Ritos funerarios en Gamboa (Álava)
Introducción
El antiguo municipio de Gamboa (hoy desaparecido) comprendía las localidades de Nanclares de Gamboa (Langara), Mendizabal, Azua, Zuazo de Gamboa, Marieta, Larrinzar, Garayo (Garaio), Orenin y Mendijur (Mendixur). El valle se completaba con los núcleos de Landa y Ullíbarri-Gamboa (Uribarri-Ganboa) que pertenecía al municipio de Ubarrundia.
Dejando aparte los cambios administrativos ocurridos durante el siglo XX en los municipios de la zona, culminados con la disolución del Ayuntamiento de Gamboa, el mayor cambio vino dado por la construcción del embalse del Zadorra en 1957. Esta magna obra provocó la desaparición, bajo las aguas o por influencia directa de ellas, de los pueblos de Orenin, Azua, Garayo, Zuazo de Gamboa, Mendizabal y Landa. Ullíbarri-Gamboa y Nanclares se vieron anegados parcialmente estando el segundo prácticamente despoblado. Marieta y Larrinzar apenas se vieron afectados por las aguas en sus tierras pero vieron descender fuertemente su población. Esta drástica disminución de la población marca dos etapas de la vida de Gamboa: antes y después de construir el embalse. Por esta razón, en este trabajo que ahora presento se hace continua referencia al antes y después del cierre de la presa en 1957 que rompía con muchas tradiciones y rituales y provocaba la aparición de otras nuevas más adaptadas a la mentalidad moderna urbana.
En mis anteriores entregas sobre «la alimentación» y «juegos infantiles» estudié las localidades de Ullíbarri-Gamboa, Landa y Nanclares de Gamboa Para el presente trabajo me he seguido centrando en dichos núcleos pero he añadido algunos datos de otras dos localidades de Gamboa: Marieta y Garayo que en la actualidad no pertenecen al municipio de Arrazua Ubarrundia sino al de Barrundia. Garayo es, al igual que Nanclares de Gamboa, un lugar prácticamente despoblado (sólo tiene dos habitantes) desde la construcción del embalse en 1957. Marieta es el pueblo más habitado del antiguo municipio de Gamboa después de Ullíbarri-Gamboa. Para tomar más en cuenta los datos de ambos pueblos hubiera sido necesario contar con más informantes de esas localidades pero hasta la fecha no lo he intentado. Lo único que hago es tomar en consideración dichas informaciones recogidas de personas residentes en Landa y Ullíbarri-Gamboa.
II. 238. ¿QUE PRESAGIOS DE MUERTE SE CONOCEN? ¿COMO SE LLAMA LA AGONIA? ¿QUE PRACTICAS SE OBSERVAN DURANTE LA AGONIA? ¿QUE SE HACE PARA HACERLA MAS LLEVADERA?
El oír aullar insistentemente a un perro era augurio de alguna muerte cercana El fallecimiento debería de ocurrir una vez que el perro dejara de aullar. Me aseguran que el aullido de un perro que presagia una muerte es distinto al que realiza en otras ocasiones. Un informante del caserío Rotabarri de Nanclares de Gamboa cuenta que, estando su padre enfermo, la vaca se puso a mugir insistentemente de noche sin causa aparente alguna ya que otras noches no lo había hecho. Se levantó de la cama para adivinar lo que le pasaba y tranquilizó a la vaca pensado que quería que «le echara el ternero». Esa misma noche murió el padre a causa de una enfermedad médicamente no grave pero que se le complicó y le causó la muerte. Un año más tarde, otra vaca de esta misma familia se puso a mugir injustificadamente momentos antes de que a uno de los hijos le diera un ataque de apendicitis.
Cuando una persona estaba agonizante porque sus signos fisicos externos así lo delataban, la familia acompañada de otros vecinos del pueblo, generalmente mujeres, se juntaban para rezar. Los vecinos se turnaban «a renque» la presencia en la casa del agonizante. Se decía que «me toca de vela» y cada noche un vecino, solo o con alguno de su familia, acompañaban a la del enfermo. Se quedaban en la misma habitación y se encargaban de taparle bien y de darle de beber o mojarle los labios. Esto da una idea de la mayor unión y cordialidad que existía entre los vecinos, mayor que la existente actualmente por supuesto.
En la mayoría de los lugares de Gamboa no se conocen los toques de campana para agonía. En algún caso se tiene una noticia vaga. En Landa y Garayo se tocaban las campanas en el momento en que el cura llevaba el Viático al agonizante. Según estas informaciones, el toque de agonía era distinto al de muerto. Mientras el primero se hacía con la campana de «volteo», el segundo se tocaba con la de «repicar».
II. 239. ¿QUIEN ES EL ENCARGADO DE AVISAR AL CURA YAL MEDICO? ¿QUIEN DEBE ACOMPAÑAR AL VIATICO? ¿QUIEN DESCUBRE LOS PIES AL ENFERMO PARA DARLE UNCION? ¿QUE ASISTENCIA RECIBE EL PACIENTE DURANTE SU ENFERMEDAD DE PARTE DE SUS PARIENTES YVECINOS?
Cuando una persona estaba a punto de morir o, al menos, daba muestras de ello, se avisaba al médico y al cura. El encargado de dar el aviso era normalmente alguien de la familia, aunque si esto no era posible lo hacía algun vecino. En ese tiempo, los curas vivían en cada pueblo y visitaban periódicamente a los enfermos. Por esa razón, la mayoría de las veces no les pillaba de sorpresa el aviso urgente desde la casa. Los médicos no vivían en todos los pueblos sino que tenían asignados varios de ellos. En caso de urgencia, se avisaba antes al cura que al médico. En Gamboa, esto ocurrió hasta finales de los años cuarenta, momento en el que los curas comenzaron a dispersarse y a tener varios pueblos a su cargo viviendo en uno solo de ellos. Por ejemplo, en Nanclares de Gamboa hubo cura hasta mediados de esa década; luego pasó a vivir a Zuazo de Gamboa; más tarde acudió el que vivía en Landa; el último cura que atendió Nanclares antes de que se abandonara el culto en su iglesia, en los años cincuenta, vivió en Durana (a 12 lun. en dirección a Vitoria). El médico tenía su sede en Arroyabe (a 3 km. de Nanclares) aunque llegó a residir y lo sigue haciendo en Vitoria. Todo esto significaba que había que utilizar caballerías o bicicletas para avisar al médico y a los curas cuando dejaron de residir en los pueblos. El médico solía utilizar el transporte por ferrocarril para acudir a los pueblos de Gamboa (cogía el tren de la línea Vitoria-Valle de Léniz de los FF.CC . Vasconavarros). En algunos casos, era el médico el que avisaba al cura para que estuviera atento a alguna persona del pueblo a la que había diagnosticado una muerte cercana.
En la actualidad, el cura y el médico correspondientes a cada pueblo de Gamboa residen en Vitoria y los avisos urgentes se hacen por teléfono o se acude en automóvil con el enfermo a los servicios de urgencias de los hospitales de Vitoria.
Para avisar al cura que impartiera la Extrema Unción, en algunos casos la misma persona que lo hacía llamaba a los monaguillos para que acompañaran al sacerdote. El cura revestido de los ornamentos para la ocasión portaba la Sagrada Forma en un cáliz si daba la comunión al enfermo. Para impartir la Extrema Unción portaba los Santos Oleos en una pequeña vasija. Le acompañaban uno o dos monaguillos tocando la campanilla para avisar al vecindario. Los que se topaban directamente con el Viático se arrodillaban, se quitaban la boina si la llevaban y hacían la señal de la Cruz. Los vecinos que podían dejar sus labores acompañaban al Viático y acudían a la casa del agonizante. En la casa, los acompañantes entraban hasta la habitación y si no había sufiente sitio se quedaban en el pasillo, en la cocina o en el portal.
Antes de recibir la visita del Viático y de la Extrema Unción se preparaba al agonizante y se acondicionaba la habitación limpiándola y poniendo ropa limpia. Se colocaba agua bendita en una taza o en una aguabenditera colgada en la pared y una mesita con un mantel blanco sobre la que se disponían dos candeleros con las velas encendidas y una cruz o crucifijo. Las velas se encendían en esta ocasión y cuando moría el enfermo. Sobre la mesita, el cura podía colocar los óleos sagrados. Los Santos Oleos los administraba el cura humedeciendo los dedos o mojando «guaté» en ese aceite sagrado y haciendo la señal de la cruz en la frente, en la cara (nariz y oídos) y en el empeine de los pies del enfermo.
No correspondía a nadie en especial el descubrir los pies sino que lo hacía normalmente alguien de la familia o el mismo cura. Mientras, se recitaba alguna oración. En algunas casas, los vecinos allí congregados rezaban un rosario.
Actualmente los curas, salvo excepciones, acuden vestidos de paisano a administrar el Viático y la Extrema Unción. Revestido de estola portan la hostia en un estuche colgado del cuello y los óleos en un pequeño frasco.
II. 240. ¿A QUE CAUSA SE ATRIBUYE LA MUERTE? ¿HAY CREENCIA DE QUE EL ALMA SALE DE MODO VISIBLE? ¿EN QUE FORMA? ¿DONDE SE COLOCA AL MUERTO?
La muerte se atribuye a algo inevitable que tarde o temprano nos toca a todos. La creencia en una vida después de la muerte está en la mente de la mayoría, pero no se sabe a ciencia cierta cómo es. Ocurrió durante la Guerra Civil española en Nanclares de Gamboa que varios chicos de la localidad estaban comentando que habían matado a un hombre de un tiro en el pueblo cercano de Elguea. A uno de los chicos le habían contado que cuando a una persona le pegan un tiro, vive durante un momento siendo consciente de que está muerto. Al día siguiente, uno de esos mozos, de 15 años de edad, residente en el caserío Rotabarri, fue herido de un tiro que le rozó la cabeza cuando transportaba provisiones en el carro. Al sangrar, pensó que estaba muerto y echó a correr pidiendo ayuda. Mientras corría fue perdiendo la visión aunque le fueron pasando imágenes de otra gente que corría probablemente asustadas por el tiroteo, y siempre creyendo estar viviendo su propia muerte, hasta que cayó al suelo desvanecido. Unos requetés lo encontraron a punto de desangrarse y lo llevaron a un hospital de Vitoria donde recobró el conocimiento y se recuperó totalmente.
Solamente uno de mis informantes apunta que en Landa se tenía una ventana abierta mientras el cadáver se encontraba en la habitación sin saber su explicación.
La persona o personas encargadas de amortajar el cadáver le cerraban los ojos si habían quedado abiertos, lo mismo que la boca a la cual se mantenía cerrada con un paño o un trozo de «guaté» para evitar una mala impresión. Se le juntaban los pies y se le cruzaban los dedos de las manos colocándolas sobre el pecho. Estas operaciones había que hacerlas «en caliente», es decir, al poco tiempo de morir la persona ya que si no el cuerpo se agarrotaba y no se podía enderezar.
Si alguien moría fuera de la casa, muchas veces en un accidente, su cuerpo era transportado al cementerio a un lugar cubierto donde el médico le practicaba una autopsia. Mientras permanecía allí los mozos se turnaban, a sorteo, el hacer guardia tanto de noche como de día en la puerta del cementerio. En Ullíbarri-Gamboa, en la actualidad, existe un lugar para realizar dichas prácticas.
