Ejemplos de poblamiento disperso
Como se verá en un apartado posterior la concentración de la población en la parte más meridional de Vasconia presenta unos rasgos bien delimitados: agrupaciones de casas, unas veces siguiendo la lógica de calles y otras con una disposición más anárquica, pero sin edificios más allá de la periferia de tales núcleos.
La población dispersa, en cambio, plantea más matices, ya que a pesar de observarse en amplias zonas de la franja septentrional, a menudo es posible ver pequeñas agrupaciones de casas en torno a la iglesia que llegan a formar una plaza. Este pequeño núcleo suele tener servicios como el médico, la tienda y la taberna. Además en el fondo de los valles, junto a los ríos y principales vías de comunicación, se encuentran núcleos más grandes que además han experimentado un notable crecimiento a lo largo del siglo XX. Por lo tanto el poblamiento disperso se limita a la zona más rural de esos municipios. A diferencia del netamente concentrado existen variadas formas intermedias dentro de la dispersión como la que consiste en pequeños barrios de casas agrupadas, a veces en torno a una ermita, que a su vez se hallan repartidos por todo el territorio. Esta variación forma una especie de gradiente, lo que complica la clasificación, es más, como ha quedado dicho, en un mismo municipio pueden hallarse zonas de neto poblamiento disperso y otras en que las casas se agrupan en barriadas o en cascos de carácter urbano.
Como afirma Barandiaran las construcciones rurales son las casas verdaderamente populares que muestran más claramente su dependencia del ambiente geográfico[1].
En Sara (L) los establecimientos humanos, unos permanentes, etxe, y otros temporales, xola, etxola, se hallaban dispersos. Existían dos pequeñas aglomeraciones en las que las casas eran contiguas o casi contiguas: Plaza e Ialarre, formando calle. Aquí vivían todos los comerciantes locales, los oficiales y el personal administrativo. En los barrios de Lehenbizkai, Egimear e Ixtillarte se hallaban cercanas entre sí, pero no tanto como en los de Plaza e Ialarre[2].
En Ainhoa (L) el núcleo o burgo se llama karrika y los distintos barrios, kartierrak. Se pueden encontrar tres tipos de casas: en el núcleo, karrika, que es una bastida, se encuentran casas particulares, largas y estrechas, con un jardín alargado; es un tipo de casa ligada a la estructura de parcelamiento medieval. Un segundo tipo responde a las casas laburdinas clásicas, que por no estar los solares tan condicionados por la parcelación, permite que las casas sean más anchas. Hay un tercer tipo constituido por antiguas bordas transformadas.
En Iholdi (BN) el sistema de poblamiento era de casas dispersas por todo el territorio. Cada una tenía cerca las tierras que le pertenecían y que eran cultivadas y explotadas por ella[3].
En Heleta (BN) el sistema de población es disperso salvo en la zona central donde se halla un grupo de edificios entre los cuales cabe señalar la iglesia, las escuelas, el ayuntamiento y el restaurante; además de una plaza rodeada de casas con un frontón en un lado. Las viviendas se hallaban, salvo las del pequeño casco de población, próximas a sus terrenos de labrantío. En cuanto a la situación de algunas de ellas, se veía que los pastos de los terrenos comunales habían tenido su influencia. Lejos de las casas se hallaban las bordas para el ganado que pacía en el monte[4].
En Donoztiri (BN) salvo las familias del herrero, del maestro, de la maestra y del cura, la población era labradora y en los años cuarenta del siglo XX cuando Barandiaran recogió estos datos contaba con 500 habitantes. Vivían en 86 casas dispersas por casi todo el territorio. Sólo las partes altas de las montañas no se hallaban pobladas. Cada casa se situaba próxima a sus terrenos. Era la forma típica del baserri o borda. A veces la situación de la casa estaba determinada no sólo por sus tierras sino también por los montes comunales donde se alimentaba su ganado. Así, la casa Mendiburuko borda estaba en el límite superior de sus tierras de cultivo y en el inferior de los terrenos incultos del monte Garralda, donde pacían sus ovejas[5].
En Liginaga (Z) la forma de población predominante es de casas dispersas por el territorio. Existen, sin embargo, dos pequeñas agrupaciones de casas casi contiguas, karrika, que son las de Astüe y Liginaga[6].
En Navarra la zona de los caseríos o casas diseminadas por el campo, fuera del núcleo básico de población, se da en la zona atlántica, pero con cierta irregularidad. Los hay en las cinco villas, en Goizueta, en el Baztan y Bertiz, en Doneztebe y su tierra. Pasada la divisoria de aguas hacia el sur ya es menos común el sistema, que vuelve a aparecer en Luzaide/Valcarlos. Estos caseríos son de dos clases: los fuertes, con troncalidad y vecindad, y los más pobres o débiles en construcción y tierras, originados, a veces, en las bordak pastoriles[7].
