Chabolas, etxeordeak, tejabanak
Ha sido común a muchas localidades el que delante o junto a la casa hubiera una o varias construcciones complementarias a modo de tejavanas, etxordeak, tejabanak, hechas con mortero y piedra, o con bloques de hormigón si eran más modernas. A veces se aprovecha a tal fin la caída de una de las vertientes del tejado que se prolonga y se sustenta con una pared de ladrillo y cemento, también puede cubrirse con planchas de uralita. Otro emplazamiento para cobertizos es la parte trasera de la casa.
En Bernedo (A) a las tejavanas se les llama indistintamente cubierto, chamizo o chabisque. En Aoiz (N) las denominaciones de casucha, chabisque o chabola se reservan para casas sin comodidades y hechas con materiales pobres, generalmente las que se construyen junto a los huertos.
En Andraka, Bermeo, Busturia y Gorozika (B) casi todos los caseríos disponen de un pequeño edificio anejo de las características mencionadas donde están ubicados el horno de fabricar el pan, el gallinero y el recinto para guardar los aperos. En Zeanuri (B) en muchos caseríos, cerca del edificio habitado, existen tejavanas para las necesidades de la labranza y la ganadería.
En Beasain, zona rural de Deba-Mutriku, Itziar, Hondarribia, Oiartzun, Oñati (G); Eugi (N) y Heleta (BN) se ha consignado que adosados a la casa o a escasos metros de ella hay uno o varios cobertizos, cubiertos o bordas, estalpeak en Itziar, estalpe o tejabania en DebaMutriku, aldamiyo o leorpe en Oiartzun, que con todos estos nombres se les conoce, donde se guardaban los aperos y carros de labranza. En Urepele (BN) como construcción complementaria de la casa figuraba el cobertizo para los aperos de labranza, tresnateia. En Zerain (G), adosadas al caserío o en las inmediaciones hay sencillas construcciones acordes con la función que desempeñan. Se trata de pequeños edificios con paredes de mampostería y cubierta de armazón de madera y teja.
En Uharte-Hiri (BN), alrededor de la casa hay construcciones complementarias, una de ellas es un hangar para coches y utensilios, llamado angarra. Hoy día, con carácter general se ha consignado que, en muchos casos, estos habitáculos se han reconvertido en garajes donde guardar el coche y pequeño taller de herramientas y útiles de labranza domésticos (Andraka-B; Hondarribia-G).
En Amorebieta-Etxano (B) señalan que en la tejavana se tenían los aperos: el carro, burdijje; los arados, ariak; otro tipo de arado, itaillek o igitaillek; la narria, narra; y el rodillo de piedra para desmenuzar terrones, boliñeta arrijje. En Bedarona (B) había una chabola para guardar los aperos de labranza, goldie, alperrarrije, etc. También estaba la tejavana para la leña, egurrentzako tejabanie.
En Kortezubi (B) en casi todos los caseríos había uno o más cobertizos, tejabania, txabolia, separados o adosados a las casas, destinados a guardar aperos de labranza, abonos, satza, y el carro en el que transportar la mercancía para venderla en los mercados próximos. En Ataun (G) había caseríos que cerca de la vivienda poseían edificios destinados a las necesidades de la labranza y la ganadería. Así algunos disponen de un cobertizo, estalpe, para el carro y los aperos de labranza. En Goizueta (N) también había cobertizo, estalpea, para guardar el carro y el tractor.
En Beasain (G) casi todos los caseríos disponen de un edificio menor, adosado o a pocos metros, que sirve de leñera, para guardar aperos, pajar, etc., y se llama etxordea. Además la mayoría tenían en el monte una chabola llamada saletxea o bordea, que se utilizaba para guardar el heno y el helecho que no cabía en casa. En Berastegi (G) cerca de la entrada de la casa se encuentra una chabola cubierta de teja o lajas, llamada etxordea o karrea, donde se guardan mil y un arneses y cacharros utilizados por los labradores. En Zerain (G) adosado al caserío o en las inmediaciones hay una construcción llamada etxekordekoa donde se guardan los aperos de labranza. En Andoain (G) en muchos caseríos existían cobertizos adosados al caserío llamados etxeordeko (lit.: lo que sustituye a la casa) para distintos menesteres y usos como pocilga, estercolero y para guardar aperos de labranza.
En Ezkio-Itsaso (G) muchos caseríos tenían edificios anejos, etxeordia. Algunos con paredes de mampostería y tejado adosados al caserío o sostenidos sobre postes, que se utilizaban para depósito de helecho, garoa; heno, belarrondua; y aperos de labranza. A veces son edificios independientes con paredes de mampostería y techo cubierto de teja, en los que además de la planta baja destinada al estiércol y a aperos de labranza, suele haber un piso en el que se depositan heno y helecho. En Elosua (G) se conoce un edificio de dos plantas, con cubierta a dos aguas. La planta superior se denomina mandixua y la inferior llamada epaantzia tenía dos saeteras y servía para guardar castañas todo el invierno.
En Astigarraga (G) las casas tienen construcciones complementarias a modo de pequeñas chozas cuando aquéllas están sin reformar y como construcciones más modernas cuando han acometido reformas. Una de las más típicas es un cobertizo, conocido como leorpia, abierto por todos los lados, formado por una pequeña tejavana que cae desde la fachada y sostenida por pilares, que cobija herramientas, maquinaria de ordeño, etc. Otras veces son construcciones exentas que están cerca de la casa, fabricadas con los mismos materiales y que cumplen idénticas funciones. También hay grandes construcciones de paredes de hormigón y cemento, con el frontal abierto que se cierra con una puerta de metal corredera donde se guardan los tractores y las herramientas que no caben en el zaguán o en la cuadra.