II. 241. ¿QUE SIGNOS DE DUELO SE ADOPTAN EN LA CASA DONDE HA OCURRIDO UNA DEFUNCION? ¿SE CIERRAN LAS VENTANAS? ¿SE CUBREN LOS ESPEJOS? ¿LOS ESCUDOS DE ARMAS? ¿LAS COLMENAS?
Los signos más evidentes de duelo son los del silencio y la resignación de toda la familia que se aperciben en el cierre de los vanos de la casa y de un descenso de las relaciones hacia el exterior de sus ocupantes.
Las colmenas no se cubren pero reciben el aviso cuando el dueño ha muerto (este ritual se detalla en el punto 242).
II. 241-bis. ¿QUIEN ASUME LA DIRECCION DE LAS LABORES DOMESTICAS MIENTRAS EL CADAVER PERMANECE EN CASA? ¿LOS VECINOS? ¿QUIENES SE ENTIENDEN POR TALES? ¿LOS DE LA CASA MAS PROXIMA? ¿LOS DE LA VIVIENDA DEL OTRO LADO O PISO DE LA. MISMA CASA? ¿QUIENES CONDUCEN LA CRUZ PARROQUIAL A LA CASA MORTUORIA?
La vida vecinal en Gamboa era muy importante. Al menos lo era más que ahora a tenor de las impresiones de todos los informantes. Las relaciones eran y siguen siendo más afectuosas entre unos vecinos que entre otros, y no por ser el vecino más cercano tenía que existir una mayor relación aunque normalmente así ocurría.
En caso de muerte, las relaciones se multiplicaban y la solidaridad aumentaba relegando en muchas ocasiones la enemistad existente. Cuando alguno de la casa moría, sobre todo si era el cabeza de familia, los vecinos de todo el pueblo y los familiares que vivían cerca acompañaban en el dolor a los afectados y ayudaban en las labores de la casa y en las faenas agrícolas. También acudían al velatorio y allí rezaban el rosario. Los familiares y vecinos más allegados se quedaban toda la noche velando el cadáver.
A veces, una sola persona protagonizaba parte de la ayuda desinteresada de los vecinos. Este era el caso de Pedro Martínez, en Ullíbarri-Gamboa, el cual se encargaba de todos los preparativos para llevarse a cabo el funeral y el entierro (avisos a los curas, compra de la caja, preparación de la mortaja y del entierro, ayuda en el banquete, etc.). En los caseríos aislados, la ayuda venía dada por los caseríos más cercanos y por los vecinos del pueblo con los que tenían más confianza. En los casos más necesitados de ayuda, los vecinos del pueblo formaban «vereda» para completar las tareas agrícolas de la familia afectada.
Al funeral y entierro acudía y sigue acudiendo toda la gente del pueblo dejando las labores agrícolas, aun en épocas de siembra o de recolección.
II. 242. ¿A QUIENES Y COMO SE ANUNCIA EL FALLECIMIENTO DE UNA PERSONA? ¿QUIEN SE ENCARGA DE ESTO? ¿SE ANUNCIA A LOS ANIMALES DOMESTICOS? ¿COMO? ¿QUIEN?
Los habitantes del pueblo reciben el anuncio del fallecimiento de uno de sus vecinos mediante los toques de campanas. De ello se encarga un campanero nombrado «a renque» o fijo (este aspecto se explica con detalle en el punto 246 bis.). Los familiares que vivían en otros pueblos o lugares eran avisados por alguno de la casa, por los vecinos o por los mozos. En Maneta, estos mozos eran normalmente tres y se les llamaba «enterradores» porque también hacían el agujero para enterrar el cadáver. En una mañana avisaban a los familiares y a la tarde cavaban el hoyo. Los mozos o los vecinos también avisaban a los curas. El número de curas a los que se daba aviso variaba según lo que deseara gastarse la familia, aunque, con el paso del tiempo, la tendencia ha sido la de igualar el número de curas para todos los funerales. Para poder dar estos avisos se utilizaban caballerías o bicicletas. En la actualidad se utiliza el teléfono o el automóvil.
En algún caso excepcional como la muerte de Luis Sarralde, terrateniente al que pertenecían muchas tierras y casas de Gamboa, la familia del fallecido avisaba e invitaba a todos los arrendatarios e inquilinos a asistir al funeral y posterior banquete en Ullíbarri-Gamboa (esta noticia se amplía en el punto 271).
Las agencias funerarias existentes en Vitoria editaban, por encargo de la familia del fallecido, varias esquelas y recordatorios que en poco han variado de los que actualmente se encargan. Las esquelas se ponían y siguen poniendo en la puerta de la iglesia y en las casas de los familiares, mientras que los recordatorios los repartía algún familiar a la salida del funeral, lo mismo que ocurre ahora. Hace unos cuantos años no era corriente publicar la esquela en los periódicos y menos anunciar el fallecimiento en las notas necrológicas de las radios locales. Actualmente, no todos publican las esquelas pero sí que se hacen anuncios por las radios de la provincia.
En algunas casas se llevaba una especie de diario familiar en el que se apuntaban los nacimientos y las defunciones: en el Libro de Familia de los Martínez de Ullíbarri-Gamboa los certificados de defunciones vienen asignados de esta manera:
- «N.° 20. Falleció:
- la hermana María Nieves Martínez el día 16 de noviembre del año 1910 después de recibir todos los auxilios espirituales. Q.E.D. A la edad de 17 años 6 meses y 2 días acabó su vida cantando LAS ALABANZAS DEL SEÑOR a las 12 del mediodía. Y por ser verdad firmo como hermano.
- Federico Martínez (rubricado).
- n.° 21. Falleció:
- el padre Rafael Martínez el 19 de febrero del año 1912 después de recibir todos los sacramentos Q.E.D. a la edad de 48 años, 1 mes y 10 días. Murió santamente a las doce de la noche. Firmo yo como hijo.
- Federico Martínez (rubricado).»
Del anuncio de la muerte a animales domésticos sólo he recogido dos alusiones referidas al aviso a las abejas. La primera noticia me la da Paco Etxebarria, en Landa, cuyos abuelos paternos procedentes de Ataun y Bergara le llegaron a contar que, cuando alguien moría, una persona de la casa del fallecido acudía a la colmena y pedía a las abejas que hicieran más cera porque la necesitaban para hacer velas para el funeral y la sepultura.
La segunda noticia en torno a las abejas la conservan los descendientes del caserío Rotabarri de Nanclares de Gamboa que recuerdan que su madre, procedente, tanto ella como sus predecesores, de Elosu en Alava (a 8 kms. de Nanclares de Gamboa, en dirección oeste), cuando murió el dueño de las «abejas» que había en el caserío y que ellos cuidaban, les avisó de la muerte de su amo dando unos golpecitos en cada «cuezo» y diciendo: «uzaba hil da[1] / el amo ha muerto».
Mi informante cree que esta costumbre también la realizaban en otras casas de Gamboa ya que había muchas colmenas. Sin embargo, el único dato fiable que se entresaca de esta noticia es que dicho rito provenía de Elosu (Alava).
II. 243. ¿SE QUEMAN YERBAS EN LA HABITACION MORTUORIA? ¿QUE YERBAS?
No se quemaba ningún tipo de hierbas en la habitación donde se encontraba el cadáver, o al menos, no se ha recogido este dato.
II. 244. ¿COMO SE AMORTAJA EL CADAVER? ¿QUIEN LO LAVA YAMORTAJA ¿CON QUE SE LAVA?
Unas veces, la misma familia y otras, algún encargado en el pueblo, eran los que amortajaban el cadáver. En caliente, había que lavarlo con agua, vestirlo, juntarle los pies, cerrarle los ojos y la boca y ponerle las manos con los dedos cruzados sobre el pecho. La posición del cadáver descrita era igual para todos, sea hombre o mujer, rico o pobre. Los cambios venían dados, no por la posición en la caja sino por la vestimenta. Si era moza, se le vestía con el hábito de Hija de María a la que pertenecían todas las mozas del pueblo. Ese hábito era de color azul claro y el cadáver iba descalzo. Si era mujer, se le ponía su mejor vestido y un velo y tampoco llevaba zapatos. Si era hombre, se le vestía con un hábito religioso por encima de la ropa interior o sin ella y solía llevar calcetines. Este hábito se compraba en las agencias funerarias de Vitoria pero la forma de conseguirlo podía variar.
Antiguamente, en Ullíbarri-Gamboa, una persona de la junta administrativa era la encargada de custodiar el hábito que habría de servir cuando alguno del pueblo moría. En ese momento, la familia podía utilizar ese hábito que debía reponer en el menor tiempo posible, comprándolo en Vitoria para que estuviera disponible para cualquier otro caso de muerte.
Posteriormente, el hábito lo compraba la familia del último fallecido y lo guardaba hasta que alguien moría, momento en el que cedía la prenda a la siguiente familia afectada que, a su vez, se encargaba de reponer y custodiar el hábito comprándolo en Vitoria.
No sé cuánto duró la costumbre de custodiar el hábito, lo cierto es que durante la mayor parte de este siglo se compró en Vitoria en la misma agencia funeraria donde se adquiría la caja.
En Ullíbarri-Gamboa siempre ha sido una sola persona la encargada de amortajar el cadáver. En los primeros años del siglo XX, el encargado fue Ruiz de Azúa. Esta persona enseñó el «oficio» a Pedro Martínez, el cual está en la mente de todos los ullibarritarras, porque se cuidaba de amortajar los cadáveres, acudía con el carro a Vitoria a comprar la caja y el hábito, después de haberles tomado medidas, avisaba al enterrador y mediaba con la familia para elegir el lugar adecuado donde enterrarlos, etc. Durante muchos años, Pedro Martínez estuvo atendiendo los pueblos y caseríos de Ullíbarri-Gamboa y Landa. En Garayo, también hubo una persona que se encargaba de todos los preparativos. En otros muchos casos eran los mismos familiares (hijos, hermanos, sobrinos) los que amortajaban el cadáver.
Lo corriente era usar el hábito de San Francisco, al que se le tenía bastante aprecio, quizás por la proximidad del Santuario de Aránzazu regentado por franciscanos, aunque había hábitos de otros santos. Era de color marrón, llevaba capucha y llegaba hasta los pies, sujetándose a la cintura con un cordón. También podía llevar unas finas rayas blancas. Otros hábitos eran de color gris jaspeado, o negro y blanco, aunque no eran habituales en Gamboa La costumbre de usar el hábito se perdió hace unos 35 ó 40 años y desde entonces se ha usado un traje para vestir a los hombres. Tanto los trajes para los hombres como los vestidos para las mujeres, eran las mejores prendas que tenía el fallecido y, en el caso de los ancianos, guardaban dichas prendas de vestir en un armario para el momento de su muerte. Esta costumbre todavía la siguen conservando algunas personas ancianas de la zona.
Se da el caso que en el caserío Ventabarri de Ullíbarri-Gamboa, hacia 1942 aproximadamente, vistieron a un fallecido con traje y calcetines, y le pusieron por encima el hábito de San Francisco. Actualmente, el traje se lo pone la misma familia aunque, en la mayoría de los casos, esta labor la realizan los operarios de la agencia funeraria, sobre todo si el fallecimiento se produce fuera de casa, en un hospital por ejemplo[2].
La diferenciación de clase social venía dada por la mayor o menor excelencia de las vestimentas usadas en las mortajas y en los casos de los sacerdotes fallecidos había cierta distinción. Según me cuenta un informante de Garayo, que asistió al funeral de un cura hacia 1940, le llamó la atención que estuviera vestido con la sotana y calzado con botas cuando todos los demás laicos iban descalzos o con calcetines. En algún otro caso recuerdan que encima de la caja se le colocaba el bonete.
