Caminos y encrucijadas
En los relatos populares, las ánimas tienden a aparecerse también en otros lugares además de la casa en que habían habitado. Muchas veces los encuestados han determinado que tienen cierta predisposición a hacerlo en los caminos (sobre todo en los cruces), en campo abierto, en los bosques,... incluso en zarzales. Sin embargo, en núcleos cerrados de población, como las villas, pueden hacerlo en pleno casco urbano[1].
Hay casos en que la gente localiza los lugares o caminos donde se producen las apariciones, y son frecuentes en la toponimia menor denominaciones como Arima-gorta (Orozko-B), Arimekorta (Zeanuri-B), Anima-zelaia (Telleriarte-Legazpia-G), prado de las ánimas.
Según indican en Bermeo (B), muchas veces se aparecen las ánimas en los caminos por los que discurría la procesión del entierro tradicionalmente en cada lugar desde las casas a la iglesia, andabideak. También en Plentzia (B) recuerdan que las ánimas se aparecían generalmente en los caminos.
En Busturia (B), un informante señala que las ánimas pueden aparecerse entre zarzales y en Apodaca (A) se cuenta a los niños que las ánimas venían de noche por el monte.
En alguno de los breves relatos consignados en Zeberio (B) se habla del crucero de Petralanda, Petralandako kurzeroa, que producía gran respeto a los caminantes. Había en aquel punto dos cruces en un haya, y cuando decidieron talarla hubo quejas entre los habitantes de la zona.
En Eiheralarre (BN) las apariciones de arima erratiak se producían en un lugar concreto, en la pradera llamada Lakoko pentzia. Esto generaba, hace un tiempo, mucho temor entre los niños de la localidad, y la gente se abstenía de pasar por las cercanías.
- ↑ Stith THOMPSON. Motif-Index of FolkLiterature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E272 y ss., E330, E332 y ss.