Cabañas, bordas o pajares. Lastategia

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En localidades alavesas y navarras se ha constatado la existencia de un edificio próximo a la casa que tiene la función de pajar, granero y desván, además de otros usos, y se conoce con el nombre de cabaña o borda.

En la comarca del Valle de Zuia (A) forman parte del caserío varios edificios anejos como la cabaña o borde y los silos. La cabaña puede hallarse bajo la cubierta de la casa en uno de los laterales o en edificio aparte. Las cabañas o portegados varían según la forma, el número de plantas y que estén o no anexos a la casa. Depende de localidades el que estén o no separados del edificio principal.

En Abezia (A), como parte anexa pero vinculada a la vivienda se encontraban la cabaña y la sobrecabaña. Esta última tenía, en ocasiones, un pequeño piso más alto, que se conoce como buhardilla, donde solían guardar el grano o la comida para las ovejas. En la cabaña, una construcción con una o dos caras abiertas, se dejaban los aperos agrícolas y la leña. En la sobrecabaña se guardaban la hierba y el heno, actuaba además como secadero. También en Andagoia y en Valdegovía (A) se constata la cabaña como lugar donde se guarda la maquinaria, aperos, granos y productos agrícolas.

En Ribera Alta (A) lo normal es que la cabaña esté formando ángulo con la casa o frente a ella, en este caso entre ambas se encuentra la era. La cabaña cuenta con planta baja donde se ubican el granero y el espacio donde se guardaban los carros, y el piso superior que es el pajar. En los años cincuenta, en los pueblos situados en las laderas de la sierra de Árcamo se construyeron silos para guardar el maíz.

En Aprikano (Kuartango) (A) las casas tenían borde y cabaña. Esta última servía para recoger las cabras y las ovejas cuando volvían de pastar. En Apellániz (A) junto a las casas suele estar el borde donde se guardaban los aperos de labranza. En Apodaca (A) algunas casas tenían el portegado separado de la casa, en otras separado por la era; unas tienen el corral de las yeguas separado unos metros de la casa.

En Bernedo (A) las bordas, pajares, sirven para guardar la herramienta, maquinaria, paja y patatas y, el grano que anteriormente se guardaba en el alto o desván. Los pajares están separados de las casas y junto a las eras que ya no se usan, otras veces suelen ser viejas casas deshabitadas. En los últimos veinte años, debido al incremento de la producción de patatas, se han construido almacenes para guardar las patatas y la nueva maquinaria que rompen el paisaje urbano tradicional.

En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) las construcciones complementarias como bordas o pajares suelen formar edificio aparte. Es normal encontrar tejavanas apoyadas en la pared de la casa o borda. Estas tejavanas se encuentran en las eras que antes se usaban para trillar y cubrían parte de las mismas, con la finalidad de resguardar de la lluvia las herramientas y la paja.

En Berganzo (A) las cabañas disponen de dos plantas, la baja para el ganado y los aperos, y una parte destinada a bodega donde se almacena el vino en tinas, y el piso superior para guardar los productos agrícolas recolectados. Algunas tienen cubierta propia y otras aprovechan la prolongación de la cubierta de la casa principal. A veces los pajares, que son edificios independientes de las casas, se identificaban como cabañas y viceversa. Las paredes interiores eran de adobe revestidas con tierra, lucidas con yeso y pintadas con cal blanca y azulejo.

En Markinez (A) las casas disponían de una o más cabañas o bordas, adosadas al edificio principal o próximas a él, contruidas expresamente para guardar la mies y los aperos de labranza. También se utilizaban casas deshabitadas.

En Valdegovía (A) las bordas suelen estar cercanas a las casas, junto a las antiguas eras, puesto que su función es de almacén de utensilios de labranza y de granero.