II. 245. ¿SE COLOCA ALGUN OBJETO EN LA MORTAJA, EN LAS MANOS DEL CADAVER, EN EL ATAUD O EN LA SEPULTURA? ¿SE COLOCA JUNTO AL CADAVER ALGUNA LUZ ESPECIAL?
Al cadáver se le colocaba un rosario entre las manos o un pequeño crucifijo de los que tenían por casa. También se introducía en la caja mortuoria la Bula que toda persona, una vez realizada la 1.a Comunión, compraba anualmente al cura para poder librarse de la prohibición de comer carne todos los viernes del año. La costumbre de llevar la Bula en la caja se ha conservado hasta los años cincuenta. Si el cadáver era el de una niña o moza, se le colocaba la medalla de la Virgen con una cinta azul por pertenecer a la Congregación de Hijas de María (véase punto 273).
En algunas iglesias arruinadas, como las de Nanclares de Gamboa o de Orenin, todavía se pueden observar las tumbas en el interior de la iglesia. Un informante de Ullíbarri-Gamboa me cuenta que vio sacar de las sepulturas de Orenin gran cantidad de platos de cerámica y los depositaban en la sacristía de la iglesia. En la actualidad, todos estos objetos están en paradero desconocido ya que el pueblo está abandonado y en ruinas.
El cadáver, una vez amortajado, se colocaba encima de una mesa con cuatro candeleros con las velas encendidas. Se instalaba también una taza o vaso o, excepcionalmente, una agua benditera, con agua bendita cogida en la iglesia y con una ramita de laurel para que los visitantes «asperjaran» el cadáver. Una vez introducido en la caja, se le colocaba en la sala o en la mejor habitación de la casa o, en su defecto, en el portal. De esta manera, los familiares y vecinos podían rezar el rosario y velar el cadáver. El día del funeral el cadáver se colocaba en el centro del portal, lugar donde era recibido por el cura y donde se rezaba un responso antes de conducirlo a la iglesia.
En algunos casos, todo el resto del mobiliario de la habitación donde se encontraba el cadáver se solía tapar con sábanas blancas para que destacara más su presencia. En dicha habitación se colocaban candeleros con velas encendidas, algún crucifijo y lamparillas de aceite. Aunque siempre había velas hechas en casa, nunca eran suficientes para el gasto que se hacía en los casos de una muerte por lo que era necesario comprar algunas velas más. En Ullíbarri-Gamboa las compraba Pedro Martínez al ir a por la caja a Vitoria.
II. 246. ¿SE VELA EL CADAVER? ¿QUIENES VELAN Y QUE PRACTICAN EN TAL OCASION?
Al velatorio acudían los familiares y los vecinos, estos últimos uno por cada casa. Allí rezaban el rosario y acompañaban en el duelo a la familia afectada.
Se solía servir a los asistentes al velatorio café con leche o aguardiente, y galletas o pastas. Esta refección se tomaba en la cocina o en el portal, nunca en presencia del cadáver.
II. 246-bis. ¿SE TAÑEN LAS CAMPANAS DE LA IGLESIA CUANDO OCURRE UNA DEFUNCION? ¿COMO ES ESTE TOQUE? ¿COMO SE LLAMA? ¿SE TAÑEN TAMBIEN DURANTE EL ENTIERRO Y FUNERALES?
El toque de campanas a muerto se daba tras los de oración, es decir, a la mañana, al mediodía y al atardecer, y durante el funeral y el entierro.
El toque consistía en «repicar» alternativamente y de manera espaciada las dos campanas gemelas agarrando los badajos cada uno con una mano. Para diferenciar la muerte por sexos, cada cierto espacio de tiempo, en ese toque alterno, se daban tres toques o «redobles» con las dos campanas a la vez en el caso de que el fallecido hubiera sido hombre, y dos toques en el caso contrario. Un informante me ha apuntado que de ahí viene la famosa frase de «por quién doblan (o redoblan) las campanas». No todos recuerdan la diferenciación entre hombres y mujeres por lo que parece ser que este rito desapareció en algunos pueblos hace 30 ó 40 años.
Cuando el muerto era un niño o niña tocaban el «esquilón» consistente en el volteo de una campana más pequeña por lo que el sonido era más débil. Un informante me ha señalado que, cuando tocaban el esquilón por un niño muerto, se decía que estaban tocando «a mortachuelo».
El encargado de tocar las campanas era el campanero, es decir, un vecino del pueblo que ejercía ese puesto permanentemente y que era pagado por ello. En Ullíbarri-Gamboa, al campanero le cedían en usufructo una finca propiedad de la iglesia llamada «la finca de las Aves Marías», situada junto al río Zadorra en dirección SE. En Marieta también se daba este hecho y la finca se llamaba de igual manera. También se daban momentos en los que el puesto de campanero tocaba «a renque», es decir, turnándose los vecinos cada cierto tiempo. En algunos lugares de Gamboa era el mismo sacristán el encargado de tocar las campanas. En la actualidad, la fórmula más habitual es la del turno entre todos los vecinos cada 15 ó 30 días.
Existían ermitas en lugares alejados del pueblo, pero también las había en el mismo núcleo o en algunos barrios, a pesar de lo cual no se conoce que se tocara a muerto en ninguna de ellas. Los toques de campana a muerto sólo se han conocido en las iglesias parroquiales.
II. 247. ¿SE COLOCA EL CADAVER EN ATAUD O EN ANGARILLAS? ¿DE QUE COLOR Y FORMA SON ESTAS Y AQUEL? ¿LLEVAN ADORNOS ESPECIALES?
Solamente uno de mis informantes me ha dado unas vagas noticias sobre la posible utilización de una plataforma que se llevaba en andas y sobre la que se transportaba el cadáver y que coincidiría en las explicaciones con lo que conocemos por angarillas. El resto de los informantes afirma que el cadáver siempre se ha llevado en el féretro, con la diferencia de que antes de los años cincuenta se llevaba en andas, es decir, con unas varas de madera que sujetaban la caja, y después se ha llevado y continúa llevándose en hombros.
En Ullíbarri-Gamboa, a principios de siglo, un carpintero vecino del lugar y apellidado Ruiz de Azúa hacía las cajas y les ponía forros interiores. También se encargaba de amortajar y ayudaba a la familia en otros preparativos. El que le siguió en estos menesteres, Pedro Martínez, se trasladaba a Vitoria en su carro tirado por un caballo y compraba la caja en la agencia funeraria Lauzurica, situada en la calle Correría n.° 17[3]. Los del pueblo de Garayo estuvieron encargando las cajas a un carpintero de Marieta hasta que la construcción del embalse del Zadorra, en 1957, despobló el lugar.
Cuando el que moría era un niño o un recién nacido, la caja se encargaba a un carpintero o la hacían en la propia casa.
Muchas veces los familiares no reparaban en gastos a la hora de preparar un buen funeral. Cuando encargaban la caja o la compraban directamente intentaban que fuera un buen ataúd, de buena madera e incluso con algunas tallas. Algunos justificaban esta idea exclamando que «es el último traje que le vamos a hacer». En otros casos, la familia andaba mal económicamente y tenía que conformarse con hacer la caja ellos mismos o gastar menos que otros, siendo igualmente un gasto extraordinario. Hace unos 60 años, una caja llegaba a costar entre 10 y 15 ptas. aproximadamente. Cuando Pedro Martínez acudía a la agencia funeraria de Vitoria a comprar la caja, elegía según el gusto y la cantidad de dinero que le había dado la familia del fallecido.
Si la caja se compraba en Vitoria, se transportaba en el carro aunque también podía llevarse en tren hasta la estación de los caseríos de Arlabán en Landa. Con el precio del billete de una persona estaba permitido llevar algunos portes entre los que se incluían la bicicleta, el colchón o el ataúd. Desde esa estación se transportaba hasta la casa en caballería o en carro. En una ocasión, un vecino del caserío Rotabarri de Nanclares de Gamboa, al que se le había muerto el padre, llevaba a casa la caja que había comprado y transportado en tren desde Vitoria hasta la estación de Landa. Como la caja era de las caras y estaba forrada con tela, unos trabajadores de la presa del embalse del Zadorra que se cruzaron con él en el camino exclamaron: «ése estaba forrau».
En otras ocasiones, en épocas más recientes, se ha transportado la caja comprada en Vitoria en la baca del autobús de línea que hacía y sigue haciendo el trayecto Vitoria-Vergara pasando por Ullíbarri-Gamboa y Landa.
En la actualidad, todos los ataúdes se compran en la agencia funeraria y ellos mismos la transportan.
II. 248. ¿QUE SIGNIFICACION SE ATRIBUYE A LA FACHA EN QUE HA QUEDADO EL CADAVER?
No se atribuye ninguna significación a la facha en que ha quedado el cadáver.
II. 249. ¿LOS PADRES DEL DIFUNTO ESTAN SOMETIDOS A CIERTAS PRESCRIPCIONES Y PROHIBICIONES MIENTRAS EL CADAVER PERMANECE EN CASA?
No hay datos a este respecto. Solamente se apunta que la pérdida de un hijo era, para los padres, más dolorosa que la muerte de cualquier otro familiar. Por esta causa la afección era mayor y los vecinos estaban obligados a ayudarles en las labores de la casa y de las tierras.
II. 250. ¿SE TOMA ALGUNA REFECCION JUNTO AL CADAVER?
Cuando el cadáver está en la casa, la familia servía café con leche, aguardiente, galletas o pastas aunque nunca lo hacía junto al fallecido sino en otra habitación de la casa (cocina, portal).
II. 251. ¿SE CONDUCE AL CADAVER A LA IGLESIA? ¿QUE PRACTICAS SE OBSERVAN AL SACARLO DE CASA? ¿SE ECHA FUERA EL FUEGO DEL HOGAR? ¿QUIEN LO ECHA?
El cura acompañado por los monaguillos que portan los ciriales y por el sacristán o un vecino que porta la Cruz parroquial además de algunos otros vecinos, acude a la casa mortuoria. Allí les esperan los familiares que han llegado desde distintos lugares y el resto de vecinos que van a acompañar al cadáver hasta la iglesia. En el portal de la casa, el cura mandaba levantar la tapa del féretro y bendecía el cuerpo. A continuación se rezaba un responso culminado por un Padrenuestro y un Ave María. Terminadas las oraciones se formaba el cortejo fúnebre y se acudía a la iglesia a celebrar el funeral.
II. 252. ¿COMO Y QUIENES CONDUCEN EL FERETRO A LA IGLESIA? ¿EN QUE ORIENTACION LO LLEVAN?
El féretro se conduce a la iglesia a hombros aunque se estuvo llevando en andas hasta los años cincuenta y hay algún indicio para pensar que se utilizaron las angarillas todavía en el segundo cuarto de este siglo.
Las noticias de Ullíbarri-Gamboa indican que eran los familiares principalmente y, en menor medida, los vecinos o mozos los que llevaban el féretro. Sin embargo, en Landa y en Nanclares de Gamboa eran los mozos los que cargaban con la caja. Todas las informaciones hacen pensar que la costumbre de que los familiares lleven el féretro es más moderna que la de los vecinos o los mozos. En Landa, los que han llevado siempre la caja han sido los «anderos», es decir, mozos que llevaban el féretro en andas para pasar a llevarlo a hombros más recientemente.
