Signos físicos de agonía
Cuando el estado de un enfermo grave empeora se atiende a varios rasgos fisicos y de su comportamiento como indicadores de la agonía y por ende de la proximidad de la muerte.
Uno de los síntomas más comunes que indican que el enfermo ha entrado en agonía es la alteración del ritmo respiratorio: el moribundo respira de forma entrecortada, arras motxa (Elosua-G), fatigosa y lenta, arnasestua (Elosua-G, Goizueta-N) por el contrario acelerada y jadeante. A veces produce un ruido similar a un ronquido que en San Román de San Millán (A) recibe la denominación de ronquijo. En Zerain (G) se emplea la expresión petxuen edo bularran karkalarea atera.
En Murchante (N) se comenta igualmente que lo más evidente es la alteración del ritmo respiratorio: unos presentan una respiración más agitada que lo normal, mientras que en otros aparece acompañada de un ligero ronqui1 lo. En opinión de una informante, estos últimos sufren una agonía más larga. Finalmente la respiración se hace más pausada hasta que realizan un último intento de respirar, al que denominan echar el último aire. Cuando se siente que se le acelera la respiración al agonizante es que le ha llegado el final (Gamarte-BN).
También el aspecto y el color del rostro se modifican, adquiriendo éste una coloración pálida (Amézaga de Zuya, Moreda, Mendiola, Narvaja-A, Orozko-B, Garde-N, Azkaine-L) y amarillenta (Amorebieta-Etxano-B, Bidegoian-G, Aoiz-N), lo que algunos denominan tez cadavérica (Sangüesa-N).
En Muskiz (B) comentan que el cuerpo del agonizante. adquiere una tonalidad aceitunada y en Viana (N) que el enfermo se amorata. En Orozko (B) destacan la transparencia de la piel.
En Amézaga de Zuya (A) dicen que la nuca adquiere un aspecto rojizo y que el denominado triángulo de la muerte, esto es, el formado por la prolongación imaginaria de la nariz hacia las comisuras de la boca, toma un color terroso y mal gesto ya desde veinticuatro horas antes del óbito.
Otro síntoma que se aprecia en el agonizante es el embotamiento de los sentidos. Se le altera el aspecto de los ojos y la mirada y por último pierde la visión (Muskiz, Zeanuri-B, Beasain-G, Eugi, Izal-N). Los ojos se vuelven cristalinos (Pipaón-A, Murchante-N), vidriosos (Valdegovía A, Aoiz, Monreal-N, Armendaritze-BN), begiak mitratiak (Mendibe-BN), muy claros (Muskiz-B), «se empañan», begiak lanbrostatuak (Beskoitze-L) y se le hunden (Moreda, Ribera Alta A, Muskiz-B, Zerain-G). Fija la vista (Armendaritze-BN) y mira al techo (Obécuri-A) o a un punto determinado de la habitación (Allo-N), vuelve los ojos hacia arriba fijamente (Moreda-A), tiene la mirada perdida (Artajona-N), triste, inexpresiva, sin vida (Moreda-A, Bidegoian-G, Monreal-N) o refleja angustia, begi-larritasuna (Beasain-G). Se le vuelven los ojos (Laguardia-A, Aoiz, Artajona, Monreal-N).
En Beasain (G) se dice que el último sentido en perderse es el oído y que por ello se le recitan al moribundo oraciones junto a la oreja.
El enfermo no contesta al hablarle (Obécuri-A), habla poco (Mendiola-A), a veces «chochea» o desvaría (Muskiz-B, Bidegoian-G, Izurdiaga-N), delira (Lekunberri-BN), pierde la razón (Obanos, Lekunberri-N), tiene dificultades para hablar (Orozko-B, Monreal-N) o es incapaz de hacerlo (Berganzo, Moreda-A, Zeberio-B, Bidegoian-G, Lezaun-N, Azkaine-L); y se queda con la boca abierta (Berganzo, Narvaja-A, Urnieta-G, Viana-N).
Otro rasgo que indica la agonía es el afilamiento de la nariz (Laguardia, Moreda, Narvaja, Pipaón, Valdegovía-A, Durango, Orozko-B, Elosua-G, Aoiz, Mélida, Viana-N), sudurra findu (Elosua-G), sugurre zorroztu (Zerain-G). Los informantes de Mélida (N) destacan también que las facciones, especialmente la barbilla y los pómulos, se remarcan más. También se estiran las orejas (Murchante-N) o aumentan de tamaño (Orozko-B) y en Pipaón (A) recalcan que se tornan como transparentes.
Algunas manifestaciones más que los informantes toman como indicadores del estado agonizante del enfermo son:
— El enfermo recoge, enrolla y estruja con las manos la ropa de la cama (Apellániz[1], Narvaja, Ribera Alta, Salcedo-A, Abadiano, Busturia, Durango-B, Telleriarte-Legazpia, Urnieta G, Garde, Mélida-N, Arberatze-Zilhekoa, Armendaritze, Lekunberri-BN, Beskoitze, Azkaine-L). En Allo (N) a esta acción de recoger la ropa y amontonarla en el regazo la denominan «hacer niños». Movimientos nerviosos con las manos agarrando las sábanas o las manos de los que le rodean (Goizueta-N). Se frota las manos (Salcedo-A).
— Alteración del pulso (Amorebieta-Etxano-B, Sangüesa-N), que se hace muy débil (Aria-N) o muy desigual (Telleriarte-Legazpia-G).
— Siente frío (Durango, Muskiz-B), tiene los pies fríos (Elosua, Zerain-G, Allo-N, Azkaine-L); también las manos (Muskiz-B); frío metido en el cuerpo (Abadiano-B).
— Sudor (Zeanuri-B, Getaria-G, Azkaine-L); sudor frío (Salcedo-A, Obanos-N).
— Las uñas se le van poniendo negras (Abadiano-B); uñas y labios morados (Durango, Muskiz-B); labios amoratados (Aoiz-N).
— Movimientos desasosegados haciendo ademán de levantarse (San Román de San Millán-A). El enfermo pretende salirse de la cama (Allo-N, Lekunberri-BN).
— Pérdida de conocimiento (Moreda, Narvaja, Salvatierra-A, Garde, Izurdiaga, Izal-N).
— No reconoce a la gente (Moreda-A, Zeberio-B).
— En algunos casos recobra la lucidez (Apodaca-A). Decaimiento general acompañado de una cierta mejoría inexplicable y derrumbe total del enfermo (Moreda-A).
— Dificultad para tomar alimentos y bebidas (Salvatierra-A).
— Boca seca que a veces se pone como una apostema (Obanos-N). La sed le martiriza (Azkaine-L).
— Ausencia de fuerzas (Amézaga de Zuya, Mendiola-A, Goizueta, Monreal-N), indarrak galtzea (Goizueta-N). Fatiga (Moreda, Salcedo, Valdegovía-A, Zeanuri-B).
— Temblores, nerviosismo, alucinaciones (Garde, Goizueta-N). Tener tembleque, daldaikoa, (Ezkurra-N)[2].
— Está con los ojos cerrados y le sale alguna lágrima (Durango-B).