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(Ceremonias funerarias)
 
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Datos similares se han recogido en otras localidades. Así en Amorebieta-Etxano, Andraka y Gorozika (B) los padres, hijos, hermanos, cuñados, primos, amigos y vecinos ofrecían misas, ''mezak atera'', en sufragio de los difuntos. En Bermeo (B) en los funerales se “sacaban” (encargaban) más o menos misas por el alma del difunto según el grado de parentesco, amistad u obligación que hubiera habido con él.
 
Datos similares se han recogido en otras localidades. Así en Amorebieta-Etxano, Andraka y Gorozika (B) los padres, hijos, hermanos, cuñados, primos, amigos y vecinos ofrecían misas, ''mezak atera'', en sufragio de los difuntos. En Bermeo (B) en los funerales se “sacaban” (encargaban) más o menos misas por el alma del difunto según el grado de parentesco, amistad u obligación que hubiera habido con él.
  
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En Bernedo (A), en tiempos pasados, la cofradía de la Vera Cruz a la que pertenecían todos los vecinos se encargaba de lo relativo a los difuntos y a los entierros. Hoy día el heredero de la casa recoge el dinero que familiares y amigos le dan para decirle misas al difunto. Cuando se han dado desavenencias entre los miembros de la familia, si sucede una defunción acuden todos sin tenerlas en cuenta. Era costumbre reunirse la familia para celebrar el aniversario de la defunción de sus miembros; muchos lo seguían haciendo en años sucesivos. En Pipaón (A) a los funerales acudían los parientes cercanos y amigos de fuera. A los venidos de fuera se les daba comida y, en su caso, cama. Todos los vecinos eran miembros de las cofradías de la Vera Cruz o del Rosario y al finalizar el entierro y funeral se daba la caridad, que consistía en pan y vino.
 
En Bernedo (A), en tiempos pasados, la cofradía de la Vera Cruz a la que pertenecían todos los vecinos se encargaba de lo relativo a los difuntos y a los entierros. Hoy día el heredero de la casa recoge el dinero que familiares y amigos le dan para decirle misas al difunto. Cuando se han dado desavenencias entre los miembros de la familia, si sucede una defunción acuden todos sin tenerlas en cuenta. Era costumbre reunirse la familia para celebrar el aniversario de la defunción de sus miembros; muchos lo seguían haciendo en años sucesivos. En Pipaón (A) a los funerales acudían los parientes cercanos y amigos de fuera. A los venidos de fuera se les daba comida y, en su caso, cama. Todos los vecinos eran miembros de las cofradías de la Vera Cruz o del Rosario y al finalizar el entierro y funeral se daba la caridad, que consistía en pan y vino.
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Revisión actual del 07:23 27 jun 2019

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En tiempos pasados, las celebraciones con motivo de bautizos[1], primeras comuniones[2], bodas[3], primeras misas, funerales[4] y aniversarios[5] eran más familiares, en general acudía menos gente (Bernedo, Moreda-A; Busturia, Orozko, Valle de Carranza, Zeanuri-B; Elgoibar, Elosua, Oñati, Zerain-G), hoy día son más extensas[6]. Actualmente también se conmemoran otros acontecimientos como cumpleaños, santo del día, finalización de estudios, etc. Algunos informantes de las localidades encuestadas señalan como explicación del fenómeno el que además del importante incremento de las relaciones sociales, en las bodas, comuniones y bautizos a mayor número de invitados se reciben más regalos. En las localidades encuestadas se indica que un cambio importante que se ha producido es que antiguamente los ágapes con motivo de los acontecimientos señalados tenían lugar en casa mientras que hoy día generalmente se reúnen en restaurantes.

Ceremonias funerarias

Los sufragios por los difuntos han sido ampliamente tratados en otro volumen de este Atlas Etnográfico[7]. No obstante se ofrece una muestra de las obligaciones que las relaciones de parentesco exigen en este ámbito por la importancia que las mismas han desempeñado y lo siguen haciendo en el círculo de familiares y amigos.

En Zeanuri (B), hasta los años cincuenta aproximadamente, eran sobre todo los parientes quienes integraban la comitiva fúnebre. En aquel tiempo, a los entierros acudía menos gente que ahora. Hasta los años sesenta, a los parientes que acudían a las honras y memoriales, los de la casa del difunto les obsequiaban después de los cultos con vino rancio e higos en una de las tabernas del pueblo. Desde el año 1970 quedaron suprimidas tanto las honras fúnebres como los memoriales por los difuntos que hasta entonces se celebraban en días laborables. Hoy día los parientes acuden además de al entierro, a la misa mayor deldomingo siguiente y a la misa aniversario que tiene lugar también en domingo, al año siguiente.

En esta misma localidad arratiana hasta los años cuarenta los sufragios de misas solamente se encargaban por los parientes difuntos aunque fueran lejanos, así como por los vecinos más próximos. Por los otros difuntos se ofrendaban limosnas para responsos y se ofrecía candela en la sepultura familiar. Más tarde se generalizó la costumbre de “sacar misas”, mezea atera, por todos los que morían en el pueblo. Normalmente ese dinero para sufragios se entregaba a la dueña de la casa, etxekoandre, donde había tenido lugar el óbito y ella encargaba las misas dando para ello limosnas a los sacerdotes.

