Las candelas bendecidas, kandela bedeinkatua
El día 2 de febrero, festividad de la Candelaria, Kandelario eguna, tenía lugar en las parroquias la bendición de las candelas. Éstas y las que habían ardido ante el Monumento al Santísimo el día de Jueves Santo en las iglesias o en el tenebrario de maitines de los días de Semana Santa se encendían cuando había tormentas y peligro de rayo.
En Mendiola (A) dicen que conviene encender una vela bendecida ante la imagen religiosa que se tenga en cada hogar; tal práctica aún se conserva vigente.
En Ajangiz, Bedarona, Durango, GautegizArteaga, Gorozika, Nabarniz, Orozko, Valle de Carranza, Zeanuri (B); Andoain, Arrasate, Beasain, Berastegi, Elgoibar, Elosua, y Zerain (G), suelen guardar una vela bendecida el día de la Candelaria para encenderla los días de tormenta. En Ajuria (B) precisan que al encender la vela se santiguaban. Si había en la casa alguna imagen de las que hacían la visita domiciliaria, la vela se alumbraba delante de la imagen del santo o santa para reforzar la petición (Gernika-B).
En Sara (L) para proteger los departamentos de la casa y a sus moradores contra los aide que causaban enfermedades y otras desgracias, la etxekoandre, señora de la casa, encendía el xirio o candela de cera bendecida en la iglesia el día de la Candelaria y con ella bendecía, zeiñatu, todas las piezas de la casa, menos los establos, moviéndola en forma de cruz en el aire y dejando caer en el umbral de la puerta de cada pieza tres gotas de cera. Lo mismo hacía con las personas (marido, hijos, hijas, etc.) echando tres gotas de cera sobre la boina de cada hombre y otro tanto en la bocamanga del vestido de cada mujer. Todos los familiares iban tomando en turno la misma candela encendida y se santiguaban con ella; los hombres, además quemaban con su llama un poco del cabello, del tupé, muniku.
En el Valle de Carranza (B) y en Kuartango (A) se encendían tanto las bendecidas el día de las Candelas (2 de febrero) como las que habían ardido en el Oficio de Tinieblas durante la Semana Santa. En Moreda (A); Obanos, Sangüesa, Tiebas y Urzainki (N), se encendía la candela que había alumbrado el día de Jueves Santo ante el Monumento a Jesús Sacramentado.
En Oiartzun (G) cuando relampagueaba, se encendía la vela de la Candelaria o del Tenebrario de Semana Santa y se echaba en el fuego alguna rama de laurel bendecido el Domingo de Ramos.
En Subiza (N) en el primer decenio del siglo XX el día de Jueves Santo, cada familia llevaba una vela al monumento instalado en la iglesia; la llevaba señalada. Después de utilizada ante el monumento al Santísimo, el cabo de vela que quedaba, se retiraba a casa. Se la volvía a encender y se echaban tres gotitas en la boina de los hombres por la parte de adentro y a los bueyes en el asta[1].
En Iroz (N), a principios del siglo XX, cuando tronaba ponían delante de un crucifijo una vela encendida, la misma que pusieron el día de Jueves Santo delante del Monumento, para que no se oyeran los truenos[2].
En Artajona (N) la práctica más común contra los nublados era la de encender la vela de Jueves Santo. Durante la tormenta se rezaba el Trisagio.
En Aintzioa y Orondritz (N) además de encender la vela bendecida el día de Jueves Santo se mantenía en una de las ventanas de la casa un trozo de baztarreko, tronco, del fuego de Nochebuena y se rezaba a Santa Bárbara bendita[3].
En Aia, Astigarraga, Elosua, Hondarribia, Oñati (G) y Lekunberri (N) se encendían también velas benditas. En Aia (G) esta vela se colocaba en el portal de la casa[4].
- ↑ APD. Cuad. 1. Año 1920, ficha 43.
- ↑ APD. Cuad. 1. Año 1920, ficha 52.
- ↑ Araceli ITURRI VILLANUEVA. “Aplicación de la encuesta etnográfica de D. José Miguel de Barandiarán (apartado de medicina popular), en Aincioa y Olóndriz (Valle de Erro) Navarra” in Cuadernos de Sección. Antropología-Etnografía. Núm. 13. Donostia-San Sebastián, 1995, p. 186.
- ↑ LEF. Recogido por Jon Iruretagoyena.