La casa del casco antiguo de la villa de Durango

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La configuración del núcleo antiguo de la villa de Durango, popularmente denominado “casco viejo”, conserva aún el primitivo trazado en forma de parrilla: cuatro calles alineadas paralelamente con orientación N-S y una transversal E-O que las cruza en la mitad de su recorrido. En las dos cabeceras de esta antigua urbanización se sitúan la parroquia de Santa María de Uribarri al norte y la de Santa Ana al sur, con sus respectivas plazas del mismo nombre.

La denominación tradicional de las calles alude a su situación: Barrenkale (la de abajo), Artekale (la del medio) y Goienkale (la de arriba). En la documentación medieval: Barrenkale aparece como calle de Yuso; Artekale como calle del medio y también calle del Mercado[1] y Goienkale como calle de Suso. La villa se fue ampliando alrededor de este casco antiguo formado por las cuatro calles primitivas.

Dentro del recinto del casco antiguo han existido varios palacios o casas singulares. Algunos fueron destruidos por el bombardeo que sufrió Durango el 31 de marzo de 1937 durante la Guerra Civil. Otros fueron derribados para construir nuevas viviendas. Todavía se conservan casas cuyas fachadas son de piedra sillar. Es de destacar el Ayuntamiento de la villa, con los muros exteriores pintados, situado entre las calles Barrenkale, Artekale y Zeharkalea. Varias casas conservan blasón.

Las calles del casco viejo están orientadas de norte a sur; consecuentemente las casas construidas forman calles con las fachadas al este y al oeste.

Casas de Barrenkale. Durango, 1990. Fuente: Archivo Fotográfico Labayru Fundazioa: José Ignacio García Muñoz.

La descripción que presentamos se basa en una casa situada en Barrenkale, dentro del casco antiguo.

Los cimientos son de mampostería generalmente y en algunas casas de Barrenkale se asientan sobre roca, visible en la orilla del río. Los pilares y vigas que forman la estructura son de madera de roble. Las vigas están empotradas en los muros medianeros de mampostería y aparecen reforzados con ménsulas de madera sobre los pilares. Al ser de origen medieval y con una fachada relativamente estrecha se percibe que para hacer las vigas aprovechaban toda la longitud de los troncos. Las casas de construcción más reciente tanto en el casco antiguo como en el resto de la villa cuentan con estructuras de hormigón.

La cubierta es a dos aguas con la cumbre paralela a la calle. Está soportada por una estructura de pilares de madera que son una prolongación de la general del edificio. Sobre éstos se sitúan vigas y viguetillas que vuelan a ambas fachadas formando un alero con un enlatado también de madera. Así se constituye el entramado general de la cubierta, sobre la que se coloca la teja, normalmente curva o romana.

Las casas más antiguas, como la que describimos, son edificaciones de planta baja y dos o tres alturas. Están adosadas lateralmente unas a otras entre medianeras. Disponen de una fachada principal que da a la calle y de otra posterior que lo hace a la cárcava o patio corrido por el que discurren los servicios de saneamiento municipales. Las casas de Barrenkale cuya fachada posterior da al río Mañaria disponen de “galerías” que en su día fueron ganadas al río.

Todas las habitaciones, incluida la cocina, tenían pavimento de madera. En las casas que se han ido construyendo a partir de los años cuarenta del siglo XX, tanto en la cocina como en el cuarto de baño el pavimento es de baldosa o de terrazo.

Las paredes interiores son de ladrillo lucido y se encalaban antaño anualmente por las fiestas de San Antonio (13 de junio). Más tarde se fue introduciendo la costumbre de cubrirlas con papel pintado. Últimamente se pintan en colores ocre, y se combinan también papel y pintura. El suelo de las habitaciones solía encerarse si bien luego se aplicó un barniz llamado “Pinki”. Hoy día en muchas casas hay moqueta y en otras sobre el suelo con pinki colocan alfombras.

El acceso consta de un estrecho portal que da a las escaleras. Éstas son de madera y ascienden contra el muro medianil, siempre en el mismo sentido, sin cambio de dirección. Es decir, arrancan en el acceso de la fachada que da a la calle, suben hasta el primer piso y continúan en la misma dirección hasta los pisos segundo y tercero si lo hubiera. De este modo el acceso a la vivienda es en cada piso más alejado de la fachada principal y más cercano a la fachada posterior.