La Villa de Lesaka (N) está compuesta por varios barrios formados por multitud de caseríos diseminados en lo más profundo de los valles y en las cumbres de los montes. Generalmente están situados en la linde de algún camino al que casi nunca da su fachada principal, pues delante de ésta solían tener una pequeña extensión bordeada de castaños, nogales, etc., en la que colocaban los almiares, metak, de helecho o heno. Los terrenos de labranza propios se hallan al lado de la casa. El casco de la villa está formado por dos antiguos barrios llamados Legarrea y Piku-Zelaia, separados por el río Onin[8].
En Ezkurra (N) la casa situada en el casco de la población se llama etxe y la situada fuera de él borda. Cuando Barandiaran realizó esta encuesta había cuarenta y cinco casas agrupadas desordenadamente; fuera aparecían dispersos por el territorio treinta caseríos[9].
En Kortezubi (B) los caseríos se hallan distribuidos en cofradías, amarreko, cuya división corresponde a diferencias geográficas del terreno que ocupan. Estas cofradías son ocho y estaban formadas por un número reducido de casas habitadas por labradores. Las casas se hallaban separadas unas de otras: en Terliz había algunas que sólo distaban entre sí unos veinte metros pero en Basondo las había separadas por doscientos metros y más. Aún en la Cofradía de Enderika, donde el núcleo de la población era más condensado, raro era el caso de dos casas contiguas[10].
En Zeanuri (B) en general las agrupaciones de casas se hallan en sitios donde hay confluencia de ríos y caminos; tal ocurre en Undurraga, Alkibar, Ibarguen, etc.[11]
La población de Ataun (G) se halla diseminada por las vertientes y barrancos de la zona montuosa que forma la cuenca del río Agauntza, en las estribaciones occidentales de la sierra de Aralar. Se trata de una larga y estrecha vega. Es de notar que en los sitios en que hay confluencia de dos ríos o bifurcación de caminos que conducen a barrios o pueblos de alguna importancia, se forman núcleos de población más condensada. La mayor parte de las casas estaban situadas en una estrecha vega, generalmente separadas unas de otras por distancias de más de cincuenta metros. Sólo unas pocas se hallaban agrupadas; éstas no eran casas de labranza. La forma de la localidad en lo que se refiere a la distribución de viviendas en el campo estuvo adaptada a las exigencias de la economía rural. La casa ocupaba el sitio más próximo a las tierras de su propiedad. Las habitadas por familias que se dedicaban a la labranza y al pastoreo a la vez eran casos de interferencia de ambas formas sociales y como tales ocupaban muchas de ellas un sitio intermedio entre los terrenos de labrantío y pastizales[12].
En el barrio ataundarra de San Gregorio (G) en 1900 había noventa y dos caseríos o baserri-etxe de labradores y ganaderos, además de treinta casas de aittelume o familias sin tierras ocupadas por artesanos, industriales y comerciantes. Eran casas dispersas por el territorio, salvo una docena que formaban tres grupos de edificios contiguos o muy próximos unos a otros y veintiocho de dos viviendas cada una[13].
En Sasiola, Astigarribia, Olaz, Mijoa y Galdua (Deba-Mutriku-G) la casa ocupaba un sitio próximo a las tierras de su propiedad; por eso la población se hallaba diseminada. Los caminos vecinales no pasaban generalmente por delante de los portales de las casas, no parecía, pues, que hubiesen influido ni en la situación ni en la orientación de éstas. Las habitadas por familias que se dedicaban a la labranza y al pastoreo a la vez ocupaban un sitio intermedio entre los terrenos de labrantío y los pastizales. Estos caseríos se situaban en las zonas más altas, donde la manutención de las ovejas era más fácil por la proximidad de los terrenos comunales debido a la abundancia de hierba[14].
En Itziar (G) el sistema de poblamiento predominante es de casas dispersas. En el casco de la población había treinta viviendas formando una pequeña agrupación llamada Beko-kalea (la calle de abajo) en la proximidad de la iglesia, las escuelas y la casa consistorial. En otra agrupación situada a oriente de la anterior de nombre Goiko-kalea (la calle de arriba), había catorce casas. Sólo cinco edificios servían de cobijo a dos familias cada uno. La casa estaba casi siempre al lado de sus tierras[15].
