Intervención de los padres de los esposos
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Se dice que antiguamente era más frecuente la intervención de los padres en la vida y en los asuntos de los hijos casados que hoy día. Ahora se les da consejo si lo piden. En la faceta que más actúan hoy día es en el cuidado y atención de los nietos.
Es dato común recogido en las localidades encuestadas que actualmente los hijos al casarse viven más libres al independizarse de los padres y organizar la vida a su modo. Un dicho que se oye frecuentemente referido a la autonomía que buscan los futuros esposos respecto de los padres dice así: El casado, casa quiere. En Beasain (G) se ha señalado que debido a los cambios operados en los hábitos de vida, tanto en la forma de vestir, alimentarse y divertirse, los padres apenas intentan imponer sus costumbres al matrimonio joven, antes al contrario son ellos quienes se van aclimatando a los nuevos modos de vida.
En Hondarribia, Oñati (G) y Allo (N) se ha consignado que los padres no intervenían en la vida del nuevo matrimonio. En Zerain (G) ya no intervienen en la vida del matrimonio joven y tratan de adaptarse a los signos de los tiempos. Si algún asunto afecta a la familia, el matrimonio joven consulta con los padres la decisión a tomar. En Obanos (N) dicen que en general los padres de los esposos no se han metido en la vida de éstos, procurando convivir de la mejor manera posible, dando impresión de armonía.
La intervención de los padres en la vida de los esposos ha tenido su singularidad cuando conviven los dos matrimonios, sobre todo tratándose del heredero o heredera de la casa familiar que a raíz de su casamiento ha de compartir vida y hacienda con los padres o los suegros, generalmente sometido al mandato de éstos. Las encuestas han consignado casos de fricciones entre la suegra y la nuera. A veces el hijo se posicionaba a favor de la madre, lo que generaba problemas de convivencia. También se daban situaciones de nueras que acusaban a las suegras de entrometerse en la relación matrimonial o en la educación de los nietos.
En Abezia (A) son mayoritarios los testimonios en que las mujeres aseguran haber recibido un gran apoyo por parte de la suegra tanto en las labores domésticas como en el cuidado de los niños. También se ha recogido que a veces los padres decidían con quién debía casarse el hijo o la hija y estos matrimonios de conveniencia podían crear tensiones.
En San Martín de Unx (N) dicen que los padres aconsejaban a los hijos sobre su matrimonio pero en la mayoría de los casos no les obligaban a tomar partido. Factores importantes eran la posición económica del futuro cónyuge y su moralidad e integridad. Una vez casados, los padres no interferían en la vida de la nueva pareja. En los casos de orfandad era el hermano mayor quien asumía la responsabilidad del padre. Esta consideración sobre la intervención de los padres en tiempos pasados en los casamientos de los hijos estuvo más generalizada.
En Bernedo (A) el hijo que se casaba para casa convivía con los padres y, normalmente, en la casa mandaba el padre. Este hijo y sus hijos al vivir con ellos eran los preferidos.
En Zeanuri (B) se ha consignado que el padre mayor, aite zaarra, era quien llevaba la dirección de la hacienda familiar y el hijo casado le guardaba respeto. La relación entre padre e hijo casado ha sido mejor que la de la suegra y la nuera, aquélla tenía menos autoridad y ésta le hacía menos caso. De la nuera se decía que estaba definida por su nombre. Errena tiene en el habla la doble acepción de nuera y coja. De la nuera buena para la casa se decía: galbaian be ure ekarriko leuke, podría traer agua hasta en un cedazo.
En Allo (N) también señalan que con alguna frecuencia las relaciones entre la suegra y la nuera no eran del todo buenas. Algunos lo atribuyen a que la nuera “le quita” el hijo a la madre y otros argumentan que su nombre lo indica “la nuera no-era”.
Son varias las localidades en las que han consignado que los padres que convivían con el hijo o la hija casado a la casa familiar intervenían en el modo de vida de los jóvenes esposos. Se indica que las interferencias principalmente se daban entre la madre y la joven esposa debido a que permanecían mucho tiempo juntas en casa; también si la recién casada era una mujer madura podían surgir problemas. En los lugares en que se realizaban labores de campo, al ser el padre quien dirigía las tareas domésticas, el hijo o el yerno obedecía las órdenes de aquél (Trapagaran-B; Elorz, Izurdiaga, Luzaide/Valcarlos, Valle de Roncal-N; Sara-L). En Mezkiritz (N) expresaban así el que la mujer mayor mandara en la organización de la casa: “Zenbait etxetan, ama neskato eta amatxi etxekoandre”, en algunas casas, la madre criada y la joven casada señora.
Según se recogió a principios del siglo XX, en Llodio (A) el domicilio de los desposados solía ser la casa de los padres de alguno de los contrayentes, lo que producía que a veces entre los jóvenes y los viejos se produjeran fricciones que hacían que el matrimonio joven abandonara la casa de los mayores. También en Gernika (B) y en los pueblos de la comarca de Pamplona (N) el nuevo domicilio de los jóvenes esposos solía ser el de los padres de alguno de ellos, y en el Valle de Burunda (N) sólo cuando la boda se hacía para casa. En esa misma época los testimonios recogidos en Laguardia (A) señalan que los recién casados formaban casa aparte, salvo si los padres eran ancianos. En Aoiz (N) era el novio quien ponía la casa[1].
Desavenencias
A continuación se muestran algunos ejemplos aportados en las encuestas donde las tensiones o desavenencias registradas son más explícitas.
En Abezia (A) dicen que los abuelos, a menudo, se siguen considerando dueños de todo y, en ocasiones, se oponen a que el matrimonio joven realice reformas en la casa o quiera cambiar o modernizar la explotación agraria o ganadera, lo que genera tensiones. En Apodaca (A) en algunos casos los padres intervenían en los asuntos de la pareja joven, llegando ésta a abandonar la casa y la labranza y trasladándose a trabajar a Vitoria (A). En Bernedo (A), en caso de desavenencias entre esposos, los padres de ambas partes intervenían para arreglar el conflicto de sus hijos.
En Agurain y Berganzo (A) se ha consignado que la intervención de los padres de los esposos en la vida de los hijos casados que viven en el hogar suele dar algunos problemas entre madres e hijas y más entre suegras y nueras. Entre el padre y el hijo, si se dedican a la misma actividad, las diferencias se resuelven con más facilidad que entre suegro y yerno. En Moreda (A) se ha aportado un dicho que no deja bien parada la relación de suegra y nuera: Mientras madre e hija / caben en una camisa. / Suegra y nuera / ni dentro ni fuera.
En Zeanuri (B) señalan que debido al régimen comunitario que se daba en las casas eran frecuentes las desavenencias, allegoak, en la sociedad tradicional, bien porque los mayores no podían aportar el trabajo requerido o bien porque las necesidades del matrimonio joven eran mayores. En muchos casos estas situaciones terminaban en disputas que se solventaban ante el juez del pueblo. Normalmente se llegaba a una componenda, en algún caso extremo se llegó al reparto de todos los bienes en dos mitades con la consiguiente pérdida de valor de algunas cosas.
Son numerosos los testimonios recogidos en las localidades encuestadas sobre tensiones en las relaciones del hijo o hija casado a la casa familiar con los padres con quienes debía convivir. Los problemas podían agudizarse por motivo de que uno de los cónyuges fuera el favorito del padre o de la madre (Amorebieta-Etxano, Andraka, Busturia-B; Elosua-G; Obanos, Sangüesa-N).
- ↑ EAM, 1901. (Arch. CSIC. Barcelona).