Si moría algún niño, el féretro lo llevaban los mozos y si era niña, a la caja se le ponían unas cintas azules sujetas en su extremo por otras niñas y portándola las mozas.
En la actualidad, son los familiares (hermanos, hijos, sobrinos, o nietos del fallecido) los que llevan el féretro, y si faltan éstos los suplen vecinos o mozos.
Cuando la distancia a recorrer era larga porque el caserío estaba alejado de la iglesia, los cuatro portadores de la caja se iban relevando con otros dos. En estos casos, en algunas ocasiones, tenían la dificultad añadida de las malas condiciones climatológicas que, sobre todo en invierno, podían alterar los ritos funerarios establecidos. Cuando la lluvia y la nieve dificultaban el tránsito por los caminos, tenían que transportar el féretro en carro. En Nanclares de Gamboa, con las lluvias y el deshielo, el río Zadorra se desbordaba y para cruzarlo era imprescindible el uso del carro o de caballerías. Una vez transportado el cadáver desde los caseríos hasta la entrada del pueblo en carro, el féretro era llevado en andas o a hombros hasta la iglesia y después del funeral hasta el cementerio.
El cadáver siempre se ha llevado con los pies por delante para que, al entrar en la iglesia, se quede mirando al altar. Al terminar el funeral se le da la vuelta y se lleva de igual manera al cementerio.
II. 253. ¿EXISTEN CAMINOS FIJOS PARA LA CONDUCCION DE LOS CADAVERES? ¿CADA CASA TIENE EL SUYO? ¿COMO SE LLAMA? ¿EL PASO DEL CADAVER POR UNA PROPIEDAD CREA SERVIDUMBRE? ¿Y EL PASO DE LA CRUZ PARROQUIAL Y DEL VIATICO? ¿QUE MEDIOS TIENE EL PROPIETARIO PARA EVITAR QUE TALES ACTOS CREEN SERVIDUMBRE?
La conducción del cadáver desde la casa hasta la iglesia y el cementerio se hacía por los caminos vecinales, es decir, los que normalmente usaban los vecinos para ir a misa dejando de lado los atajos. Estos caminos eran utilizados por los carros y el ganado, por lo que en invierno se embarraban y los vecinos usaban otros caminos, sendas y atajos para acudir a la iglesia. El cortejo fúnebre siempre utilizaba esos caminos vecinales porque eran los más anchos a pesar de que en invierno había dificultades para caminar por ellos. En cierta ocasión, varios vecinos tuvieron que limpiar el camino de nieve y árboles caídos por esta causa para que pudiera pasar el cortejo fúnebre que discurría desde el caserío «El Jardín» hasta la iglesia de Nanclares de Gamboa. Además, desde algunos caseríos no tenían más remedio que ir al pueblo por el único camino que los comunicaba y que daba acceso a los escasos puentes que había sobre el río Zadorra.
Para evitar que los vecinos estuvieran obligados a usar los caminos en malas condiciones debido a la climatología, en algunos lugares como Marieta existía una «calzada» o camino empedrado que comunicaba todas las casas con la iglesia. Esta calzada era la utilizada por el cortejo fúnebre.
También se decía que la Cruz parroquial, utilizada para iniciar la conducción del cadáver o para conducir procesiones, no podía ir por otros caminos que no fueran los vecinales.
II. 254. ¿ES COSTUMBRE LLEVAR EL CADAVER A LA CASA MATRIZ O DEL PATRON DEL DIFUNTO PARA SER ALLI LEVANTADO POR EL CLERO PARROQUIAL?
No parece que haya existido tal costumbre, al menos hasta lo que recuerdan los informantes.
II. 255. ¿QUIENES FORMAN EL CORTEJO FÚNEBRE? ¿EN QUE ORDEN SE DISPONEN? ¿COMO VISTEN? ¿QUE PRACTICAN? ¿SE HACEN PARADAS EN DETERMINADOS SITIOS? ¿CON QUE FIN?
El cortejo fúnebre lo abría la Cruz parroquial y los ciriales portados por los monaguillos a los que seguía el cura. Tras ellos va el cadáver llevado en andas o a hombros por familiares, vecinos o mozos (véanse los puntos 247 y 252). A continuación se colocaban los familiares, los más allegados primero, y después el resto de asistentes (amigos, vecinos) sin que hubiera diferencia en la colocación de los hombres respecto a las mujeres o viceversa.
La Cruz parroquial era llevada por una persona que varía en su condición en cada lugar. Unos informantes me indican que el portador de la Cruz podía ser un monaguillo, un mozo o un vecino. Otros dicen que unas veces era el sacristán o el mayordomo, mientras que en Nanclares podía ser el presidente de la Cofradía del Rosario[4]. Otros añaden que, modernamente, se ha intoducido la costumbre de que sea un pariente del fallecido el que lleva la Cruz.
Los monaguillos iban vestidos con el uniforme habitual, es decir, con la túnica o sotana roja y el sobrepelliz blanco. El cura también llevaba toda la vestimenta que usaba en la liturgia funeraria. El resto de los componentes del cortejo llevaban sus mejores ropas, trajes para hombres y vestidos y velos para las mujeres. En Landa me indican que allí los hombres, el día del funeral, usaban una capa negra sin capucha y con ribetes encarnados. Cada hombre guardaba una capa de éstas para asistir a los actos descritos. Esta costumbre se dejó de realizar hacia 1920-30.
El cortejo fúnebre iba continuamente rezando y las únicas paradas que realizaban eran las necesarias para relevar a los que portaban el féretro en el caso de que el trayecto hasta la iglesia fuera largo.
La costumbre de acompañar al difunto con flores se ha introducido modernamente. Todo indica que, hace 40 ó 50 anos, no existía esta costumbre. Las flores se utilizaban para adornar a la Virgen en procesiones y en actos similares. El uso de ramos de flores y coronas en los funerales se fue introduciendo progresivamente y hoy en día no hay funeral sin corona de flores o cementerio sin ofrenda floral. En los cementerios existen macetas con flores y soportes con flores artificiales.
II. 256. ¿HAY COSTUMBRE DE QUEMAR EL JERGON DE LA CAMA DONDE HA OCURRIDO UNA DEFUNCION? ¿QUIEN LO QUEMA? ¿DONDE, CUANDO Y COMO? ¿QUE SIGNIFICACION SE ATRIBUYE A ESTO?
En la mayoría de los casos, el jergón o el colchón de la cama del muerto no se quemaba mientras el fallecimiento no hubiera sido por una enfermedad contagiosa o se hubieran quedado malos olores en él. Lo mismo pasaba con las ropas del fallecido las cuales, si estaban en buen estado, se aprovechaban para otros componentes de la familia aunque algunas veces se quemaban por motivos sentimentales.
Se hacía lumbre en la era, en la huerta o en la «raro» a los pocos días de haberse realizado el entierro y era la mujer de la casa la encargada de quemar la ropa del difunto o el jergón o colchón si fuera necesario.
II. 257. ¿DONDE SE DEPOSITA EL CADAVER DURANTE LAS EXEQUIAS?
Durante el funeral el cadáver se depositaba en el pórtico de la iglesia custodiado por mozos y se colocaba un catafalco en el pasillo central del interior del templo. El féretro se situaba en el centro del pórtico sobre una mesa y sin ningún complemento más. El catafalco consistía en un féretro simulado, instalado en una mesa, que se cubría con un gran paño negro, que, en algunos casos, tenía unas borlas y una gran cruz roja bordada en el centro y, en otros, una cruz dorada. Al catafalco le rodeaban varias velas grandes o hachas que ponía la iglesia. Una vez terminada la misa funeral se iba al pórtico y los asistentes rodeaban el féretro para rezar un responso. A continuación se acudía al cementerio a dar sepultura al cuerpo. Según algunas informaciones, el catafalco también se colocaba el día de Animas y los aniversarios de fallecimientos. La costumbre de usar el catafalco y dejar en el pórtico el cadáver se abandonó en Nanclares de Gamboa y en Landa, y en general en los pueblos que abandonaron el culto en su iglesia para la construcción del embalse del Zadorra y la consiguiente emigración, hacia finales de la década de los cincuenta. En los otros lugares de Gamboa afectados en menor medida, el rito de colocar el catafalco se dejó de practicar entrados los años sesenta.
Una vez desaparecido el uso del catafalco se pasó a celebrar los funerales «corpore insepulto». El cortejo fúnebre llegaba al pórtico y allí se rezaba un responso para luego colocar el féretro sobre una mesa con varios candeleros con velas a su alrededor en el lugar donde antes se situaba el catafalco, siempre mirando al altar.
En la actualidad, apenas se realizan cortejos fúnebres desde la casa hasta la iglesia porque la mayoría de los vecinos mueren en los hospitales. Cuando así ocurre, la agencia funeraria traslada el féretro desde el hospital hasta la puerta de la iglesia donde se celebra el funeral. El cortejo fúnebre se limita a la conducción desde la iglesia hasta el cementerio.
II. 258. ¿QUE CLASES DE FUNERALES SE HACEN? ¿QUE REZOS ESPECIALES SE PRACTICAN?
Los funerales podían ser de 1.a, 2.a ó 3.a categoría. Esta categorización venía dada por el número de curas que concelebraban los funerales. Según la disponibilidad económica de la familia «contrataban» uno, dos, tres o más curas. Los de La categoría, de cuatro, cinco y hasta seis curas excepcionalmente, apenas se celebraban. A propósito del gasto que suponían los curas, algunos vecinos con bastante dosis de ironía, en un momento dado de la liturgia cantaban cierta canción utilizando la misma tonada pero cambiando la letra sin que se note apenas: «cinco duros, cinco duros, esos sí que están seguros».
Cuando vivían los curas en los pueblos, oficiaba y daba tierra al cadáver el cura del pueblo. Le acompañaban los curas de los pueblos de los alrededores:
— A Ullíbarri-Gamboa, a los funerales, han acudido curas de Landa, Nanclares de Gamboa, Urbina, Amarita, Arroyabe, Azua, Durana y excepcionalmente Salinas de Léniz (Gipuzkoa).
— A Landa, de Ullíbarri-Gamboa, Nanclares de Gamboa, Arroyabe, Mendibil y Azua.
— A Nanclares de Gamboa, de Landa, Ullíbarri-Gamboa, Azua, Zuazo de Gamboa y Arroyabe.
—A Garayo, de Zuazo de Gamboa, Azua, Maturana, Marieta, Orenin y Mendijur.
—A Marieta, de Azua, Garayo, Maturana, Ozaeta, Ullíbarri-Arrazua de Ilarraza.
(Azua aparece en todos los pueblos porque era la sede del Arciprestazgo de Gamboa).
Tras la construcción del embalse del Zadorra en 1957, en algunos pueblos se abandonó el culto religioso en su iglesia debido al despoblamiento prácticamente total. Este es el caso de Nanclares de Gamboa, Azua, Zuazo de Gamboa, Garayo, Orenin y Landa. Esta circunstancia implicó un total cambio en las costumbres de la zona ya que, aunque dejó de existir el culto regular, continuaron algunos enterramientos en los cementerios de algunas de las localidades citadas. Los curas que asisten dichos enterramientos son llevados normalmente por la propia familia del difunto o se encargan los curas de los pueblos colindantes.
Normalmente eran los familiares o los vecinos los que avisaban a los curas, no obstante, cuando la familia se lo pedía era el cura el que se encargaba de avisar a sus compañeros.
