Actividad agropecuaria
En Moreda (A) al ser la mayoría agricultores se necesitan espacios amplios para recoger los productos agrícolas así como para guardar los aperos y la maquinaria. Las bajeras de las casas son grandes pensando en estas necesidades.
En Mirafuentes (N) los que cultivaban viña disponían en sus casas de lagos donde recoger la uva. Normalmente las bodegas donde se encontraban estos lagos de cemento se situaban bajo el desnivel del suelo, de modo que la parte trasera de este local se hallaba a ras de tierra. Hay que tener en cuenta que en estas estancias se aprovechaba la pendiente natural en la que se halla el núcleo urbano. Esto facilitaba la tarea de vaciado de las comportas directamente en el lago desde un ventanillo en la parte superior de la bodega. El nombre popular de los locales donde se almacenaba el vino en cubas y pipas era el de bodeguilla. Algunas están excavadas en la propia tierra saliéndose del perímetro de las casas.
En Artajona (N) el volumen y disposición de las casas responde a las necesidades socio-económicas de sus moradores. Dentro de las estructuras generales existen algunas variantes debidas a la función que ciertas dependencias han cumplido según el oficio, la necesidad o el destino que le han dado los dueños. Normalmente los boteros, zapateros, guarnicione-ros, alpargateros, hojalateros, barberos, etc., tenían sus pequeños talleres o barberías en una dependencia bajera contigua a la entrada de la casa, generalmente de reducidas dimensiones y escasa de luz natural. Las primeras tiendas y los bares construidos después de la guerra civil se habilitaron generalmente en antiguos lagares y bodegas, aunque no faltó alguno de planta nueva. Los carpinteros tenían sus talleres en la planta baja. Los médicos y practicantes acondicionaban para sala de consulta y de espera dos habitaciones de la casa en que vivían.
En Bernedo (A) al ser la mayoría de los vecinos labradores todas las casas eran parecidas. Sin embargo en esta población no se distinguían a pesar de la diferencia de oficio de sus moradores: la del carpintero, herrero o panadero, en lugar de ganado en la cuadra tenía el taller.
En Bedarona (B) la estructura de la casa está relacionada con las necesidades de sus moradores así como las construcciones anejas. En la planta baja, hasta que comenzaron a hacerse obras y a modificar los caseríos, bajo el mismo techo estaba la cuadra y la vivienda (la cocina y los cuartos). Hoy día siguen bajo el mismo techo pero separados por un tabique; en la parte delantera se halla la vivienda y detrás queda la cuadra; son dos lugares independientes.
Pero no sólo la planta más baja estaba organizada en función de la actividad de sus moradores sino toda la casa.
En Abadiño (B) como la subsistencia en los caseríos se ha basado en el ganado y los productos agrícolas, son la cuadra, el pajar y el camarote los que ocupan la mayor parte de la casa.
En Astigarraga (G) todos los edificios en los que se efectúa algún trabajo, bien relacionado con la agricultura, con la ganadería, con la elaboración de la sidra o de otro tipo, cuentan con grandes espacios para desarrollarlo. La superficie de trabajo se localiza en el piso bajo y el espacio está dividido para separar unas labores de otras, con accesos diferentes desde la calle y alguna dependencia agregada o algo distante de la casa para guardar animales, aperos, grandes máquinas o depositar la hierba. En los caseríos, los amplios portales en la fachada principal que permiten el paso del carro, de los animales de tiro o de las máquinas para el trabajo, están comunicados con el establo. Éste cuenta con diferentes zonas para cada especie animal, con entrada independiente a la de la vivienda y otra zona más para guardar aperos e instrumentos de labranza y trabajo, que suele estar comunicada con la huerta y con una entrada independiente más. Este espacio tiene estrechos vanos de ventilación y desagües para la materia fecal producida por los animales. Otro lugar relacionado con el trabajo es la ganbara, que se localiza en el piso superior. Se trata de un gran espacio sin tabicar y con los vanos sin cierres para facilitar el secado de las cosechas. En el primer piso, donde se sitúa la vivienda, la cocina también es un lugar de trabajo por lo que suele ser amplia y normalmente aprovecha una esquina para así contar con ventanas en distintas fachadas, permitiendo mayor luz y ventilación. Casos diferentes los constituyen los grandes bajos de las sidrerías y los espacios más pequeños y compartimentados de los artesanos y comerciantes.
En Orexa (G) las casas están construidas con tres objetivos: que sirvan de vivienda a la familia, que den cobijo a los animales en la cuadra y que permitan almacenar la hierba en el camarote o ganbara. Por esta razón han sido grandes. Hacia el norte contaban con un camarote cerrado mientras que si la orientación era este casi siempre eran abiertos y en ellos la hierba solía quedar tal y como se metía. El acceso a esta ganbara era directo desde el exterior para poder introducir la hierba más fácilmente. En Amorebieta-Etxano (B) la casa está igualmente construida en función de la producción agrícola-ganadera de tal modo que una parte sirva para vivienda de las personas, otra para cuadra de los animales y una más para guardar los aperos.
