Remedios para las torceduras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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En Agurain (A) para curar las torceduras y contusiones se prepara un cocimiento de hojas de nogal. Después de hervir el agua con las hojas se introduce la parte dolorida en ese líquido lo más caliente posible y se mantiene dentro durante un cuarto de hora aproximadamente.

En Goizueta (N) para la torcedura, biurritzea, en el pie había que aplicar calor en la zona afectada. Se calentaba harina de maíz en una sartén hasta que se doraba y seguidamente se introducía en una bolsa que se aplicaba sobre la torcedura. Entre tanto se preparaba otra bolsa para sustituir a la anterior cuando se enfriaba.

En Busturia (B) para las torceduras, biorkadak, se consideraba muy bueno tomar vahos de mamukoia (Malva sylvestris) tras haberla cocido.

En Ataun (G) para las torceduras de pie, anka biurritzea, se cocía sauquillo, anduerea, y al líquido resultante se le echaban piedras calizas rusientes y se aplicaba su vapor sobre la zona lesionada. También se hacía lo mismo con hiedras, untzak.

Hojas de nogal, intxaur-ostoak. Fuente: Luis Manuel Peña, Grupos Etniker Euskalerria.

En Amézaga de Zuya (A) se recurre a la arcilla, que se deshace previamente en agua y se aplica a modo de cataplasma en un trapo cubierto, primero con un plástico y luego con una prenda de lana. Se dice que los baños de arcilla son el mejor remedio contra el dolor de tendones. También cabe la posibilidad de poner una cataplasma de vinagre mezclado con arcilla y agua. Otro remedio consiste en untar la zona dolorida con vinagre y también con agua con sal y vinagre. En Bedarona (B) también se han utilizado emplastos de arcilla. Se ablandaba ésta en agua y con la pasta resultante se cubría el miembro dañado y después se tapaba con un trapo.

En Améscoa (N) los retorcijones se arreglaban envolviendo la parte afectada con paños empapados en sal y vinagre y vendándola fuertemente.

En Ribera Alta (A) para las distorsiones se recurría a métodos caseros consistentes en dar friegas de alcohol de romero o introducir la zona donde se había sufrido la torcedura en agua con sal y vinagre al objeto de reducir la inflamación. También se vendaba la zona torcida para inmovilizarla.

En Carranza (B) los esguinces o torceduras del pie se curaban mediante masajes. Previamente se ponía un poco de aceite de oliva en una cuchara, se colocaba cerca del fuego y cuando estaba templado se vertía poco a poco sobre la zona dolorida a la vez que se iniciaba un enérgico masaje con los pulgares. Tras un buen rato de continua fricción, la región afectada entraba en calor y entonces se procedía a vendar el pie. Se decía que de este modo “los tendones volvían a su sitio”. Los esguinces, al revestir menor gravedad que las fracturas y luxaciones, se trataban en casa sin recurrir a personas entendidas en estos menesteres.

En Zeanuri (B) para el tratamiento de los esguinces se aplicaba igualmente aceite en la zona lesionada. En Telleriarte (G) a los golpes y torceduras, zaintiratuak, se les aplicaba una mezcla de vino con aceite, ardo-olioa, y luego se ataban con un trapo.

En Romanzado y Urraul Bajo (N) la relajación de las muñecas y otras partes del cuerpo se curaba con una estopada hecha con clara de huevo. Después se cubría la estopa con una venda.

En la Merindad de Tudela (N) las torceduras se curaban con sal muera. Otro remedio más enérgico y eficaz que el anterior consistía en aplicar pilmas[1], una especie de emplastos preparados con aguarrás y clara de huevo, colocados sobre una estopa que se ponía luego sobre la zona dolorida[2].

En Azkaine (L) en caso de una torcedura de pie o de brazo se envolvía la articulación después de cubrirla con iñarta-belarra, hierba de luxación; en caso de no disponer de la misma se ponían varias claras de huevo sobre un trapo ancho y le añadían un puñado de polvo de hollín, keldar-errautsa, y con esto se ataba el miembro que había sufrido la torcedura.

En Zerain (G) a las distorsiones de brazos, rodillas y otras articulaciones se les daban soluciones domésticas. Se ocupaba de ello el hombre de la casa y en caso de no poder hacerlo por presentar dificultad especial, se iba al petrikillo o curandero.


 
  1. Según Iribarren bizma o parche se aplica generalmente a los parches de estopa (Ribera). En Ablitas llaman pilma a un emplasto elaborado con aguarrás y clara de huevo que colocado sobre un parche de estopa se aplica a la parte doliente en los casos de torcedura. Vide José Mª IRIBARREN, Vocabulario navarro. Pamplona: 1984.
  2. Pedro ARELLANO. “Folklore de la Merindad de Tudela” in Anuario de Eusko-Folklore. Tomo XIII. Vitoria: 1933, p. 202.