-Etxano, Gorozika, Lezama (B) y Allo (N) se han constatado datos similares respecto al retrete de madera con un agujero en el centro y sin agua.
En Kortezubi (B), según se recogió en la segunda década del siglo XX, algunas casas disponían de un retrete no lejos de los dormitorios y del eskilara-buru, meseta de las escaleras, emplazado fuera de los muros de la casa en forma de garita. Otros caseríos contaban fuera de la casa con un pequeño cobertizo donde se ubicaba el retrete, komuna, pero había muchos caseríos que todavía en esa época no lo tenían. En Andraka (B) se conocían dos tipos de retrete, komune. Uno consistente en una pequeña construcción independiente con tres paredes de piedra, puerta y cubierta a dos aguas de teja curva. También esta edificación podía verse adosada a uno de los muros laterales de la casa. Ambos sistemas eran corrientes en los años treinta y cuarenta, luego se trasladaron los retretes y cuartos de baño al interior de las casas.
En Durango (B) la mayoría de las casas del casco viejo carecieron de cuarto de baño o de ducha hasta los años sesenta del siglo XX. Tenían un retrete de madera con tapadera del mismo material. A partir de los años sesenta todas las casas disponen de cuarto de baño.
En Artajona (N) los primitivos retretes se limitaban a un banco con una tabla horizontal de asiento, en cuyo centro se abría un orificio circular que se cerraba con una tapadera. Primero recibió el nombre de excusado y después pasó a llamarse retrete. Los más antiguos se hicieron adosados a la parte exterior de las casas, en la trasera o en un costado, levantando las paredes desde el suelo, habilitando así un departamento inferior ciego. Generalmente estaban en el primer piso o en un rellano de la escalera y eran contadas las casas que lo tenían. En Agurain (A), a principios del siglo XX, el excusado o retrete como se llamaba, era de reducidas dimensiones en las casas del núcleo urbano y eran pocas las casas de labranza que disponían de él. Los objetos propios del cuarto de aseo eran el cuelgapapeles y la escobilla.
En Bedarona (B) en los años cincuenta las casas disponían de retrete en el interior, delante del pesebre, askaurrean, que mediante un tubo expulsaba las heces al exterior. El mobiliario consistía en la taza del retrete, papel y un balde con agua, toallero y toalla, un pequeño espejo, peines y las tenazas que se calentaban en el fuego y que las mujeres se aplicaban al pelo para hacer ondas. En Sara (L) el retrete es una pieza tabicada, zerbitzu, dentro de la casa y en Ainhoa (L) para retrete se han recogido las denominaciones komunak o priastegiak.
En Portugalete (B), antiguamente, el retrete sólo disponía del aparato del inodoro, que algunos solían tener forrado con un mueble de madera. A veces, podía haber una barra para toallas y una pequeña repisa para útiles de aseo. Los suelos eran de baldosa hidráulica.
En Obanos (N) pocas familias disponían de cuarto de aseo en el segundo decenio del siglo XX. Consistía en una pieza con lavabo, váter con cadena para tirar del agua, una repisa o armario para guardar unos pocos enseres, azulejos blancos en paredes y suelos, con alguna cenefa de color y gran bañera de hierro pintada de blanco. En Artajona (N) hasta finales del siglo XIX no existió en ninguna casa una dependencia para baño o servicios higiénicos, en el segundo decenio del siglo XX comenzaron a ponerse los primeros retretes de taza, con un pequeño lavabo, en un espacio muy reducido. El uso de cuartos de baño con bañera es muy reciente. En Valle de Zuia (A) se ha recogido que en Murgia se acondicionaron primero las casas de los veraneantes con un baño que consistía en una taza y un lavabo.
En Viana (N) se ha constatado que hacia mediados del siglo XX comenzaron a generalizarse los cuartos de aseo, si bien en la casas de los ricos ya había desde antes, y poco a poco se introdujeron la taza del váter, la bañera y la ducha.
Con carácter general se podría establecer la siguiente cronología de los cambios que se han producido en los cuartos de baño domésticos: en los años cuarenta y sobre todo en los cincuenta aparecieron los primeros cuartos de aseo que se componían de váter, lavabo y espejo. En esos años en muchos caseríos el retrete estaba situado en el balcón de la casa (Ajangiz, Orozko, Valle de Carranza, Zeanuri-B). Las bañeras y las duchas se introdujeron después, en los decenios de los sesenta y setenta. Los baños completos, es decir, los que disponen de taza, lavabo, toalleros, bidé, ducha o bañera corresponden a la década de los ochenta. Hoy no faltan en ninguna casa y en esos cuartos pueden verse todo tipo de productos de aseo y baño, así como adornos. También en algunas casas se ponen duchas y bañeras de hidromasaje.