La distribución interior de las viviendas consta de un pasillo que comunica las habitaciones de la fachada principal con las de la zaguera donde existen unas galerías en vuelo en el caso de las casas de Barrenkale que dan al río. Junto a la galería se ubican el aseo, la cocina y el tenderete de ropa. Antaño tuvieron fuego bajo.

A lo largo del pasillo y entre ambas fachadas se sitúan varias habitaciones. En la mayoría de los casos son interiores, no tienen ventilación directa. Ésta es suplida, bien por puertas que dan a las habitaciones exteriores o por ventanas en altura que conectan dos habitaciones o por pequeños “patios chimenea” muy estrechos que llegan hasta la cubierta. La mayoría de estas casas carecieron de cuarto de baño o de ducha hasta los años sesenta del siglo XX.

Las casas del casco antiguo cuyas fachadas posteriores dan al río Mañaria que bordea la villa disponen de lavaderos de ropa aprovechando el caudal de agua limpia. Se ubican en la cota inferior de la casa formando un sótano o un semisótano que da al río mediante amplios vanos abiertos en el muro de piedra labrada.

La fachada es un entramado de madera con muros de ladrillo macizos. Tiene balcón corrido en el primer piso; dos balcones separados en el segundo y ventanales en el tercero. La repisa o el vuelo del balcón en el primer piso es de losa de piedra arenisca, en el segundo es de viguetas de madera, prolongación del suelo de la vivienda, recubiertas con madera. El antepecho de los balcones está compuesto por una balaustrada de hierro forjado. El acabado final de la fachada superior es de revoque de cemento con fajas decorativas y pintadas en color ocre. En la planta baja al lado derecho del portal hay una droguería-perfumería que ocupa dos terceras partes de la anchura de la casa.

La puerta de entrada antaño era de madera; de dos hojas ciegas o con un montante acristalado y aldaba de hierro. Ahora, en consonancia con la lonja de la fachada esta puerta es metálica de tubo y perfiles de hierro, acristalada con juntillas y otros remates de aluminio. Hoy día se llama mediante timbres eléctricos. Existen también los llamados “porteros automáticos” que accionan abriendo la puerta desde el interior de la vivienda. Las puertas de las propias viviendas, hacia los años setenta se comenzaron a reforzar con puertas blindadas. Algunas casas nobles disponen de doble puerta de acceso: una es la entrada principal y la otra para el servicio doméstico.

Desde los años sesenta se han colocado en los portales cajetines de madera o de metal con la identificación de los vecinos que viven en la escalera. En ellos se deposita el correo y la propaganda llamada “buzoneo”. Recientemente en muchas casas se ha colocado a la entrada del portal un buzón destinado al depósito de una publicidad sobreabundante.

Ha sido costumbre común colocar en la puerta de entrada a la vivienda, una chapa de latón esmaltado o dorado con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús y otra con el nombre de la familia que la habita. Esta costumbre está desapareciendo.

Tanto en las casas del casco antiguo como en las de barrios periféricos las puertas permanecían abiertas, sin cierre de llave, durante el día. Algunas casas colocaban en la puerta una cuerda de la que se tiraba desde fuera para abrir el quisquete interior de la puerta. Las casas construidas más recientemente en el caso viejo disponen de ascensor. Hasta los años sesenta únicamente había dos casas en la villa que disponían de este aparato. En los bajos de las casas del casco antiguo hay tiendas y establecimientos de todo tipo; antaño estuvieron ocupados por artesanos.


 
  1. En Artecalle, se celebraba una feria anual que comenzaba el día 5 de febrero, festividad de Santa Águeda, y duraba hasta finales del mismo mes. Por este motivo, probablemente, se le denominó calle del Mercado. En esta feria se vendían paños, lencerías, tejidos y vestidos. Señalan los cronistas, que para estar al cubierto de la intemperie, durante la feria, cubrían con toldos la citada calle. Estas ferias se celebraron hasta el año 1866.