A partir de la finalización de la Guerra Civil las categorías en los funerales fueron desapareciendo y se llegó a celebrar funerales solamente con el cura del pueblo y otro del pueblo cercano. Este se debió al cambio de costumbres en el pueblo y en la propia Iglesia. Actualmente, ya no existen las categorías y los funerales los oficia el cura del pueblo, que tiene a su cargo otros dos o tres pueblos más de la comarca, acompañado de otros curas que se suman de manera voluntaria por ser compañeros del cura o conocidos de la familia. La diferenciación en los funerales por motivos sociales y económicos viene dada por el número de curas que concelebran el acto litúrgico, el número de coronas de flores que presentan los familiares, amigos y conocidos y el gasto que realiza la familia en la compra de la caja mortuoria. Por otro lado, otro indicio de diferenciación por motivos económicos son la presentación de las propias tumbas, es decir, si se utilizan panteones, lápidas, cruces, adornos, etc.
Otro cambio sustancial acaecido hace ya unos cuantos años es la celebración de funerales por la tarde. Antes, los funerales se celebraban siempre por la mañana, y por la tarde no había nunca oficios religiosos excepto rosarios o similares.
II. 259. ¿ACOMPAÑAN AL DIFUNTO LLORONAS O PLAÑIDERAS? ¿COMO SE LLAMAN? ¿QUE HACEN?
No se conoce la existencia de lloronas ni de plañideras.
II. 260. ¿ES COSTUMBRE ENCENDER LUCES EN EL YARLEKU O ANTIGUA SEPULTURA FAMILIAR EXISTENTE EN LA IGLESIA?
En la antigua sepultura familiar de la iglesia se colocaban velas en candeleros, un «hachero» o «velero» que llevaban unas «hachas» o velas más gruesas y unos «cirios» o «tacos de cerilla». Todas estas luces se encendían durante el funeral, las misas de novena, todas las misas del año de luto y los aniversarios.
II. 261. ¿QUIENES Y CON QUE CANTIDAD DE CERA CONTRIBUYEN A ALUMBRAR DICHA SEPULTURA?
Las velas que se gastaban provenían de cada casa y los menos las compraban en comercios o agencias funerarias de Vitoria. Muchos de los que sólo alumbraban con velas caseras envidiaban de los que llevaban velas compradas por ser estas últimas más blancas y con más llama. Cada casa conseguía la cera de sus propias abejas o, en su defecto, la compraba al vecino. Hacían velas de distinta longitud y grosor tanto para poner en el hachero y candeleros, como para enrollar en el taco por medio de un cirio delgado o cerilla. El día de Candelas (2 de febrero) se llevaban las velas a bendecir en la misa.
En algunos casos como en Garayo, había una persona que se encargaba de hacer velas para todos los del pueblo. Era el que más abejas tenía y, en caso de necesidad de hacer más velas por la muerte de un vecino, le ayudaban otros del pueblo en estos menesteres.
Progresivamente, se han ido acostumbrando a comprar las velas en Vitoria conforme las economías domésticas empezaron a ser más holgadas.
II. 262. ¿QUE OFRENDAS SE HACEN CON MOTIVO DE LOS FUNERALES? ¿SE OFRENDAN ANIMALES VIVOS? ¿DONDE SON COLOCADAS LAS OFRENDAS DURANTE LOS OFICIOS? ¿QUIEN SE ENCARGA DE ELLAS? ¿CUAL SUELE SER SU DESTINO? ¿HAY CREENCIA DE QUE SON CONSUMIDAS EN PARTE POR LAS ALMAS DE LOS DIFUNTOS?
En Gamboa, el día del funeral no se realizaban ofrendas de ningún tipo y menos de animales[5].
II. 263. ¿QUIENES Y CON QUE CANTIDAD COS'1EAN LOS FUNERALES? ¿SE SACAN RESPONSOS Y OTROS SUFRAGIOS?: ¿EN EL YARLEKU O SEPULTURA? ¿CUANTO DURA EL «ELIZKIZUN», ES DECIR, LA OBLIGACION DE LLEVAR A INTERVALOS REGULARES OFRENDAS Y LUCES A LA SEPULTURA? ¿QUIEN REPRESENTA A LA CASA EN TALES ACTOS?
El día del funeral los asistentes daban algunas cantidades de dinero a la familia para sufragar los gastos, entre ellos el pago de las misas a los curas.
Tras el banquete, un mozo pasaba un plato entre los comensales para que aportaran dinero que ayudara a los gastos del funeral. Se apuntaba en una lista quién era el donante y con cuánta cantidad lo hacía. Lo normal era que todos aportaran alguna cantidad aunque siempre había algún roñoso. No se conoce que se lea la lista en público.
Durante todos los domingos del año de luto, a partir de la celebración del funeral (otros dicen que a partir de celebrarse el novenario de misas), la familia llevaba un pan grande u otana, de los que hacían en las hornadas de casa, y lo depositaban en la sepultura en una cesta de mimbre que llevaba un paño blanco propiedad de la familia. Algunos hacían este pan algo más pequeño que los del resto de la hornada. Si alguna casa no hacía pan, compraba una otana a un vecino para llevarla a la iglesia. Los habitantes de los caseríos alejados, ante la obligación de ofrendar un pan los domingos de luto, podían pagar en dinero al cura a final de mes el valor de los panes y así se ahorraban la molestia de llevarlos todos los domingos.
Durante la misa, en el momento del ofertorio, la mujer que estaba al cargo de la sepultura, se situaba frente a la grada del altar y entregaba el pan al cura el cual lo besaba y le colocaba la estola encima bendiciéndolo. También durante este acto otras mujeres se acercaban al cura y le daban algo de dinero. A continuación el cura rezaba por el difunto y por los últimos fallecidos en el pueblo. Es de suponer que el pan o los panes de dichas ofrendas se los quedara el cura.
Por otro lado, durante todos los domingos y fiestas del ano, cada familia con sepultura podía llevar unos bollos o roscos de tres puntas que algunos llaman «oladas». Estos bollos se llevaban siempre que se hacía la hornada y se depositaban en la cesta de la sepultura. Durante la misa eran bendecidos y al final de ella eran recogidos en una cesta mayor por el mayordomo, sacristán o por un monaguillo. Se solían recoger entre cinco y diez bollos, según en qué pueblo. En Landa, parte de estos bollos se troceaban y repartían en la comunión. En Ullibarri-Gamboa, algunas veces los comían al ir a besar la paz o Pax-Tecum. Después, los bollos restantes se subastaban y el dinero iba a parar al altar de las Animas para rezar responsos. En Landa, esos bollos recogidos y subastados, aunque depositados en la iglesia, se rifaban por medio de cartas de naipes entre los asistentes al rosario de la tarde, que eran sobre todo niños. En Ullíbarri-Gamboa se rifaban igualmente los bollos recogidos al final de la misa.
La mujer de la casa era la que presidía la sepultura familiar, rodeada de hijas y nueras o de hijos pequeños, mientras que los hombres permanecían en la parte trasera de la iglesia o en el coro, de pie o sentados en bancos. Un informante recuerda que, antiguamente, no había ningún tipo de asiento en la iglesia y que era necesario estar de pie y arrodillarse sobre las losas del suelo. Sin embargo, siempre se han conocido los «reclinatorios» que usaban las mujeres para sentarse. Estas sillas tenían un respaldo alto y un asiento bajo en el que podían ponerse de rodillas si se le daba la vuelta. En cada casa había dos o tres reclinatorios y los niños de corta edad usaban pequeñas sillas. Todos estos reclinatorios tenían marcadas las iniciales de su dueña y normalmente no se sacaban de la iglesia.
Cuando algún miembro de la familia moría, la sepultura correspondiente se activaba encendiendo las velas de los candeleros y del hachero, y los cirios. La sepultura se completaba con un paño y la cesta de mimbre con las ofrendas.
En Nanclares de Gamboa, las mujeres de la casa del fallecido se colocaban durante el año de luto en la sepultura de la iglesia situada delante de todas las demás. Allí encendían un velero grande de la iglesia que tenía unos tubos donde la familia encajaba unas velas y también ponían la cesta con la ofrenda del pan mientras en su propia sepultura se colocaba el paño blanco sobre el cual permanecían encendidos el velero, los candeleros y los cirios o cerillas.
El día de Animas el cura se acercaba a cada sepultura «echando responsos». Se le pagaba un canon fijo (1 real aprox.) por cada responso, y se hacía efectivo en ese mismo momento. A menudo ocurría que en una misma sepultura se rezaban varios responsos seguidos porque los familiares y vecinos o amigos así se lo pedían al cura pagándole lo establecido. En este día, todos los vecinos se acordaban de sus familiares fallecidos, hasta los más reacios para con la Iglesia, que sí los había.
Las sepulturas se estuvieron activando hasta que en la mayoría de los pueblos cubrieron el suelo con tarima hacia los años 40-50 o hasta que la construcción del embalse del Zadorra en 1957 y la posterior despoblación provocaron la desaparición del culto en otras iglesias. La costumbre de activar las sepulturas no se abandonó de repente sino que se fue perdiendo casa por casa y, a pesar de instalarse la tarima, todavía había mujeres que seguían encendiendo luces y colocándose donde se imaginaban que estaba situada la sepultura bajo las tablas.
Los funerales resultaban muy costosos y muchas casas recibían un duro golpe en su economía familiar.
Para hacernos una idea de los gastos ocasionados por un funeral, he aquí el ejemplo de los gastos realizados por una familia de Nanclares de Gamboa en el año 1937:
Caja forrada de tela con hábito y cuatro velas
Comidas de Curas y Sacristán Seis velas de novena Cinco misas con los funerales Gasto de comidas en la casa Primer año de pan en dinero De responsos Segundo año de rezos El aniversario |
47 pts.
120 pts. 10 pts. 30 pts. 115 pts. 80 pts. 13 pts. 30 pts. 25 pts. |
Total | 470 pts. |
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II. 264. ¿QUE FORMA TIENE LA SEPULTURA REAL EXISTENTE EN EL CEMENTERIO Y CUAL EL «YARLEKU» (SEPULTURA SIMBOLICA) O ANTIGUA SEPULTURA EXISTENTE EN LA IGLESIA? ¿SON FAMILIARES ESTAS SEPULTURAS, O SON CONSIDERADAS COMO PROLONGACION DE LA CASA E INSEPARABLES DE ELLA? ¿HAY CREENCIA DE QUE NO SE PUEDEN DAR DE NOCHE TRES VUELTAS ALREDEDOR DE UNA IGLESIA, O DE UN CEMENTERIO, O DE UNA CASA?
La iglesia estaba llena de sepulturas repartidas ordenadamente por todo el suelo. Cada sepultura disponía de tres losas que la cubrían llevando la losa central un agujero para poder izarlas.
Ninguna de las iglesias de las que me han hablado tenía sepulturas con inscripciones excepto la de Garayo. En esta localidad, las losas eran unas piezas enteras que llevaban un número y el nombre de la casa. En total, habría unas 20 losas de estas características.
En la actualidad están en paradero desconocido al haberse quedado en ruinas la iglesia y el pueblo y al haberse transportado las piedras a otros lugares con diferente destino. También hay indicios para pensar que la iglesia de Landa tenía sepulturas con inscripciones pero no sabemos nada más ya que dicha iglesia fue reconstruida en 1924 cuando se derrumbó la bóveda y quedó en ruinas en 1957 cuando se abandonó el pueblo.
