Diferencia entre revisiones de «Remedios creenciales3»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Sangüesa (N) para expulsar las lombrices se marca con carbón una cruz en el pecho del que las padece.
 
En Sangüesa (N) para expulsar las lombrices se marca con carbón una cruz en el pecho del que las padece.
 
== Tenia o solitaria ==
 
 
La solitaria es un parásito que se adhiere a la pared intestinal del huésped. En algunas localidades se la asocia con las lombrices (Berganzo-A, Tiebas-N); dicen que las lombrices más largas eran conocidas con el nombre de solitarias (Moreda-A) o que la gran lombriz se come parte de lo que ingiere su portador (Mendiola-A). Por esta razón en muchas localidades de una persona que come mucho y está delgada se dice que parece que tiene la solitaria (Mendiola, Moreda-A; Durango, Muskiz, Orozko-B; Tiebas-N). Algunos testimonios señalan que los síntomas son similares a los de la gripe: mucha sudoración, adelgazamiento...
 
 
En Busturia (B) una persona que siendo joven tuvo la solitaria recuerda que se percató de ello porque sentía picores en el ano y expulsaba trozos de la misma en las heces, cosa que le había ocurrido a su madre que también la padeció y tuvo los mismos síntomas. Cree que la solitaria la contrajo por la ingestión de carne.
 
 
En Apellániz (A) se decía que echando al agua un pelo de yegua o caballo se convertía en solitaria y era fácil que las personas que la bebieran contrajeran la enfermedad.
 
 
Se han recogido unos pocos testimonios de los remedios aplicados para expulsarla, que también recuerdan a los utilizados con las lombrices.
 
 
En Astigarraga (G) se conseguía expulsar la solitaria y hacer que saliera su cabeza comiendo poco a poco durante varios días una bola hecha de pepitas de calabaza molidas, mezcladas con azúcar y una copa de anís. En Arrasate (G) se tomaba varias veces al día el agua de la decocción de grama tuberculosa, ''mugita''.
 
 
En Murchante (N) el remedio aplicado que se recuerda consistía en tomar en ayunas durante nueve días consecutivos ajos crudos comenzando por nueve, disminuyendo progresivamente en cada jornada el número en uno hasta finalizar y seguido ingerir siempre un vaso de leche. La informante señala que, según dicen, a la solitaria le gusta mucho la leche pero el ajo la mata, de esta forma se va expulsando a trozos hasta que se echa la cabeza y se soluciona el problema.
 
 
En Sangüesa (N) ponían al paciente boca abajo y colocaban un cuenco de leche; cuando salía el parásito a tomarla le cortaban la cabeza. También en Busturia (B) se ha recogido que como la solitaria va a la leche, poniendo al paciente delante de su boca un recipiente con leche, acaba expulsándola por la boca.
 
  
  

Revisión del 15:33 17 jun 2019

Estos remedios pretendían alejar las lombrices colocando a la altura de la garganta collares de ajos o de ruda, en la creencia de que a medida que los ajos o la ruda se secaran también lo harían las lombrices.

En Astigarraga (G) se piensa que estos remedios vermífugos han de aplicarse de noche; se dice que las lombrices son sensibles a los cambios de la luna y que con la luna llena empiezan a revolverse; quienes las padecen comienzan bien el día pero al anochecer se ponen malos. En Hondarribia (G) y Arberatze-Zilhekoa (BN) se dice que las lombrices aumentan con la luna llena y pueden llegar a matar a la persona que las padece. También en Donibane-Lohitzune (L) se ha registrado que en el tratamiento de las lombrices infantiles la gente tenía firmes creencias en la influencia de las fases lunares, ilargiaren gorapen eta beherapenetan.

Ajo

En Amézaga de Zuya, Bajauri, Berganzo, Cripán, Pipaón (A); Bedarona, Carranza, Orozko (B); Ataun, Elgoibar, Elosua, Hondarribia (G); Améscoa (N) así como en Vasconia continental se confeccionaba un collar con nueve dientes de ajo ensartados a un hilo que se colgaba del cuello. Estos collares se colocaban preferentemente a los niños.

En Carranza (B) creen que el olor de los ajos no deja a las lombrices ascender hasta la garganta y que a medida que aquéllos se secan lo hacen también las lombrices. En Elgoibar (G) señalan que el aspirar el olor de los ajos es lo que mata a las lombrices.

Según el P. Donostia se cogía un ajo y se partía en trozos pequeños que se ensartaban en un hilo; se agrupaban en tres porciones de las que una colgaba del cuello del niño hacia la espalda y las otras dos hacia el pecho[49].

En Abadiano (B) se envolvían los ajos en un pañuelo que se tenía junto a la nariz para aspirar su olor, remedio que se ha practicado hasta hace pocos años. En Ataun (G) se rompía un ajo y se colocaba atado a la muñeca y las lombrices morían. También se conocía la fórmula de frotarse las muñecas con ajos. En Goizueta (N) se les ponía a los niños una pequeña bolsa con ajo y sal. En Cripán (A), según se constató en los años sesenta, había quienes colgaban del cuello del niño bolsitas llenas de lombrices.


Ruda

En Agurain (A) se sujetaba al cuello una ramita de ruda o de romero para que su fuerte olor ahuyentara a las lombrices cuando atacaran a la garganta. En Muskiz (B) dicen que cuando las lombrices intentan salir por la boca, el paciente siente náuseas y ahogos; esto suele suceder mientras duerme, por ello es conveniente poner un ramo de ruda en la cabecera de la cama. En Zerain (G) se les colocaba a los niños entre el cuerpo y la camisa un puñado de ruda que se cultivaba en el huerto doméstico; se recogía en el verano, se secaba a la sombra y se conservaba durante todo el año en bolsas o recipientes cerrados.

En Ataun (G) se quemaba un trozo de laurel bendecido y en el humo y aroma que desprendía se calentaba una camisa con la que se vestía al niño que tenía lombrices. El informante señala que el laurel las repele.

En Sangüesa (N) para expulsar las lombrices se marca con carbón una cruz en el pecho del que las padece.