Nuevos materiales
Además de los materiales recogidos en los anteriores apartados, en las últimas décadas se han ido generalizando otros que son manufacturados y ajenos al lugar donde se realizan las edificaciones. Los nuevos tiempos se caracterizan por una mayor disponibilidad de alternativas que, como queda dicho, se han desligado de los propios recursos locales lo que ha permitido una mayor variedad de tejados que a menudo supone una pérdida de la armonía tradicional.
Algunos de estos materiales se introdujeron hace décadas, como es el caso del fibrocemento, más conocido por su nombre comercial de uralita. Tras un periodo de auge su uso ha ido quedando restringido a edificaciones menores.
En Aoiz (N) en los años setenta se puso de moda la uralita. Aunque fueron pocas las casas que sustituyeron las tejas tradicionales por este nuevo material, sus dueños han acabado quitándolo para volver a las tejas. Actualmente la uralita se utiliza debajo de las tejas para proteger el techo de la abundante lluvia y como tejado de pequeñas bajeras, perreras, garajes, etc. En Astigarraga (G), en las construcciones menores, las más antiguas tienen teja mientras que en las más recientes una simple plancha de tablas sostiene una techumbre de uralita u otro material moderno.
A veces ocurre que materiales de otros tiempos, que se fueron abandonando por no resultar eficaces, vuelven a recuperarse una vez se superan las dificultades técnicas para su uso. Tal es el caso de la pizarra que ahora es más fina y uniforme.
Hoy en día se observa un nuevo auge de las tejas, todas de origen industrial y a menudo de importación hasta el punto de que suelen llamarse tejas francesas. Se caracterizan por una gran resistencia a la rotura y porque se colocan de un modo que recuerda a las planas de antaño aunque traten de imitar a las curvas; es decir, se disponen en una única capa y no unas invertidas que hagan de canales y otras superpuestas. Estas tejas necesitan para su colocación que la estructura sobre la que se asienten sea perfectamente plana. Por esa razón cuando se realizan restauraciones de tejados antiguos es necesario cambiar previamente el armazón de madera para sustituirlo por otro perfectamente alineado. A pesar de que se tiende a colocar tejas de color rojo su variación es alta tanto en la tonalidad como en la forma rompiendo así la uniformidad de antaño. Algunas se compran teñidas imitando las manchas que las tradicionales tejas adquieren con el paso del tiempo al asentarse sobre ellas líquenes y musgos.