La población de Oiartzun (G) se halla esparcida en la vega bañada por el río conocido por el mismo nombre del Valle y en la zona montuosa comprendida principalmente entre dicho río por el norte y por el sur el de Añarbe, límite de Gipuzkoa con Navarra. En el momento en que se estudió en los años veinte del siglo XX tenía 515 casas habitadas, agrupadas unas en núcleos bastante notables y desparramadas las más en la vega y los montes. Los núcleos principales son cinco: Elizalde, Altzibar, Iturriotz, Ergoien y Ugaldetxe. El más importante, que es el primero, contaba con 90 casas. De ellas casi todas tenían forma de casas urbanas, kale-itxia, y unas 32 eran de varios pisos, dos ordinariamente, y estaban habitadas por dos o tres familias. Al barrio de Altzibar le correspondían 81 casas. Tenía dos núcleos importantes: el de la plaza del propio Altzibar con 20 casas y el de Karrika con 7. A Iturriotz correspondían 117 casas; en el núcleo 30. A Ergoien 111; en el núcleo 20. A Ugaldetxe 114; en el núcleo 8. Todos estos núcleos se hallan junto al río o a las regatas que vierten al mismo y a la vera de caminos. Aunque el caserío estuviese desparramado por toda la jurisdicción del Valle, la densidad de población era mayor en los terrenos bajos de la vega que en los altos. En las calles de Elizalde se encontraban muchas casas pegantes, con pared medianil; las agrupadas de los demás barrios tenían, salvo algunas excepciones, una separación no menor de un metro. La inmensa mayoría de las restantes guardaban entre sí una separación mucho mayor que correspondía ordinariamente a la extensión de las tierras que pertenecían a la casa y donde ésta se hallaba afincada; por esta disposición las casas recibían el nombre de baserriyak. Cuando el baserri era de alguna importancia se denominaba itxalde (itxe-alde), sobre todo si el que lo habitaba no era inquilino sino propietario. Las casas agrupadas eran de pequeña labranza, una o dos yugadas de tierra; así ocurría con las de Ergoien, Iturriotz y Altzibar. La mayoría de las de Elizalde no tenían mas que huerta y no todas.
En Oñati (G) las casas se hallaban agrupadas en el casco urbano y aisladas en las zonas de caseríos, donde los edificios eran numerosos y en general espaciosos. A pesar de que en el casco y en Goribar las casas se hallaban formando calles largas, en algunos casos se observaba un espacio entre ellas al que llamaban bitartia[16]. En Arantzazu, un barrio de Oñati, la forma de poblamiento era de casas dispersas que se ubicaban en la parte de menos altitud[17].
En Ezkio-Itsaso (G) las casas estaban diseminadas por todo el espacio que ocupaba la jurisdicción. Sin embargo, la parte más baja de la villa estaba más poblada que el resto; así en el barrio de Santa Lutzi-Anduaga, a los dos lados de la carretera había más construcciones debido sin duda a que el suelo era mejor y a la mayor facilidad de comunicaciones con Zumarraga y Ormaiztegi. En el casco de la villa y cerca de la parroquia se levantaba en los años veinte del siglo XX un pequeño núcleo de casas próximas. También había otros dos grupitos de cuatro o cinco caseríos, los demás se hallaban aislados y separados por distancias mayores los unos de los otros.
Hasta aquí todas las descripciones anteriores proceden del Anuario de Eusko Folklore y corresponden a las primeras décadas del siglo XX. Como se verá en un apartado posterior muchas poblaciones del área más septentrional, coincidentes con la zona de poblamiento disperso, han experimentado notables crecimientos demográficos y sobre todo en el número de edificaciones.
En el Valle de Carranza (B) la población se muestra dispersa por las zonas de altura media y baja. Pero las casas no se hallan uniformemente repartidas sino que tienden a agruparse formando barrios que se ubican en su mayoría en las lomas que arrancando del centro del Valle ascienden de forma radial hacia las cumbres que bordean el Valle de Carranza. Unos cuantos barrios se disponen a lo largo de los cursos de agua que surcan el fondo del valle natural; los más importantes y en los que se concentra la mayoría de los servicios: Concha, donde se encuentra el ayuntamiento, y Ambasaguas, donde se ha localizado la poca industria del municipio, son los que más han crecido y donde se levantan las nuevas urbanizaciones.
La forma de los barrios es variable, en líneas generales las casas se hallan agrupadas en torno a la iglesia si son cabecera de parroquia o concejo, por ejemplo Ranero, o a lo largo del camino que cruza el pueblo, como Bernales. A veces dentro de un barrio se pueden ver agrupamientos menores que entre sí se encuentran algo alejados. Cada uno de estos grupitos de casas recibe el nombre del lugar y le corresponde un topónimo. Un ejemplo típico es el de Pando con los lugares del Cueto, la Aldea, el Chorrote y Lasamosillas. Salviejo es otro ejemplo, pero en este caso los agrupamientos están más distantes entre sí. Por el contrario, otras veces la dispersión dentro del barrio es tan alta que las casas se hallan totalmente desperdigadas como en las Torcachas y la Cerca.
