A los portadores del féretro
Más adelante se señalará cómo en algunas localidades a los porteadores del féretro se les invitaba a la comida de entierro juntamente con los parientes y allegados; sin embargo, tal práctica no fue común.
En Arrasate (G) era tradición ofrecer a los porteadores un refrigerio media hora antes del entierro. También en Orozko (B), cuando los porteadores, andariik, acudían a la casa mortuoria se les ofrecía bacalao albardado y vino tinto para que no desfallecieran en la conducción del cadáver a la iglesia.
En Ezkio (G), por su parte, a los porteadores, jasotzaileak, se les ofrecía un desayuno en la taberna una vez que hubieran depositado el féretro en el pórtico; no tenían costumbre de asistir al oficio funeral que se celebraba mientras tanto en el interior de la iglesia.
En Bidegoian (G), se obsequiaba a los anderos con una comida denominada arrantxoa, días después del funeral. En Telleriarte-Legazpia (G), esta comida era ofrecida en un restaurante. En Arraioz (N), se les gratificaba con una cena en la misma casa del difunto y en Obanos (N), se les proporcionaba un refrigerio.
En Kortezubi (B), a principios de siglo, a los porteadores del féretro, anderuak, se les servía en el pórtico de la iglesia un plato de bacalao. En la década de los años veinte se les invitaba a comer en la taberna correspondiendo así al trabajo realizado. Lo mismo se hacía en Sara y Bes koitze (L) donde después del sepelio, la familia les ofrecía una comida en una de las posadas del pueblo. Esta práctica ha sido muy general.
En el barrio Almike de Bermeo (B), a los anderos y a los colaboradores directos en el entierro, en un tiempo se les invitaba a comer pero luego se pasó a servirles vino y galletas en el pórtico de la iglesia.
En Zeanuri (B), tradicionalmente, los porteadores del féretro, andariek, eran obsequiados después de la inhumación con una refección de pan, higos pasos o queso y vino en una taberna del pueblo. En algunos casos se les servía una comida.
En Aoiz (N), los conductores del féretro que no eran familiares acudían a la casa mortuoria donde tomaban pan, chorizo y vino. También a las laderas se les obsequiaba con algun refrigerio en la casa del difunto. A los que llevaban las luces se les daba una «cuatrena», una «ochena» o una merienda. En Laguardia (A) se les ofrecía un refrigerio de vino blanco y galletas.