En Berastegi (G) al construir un caserío se sacrificaba su aspecto estético en aras de un mayor pragmatismo; por ejemplo, las cosechas de heno, maíz, frutos, etc., se introducían en el desván a través de una rampa que afeaba el conjunto exterior. La cuadra, ikullua, se situaba próxima a la cocina, que ocupaba el entresuelo. La necesidad de calor de los moradores se tenía en cuenta ubicando los dormitorios justo encima de la cuadra, donde los animales estabulados producían calor que ascendía directamente al piso superior.
En Beasain (G) los caseríos disponen de una distribución adecuada a la ocupación agropecuaria de sus moradores, con vivienda para las personas, cuadra para los animales, cochiquera, gallinero y lugar para guardar los aperos de labranza. La mayoría dispone de dos o tres entradas, una o dos en la planta baja para la vivienda y la cuadra y otra en rampa para acceder con el carro de hierba hasta el desván. En Zerain (G) al camarote, mandiyo, también se llega por una entrada independiente lateral con rampa de acceso de manera que el carro, gurdi, pueda entrar dentro con su carga.
En Aria (N) la casa de labranza tiene planta baja, un piso y henil. En la baja se encuentra la entrada, ezkatzea, la cuadra, arteia, y a veces un depósito para guardar las patatas, patatategia. En el primer piso hay un descansillo, ganberattoa, la cocina, sukaldea, una dependencia donde se guarda la harina y se llevan a cabo las actividades de elaborar el pan, irindei, y el pasillo que comunica con los dormitorios, ganberak, denominado pasua o sala. En el último piso se encuentra el henil, xabea.
En Viana (N) existen dos tipos claros de casas: las señoriales, que ocupan la zona antigua de la localidad y que pertenecieron a las clases nobles y adineradas, y las populares, situadas en los antiguos arrabales, cuyos propietarios fueron las clases humildes y jornaleras. En cuanto a las señoriales siempre han estado vinculadas a la actividad agrícola por lo que tienen una doble función: la de vivienda, si es noble para amos y criados, éstos en un entrepiso de poca altura; y la del trabajo agrícola. Por todo esto la casa suele tener una especial distribución y puertas secundarias para bodegas, graneros, cuadras y otros servicios. Se desarrolla generalmente en sentido vertical y lo normal es que tenga tres o cuatro plantas para suplir la falta de espacio. De ordinario, cada casa cuenta con su correspondiente bodega y se desciende a ella por el zaguán. Tiene planta rectangular y a veces hay hasta tres paralelas comunicadas por huecos laterales, sus bóvedas son de esmeradas piedras talladas, de medio cañón sin arcos de contención o si los hay, lo cual ocurre rara vez, de ladrillo.
En Aoiz (N) antiguamente en la parte baja de la casa se localizaban las cuadras y la zona de almacenaje de hierba y paja. Hubo un tiempo, en la primera mitad del siglo XX, en el que se situaron aquí los negocios de sus moradores. Algunos de estos negocios ya han desaparecido pero otros continúan existiendo. Lo más reseñable es que en todas las casas antiguas hay bajeras destinadas a guardar trastos y alimentos recogidos en las huertas; son como grandes despensas. En cuanto a la parte alta de las mismas se utilizó como desván, palomar y posiblemente como zona de silo. En la actualidad en algunos casos se crían palomas, pero lo frecuente es que se reserve para desván en el que se guardan objetos antiguos.
En Sangüesa (N) en el pasado la casa estuvo especialmente ligada a las tareas del campo, por lo que su distribución respondió a las necesidades de los labradores. Y esto no sólo ocurrió con las de los vecinos humildes de las clases trabajadoras sino también con las señoriales pertenecientes a la nobleza, los terratenientes. En los siglos pasados la mayor riqueza agrícola de la localidad fue el vino, de ahí la necesidad de construir las bodegas excavadas en el solar de la misma vivienda. La mayor parte de ellas están en la actualidad rellenas de escombros e inutilizadas. Las labores agrícolas exigieron cuadras para encerrar a los animales de labor y de tiro, además de pajeras y locales para aperos y herramientas; la alimentación, en gran manera autárquica, propició además la crianza de animales, principalmente cerdos, aves, conejos y cabras y su encierro en recintos apropiados. La casa también cumplió la función de almacenar algunos productos del campo, especialmente los cereales, o de permitir el secado de frutas y embutidos, para lo que se necesitó de locales bien aireados colocados en las zonas altas del edificio, los graneros y las falsas.