En la comarca de Busturialdea (B), en tiempos pasados los barrios de Ajuria, Maume e Ibarruri constituían la localidad de Ibarruri. De un tiempo a esta parte Ibarruri y Gorozika se han integrado en el municipio de Muxika. Ajuria se compone del núcleo en torno a la iglesia y de los barrios de Berroia, Izabale (Irazabal), Eizabale (Egizabal), Urrutxu (una parte) y Oka (una parte). Ha habido casas aisladas pero hoy en día apenas se encuentran habitadas y más bien están arruinadas o a punto de hacerlo. En Ajangiz las casas están agrupadas en barrios más o menos pequeños: Mendieta, Maloste y Ajangiz zarra, Kanpantxu y Goierri. Son muy pocas las casas aisladas, que hoy en día están arruinadas o semiderruidas. Se han construido unas viviendas de pisos en el pequeño núcleo urbano de Eleizalde y algunos chalets en Kanpantxu y Mendieta. Gautegiz-Arteaga está constituido por los barrios de Errekalde, Mendialdua, Zelaieta, Ozollo, Islas, Nabia(k), Portu, Zendokiz, Aldamiz, Tremoia y Muruetagana. La población no ha crecido mucho pero desde los años setenta del siglo pasado el número de casas se ha doblado. Se han hecho algunas viviendas de pisos junto al castillo de Arteaga pero en general lo que se han construido son chalets que han sido levantados por gente que no es de la propia localidad. El barrio donde se han construido más casas es Zelaieta. Nabarniz se compone de los barrios, llamados cofradías, de Elejalde (el núcleo principal), Ikazurieta, Intxaurraga, Lekerika, Merika y Uribarri-Zabaleta. Estos barrios son más o menos pequeños y son muy pocas las casas aisladas, que como se ha indicado en las anteriores poblaciones están arruinadas o semiderruidas.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Los establecimientos humanos en el Pirineo Vasco” in Revista de la Academia de Ciencias Exactas, XVI (1932) p. 364.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara, III” in AEF, XIX (1962) pp. 47-48.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Para un estudio de Iholdi. Notas preliminares” in Homenaje al Dr. José María Basabe. Cuadernos de Sección. Antropología Etnografía. Tomo V. Donostia-San Sebastián: 1987, p. 89.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Notas sueltas para un estudio de la vida popular en Heleta” in AEF, XXXIV-XXXV (1987-1989) pp. 65-66.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in El mundo en la mente popular vasca. San Sebastián: 1962, pp. 19-21.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Materiales para un estudio del pueblo vasco. En Liginaga (Laguinge)” in Ikuska, I (1947) p. 127.
- ↑ Julio CARO BAROJA. Etnografía histórica de Navarra. Tomo III. Pamplona: 1972, p. 154.
- ↑ Julio CARO BAROJA. “Algunas notas sobre la casa en la Villa de Lesaka. La arquitectura en la casa lesakarra” in AEF, IX (1929) p. 77.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Estudio etnográfico de Ezkurra” in AEF, XXXIV-XXXV (1987-1989) p. 44.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Pueblo de Kortezubi (Bizkaia). Barrios de Basondo y Terliz. Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, V (1925) pp. 45-46, 56.
- ↑ Eulogio de GOROSTIAGA. “Pueblo de Zeanuri. Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, VI (1926) p. 75.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Contribución al estudio de la casa rural y de los establecimientos humanos. Pueblo de Ataun. Barrios de Arinberriaga, Murkondo, Arrate-kale y Ugaldekarrika. Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, V (1925) pp. 1, 2 y 9.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Aspectos de la transición contemporánea en la cultura del pueblo vasco” in Etnología y tradiciones populares. Zaragoza: 1974, p. 10.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Establecimientos humanos y toponimia. Barrios de Sasiola, Astigarribia, Olaz, Mixoa y Galdua (Deva-Motrico)” in AEF, VIII (1928) p. 14.
- ↑ José Miguel de BARANDIARAN. “Etnografía de Itziar” in AEF, XXXII-XXXIII (1984-1986) pp. 17-18.
- ↑ Leonardo de GURIDI. “Pueblo de Oñate. Los establecimientos humanos y las condiciones naturales” in AEF, V (1925) p. 70.
- ↑ José I. LASA. “Topografía, agricultura y establecimientos humanos en el barrio de Aránzazu (Oñate)” in AEF, XVI (1956) p. 55.