Sonidos y ruidos extraños. Herotsegileak

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Muchas veces, si la muerte de un miembro de la familia era perentoria, los sonidos extraños o tonantes que se producían se interpretaban allí como obra de las almas de los difuntos[1]. Generalmente estos ruidos tienen lugar en el desván, pero pueden surgir en cualquier otra estancia de la casa donde moró el difunto (los dormitorios, la cocina, etc.) o en los alrededores. Son también espacios marcados aquéllos en que el muerto desarrollaba su actividad cotidiana o su oficio.

Este tipo de manifestaciones suele combinarse con movimientos inesperados y extraños de objetos, tanto en recintos cerrados como abiertos[2]. Es muy común, por ejemplo, que los ruidos en el desván doméstico se acompañen de la caída, escaleras abajo, del maíz o de los productos almacenados en ese lugar.

En algunas localidades era tal la familiaridad con que los de la casa asistían a estos fenómenos que era frecuente que, cada vez que se oían ruidos en la cámara o desván, exclamaran: «Enei...! Amuma dabil or ganean...» (¡Ay...! Ya anda la abuela ahí arriba...), en referencia a la abuela difunta (Busturia-B).

En los datos recopilados por los etnógrafos hay narraciones que llaman la atención por la minuciosidad con que se han descrito episodios en los que los proferidores de los sonidos bajan del desván de la casa, escaleras abajo, pasan al lado de los miembros de la familia e incluso parecen introducirse en los dormitorios (Donoztiri-BN).

Suelen interpretarse también como obra de aparecidos, retumbos o ruidos fuertes de las paredes (Donoztiri-BN). Además de ello, tanto intra como extramuros de la casa, puede ser el chirriar del arrastre de cadenas, o el crujir de hojas secas, etc. el que produzca gran espanto.

En este grupo de apariciones las más truculentas son aquéllas en que estos ruidos inexplicables, a veces entremezclados con resuellos o la voz del difunto, persiguen sin tregua al testigo de estos hechos.

Estas manifestaciones de ánimas están extendidas en todos los territorios, tanto de Vasconia peninsular como continental. Se han recogido testimonios de ello en Apodaca, Aramaio (A); Bermeo, Busturia, Portugalete (B); Aoiz, Zugarramurdi (N); Arberatze-Zilhekoa, Donoztiri, Mendibe (BN); Itsasu (L), Liginaga-Astüe y Urdiñarbe (Z). Pasamos a describir algunos casos que dan cuenta de la gran variedad de fenómenos recopilados.

En Álava se describen manifestaciones ruidosas, acompañadas de movimiento de objetos (Apodaca-A), incluso del desplazamiento de los muebles de la casa (Pipaón-A). Puede escucharse también la voz del difunto (Aramaio-A).

En un lugar cercano a Apodaca, hace algunos años, vivía en una casa del pueblo un inquilino que oía ruidos extraños en su casa. Aparecían abiertas las puertas de las habitaciones y los objetos cambiaban de lugar.

En Bermeo (B), se relata algún caso en que estando trabajando alguien solo oía ruidos. Estos desaparecían inmediatamente con el rezo de una oración.

En Orozko (B) se recogieron manifestaciones invisibles de las ánimas, como el rugir del viento, el chirriar de cadenas o tintineo de campanas.

En Portugalete (B) interpretan incluso como acciones imputables a las ánimas que se oiga una llamada a la puerta y que, al abrirla, no se encuentre a nadie.

En testimonios recogidos en Zeberio (B), en Aibelabe, se ha registrado esta aparición: «Ba etorri zan gaubean amabiak inguruan edo eta entzun euan katea zarata bat, eta katea zarata ori gero eta urrago eta gero eta urrago eta gero eta urrago egiten jakon» ( [alguien] vino hacia las doce de la noche, y oyó un ruido de cadenas, y ese ruido se le iba haciendo cada vez más y más próximo).

En Zerain (G), un sonido estrepitoso de la ventana anuncia la aparición de un ánima.

En Mélida (N), los habitantes de una casa fueron testigos de fenómenos inexplicables: objetos que se desplazaban, ruidos extraños de las paredes, movimiento de muebles, etc. En cierta ocasión, estando la dueña de la casa sola cuando se produjeron estos hechos, preguntó en voz alta: «¿Quién es?». Oyó esta respuesta: «Paula, misa». Dijeron al fin una misa en favor del alma en pena que moraba en aquella casa y desde ese momento no se apreció nada anormal.

En Urdazubi (N) se oían ruidos en la balanza y pesas de la tienda de una difunta[3].

En Zugarramurdi (N), el testigo siente ruido de pasos y respiración a sus espaldas, suspiros, estampidas, etc. También se recogió en esta localidad el caso del dueño de un caserío que se suicidó en América. Sus sobrinos escuchaban el rugir del viento huracanado que bajaba de un monte próximo. Sin embargo, los extraños a la familia no percibían nada especial. Decidieron bendecir la casa y celebrar una misa anual en sufragio del difunto[4].

Artaldea Durangaldeko mendietan. Fuente: AA. VV. Euskaldunak. Tomo I. San Sebastián, Etor, [1978]. Fot. N. Ardanaz.

En Lekunberri (BN) se recuerda un caso de aparición de grima erratia, sucedido hacia 1950. Una persona murió en la guerra del 39. Tras su desaparición se oían al anochecer ruidos en el granero. Los familiares oían caer del guardillón de arriba el maíz y estaban espantados.

En Mendibe (BN), refieren los encuestados que los aparecidos se manifiestan a través de golpes dados en una habitación cualquiera de la casa.

En Beskoitze (L) se recogieron también, a principios de siglo, testimonios sobre apariciones ruidosas en el desván de la casa. El testigo observó que los sonidos eran como de una persona que andaba en el desván, bajaba por la escalera, pasaba a su lado y luego, penetrando en el dormitorio de su criado sacudía fuertemente una báscula que allí había[5].

En Donoztiri (BN), a principios de este siglo, también se recogieron descripciones de apariciones ruidosas, atribuidas a un muchacho de una casa muerto en la primera guerra mundial.

Según un relato recogido en Zuberoa[6], un ánima se apareció dos meses después de morir, produciendo gran estruendo y haciendo caer de noche los utensilios de la chimenea, «mantetxeko untziak oro lürrealat joaiten zütüzün, gaiaz». Los familiares quedaron espantados por este hecho.

En otro de los casos consignados en esta misma provincia[7], un aparecido se manifestó en forma de música de acordeón, de noche, en una plaza, «erraiten zitazün beti entzüten züala akordeon sonü bat bezala, gaiaz». Tras desplazarse al interior de la casa del testigo, produjo en el piso superior un sonido parecido al de los pasos de una persona. Cuando le preguntaron qué deseaba, no contestó, únicamente emitió una especie de bufido de gato, «ez ditazü deus erraiten, herots ttipi bat baizik, gatü pfu bat bezala».


 
  1. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E402 y ss.
  2. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E599.6.
  3. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 335.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, pp. 332 y 335.
  5. José Miguel de BARANDIARAN. “Rasgos de la vida popular de Dohozti” in El mundo en la mente popular vasca. Tomo IV. San Sebastián, 1966, pp. 70-71.
  6. Junes CASENAVE-HARIGILE. “Siniste zahar eta ez hain zahar” in AEF, XXV (1988) pp. 81-82.
  7. Junes CASENAVE-HARIGILE. “Siniste zahar eta ez hain zahar” in AEF, XXV (1988) pp. 81-82.