Tipos de madera
El uso de la madera muestra variaciones a lo largo del territorio estudiado no sólo porque ha existido una mayor disponibilidad de árboles adecuados en la zona atlántica respecto de la meridional, donde debido a las antiguas prácticas agrícolas se produjo una temprana deforestación, sino porque algunas especies arbóreas son diferentes.
Las más usadas han sido los diversos robles, los castaños, las encinas, las hayas y los chopos. Es necesario que se trate de ejemplares que cuenten con las dimensiones adecuadas para preparar las piezas más largas y gruesas y que además se trate de maderas duraderas.
También se han empleado materiales más frágiles como los procedentes de algunos arbustos, como el avellano para entretejer sus varas y hacer tabiques de separación entre habitaciones tras cubrir este entramado con barro, o los cañizos que se han empleado en el sur como soporte de la teja.
En el Valle de Carranza (B) la elección de la madera estaba marcada principalmente por su duración, siendo el roble y el castaño las preferidas. El roble se ha empleado en el interior como componente principal de la estructura. Son de roble los pies derechos o postes, las vigas maestras o tirantes, sus prolongaciones al exterior de la fachada en las que se apoyan los balcones, conocidas como plumas, las vigas, las sopandas, los caballos, etc. Por contra el castaño se ha utilizado en el exterior debido a su mayor resistencia a las inclemencias: en los balcones, puertas y ventanas. Tanto en las escaleras como en la tarima de los pisos y en la chilla o lata del tejado se ha utilizado indistintamente el roble o el castaño.
En Gautegiz-Arteaga (B) en la construcción de la casa el roble se utilizaba para todo: postes, postiek, frontales, frontalak, cargaderos, kargaderuek, cabrios, kaperijjoak, etc. Se empleaba el duramen, gijjerrie, del árbol, nunca la albura por su tendencia a apolillarse. Otra madera fue el castaño; el más apropiado era el que estaba sin injertar, estitzaie, y se utilizaba para entarimar, para las ventanas y en labores de marquetería. Para hacer tabiques se recurría también al pino francés del que se obtenía tabla ancha.
En Orozko (B) los tablones que forman el suelo son de roble la mayor parte de las veces y en ocasiones de castaño. Dicen que la calidad del roble es mejor en la parte más baja y vieja del tronco, siendo más rojo que en su parte superior donde es más blanquecino.
En Itziar (G) el material de madera antes solía ser de roble y menos frecuentemente de castaño, árboles abundantes en el pueblo.
En Lesaka (N) en vigas, sostenes y columnas se empleaba la madera de roble y castaño así como también para los suelos.
En Aoiz (N) en tiempos recientes se prefiere el roble o el haya, que se encuentran fácilmente en las serrerías de la zona; antiguamente las sacaban de los bosques cercanos.
En el Valle de Zuia (A) la madera más habitual ha sido el roble, que se caracteriza por las grandes dimensiones de algunos de los troncos empleados. Así, no es difícil encontrar pies derechos que arrancando desde el suelo de la planta baja, apeados sobre bases de piedra de forma más o menos geométrica para evitar las humedades, alcancen el caballete del tejado, todo en una sola pieza.
En Améscoa (N) los pilares y las gruesas vigas que llaman cadenas eran troncos de roble corpulentos, labrados a hacha. De roble eran también los cuartones, las viguetas del techo, los cabrios, las viguetas del emparrillado del tejado y el tejillo.
En Mirafuentes (N) el chopo ha sido utilizado habitualmente por su abundancia; la parte más baja y gruesa del tronco era llamada cadena, unos cuatro metros de madera empleados en la parte baja de la casa, por lo tanto en las vigas de las cuadras. Los metros siguientes del tronco daban lugar a las suelas, vigas que sujetan los distintos pisos de la casa. De la parte superior se sacaban las sopandas o maderas que sostienen los cabrios del tejado. También era empleada la madera de encina o lencino negro.
En Artajona (N) el maderaje empleado para los pisos y los cabrios (solivos) del techo era antiguamente de pino, siendo más corriente el chopo de cien años a esta parte ya que es el árbol más común en Artajona. El chopo era colocado algunas veces sin limpiarlo bien de tal modo que la corteza se la quitaba el mismo albañil con el hacha o la azuela. A veces los pinos se colocaban sin sangrar, despidiendo resina durante mucho tiempo.