Disposición del duelo familiar en la iglesia
El cortejo fúnebre penetra en el templo guardando el mismo orden que ha llevado durante la comitiva. Hay que diferenciar a lo largo del presente siglo dos épocas marcadamente distintas de disposición del duelo en la iglesia, junto a otras situaciones de transición hasta llegar al momento actual.
La época anterior estaba condicionada por la propia distribución de la planta del templo para las funciones religiosas. Los bancos o las tribunas eran para los hombres y las sillas en las sepulturas familiares estaban ocupadas por las mujeres. Este periodo se corresponde con el que el cadáver permanecía durante las exequias en el pórtico o había sido previamente llevado directamente al cementerio para su enterramiento. El duelo masculino se situaba en el banco o bancos reservados para esta finalidad, denominados «bancos de luto», luto-bankuak, que antiguamente era el último de la fila de bancos contados desde el presbiterio; después los bancos de luto pasaron a ser los más próximos al altar. En el País Vasco continental el duelo masculino ocupaba su lugar correspondiente en las tribunas de la iglesia; después pasó a situarse abajo, en los bancos delanteros.
En la planta de la nave, generalmente en la parte zaguera, en Vasconia peninsular las mujeres se situaban en sillas-reclinatorios cada una en la sepultura correspondiente a su casa; por consiguiente las mujeres del duelo femenino ocupaban la suya. En Vasconia continental el duelo femenino se colocaba en la parte delantera junto al féretro.
Los restantes asistentes se acomodan en la iglesia en distintos lugares, observándose hasta tiempos recientes la costumbre de que los hombres y las mujeres ocupaban lugares separados, cada persona dentro de su grupo y ocupando su puesto y categoría dentro de él.
Para el País Vasco continental, Barandiarán realizó una descripción común de la disposición del cortejo en la iglesia. Llegada la comitiva al templo parroquial, los hombres ocupaban las galerías de la iglesia durante las exequias y las mujeres se colocaban en la planta baja, a un lado del ataúd. El féretro se ponía sobre una mesa en el centro de la iglesia, cerca del comulgatorio donde permanecía durante las honras fúnebres[1].
Conforme se fueron suprimiendo las sepulturas[2] y sustituyendo las sillas por bancos en las naves, el duelo familiar tanto masculino como femenino comenzó a colocarse en los bancos más próximos al altar. Generalmente las mujeres a un lado y los hombres a otro, de acuerdo con la tradición existente en cada localidad. Tiempo después comenzaron a mezclarse ambos grupos y hoy en día, por lo común el duelo familiar conjunto de hombres y mujeres se coloca a ambos lados en los bancos delanteros.
Entre la primera época y la segunda hubo una transición en algunas localidades cuando, desaparecidas• las sepulturas individuales, se mantuvo una sepultura colectiva.
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