Pago de deudas
Los datos que se han recogido en las encuestas responden a la pregunta de si los familiares se subrogaban o no en las deudas ordinarias contraídas por los parientes cercanos. Los familiares han solido pagar y hacer frente a las deudas de otros parientes si existía riesgo de que la casa familiar saliera fuera del patrimonio, en los demás casos no ha habido mucha solidaridad.
En Moreda (A) aseguran que el pago de deudas entre parientes no se da salvo entre padres e hijos. En Valdegovía (A) es excepcional que se paguen deudas de parientes, algún padre se ha hecho cargo de la deuda de un hijo. En Legazpi (G) y en Goizueta (N) indican que el ámbito para hacerse cargo de las deudas contraídas por otro estaba restringido a los hermanos. En Abezia (A) se han conocido casos de personas que han pagado las deudas de hermanos o familiares para evitar que la casa familiar o las tierras pasasen a manos extrañas o para preservar el buen nombre de la familia.
En Zerain (G) se ha consignado que si la deuda era de un hijo soltero, el pago correspondía al padre, y al hijo de la casa si era del padre. Si correspondía a un pariente soltero sin familia directa y se trataba de una cantidad no muy elevada, pagaba el cabeza de familia de la casa de donde provenía. En Beasain (G) los padres, hijos o hermanos solían hacerse cargo del pago de las deudas de parientes si no se trataba de grandes cantidades procedentes de negocios particulares fracasados, pero es cada vez menos usual. En Altza (G) se procuraban pagar las deudas de un familiar con ayuda de los parientes más cercanos y cuando no era posible se acudía a pedir un préstamo al banco.
En Agurain (A) se ha recogido que en casos de necesidad se pagan deudas de parientes. En Gorozika (B) no había norma ni costumbre fija, era potestativo del pariente hacerse o no cargo de las deudas de un familiar.
En el Valle de Roncal (N) se ha consignado que no era corriente el tener deudas y estaba mal visto. Los familiares se mostraban recelosos a pagar las deudas de un pariente, salvo las derivadas de una causa injusta, en cuyo caso era más fácil obtener la colaboración familiar. A este propósito se recuerda el dicho: El que tiene, tiene, / pero luego da si quiere. Se ayudaba si la deuda se debía a gastos ocasionados por cuidar enfermos o personas mayores.
En San Martín de Unx (N) las deudas de la familia se resolvían mediante préstamos ya que la familia no cubría los baches económicos de otros parientes a fondo perdido. Esta actitud se justificaba en que las familias disponían de poco dinero. En Ribera Alta (A) se decía que cada uno tenía que ser responsable de sus actos y la familia no se hacía cargo de las deudas de los parientes. En Pipaón (A), una vez muerta la persona, nadie se hacía cargo de la deuda, teniendo en cuenta las carencias que había en la localidad.
En Elorz (N) señalan que entre parientes había mucha unión y amistad pero cuando se trataba del “asunto del bolsillo” nadie entraba en terrenos ajenos, por muy familiar que fuera y cada uno debía afrontar sus problemas. En Busturia (B), según señala la mayoría de los informantes, cuando se era rico o se estaba bien, todos los parientes le estimaban a uno, pero cuando llegaban las dificultades económicas nadie quería saber nada.
En Zeanuri (B) se ha consignado que los parientes que vivían fuera de la casa originaria, etxekoak ez direnak, no se consideraban obligados a pagar las deudas contraídas por ésta. Era la casa con su patrimonio la que había de responder de la deuda y si no podía hacer frente a la misma sería un deshonor para ella. En Amorebieta-Etxano (B) si un familiar hacía frente a un gasto de otro, éste le compensaba ayudándole en las labores domésticas.
En Zuberoa se señala que la casa no estaba obligada a hacer frente a las deudas de los hijos que hubieran abandonado el hogar, la reputación de éstos no afectaba a la casa. Por el contrario, en numerosas ocasiones los hijos ayudaban a que la casa familiar saliera de dificultades pasajeras o a que consolidara sus adquisiciones.