En Oñati (G) la mayoría de las casas tienen una borda bien pegada a la casa o un poco separada de ella, donde se guardan los aperos y los carros. En algunos casos dentro de ella se almacenaba el helecho y, a veces, se usa también para cobijar las ovejas en invierno. En Romanzado y Urraúl Bajo (N) se ha recogido que cuando los útiles de labranza eran de reducidas dimensiones se guardaban distribuidos entre la entrada de la casa y las cuadras. Según fueron introduciéndose máquinas voluminosas hubo que construir cobertizos y locales, generalmente adosados a las casas.
Los cobertizos o chabolas también han servido de leñeras. Así en Zerain (G) se ha constatado que uno de ellos sirve de leñera, egurtokie; igual dato se ha recogido en Goizueta (N) donde se denomina egurtegia. En Allo (N) las casas grandes disponían de cobertizos para la leña, y para los carros y galera. Algunas disponían de una barda en donde se amontonaban las gavillas de sarmientos, protegidas de la intemperie. También contaban con almacenes para piensos y otros cuartos donde guardar los aparejos del campo y aperos del ganado.
En Obanos (N), en las casas de labradores es frecuente que, adosadas o próximas a ellas, haya una pequeña construcción donde se guardan leñas, aperos, maquinaria e incluso la paja. En San Martín de Unx (N) las casas de los agricultores disponen de un corral anexo que es a la vez barda para sarmiento y leña, y gallinero.
A veces las construcciones complementarias en lugar de junto a la casa están situadas en las huertas donde se trabaja para tener más a mano los aperos o útiles de trabajo o albergar el ganado en caso de necesidad.
En Sangüesa (N) la cabaña construida en el campo, sobre todo en tierras de regadío, ha desempeñado un papel fundamental en el trabajo y en la vida de los hortelanos, sobre todo las cabañas situadas en el término de Pastoriza. Se trata de una edificación sencilla destinada a guardar herramientas y algunos frutos y semillas, y a proteger de las inclemencias del tiempo a personas y animales. En raras ocasiones se han utilizado para pernoctar, pero sí para comer, echar la siesta y como lugar de encuentro y conversación con los trabajadores de los huertos vecinos.
En Murchante (N) en los huertos había y hay pequeñas construcciones llamadas cabañas. Se construían con caña y tierra, y hoy día con ladrillo. Son de planta cuadrada sin ventanas y con una puerta de cañas o simplemente un saco. En ella se deja la ropa de faena y, algunos, las azadas.
En Bermeo (B), alrededor del pueblo, hay pequeñas huertas cercadas, ortuek, soluek, que disponen de una caseta donde guardan los aperos de labranza que usan para cultivar productos hortícolas de consumo familiar y donde, a veces, crían conejos, gallinas, etc. Pueden estar construidas con madera, hojalata, ser de piedra cubierta con tejas o hechas con ladrillos y tejado de uralita. En Busturia (B) algunas casas construyen un pequeño edificio para guardar frutas o los aperos si las huertas están alejadas de la casa. En Astigarraga (G), algo alejadas de la casa, en las huertas y herbazales, hay pequeñas chabolas de tejavana y paredes hechas a menudo con plásticos que sirven para guardar por la noche el ganado que no se estabula y pasta en los terrenos contiguos.
Dada su finalidad, las cabañas son de pequeñas dimensiones, de 3x3 m, de forma cuadrada o más o menos rectangular y orientada generalmente hacia el sur para protegerse del cierzo. Los cimientos son poco profundos ya que son únicamente de planta baja y las paredes fueron realizadas casi siempre con adobes, que es un buen aislante, y menos con ladrillo. A veces se hace el muro de piedra o tapial. Las ventanas son pequeñas. Va protegida por una puerta de madera de una sola hoja provista de cerraja. La cubierta se estructura con maderos de lado a lado de los muros y sobre ellos cañizos clavados. Se recubre el tejado con tejas curvas asentadas en barro arcilloso. Los maderos quedan al interior a la vista. El suelo es de tierra arcillosa endurecida y en menos ocasiones de cemento. No tiene división alguna y en un rincón se hacía el fuego, mayormente para calentar en el puchero la comida traída de casa ya hecha y el humo escapaba por un tubo. Si se juntaban varios y hacía buen tiempo se encendía el fuego donde se preparaba el guiso.
En la cabaña se guardaban las herramientas necesarias para las distintas labores del huerto, cordeles y medidas de caña para distribuir las plantaciones. En un rincón sobre la tierra humedecida con agua se colocaban el rallo o botijo y la bota o botella para el vino. Unos palos cortos introducidos en la pared y los clavos hincados en los maderos del techo servían de colgadores para la ropa, sacos vacíos, plantas en proceso de secado para aprovechar la semilla y herramientas. Alguna cruz manifestaba las creencias religiosas de los dueños. Para la protección de los animales se levantaba un cobertizo a un lado de la cabaña, construido asimismo de adoba, con un muro abierto, sin puerta y con tejado de teja curva. Dentro de él se colocaban los pesebres.