Cada sepultura pertenecía a una casa que normalmente correspondía con cada una de las familias.
En Nanclares de Gamboa, además de las sepulturas familiares, existía una sepultura de la iglesia situada delante de las anteriores que era utilizada por las mujeres de la familia del fallecido durante el año de luto para encender luces y donar ofrendas. Detrás de las sepulturas familiares se situaba la sepultura de las Animas en la que una vecina se encargaba de encender luces, velas, tacos de cerilla y de colocar un paño blanco hasta que era relevada por otra vecina pasados algunos años.
La sepultura familiar, activada durante las novenas y todos los domingos del año, constaba de una «estera» hecha de felpa o de trenzado de pajas que podía llevar una cruz o algún otro dibujo sobre la que se ponía un paño negro, un velero generalmente de entre cuatro y seis velas algo más anchas a las que se ponía un lazo negro en señal de luto, varias velas en candeleros de la casa o de la iglesia y unos tacos de madera a los que se enrollaba una velita muy delgada llamados tacos, cirios o cerillas. Durante el funeral y las novenas, el cura cedía a la sepultura una vela grande.
El velero, también llamado hachero y «sepulturero», lo hacía el carpintero del pueblo y constaba de dos tablas verticales, las patas, que sujetaban otras dos horizontales con agujeros para colocar las velas. Estos veleros se podían adornar con relieves silueteados y tallas y también podían rematarse con un triángulo o en cruces. Los tacos de cerilla o cirios se iban desenrollando conforme se iba consumiendo la velita o cerilla. Los hacían en casa como la mayoría de las velas. Los que no tenían cera la compraban a los vecinos aunque tanto las velas como los tacos de cerilla se podían adquirir en Vitoria.
Mientras que una familia no tuviera que activar la sepultura por no haber sufrido muertes cercanas, algunas mujeres de esa familia colocaban dos o tres tacos o cirios en la sepultura de las Animas.
Los enterramientos en el cementerio exterior se vienen realizando desde el siglo pasado cumpliendo órdenes eclesiásticas y del Estado que venían decretándose desde el siglo XVIII. En el cementerio no había un sitio para cada familia, excepto en los panteones, ya que se enterraba en tierra alternando distintos espacios del recinto. Para ubicar un buen lugar de enterramiento había una persona que ejercía de enterrador. Este elegía el lugar más apropiado y lo comentaba con la familia afectada o con el encargado de los preparativos del funeral y entierro (caso de Pedro Martínez en Ullíbarri-Gamboa). En Nanclares de Gamboa existían dos enterradores cuyos puestos estaban adjudicados a subasta aunque casi siempre recaía en las mismas personas. Hacia 1950, recibían de las arcas de la Junta Administrativa 50 ptas. por cada hoyo que hicieran en el cementerio. La razón de nombrar a dos enterradores era la de ausentar a uno de ellos en el caso de que muriese alguien de su familia y ocupar su puesto otro vecino que cobraba las 25 pts. que le correspondían por cavar el agujero a medias con el otro enterrador. Elegían el lugar en el cementerio que más tiempo llevaba sin usar o al menos que llevara diez años sin ningún enterramiento. Para cavar el hoyo, salvo el caso de Nanclares de Gamboa, el enterrador era ayudado por varios mozos. De paso, limpiaban y adecentaban el cementerio. En algunos casos, el enterrador en solitario ha hecho el agujero. Donde no había enterrador, como en Landa, el agujero lo hacían los mismos mozos o anderos. Los mozos, siempre y en todos los pueblos, eran los encargados de tapar el agujero una vez realizado el enterramiento. Al cavar el hoyo afloraban los huesos del anterior cadáver los cuales se depositaban en la «huesera» del cementerio. Esta labor no era muy agradable y menos cuando había que deshacerse de algunos restos, como ocurrió en 1954 en el panteón de la capilla del cementerio de Nanclares de Gamboa: como el panteón estaba al completo, la familia de la fallecida, residente en Vitoria, pidió y dio cierta cantidad de dinero al pueblo que les ayudara en la labor del desalojo del panteón. Algunos vecinos del pueblo no pudieron aguantar la impresión de ver sacar varias cajas en las que se encontraban los esqueletos intactos, con toda la vestimenta la cual al contacto con el aire se «desintegraba», y con multitud de pequeños gusanos muertos. Los huesos se depositaron en la huesera del cementerio y el resto se quemó.
Normalmente, las tumbas de los cementerios se sitúan más o menos ordenadamente a los lados de un pasillo central, si exceptuamos la colocación de panteones que, debido a su mayor volumen, abarcan mayor superficie. El cementerio consta de otras partes situadas en laterales o lugares secundarios: la huesera, donde se acumulan los huesos extraídos al cavar los hoyos, el «limbo», donde se enterraba a los niños no bautizados (en Marieta el limbo estaba cubierto); , una porción de tierra no bendecida donde se enterraban a los no creyentes o suicidas; en el caso de Ullíbarri-Gamboa, un lugar cubierto que tiene una mesa donde esporádicamente se podían realizar autopsias, y en el de Nanclares de Gamboa, una capilla que alberga un panteón edificado por los propietarios del mismo.
Una vez practicado el enterramiento, se colocaba una señal (estaca o cruz de madera) que indicaba el lugar utilizado. Dependía entonces de la familia el poner una cruz de hierro o de piedra con inscripciones, si podían costearse ese gasto. A veces, pasaba bastante tiempo antes de colocar una cruz o una lápida. Las cruces de hierro solían estar hechas en serie y en venta en Vitoria. Llevaban una placa blanca donde se ponían los datos del fallecido. En Marieta, al recién enterrado, se le colocaba una cruz de hierro forjado que pertenecía a todos los difuntos ya que iba pasando de tumba en tumba según iban siendo enterrados.
Tras la construcción del embalse del Zadorra en 1957, algunos cementerios de los pueblos afectados fueron abandonados como lo fueron los propios pueblos. La empresa encargada de la construcción del embalse dio orden de no realizar enterramientos en los antiguos cementerios nueve años antes de cerrarse la presa en 1948. Dicha empresa construyó cementerios nuevos en Ullíbarri-Gamboa y Landa. Ellos se encargaron de desenterrar los cadáveres de los cementerios antiguos a petición de los vecinos y trasladarlos a los nuevos donde fueron enterrados o depositados de nuevo lo mismo que hicieron con los panteones. En el nuevo cementerio de Landa siguieron con el enterramiento en tierra aunque se instalaron varios panteones y en el de Ullíbarri-Gamboa se instalaron nichos.
El cementerio de Landa tiene una puerta de hierro practicada en el muro norte que da acceso al lugar no sagrado donde se dispuso que se enterrara a los no creyentes. En Ullíbarri-Gamboa existe otra puerta lateral que da acceso por un lado al «limbo» y por otro a un lugar destinado a los no creyentes, en los dos casos con nichos.
Aunque no era corriente que hubiera casos de entierros de no creyentes se recuerdan algunas noticias al respecto. En un pueblo cercano, el cura se negó a enterrar a un fallecido al que consideraba no creyente. Lo enterraron junto a la pared, pero fuera del cementerio. Pasado algún tiempo, la pared empezó a caerse por ese lado, lo que los vecinos achacaron a ese enterramiento no sin darle una significación con cierto matiz misterioso. Otro caso conocido por varios informantes fue el del entierro realizado a un no creyente declarado en el terreno no sagrado del cementerio de Elguea, localidad colindante con Marieta.
Prácticamente la totalidad de los niños no bautizados enterrados en el «limbo» eran los nacidos muertos ya que el bautizo casi era inmediato y no pasaba un día sin ser asistidos por el cura. Un informante me apunta que si el niño recién nacido corría peligro de muerte, los mismos padres podían bautizarlo. Este bautismo especial consistía en hacerle la señal de la Cruz al niño mientras se decía: «Yo te bautizo en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo».
El cementerio no se visita más que una vez al año, el día de Animas o, actualmene, el día de Todos los Santos. Para ese día, el pueblo se encarga de limpiar el cementerio organizando una vereda. Hoy en día se llevan flores que se colocan encima de la tumba o en floreros aunque también se instalan flores con raíz o flores artificiales. Además de la ofrenda floral, se reza una oración recordando a los fallecidos.
II. 265. ¿QUIENES TIENEN DERECHO A SER INHUMADOS EN LA SEPULTURA DE UNA CASA?
Tienen derecho a enterrarse en el lugar asignado para una casa todos los pertenecientes a la familia que la habitan incluso si no son familiares pero están muy unidos a ella. Este lugar puede estar diferenciado del resto de tumbas mediante pivotes y cadenas. No obstante, lo normal es que las tumbas estén individualmente distribuidas por todo el cementerio y las únicas concentraciones existentes sean las de los panteones.
II. 266. ¿QUIENES ACUDEN AL SEPELIO? ¿TOMAN PARTE EN LA OPERACION TODOS LOS PRESENTES? ¿COMO?
Al sepelio acuden todos los asistentes al funeral que además acompañan al cortejo fúnebre desde la iglesia hasta el cementerio. Debido a las dimensiones reducidas de algunos de los cementerios, todos los asistentes no pueden introducirse en ellos.
Depositada la caja en el agujero, en algunos pueblos se tenía la costumbre de echar unas paladas de cal viva, se supone que por motivos de salubridad. A continuación, el cura en primer lugar y los familiares y asistentes después, cogen un puñado de tierra, la besan y la echan encima del féretro mientras que algunas personas depositan algunas flores sobre la caja. Esta costumbre se ha realizado siempre y se sigue realizando. La excepción se da en Ullíbarri-Gamboa donde, desde 1957, sólo existen nichos y un panteón.
Mientras los familiares y resto de asistentes van saliendo del cementerio, los mozos tapan el agujero con la tierra extraída de él.
II. 267. ¿SE DEPOSITA EL CADAVER EN DETERMINADA ORIENTACION?
Las tumbas no se sitúan en ninguna determinada orientación. Se limitan a ocupar los espacios libres colocándose paralelamente a los enterramientos contiguos. En Nanclares de Gamboa, algunos indicaban que había que colocar los cadáveres mirando a la iglesia; sin embargo, no todos seguían este criterio y algunos lo hacían mirando a la capilla del cementerio.
Los cementerios de Landa y de Ullíbarri-Gamboa son de nueva factura por lo que no siguen criterio de este tipo, solamente la ordenación lógica dentro de su perímetro.
II. 268. ¿EL «YARLEKU» Y LA SEPULTURA DEL PROPIETARIO SON TAMBIÉN UTILIZADOS POR SUS INQUILINOS?
Los inquilinos utilizan la sepultura de la iglesia y la del cementerio pertenecientes a la casa donde viven ya que su propietario tiene su propia sepultura de la casa mayor.
Desde hace bastantes años, estos propietarios residen en Vitoria y son allí enterrados.
II. 269. ¿QUIENES YEN QUE ORDEN VUELVEN A LA CASA MORTUORIA DESPUES DEL ENTIERRO?
Después del entierro los invitados al banquete, es decir, los familiares, eran los que acudían a la casa del muerto. Acudían todos juntos pero sin orden establecido. El resto de asistentes al funeral y entierro recibían pan y vino en el pórtico de la iglesia.
II. 270. ¿ANTES DE ENTRAR EN ELLA REZAN EN EL PORTAL DELANTE DE UNA LUZ O FUEGO?
No hay ninguna noticia al respecto.
