Abejeras, erlategiak
Los colmenares o abejeras, erlategiak, han sido tratados en otro volumen de esta obra[1]. A veces las colmenas eran construcciones independientes relativamente cercanas a la casa, otras se instalaban adosadas a una pared e incluso se han tenido en los balcones. Se ha considerado importante su orientación, el que las colmenas miraran al sol, que estuvieran protegidas de los vientos fríos y aisladas de la humedad del suelo. Es fundamental el que en las cercarnías se puedan abastecer de agua y tengan fuentes de alimentación.
En Ereño (B) las colmenas, erleontzie, estaban situadas junto a la casa, siempre mirando al sol, hechas en troncos vaciados, protegidos por un tejado asentado sobre cuatro palos y abierto a los lados. En Zerain, Telleriarte (G) y Orozko (B) los abejales, erlategiek, podían estar adosados a la casa o ser construcciones exentas. En Aria (N) junto a la casa solía estar el colmenar, erleteia, y otro tanto ocurría en Bedarona (B) donde recibía el nombre de erlatokia.
En Andraka (B) el colmenar, erletoki o erlau txe, estaba situado frente a la casa o a un costado, generalmente el occidental. Las viejas colmenas se hacían con troncos huecos que luego se sustituyeron por cajas de madera. La parte delantera tenía una tapa con agujeros de forma triangular en la base que servía de entrada; en el lado opuesto disponía de otra tapa que se abría cuando se iba a sacar la miel. Para protegerlas del agua se cubrían con tejas curvas. Antaño todas las casas tenían alrededor de seis colmenas. Desaparecieron antes de la guerra civil de 1936.
En el Valle de Carranza (B), desde tiempos antiguos ha existido la costumbre de ubicar el colmenar, nombre con el que se conoce el conjunto de cepos (colmenas), en lugares bien diferenciados del espacio rural del valle. Se ha situado en las balconadas de las casas, o cerca o junto a ellas, y en ocasiones en el monte. Siempre de forma que recibieran el máximo posible de horas de sol, orientados al sur. En otro tiempo los cepos se colocaban en el balcón del sobrao, bajo el alero del tejado. Una vieja creencia recogida en el barrio de Salviejo decía que se colocaban en los balcones porque “las abejas tenían que oír hervir el puchero del dueño”, así éste estaba más pendiente de ellas. Los cepos situados cerca de los caseríos se han colocado en línea recta, en una o dos hileras, a resguardo de muros o paredes de piedra. A veces se ponían dentro de sencillas construcciones para protegerlos de las inclemencias del tiempo.
En Abezia (A), en los terrenos cercanos a la casa había abejeras, independientes de la casa, que a menudo se colocaban contra una pared y disponían de un pequeño tejado de protección. En Apodaca (A) la mayoría de las casas tenían la abejera, un pequeño tejadillo a tres paredes abiertas al mediodía donde se ponían los vasos o cuezos en dos o tres pisos.
En nuestra investigación de campo hay constancia de colmenares en todos los territorios. Así además de las localidades ya señaladas, se ha constatado su existencia en: Agurain, Bernedo, Moreda, Ribera Alta, Urkabustaiz, Valdegovía, Valderejo, Zuia (A); Abadiño, Abanto-Zierbena, Triano, Urduliz (B); Ezkio-Itsaso, Elgoibar (G); Allo, Améscoa, Larraun, Mélida, Roncal, San Martín de Unx, Sangüesa (N) y Vasconia continental.
- ↑ ETNIKER EUSKALERRIA. Ganadería y pastoreo en Vasconia. Atlas Etnográfico de Vasconia. Bilbao, 2000, Capítulo V, apartado “El colmenar, abejar, erlategia”, pp. 834-838.