Características generales de las Cofradías religiosas
Las Cofradías religiosas fueron durante siglos agrupaciones con fines piadosos que ejercieron una notable influencia en la vida religiosa y social de nuestros pueblos. En sus ordenanzas y estatutos se hacen constar diversas claúsulas sobre las obligaciones para con los cofrades moribundos y difuntos. El cumplimiento secular de tales prescripciones ha tenido una notable incidencia en las costumbres funerarias y han contribuido sin duda a la socialización de los ritos en torno a la muerte.
Para pertenecer a una cofradía había que contribuir con una limosna de ingreso que en algunos casos era en especie, y luego aportar cada año la cantidad estipulada.
En los estatutos de estas Cofradías sus juntas de gobierno aparecen jerarquizadas, según la terminología al uso, con los cargos de abad -eclesiástico y seglar-, prior, mayordomo, diputados, cursores o vedores, «hermanos de cuota y de vela», etc.
La celebración de su fiesta titular da motivo a diversos actos piadosos y a otros de carácter profano entre los que destaca la comida de hermandad.
En todas ellas, además del pago de las cuotas y la asistencia a los cultos específicos, los cofrades tenían diversas obligaciones para con los hermanos en trance de morir y fallecidos: velar al moribundo, asistir al Viático y al entierro, estar presente en los funerales. Si el fallecido era pobre, la cofradía se hacía cargo de los gastos del féretro y del entierro; en algunas cofradías era ésta la que proporcionaba el hábito para el amortajamiento. Los estatutos de ciertas cofradías determinan incluso cómo se ha de notificar el fallecimiento, el modo de componer el cortejo, cuál ha de ser el ornato de luces del túmulo funerario, cúales las ofrendas o sufragios por el difunto, etc.
Las cofradías religiosas más importantes en el área que hemos estudiado han sido las de la Vera Cruz, la de la Virgen del Santo Rosario («Cofradía del Rosario») y la de las Animas del Purgatorio («Cofradía de Animas»).