II. 271. ¿TIENE LUGAR ALGUN BANQUETE EN LA CASA MORTUORIA? ¿COMO SE LLAMA? ¿QUE MENU SE SIRVE? ¿ESTA PROHIBIDO COMER CARNE EN TALES OCASIONES? ¿QUIENES SUELEN SER INVITADOS?
Una vez realizado el entierro, los asistentes que no estuvieran invitados al banquete en la casa mortuoria recibían un refrigerio de pan y vino. La familia afectada aportaba varios panes grandes que se troceaban por los «kurruskos» o se cortaban en rebanadas, y cierta cantidad de vino, una cántara normalmente. Excepcionalmente se servía algo de queso en el caso de que la familia fuera más pudiente.
Este refrigerio se repartía en la sala del Concejo en Nanclares de Gamboa y en el pórtico de la iglesia en el resto de pueblos, aunque en Ullíbarri-Gamboa también se llegó a servir en la sala del Concejo. El encargado de repartir el pan troceado en una cesta y el vino servido en un vaso con una jarra era en algunos pueblos el mayordomo y en otros los mozos. Este momento era llamado «la limosna», ya que a ella asistían muchos mendigos que estaban de paso por el pueblo o que se enteraban de la muerte y aprovechaban la ocasión. A estos pobres no se les negaba la limosna mientras rezaran el Padrenuestro por el difunto junto con los otros asistentes tras acabar dicho refrigerio.
Los monaguillos también recibían su parte y me cuentan en Ullíbarri-Gamboa que, tras el funeral, el mayordomo les obsequiaba con galletas, vino rancio y pasas en la sala del Concejo.
Los funerales y entierros siempre se realizaban a la mañana. A continuación, los familiares llegados de fuera y algunos amigos acudían a la casa mortuoria invitados por los de la casa al banquete funerario. También estaban invitados a comer los curas y los mozos o anderos. En alguna ocasión, las familias que vivían en caseríos alejados pertenecientes a Nanclares de Gamboa dejaban encargada y pagada una comida para los curas en alguna casa del pueblo porque el trayecto era largo y penoso. Sin embargo, a los banquetes de estos caseríos, sí que asistían los familiares ya que solían estar hospedados allí.
Algunas mujeres vecinas podían ayudar a las de la casa mortuoria a preparar la comida para el banquete. Los mozos o anderos que habían ayudado al enterrador y a llevar el féretro, comían en una mesa aparte. En la casa, los mozos ayudaban en los preparativos del banquete cortando leña o acompañando a hacer la comida. También servían los platos a los comensales y después de comer recogían la mesa. Esta costumbre se llevaba rigurosamente y se dio el caso, en cierta ocasión, de que alguna moza o mujer pariente quiso servir la comida y los mozos se lo impidieron. El caso singular era el de Pedro Martínez, vecino de Ullíbarri-Gamboa, que, además de ayudar en todo lo concerniente a la mortaja, funeral y entierro, también colaboraba en el banquete sirviendo la comida. Cuando Pedro Martínez acudía a Vitoria a por la caja, aprovechaba la ocasión para comprar velas, vino y pasas y, si era necesario, pan y queso. Por supuesto, todos estos gastos eran pagados por la familia del fallecido.
El menú del banquete era similar al de un día festivo, es decir, sopa de gallina, garbanzos cocidos y gallina o pollo con tomate, pimientos o patatas, según el gusto de cada casa. Extraordinariamente, se mataba una oveja. De postre, se servía siempre un puñado de pasas y, algunas veces, queso, nueces o miel. Los familiares tenían por costumbre llevar las pasas a su casa donde las repartían entre los que no habían asistido a los actos fúnebres y así los hacían de alguna manera copartícipes. Las casas que se lo podían permitir servían café y, excepcionalmente, una copa de licor, aunque esto no estaba muy bien visto.
Los gastos que ocasionaba el banquete eran muy cuantiosos y suponían un gran esfuerzo económico para la familia. Muchas de las familias tardaban bastante tiempo en pagar las deudas por el funeral y entierro de un familiar. A este respecto se decía que: «El muerto, muerto y el vivo sacrificao».
También, haciendo referencia al banquete funerario, se decía: «El muerto al hoyo y el vivo al bollo».
Antes de empezar el banquete se rezaba por el difunto. También había costumbre de rezar antes de todas las comidas y cenas del año para bendecir la mesa y en recuerdo de los difuntos. Se rezaba un Padrenuestro y un Avemaría.
El único banquete funerario fuera de la casa que se conoce y recuerda en Gamboa es el que se realizó en Ullíbarri-Gamboa, a principios de los años 50, cuando murió Luis Sarralde, el dueño de gran número de propiedades, tanto casas como terrenos, en Ullíbarri-Gamboa, Garayo, Orenin, Zuazo de Gamboa, Nanclares de Gamboa y Landa. En esta ocasión, todos sus inquilinos y arrendatarios, representados uno por cada familia, fueron invitados por los herederos del fallecido a asistir al funeral y entierro celebrados en Vitoria y a la posterior comida en el restaurante de la casa Martínez en Ullíbarri-Gamboa. Para todo esto dispusieron varios autobuses y el comedor de dicho restaurante para atender a unos 140 invitados. Como se puede suponer, todos estos actos fueron de gran solemnidad y el banquete fue extraordinario, culminado con cafés y copas de licor.
II. 272. ¿QUE MANIFESTACIONES Y SIGNOS DE DUELO SE ADOPTAN EN CASA Y POR LOS FAMILIARES DEL DIFUNTO? ¿EN CUANTO TIEMPO? ¿EN EL TIEMPO QUE ARDE LA CERA EN EL «YAR LEKU» DE LA IGLESIA?
Los signos de luto más evidentes eran los expresados con la indumentaria. El luto en las mujeres era más riguroso que en los hombres. Las mujeres se vestían totalmente de negro durante un año completo y el rigor era tal que incluso en verano llevaban medias negras de lana. Vestían de luto tanto mujeres mayores como niñas. Una de mis informantes recuerda que su madre murió cuando ella tenía 12 años y llevó el luto durante un año. Las mujeres vestían totalmente de negro y la madre solía ponerse una mantilla negra cuando salía de casa. Cuando moría el padre o un hermano, el luto era de año y medio e incluso algunas mujeres lo mantenían dos años. Por los abuelos se llevaba medio año de luto y otro medio de «alivioluto». Cuando en una misma casa morían dos personas con una diferencia temporal no muy grande, el luto podía alargarse tres o cuatro años. Lo normal era que se estuviera un año de luto y otro de «alivio luto» o medio luto. El «alivio-luto» consistía en combinar prendas negras con otras de color blanco, gris o incluso morado y también se podían usar prendas a cuadros, a rayas o con flores, pero siempre a base de esos colores, negros, blancos y grisáceos.
Los hombres utilizaban el luto los domingos y días festivos, cuando asistían a los oficios religiosos y cuando iban de viaje a Vitoria o a otros lugares. El luto masculino consistía en llevar una señal en la solapa (un botón negro o un trozo de tela negra), un brazalete negro o una corbata negra, durante un año o incluso año y medio.
La prohibición de asistir a bailes, fiestas, tabernas, era llevada a rajatabla por las mujeres. Sin embargo, los hombres dejaban de bailar, que no de asistir al baile o fiesta, durante medio año y no dejaban de ir a la taberna aunque acudían a ella con menor asiduidad. En alguna ocasión, siendo jóvenes, acudían al baile de algún pueblo donde no les conocieran y se olvidaban del luto echando bailes sin reparo. Las fiestas del propio pueblo había que pasarlas con resignación y muchos amigos o conocidos que allí acudían y que no se veían más que de vez en cuando, daban el pésame a los afectados. Las salidas de la casa eran menores y más cortas durante el año de luto. Se salía menos y se llegaba antes a casa.
El luto en la vestimenta, tal como se ha explicado, se estuvo usando rigurosamente hasta hace unos quince anos. A partir de entonces, los hombres dejaron de llevar signos de luto y las mujeres han ido liberalizando dicha costumbre. Actualmente, apenas se exterioriza el luto por la vestimenta, salvo en los casos de algunas personas ancianas, y son evidentes otros signos como hacer menor vida social y no asistir a bailes o fiestas durante los primeros meses tras el fallecimiento.
¿QUE TIPOS DE ASOCIACIONES RELIGIOSAS O CIVILES EXISTEN O HAN EXISTIDO EN TORNO A LA MUERTE? ¿QUE ASISTENCIA OFRECEN? ¿CUALES SON LOS DEBERES Y OBLIGACIONES DE LOS COFRADES O ASOCIADOS? APORTENSE ESTATUTOS, SI LOS HAY, DE TALES ASOCIACIONES Y COFRADIAS.
De todos mis informantes, solamente uno me ha dado noticias de la existencia de una cofradía religiosa, la del Rosario en Nanclares de Gamboa a la que pertenecían todos los niños y hombres del pueblo, pagando una pequeña cantidad al año. La presencia activa de dicha cofradía cuando existía una muerte en el pueblo se limitaba a la conducción de la Cruz parroquial delante del cortejo fúnebre por parte del presidente de la cofradía cuyo cargo recaía en un cofrade turnado cada año. Dicho presidente también se encargaba de recoger las cuotas de los cofrades y de los preparativos (misa, procesión, comida, etc.) para el día del Rosario.
En todos los pueblos existía la Congregación de Hijas de María. A ella pertenecían todas las niñas y mozas hasta la edad de contraer matrimonio. Cada una poseía una medalla con la imagen de la Virgen sujeta por una cinta azul. En la inscripción de la medalla se podía leer: «Virgen María sin pecado concebida, ruega por nos que recurrimos a vos». Las Hijas de María se sentaban todas juntas en los primeros bancos de la iglesia y después del rosario se juntaban para rezar a la Virgen. Por el contrario, los chicos se dedicaban a jugar a los bolos o a pelota y a veces ni tan siquiera asistían al rosario. Cuando una de las Hijas de María moría, se le colocaba la medalla de la Virgen y se le vestía con una túnica de color azul claro. El féretro era llevado por las mozas.
INDIQUENSE CUANDO SE HAN OPERADO LAS ULTIMAS TRANSICIONES.
En la actualidad no es corriente que alguien muera en su casa si no es por muerte súbita. Cuando una persona está muy enferma o a punto de morir recibe los cuidados en un hospital de Vitoria. Allí es donde muere y allí colocan la capilla mortuoria. Con esto se elimina todo el ritual del amortajamiento, del velatorio y del cortejo fúnebre. Para todo ello se contrata una agencia funeraria. Este cambio se ha operado hace aproximadamente quince años aunque no se ha culminado hasta los años más próximos.
La incineración no es práctica común ni tampoco está muy bien considerada.
EVOLUCIONES OPERADAS EN LA LITURGIA FUNERARIA.
Todo lo referente a las sepulturas familiares, sepultura de Animas, luces, ofrendas, responsos continuados ha desaparecido. Los funerales siguen siendo «corpore insepulto» para luego realizar el entierro. En esto último se han producido pocos cambios.
Los sermones de funerales se enmarcan dentro de la generalidad de los habituales durante todo el año aunque haciendo hincapié en la muerte, la vida eterna y en el propio fallecido. Los sermones han perdido patetismo porque los curas no tienen la fuerza de antaño, por lo menos desde que dejaron de vivir en los pueblos. Antes, los curas controlaban totalmente la vida religiosa de los vecinos y gran parte de la vida civil. La asistencia a los oficios religiosos era de una obligatoriedad incuestionable y muchos curas censuraban la asistencia a bailes y fiestas.
