Papel del hombre en la transmisión cultural
A pesar de lo dicho, el papel del hombre en la transmisión de la cultura tampoco ha sido desdeñable. Ya se recogió en un apartado anterior que los hijos varones, una vez crecían, comenzaban a trabajar con su padre para ir aprendiendo todos los detalles de su actividad.
Es general el dato recogido de que en la transmisión de los contenidos de la vida tradicional (costumbres, cuentos, leyendas, canciones) la labor la ejercen ambos cónyuges sin que haya una diferencia acusada entre el marido y la mujer; también participan los abuelos.
He aquí algunos ejemplos extraídos de nuestras encuestas de campo.
En Zeanuri (B) en la transmisión de los contenidos de la vida tradicional como genealogías, costumbres, cuentos, leyendas y canciones no se observa una diferencia acusada entre el papel del hombre y el de la mujer. Depende mucho de las cualidades personales de cada cual, si bien han transmitido a los hijos aquellos aspectos de la vida que han conocido desde su área de responsabilidad.
En Beasain (G) señalan que las mujeres han sido las principales transmisoras verbales de las tradiciones, pero en unión de sus esposos. En la comunicación de las leyendas han participado notoriamente los padres juntamente con las madres. En Altza (G) indican que el padre ha desempeñado un papel fundamental en dar a conocer leyendas e infundir amor al bersolarismo.
En Elgoibar (G) si del culto doméstico y las prácticas religiosas se ocupaban las mujeres, en la transmisión de otros aspectos de la vida tradicional, como las leyendas, participaban los hombres, sobre todo cuando se realizaban labores como asar castañas en los atardeceres fríos del invierno.
En Hondarribia (G) la transmisión de cuentos y leyendas dependía de cada casa: en unas el contador era al abuelo, en otras, la abuela, o la madre.
En Allo (N) las madres constituyen una pieza fundamental en la transmisión a las nuevas generaciones de las costumbres, la cultura y los modos de vida tradicionales que un día aprendieron de sus mayores; los abuelos complementan su labor. Unas y otros son por lo tanto los mantenedores del culto doméstico y de las tradiciones populares. De pequeños, los niños escuchan de boca de su madre y de sus abuelos las leyendas y las historias que les ocurrieron en la juventud o que a su vez oyeron relatar a las generaciones precedentes. Aprenden así los dichos propios del pueblo y los vocablos que componen su particular modo de hablar. Conocen también el anecdotario local, los apodos de los vecinos, los juegos infantiles, cantinelas, etc.
En San Martín de Unx (N) el niño recibía los valores de la vida tradicional en sus primeros años de vida que era cuando permanecía mayor tiempo en casa, y los recibía de las personas que más tiempo pasaban bajo el techo del hogar, los abuelos y la madre. Los abuelos relataban al niño los sucedidos del pueblo y las vidas de los santos. Eran ellos quienes le contaban los cuentos tradicionales, quienes les daban a conocer los fantásticos personajes de el Cocón y el Sacamantecas cuando no se portaban bien.