En Aria (N), en las proximidades de la casa, hay una construcción de tamaño variable que se conoce con el nombre de borda o xoxa. Consta de planta baja que sirve de establo, sobre el que se encuentra un desván que sirve de henil. La denominación xoxa se utiliza más específicamente para designar una construcción también cercana a la casa, más pequeña que la borda, y cuya función básica es la de guardar los aperos y las ovejas durante el invierno. Xoxapea es el cobertizo situado al lado de la era, larreina, y que servía para proteger las mieses en caso de lluvia cuando todavía se trillaba. Hoy día se utiliza, principalmente, para guardar los aperos de labranza. En Luzaide/Valcarlos (N) como construcción complementaria de la casa había borda para el ganado vacuno.

En Orondritz (N) es habitual que junto a la casa se encuentre otra llamada corral o borda, antigua vivienda o construida al efecto. Consta de dos pisos, sin compartimentos interiores, en su planta baja se guardan las ovejas y la alta se utiliza para recoger la hierba. En Juslapeña (N) algunas casas contaban con edificios separados como redil, borda, almacén para carro, trillos y paja, baltegi, y pajar, aotztegi. En Aurizberri (N) algunas casas tienen al lado pequeños edificios destinados al alojamiento del ganado, depósito de yerba, paja, etc., los llaman borda.

En el Valle de Roncal (N) toda familia contaba fuera del pueblo con bordas, bordalte, edificadas con los mismos materiales constructivos que la casa. Solían constar de un único piso establo y un sabayao donde la familia, si debía pernoctar, tomaba aposento. La tablilla en los tejados fue sustituida por la teja y, a veces, por lajas de piedras, aunque en estos tiempos se tiende más a cubrirlas con uralita si mantienen su estado funcional, ya que muchas de esas bordas han sido reacondicionadas como casas de campo para el verano. El suelo era de tierra o piedra. Junto a ellas aún se siguen viendo las eras planas y anchas, siempre resguardadas por una pared de piedra y cascotes.

En Garazi (Saint Michel) (BN), a poco más de 50 m de la casa, se encontraba el establo, barrukia o borda, y todavía más alejado un establo más antiguo, borda zarra, junto al que había un cobertizo, alapia, para guardar el material agrícola.

Barrukia, establo, con henil en la parte superior. Tras él, la borda. Zihiga (Z), 1997. Fuente: Michel Duvert, Grupos Etniker Euskalerria.

El pajar, con carácter cada vez más general, ha venido a constituir una construcción independiente, próxima a la casa, para evitar el peligro de incendio.

En Romanzado y Urraúl Bajo (N) es frecuente que para evitar el riesgo de incendio, el pajar se encuentre en un local adosado a la casa. También en Obanos (N) se ha recogido que el pajar era una construcción aneja si bien comunicaba con el desván. En Artajona (N) se ha constatado la existencia de dos tipos de pajares: unos en edificios independientes, en las afueras del pueblo, junto a las eras, y otros adosados a la casa.

En Bernedo, Moreda y Pipaón (A) el pajar por estar las casas adosadas se encontraba fuera del recinto urbano. En Moreda, bordas han existido pocas y en ellas se guardaban los instrumentos que se utilizaban en la era. En Pipaón, dentro del pueblo, se encuentran las llamadas casas viejas que se utilizan para guardar patatas, leña y paja.

En Mirafuentes (N) el casco urbano está repartido entre viviendas y pajares, un tipo de construcción complementaria que permite a los vecinos disponer de desahogos de las viviendas. Los pajares más sencillos son construcciones levantadas con paredes de adobe; algunos se han convertido ahora en viviendas y muchos lo fueron en tiempos pasados.

En Bizkaia, antiguamente, estuvo generalizada una construcción de grandes dimensiones, erigida exclusivamente como depósito de forraje para alimento del ganado. Se trata del pajar o lastategi que estaba situado cerca del caserío y adquiría en muchos casos tanto valor constructivo como el mismo. El autor que en el segundo decenio del siglo XX estudió estos edificios agregados al caserío, Jesús de Larrea, registró algunos ejemplares notables en Abadiño, Gordexola y Zeanuri[1].


 
  1. Información complementaria puede consultarse en Jesús de LARREA. “Lastategi (=pajar) agregado al caserío” in AEF, IX (1929) pp. 9-14.