Datos similares se han recogido en otras localidades. Así en Amorebieta-Etxano, Andraka y Gorozika (B) los padres, hijos, hermanos, cuñados, primos, amigos y vecinos ofrecían misas, mezak atera, en sufragio de los difuntos. En Bermeo (B) en los funerales se “sacaban” (encargaban) más o menos misas por el alma del difunto según el grado de parentesco, amistad u obligación que hubiera habido con él.

Rezando ante la tumba de un familiar. Almike (Bermeo-B), 2011. Fuente: Segundo Oar-Arteta, Grupos Etniker Euskalerria.

En Bernedo (A), en tiempos pasados, la cofradía de la Vera Cruz a la que pertenecían todos los vecinos se encargaba de lo relativo a los difuntos y a los entierros. Hoy día el heredero de la casa recoge el dinero que familiares y amigos le dan para decirle misas al difunto. Cuando se han dado desavenencias entre los miembros de la familia, si sucede una defunción acuden todos sin tenerlas en cuenta. Era costumbre reunirse la familia para celebrar el aniversario de la defunción de sus miembros; muchos lo seguían haciendo en años sucesivos. En Pipaón (A) a los funerales acudían los parientes cercanos y amigos de fuera. A los venidos de fuera se les daba comida y, en su caso, cama. Todos los vecinos eran miembros de las cofradías de la Vera Cruz o del Rosario y al finalizar el entierro y funeral se daba la caridad, que consistía en pan y vino.

En Agurain, Apodaca, Berganzo y Moreda (A) los datos recogidos son similares. En Berastegi (G) la familia invitaba a un refrigerio a los asistentes a la capilla ardiente, al funeral y al enterramiento.

En Obanos (N) han sido los de la casa quienes tenían la obligación de encargar misas por los difuntos según ciertas costumbres que se han modificado en la segunda mitad del siglo XX. En Goizueta (N) los familiares de la casa son quienes encargan las misas por el familiar fallecido, y otras familias las encargan a través de ellos. En Allo (N) también hay constancia de que se encargaban misas y oraciones por las almas de los familiares difuntos.

En el Valle de Roncal (N) los parientes más cercanos eran los encargados de los sufragios a favor de los difuntos, acudían en número suficiente y aportaban la cantidad de dinero necesaria. En Urzainki (N) para cumplir los sufragios de los difuntos se hacían novenarios de misas y de rosarios. Todos los parientes llevaban la tabla de cera. Las mujeres de la casa encargaban cinco responsos, y tres los parientes no cercanos.

En Luzaide/Valcarlos (N), a la muerte de una persona, los familiares y allegados entregaban en la casa parroquial sufragios, llamados ofrendas. A mediados de los años sesenta la ofrenda equivalía a 2,50 pesetas y su número dependía del grado de parentesco o amistad con la persona o familia del difunto. La lista de familias y el número de ofrendas se leían en la misa parroquial de un día festivo, cosa que se tenía en cuenta para corresponder. El pueblo respondía con sufragios en los casos de familias advenedizas. El dinero se destinaba a estipendios de misas. Había quienes mensualmente tenían sus días fijos para sacar misas por los familiares difuntos. Cada semana se publicaban las intenciones en la cartelera de la iglesia para que el domingo pudieran apercibirse los interesados.

En Zuberoa las misas se pagaban el mismo día del funeral según un procedimiento de intercambio entre familias, ordaia. La lista de las misas encargadas en los actos fúnebres se consultaba y se sigue consultando para saber si corresponde encargarla.

En Valtierra (N) los sufragios por los difuntos, normalmente misas, estaban fijados según costumbre en veinte misas a celebrar después del funeral, una en cada aniversario y una al año por todos los difuntos de la familia.

Una buena parte de las modificaciones que se han producido en lo que respecta a los funerales y aniversarios se ha debido a los cambios litúrgicos que permiten la celebracion de los funerales por la tarde y a los nuevos medios de transporte que facilitan enormemente los desplazamientos. En las investigaciones de campo queda patente que en los entierros, funerales y aniversarios es quizá donde se manifiestan más claramente los vínculos de parentesco.


 
  1. ETNIKER EUSKALERRIA, “Asistentes al bautizo” y “Agasajos con motivo del bautizo” in Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, pp. 155-160 y 165-172 respectivamente.
  2. ETNIKER EUSKALERRIA, “Banquete de primera comunión” in Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, pp. 279-286.
  3. ETNIKER EUSKALERRIA, “El banquete de bodas. Ezteiak”; “Capitulaciones matrimoniales” y “Costumbres en el periodo de proclamas” in Ritos del nacimiento al matrimonio. Bilbao: 1998, pp. 597-920, 437 y ss., y 491 y ss., respectivamente.
  4. ETNIKER EUSKALERRIA, “Exequias. Hiletak” y “Ágapes funerarios” in Ritos funerarios. Bilbao: 1995, pp. 381 y ss., y 519 y ss., respectivamente.
  5. ETNIKER EUSKALERRIA, “Días exequiales” in Ritos funerarios. Bilbao: 1995, pp. 405 y ss.
  6. ETNIKER EUSKALERRIA, “Banquetes en los ritos de pasaje” in Alimentación doméstica. Bilbao: 1990, pp. 468-480.
  7. ETNIKER EUSKALERRIA, Ritos funerarios. Bilbao: 1995, principalmente pp. 455-494.