Modos de lavar el cadáver. Gorpu-garbitzea
En general el lavado del cadáver ha sido y sigue siendo somero; se trata de limpiar aquellas partes del cuerpo donde los efectos de la agonía son más palpables: cara, manos y pies. Sólo en los casos en que por el tipo de enfermedad u otra causa el enfermo se haya «manchado» a última hora, libratzen danian (Azkaine-L), se lava totalmente el cadáver, con agua y jabón generalmente.
En Zugarramurdi (N), Otazu (A), Bedia, Orozko, Ziortza (B), Hondarribia (G), Armendaritze, Baigorri, Gamarte, Lekunberri, Oragarre (BN); Azkaine, Beskoitze, Hazparne, Itsasu (L); Ezpeize-Undüreiñe, Urdiñarbe, Santa-Grazi y Zunharreta (Z) le lavaban la cara, las manos y los pies con agua templada y jabón. En Ziortza algunos le lavaban todo el cuerpo.
En Zeanuri (B) y Amezketa (G) se procedía a un lavado superficial con agua templada y jabón y, en casos, también con agua aromatizada con laurel, ereinotza. En Berriz (B) empleaban un cocimiento de hojas de laurel. Igual costumbre había en la villa de Durango (B), donde el lavado era superficial, cara y manos. En Altza (G) les lavaban cara, manos y a veces los pies con agua templada en la que habían cocido laurel «arpegia ta eskuk prinzipal, ta ankak ere bai batzutan»[1].
El lavado parcial podía explicarse en muchos casos porque ya los habían bañado para recibir la Santa Unción (Berganzo-A) y, salvo en casos excepcionales, no era necesario un lavado completo.
Donde de ordinario se procedía a un lavado total era en Elosua (G): orrek ez dau miñik artuko ta gogor garbittu, (lavarlo a fondo porque ya no se le puede lastimar). Se lavaba con agua hervida previamente con laurel y jabón; primeramente la parte inferior y después la superior, dando la vuelta al cadáver y frotándolo con un trapo.
En Gipuzkoa estuvo extendida la costumbre de utilizar para este lavado agua en la que se habían hervido hojas del laurel bendecido el día de Ramos (Amezketa, Elosua, Ezkio). También en Altza «les lavan cara, manos y a veces los pies con agua templada en la que algunos han cocido laurel». En Oiartzun se lavaban estas mismas partes del cuerpo con un cocimiento de hojas de laurel y romero bendecidos. El agua se derramaba en la huerta o en el estercolero[2].
En Salinas de Léniz (G), era la hospitalera quien con agua, en la que se había hervido una rama de laurel a fin de perfumarla, lavaba la cara, los pies y las manos del cadáver[3].
En otras localidades se les lavaba con un cocimiento de hierbas y flores bendecidas el día de San Juan, ezpatea eta miillue (Beasain, Bidegoian-G).
Al agua templada en ocasiones se le añadía unas gotitas de agua bendita (Lemoiz, Murelaga-B[4]) o se rociaba con ella el cadáver aunque ahora «no es fácil conseguirla», se quejan las informantes. En Obanos (N), donde se hacía esto último, se solía decir: «agua bendita por Dios consagrada, guarda su cuerpo y salva su alma».
Las aguas de colonia se han utilizado raramente. En Carranza rociaban el cadáver, ya en la caja, con «colonia de muertos» (sic); en Allo (N) se limitaban a limpiar cara y manos con un algodón empapado en colonia. En Moreda y Salvatierra (A) después de lavar el cadáver se perfumaba con colonia. En Arrasate (G) se ha utilizado para el lavado agua y vinagre.
Por norma general se han usado toallas o trapos limpios, zapiak, para el lavado. Se solía realizar esta operación en el suelo, sobre una sábana, mientras los hombres colocaban una tabla en la cama o desmontaban el lecho si era necesario para colocar la capilla ardiente.
Todo ello, así como el amortajamiento, tenía que hacerse «en caliente» porque de lo contrario resultaba muy difícil.