En Goizueta (N) las casas de la calle son casi todas de comerciantes y artesanos y por ello iguales entre sí. El resto de edificios de la calle y los caseríos pertenecen a ganaderos y agricultores. Las casas de estos últimos, teniendo en cuenta las funciones que tienen que desempeñar, son bastante complejas ya que constan de vivienda, almacén para grano, lugar para hacer trabajos manuales, etc. De hecho la mayor parte de la planta baja está destinada a granero. En esta planta también se ubican la cocina, el almacén para las manzanas, el lagar y otras dependencias. En la segunda planta se encuentra el pajar, sabaia, donde se guardaban los aperos de labranza y a veces se criaban palomas. En este recinto se almacenaba la hierba, el trigo, la cebada, la patata y la paja. Las casas que pertenecen a quienes no se dedican a la ganadería o agricultura siempre tienen en la planta de abajo o en el primer piso, un sitio destinado a su negocio. En la planta inferior también suelen dedicar un espacio para las gallinas y otros animales.
En las casas en que se ha desarrollado una actividad agropecuaria, en ocasiones se ha hecho necesario acompañar al edificio principal de otros menores relacionados con la crianza y cuidado de los animales, el almacenaje de cosechas y el estacionamiento de la maquinaria agrícola. A medida que la actividad agraria se fue haciendo más compleja, el número de edificios anejos o exentos tuvo que crecer, así como sus dimensiones. El último paso entre los ganaderos ha consistido en construir pabellones de dimensiones notables.
En el Valle de Zuia (A) las viviendas son unidades agropecuarias que se componen de varios edificios complementarios del principal o vivienda, relacionados todos con las labores a desempeñar. La vida se desarrolla en el caserío, el cual debe disponer al mismo tiempo de espacios para el secado y el almacenamiento de los productos recolectados. Los edificios auxiliares se han ido anexionando para solucionar diversos problemas.
Una característica del caserío de Elosua (G) es la de no limitarse a una sola construcción, ya que alrededor del edificio principal formado por la casa vivienda, las cuadras y el pajar, se agrupan en edificaciones menores recintos destinados a labores complementarias.
En Améscoa (N) a principios del siglo XX todas las casas eran de agricultores-ganaderos o de jornaleros, pero teniendo en cuenta que los últimos también tenían sus parcelas de cultivo y algún ganado. Las de los agricultores eran amplias, llevaban adheridas construcciones más bajas que servían de cuadras y pajares o tenían cercanos sus corrales, la era colindante o próxima y la huerta o los terrenos contiguos. La casa tenía holgura para todas las dependencias: la cocina, la masandería, las cuadras, los pajares, los graneros, etc. Las de los jornaleros aparecían amontonadas y si tenían era o huerta estaban situadas distantes. Disponían de todas las dependencias excepto de la sala, pero todas de pequeñas dimensiones, reducidas, aprovechando cada rincón.
En Romanzado y Urraúl Bajo (N) la casa responde a las necesidades creadas por los dos modos de vida principales: la agricultura y la ganadería. Pero no puede decirse que haya un tipo único de vivienda. La desigual distribución de las viñas entre los pueblos y entre los vecinos de cada pueblo, habiendo muchos que no las poseen, ya es un factor de diferenciación. Los que las tienen necesitan un local a modo de bodega en la bajera de la casa, tanto mayor cuanto más extenso sea el viñedo. De modo que una casa con viñas necesita: cuadra para los bueyes y caballerías, otra para el ganado lanar y cabrío, gallinero, pocilga para los cerdos, bodega, pajar y granero. Hasta principios del siglo XX los útiles de labranza eran de reducidas dimensiones y se guardaban distribuidos entre la entrada y las cuadras. A medida que fueron introduciéndose máquinas voluminosas hubo que construir cobertizos y locales, generalmente adosados a las casas. La cría de ganado vacuno y caballar, que debió tener alguna importancia, según testimonios escritos, hasta bien avanzado el siglo XIX, ya se había reducido casi a cero a principios de la pasada centuria. En cuanto al pajar conviene tenerlo cerca de las cuadras, pero como supone un peligro en casos de incendio, se procura que no esté dentro de los muros de la vivienda y cuadra; por ello es frecuente para este uso un local adosado. Las modificaciones de acomodación realizadas durante el siglo XIX y las rápidas operadas en los últimos años, como consecuencia de la transformación de los modos agrícolas, así como las novedades introducidas por la vida moderna, han desnaturalizado la casa tradicional de estas tierras, de forma que apenas se puede encontrar algún ejemplo de la construcción primitiva.
La cuestión de los moradores también condiciona otro tipo de aspectos. Por ejemplo Barandiaran se percató a mediados del segundo decenio del siglo XX en un estudio de una parte del poblamiento de Ataun (G), que de cuarenta y ocho caseríos, treinta y tres, o no se hallaban junto a los caminos generales que enlazaban los barrios o hallándose a su orilla no tenían el portal mirando a ellos. Las casas que no eran de labradores, doce, tenían su portal hacia el lado del camino que pasaba junto a ellas.
En Lezaun (N) las casas más pequeñas de planta pertenecían a quienes no tenían una actividad agrícola-ganadera, aunque también había habitantes de casas más grandes que se veían obligados a complementar sus ingresos con jornales.