En la actualidad, los funerales son el momento en que la iglesia recibe el mayor número de fieles ya que ha descendido la creencia en la obligatoriedad de asistir a misa, pero se siente la necesidad de acudir al funeral de un vecino, amigo o conocido.
VIII. 35. ¿HAY CAMINOS ESPECIALES QUE CONDUCEN DE CADA CASA A LA IGLESIA?
En algunos lugares como Marieta o Nanclares de Gamboa las casas estaban comunicadas con la iglesia por la calzada, que era un camino empedrado como alternativa al camino vecinal que solía estar en malas condiciones por el paso de carros y de ganado.
VIII. 36. ¿TIENE CADA CASA ALGUN LUGAR RESERVADO EN LA IGLESIA PARROQUIAL?
La casa estaba representada en la iglesia parroquial por la sepultura familiar Esta sepultura era una tumba usada como enterramiento antes de crearse los cementerios exteriores. Se activaba encendiendo luces y poniendo ofrendas cuando moría alguien de la casa.
VIII. 37. ¿EN QUE GRADO ACTÚAN LAS CREENCIAS RELIGIOSAS, LA VISION DEL PORVENIR (MUERTE, VIDA FUTURA) Y LAS ASPIRACIONES Y LA ESPERANZA EN LOS DIVERSOS ASPECTOS DE LA CULTURA? ¿COMO ESTOS REPERCUTEN EN LA RELIGION O EN SU PRACTICA?
La referencia a las creencias religiosas: cielo, infierno, purgatorio, vida futura, almas, condenación, etc., estaba presente e impregnaba todos los ámbitos de la vida en una zona totalmente rural como Gamboa. Todo esto ha desaparecido en gran parte aunque pervive en las personas más ancianas.
VIII. 62. HAGASE RESEÑA DETALLADA DE LA CONMEMORACION DE LOS DIFUNTOS (OFRENDAS, BANQUETES, VISITA A LAS SEPULTURAS, CREENCIAS ACERCA DE LAS ALMAS, ETC.).
Las fiestas que conmemoran a los difuntos son las del día de Todos los Santos y día de las Animas, 1 y 2 de noviembre, respectivamente.
El día de Todos los Santos se celebra la misa y a continuación se acude al cementerio donde el cura reza un responso. Tanto para practicar entierros como para las visitas de este día, el pueblo limpiaba el cementerio de la maleza que había crecido. De la vereda, los entierros se encargaban normalmente los mozos y en el día de visita, el pueblo. Esto todavía se sigue haciendo en algunos pueblos.
En Landa recuerdan que después de Todos los Santos se hacía la novena de Animas que consistía en nueve misas desde el día 2 hasta el 10 de noviembre. Esta costumbre se perdió hace unos 35 ó 40 años.
La comida del día de Todos los Santos era una comida festiva, como la de un domingo del año, a base de sopa o caldo, garbanzos y gallina.
El día de Animas, tras la misa, el cura iba «echando responsos» por las sepulturas de la iglesia cuyos propietarios le pagaban la correspondiente cantidad de dinero por responso (1 real aprox.). Este día también se ha acudido al cementerio a rezar por los difuntos allí enterrados.
En Nanclares de Gamboa, en la última misa del ano, se recordaba a los vecinos fallecidos más recientemente y se rezaba un responso en su memoria.
Actualmente, se sigue acudiendo al cementerio el día de Todos los Santos, después de la misa. Cada familia realiza una ofrenda floral a sus difuntos y se reza un responso y alguna otra oración. La misa del día de Animas se ha perdido porque no es un día festivo a nivel laboral, lo que les resulta más complicado a los curas al tener varios pueblos a su cargo.
VIII. 66. (...) DESCRIBIR LAS ARGIZAIOLAK «TABLA DE CERILLA», IIIARRIAK «PIEDRA DE DIFUNTOS»
La tabla de cerilla llamada taco, cirio o cerilla; los veleros, hacheros o sepultureros; la estera; los candeleros; los reclinatorios; y las cruces de los cementerios; todos están descritos en el punto 246.
VIII. 107. ¿SE CREE EN APARICIONES DE ALMAS? ¿COMO YEN QUE CASOS APARECEN? ¿QUE BUSCAN? ¿QUE FIGURAS PRESENTAN?
Se creía que las almas aparecían ciertas noches y en determinados momentos. Por esta causa, sobre todo los niños, tenían temor a pasar de noche por delante del cementerio. Prácticamente todos rezaban por las almas de los difuntos y no intentaban trastornarlas en absoluto. Sin embargo, siempre había algún bromista que, aprovechando estas creencias, asustaba a los caminantes.
En cierta ocasión, cuando un vecino de Landa volvía a casa de jugar a las cartas en la taberna, su hijo le salió al encuentro vestido con sábanas y cadenas dándole tal susto que dio marcha atrás sobre sus pasos. El hijo volvió corriendo a casa y esperó a su padre. Este llegó al poco rato todavía asustado y exclamando: «¡Y luego dicen que no hay brujas!. ¡No las va a haber!.
Con cuentos de brujas y seres extraños asustaban los mayores a los niños en Ullíbarri-Gamboa contándoles que, en la ladera de Aldaya, al sur del pueblo, existe una pequeña cueva donde vivía la «vieja de Amboto» y a la que era peligroso acercarse. En cierta ocasión pusieron una jaula delante de la cueva y atraparon unos dicen que un conejo y otros que un «raposo» y algunos llegaron a pensar que era la propia vieja de Amboto.
En Nanclares de Gamboa, en el caserío Rotabarri, la madre les contaba a sus hijos el relato de un viudo del pueblo al que en varias ocasiones se le aparecía una luz en el camino que no dejaba de asustarle. Pensando en que quizás fuera su difunta mujer, fue a contárselo al cura y éste le recomendó que, cuando se le apareciese la luz le preguntara qué deseaba. El viudo así lo hizo y la luz le contestó que era el alma de su mujer y que le dedicara una misa. El viudo contribuyó al poco tiempo con una misa y quedó tranquilo. Estos niños, siendo mozos y al comentarlo con otros mozos, pensaban irónicamente que la aparición era el propio cura disfrazado que, con ese truco, ganaba el dinero de una misa pagada por el viudo.
VIII. 110. ¿HAY ACCIONES QUE TURBAN EL REPOSO DE LAS ALMAS, COMO DAR VUELTAS ALREDEDOR DE UN CEMENTERIO, DE UNA IGLESIA O DE UNA CASA?
Se tenía la impresión de que introducirse en el cementerio o merodear por sus alrededores de noche podía turbar las almas de los difuntos.
Cuentan en Nanclares de Gamboa que uno del pueblo, haciéndose el valiente, entró en el cementerio de noche con el pretexto de coger caracoles. Al estar la luna llena, su silueta se reflejó en una tumba y se dió tal susto que algunos dicen que murió del sobresalto.
En el antiguo cementerio de Ullíbarri-Gamboa, cuando de noche se miraba entre los barrotes de la puerta principal algunos veían una mancha blanca que se movía dentro de él. Esta mancha blanca correspondía a la losa de un panteón situado en el centro del cementerio.
VIII. 116. ¿QUE ANIMALES ANUNCIAN LA MUERTE DE LAS PERSONAS? ¿COMO?
Como queda indicado en el punto 238, el aullido de un perro puede ser presagio de una muerte y, en algunos casos, el mugido de una vaca puede anunciar la muerte en la casa.
VIII. 120. ¿QUE SE DICE O CREE DE LAS ABEJAS?
La muerte del amo de las abejas es anunciada a éstas dando unos toques en los cuezos. Este dato está ampliado en el punto 242.
GLOSARIO
Abeja | Conjunto de abejas que forman un panal. |
---|---|
Alivio-luto | Medio luto |
Anderos | Mozos que portan el féretro. Ahora lo hacen a hombros, pero antes lo llevaban en andas. |
A renque | Por turno cada vecino. |
Asperjar | Rociar con agua bendita. |
Calzada | Camino empedrado que evitaba el caminar por los caminos que se llenaban de barro. |
Cirio | Taco de madera que lleva enrollada una cerilla o velita delgada. |
Cuezo | Tronco de madera hueco donde se tienen las abejas. Por extensión, también se le llama al panal hecho de tablas |
Echar el ternero | Soltar el ternero para que vaya a mamar donde la vaca. |
Enterrador | Nombre que recibían los mozos, en algunos lugares de Gamboa, que ayudaban a dar los avisos y a hacer el hoyo en el cementerio. |
Esquilón | Campana pequeña que se hacía sonar mediante volteo y que servía, entre otras cosas, para avisar de la muerte de un niño. |
Estera | Alfombra que se ponía en la sepultura familiar de la iglesia. |
Guaté | Trozo de algodón. |
Hacha | Vela algo más gruesa que las normales. |
Hachero | Soporte de madera de varios tipos que servía para colocar hachas y velas en la sepultura de la iglesia. |
Huesera | Lugar donde se depositan los huesos que aparecen en el cementerio al excavar los agujeros para los enterramientos. |
Kurrusko | Extremos del pan u otana que se desprenden por los cortes practicados en el mismo. |
Limbo | Lugar donde se entierra a los niños sin bautizar. |
Limosna | Refrigerio consistente en pan y vino, y a veces queso, donado por la familia a los asistentes tras el funeral y entierro. |
Olada | Pan de ofrenda. |
Rain | Finca más cercana a la casa. |
Raposo | Zorro. |
Reclinatorio | Silla de asiento bajo que servía para sentarse y para ponerse de rodillas si se le cambiaba de posición. |
Repicar | Tocar las campanas gemelas agarrando de los badajos. |
Sepulturero | Hachero, velero. |
Tacos de cerilla | Cirio. |
Tocar a mortachuelo | Tocar el esquilón por la muerte de un niño. |
Tocar de vela | Turno que practicaban los vecinos en el cuidado de los moribundos. |
Velero | Hachero, sepulturero. |
Vereda | Trabajos vecinales consistentes en arreglos de caminos, limpieza de acequias, adecentamiento del cementerio, etc. bajo pena de multa por ausencia injustificada de algún vecino. |
Volteo | Tocar la campana grande de la iglesia (llamada garbancera porque se tocaba los días de fiesta cuando se comía garbanzos) dándole vueltas sobre sí misma. También se volteaba el esquilón. |
Memoria redactada por Juan José Galdos
- ↑ La palabra uzaba probablemente sea una variante o degeneración de ugazaba: amo. Para designar al amo creo que en otros lugares se ha usado la palabra zaba.
- ↑ Hoy en día muchos mueren en los hospitales o clínicas de Vitoria porque son llevados allí por sus familiares cuando están muy enfermos o con indicios de muerte. Además, muchos de los hijos viven en la capital.
- ↑ En la actualidad, la agencia funeraria I auzurica sigue trabajando y acapara un gran porcentaje de los servicios de la provincia.
- ↑ Esta Cofradía existía en Nanclares de Gamboa y a ella pertenecían todos los hombres de la junta administrativa, tanto adultos como niños.
- ↑ El único ofrecimiento de animales que se conoce en Gamboa en un acto religioso es el de dar al cura la mejor gallina de la casa por el bautizo de un recién nacido. Alguno me añade que si el cura llevaba poco tiempo en el pueblo se le ofrecía una gallina y una docena de huevos para que empolle y así poder conseguir pollos.