Misa de entierro y misas de honras

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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A la misa de entierro celebrada en sufragio por el difunto le seguían o le precedían una o varias misas de honra. Esta ancestral estructura de funeral responde a las obligaciones que el grupo familiar tenía para con sus muertos. Tal como se anota en varias encuestas, a las misas de honra solamente asisten los parientes (Aramaio-A, Zeanuri-B, Artajona-N).

En Bedia (B), en los años veinte, había dos clases de funerales. Los de segunda clase, que eran los más comunes, consistían en tres misas solemnes diaconadas. A cada una de ellas precedía el canto de un Nocturno (del Oficio de difuntos) consistente en tres salmos y tres lecturas bíblicas. Después de la primera y tercera misa se cantaba un responsorio con Paternoster en la sepultura de la familia del difunto. En los funerales de primera clase se celebraban además dos misas rezadas en los altares laterales y se cantaba un responsorio después de cada una de las tres misas cantadas[1].

Una estructura semejante de las exequias se daba por las mismas fechas en Meñaka (B) donde había tres clases de funerales. En los de primera clase se cantaban tres nocturnos del oficio de difuntos y se celebraban tres misas diaconadas. Algunas familias mandaban celebrar dos misas rezadas al mismo tiempo que la última diaconada. En los de segunda clase se cantaban dos nocturnos y se celebraban dos misas diaconadas. En los de tercera había un solo nocturno y una misa rezada[2].

Esta estructuración de las exequias fue común en Bizkaia hasta la década de los años sesenta. Así se ha constatado en Abadiano, Lezama, Orozko y Zeanuri.

Tal como se describe en esta última localidad, el funeral daba comienzo con el canto del Invitatorio y del primer Nocturno del Oficio de Maitines que se componía de tres salmos y tres lecturas bíblicas. Los sacerdotes, al menos tres, situados en el presbiterio, alternaban las estrofas de los salmos con uno o varios cantores que lo hacían desde el coro. Generalmente este canto iba acompañado de órgano. Seguidamente se celebraba la misa de funeral, interruko mezea, cantada y diaconada (celebrante, diácono y subdiácono). Terminada la misa los sacerdotes accedían a la sepultura familiar; el subdiácono con la cruz flanqueada por dos ciriales llevados por los acólitos; un tercer acólito llevaba el incensario y el acetre con agua bendita. Ante la sepultura se cantaba un responso solemne con el que finalizaba propiamente la misa de entierro.

La mayoría de los asistentes salían de la iglesia en este momento, pero permanecían en ella los familiares, los parientes del difunto así como los vecinos más próximos para asistir a las dos misas de honra, onretako mezak, que se celebraban a continuación. Estas misas eran precedidas por el canto del segundo y tercer Nocturno de Maitines y seguidas por sendos responsos cantados ante la sepultura familiar.

Tal como se indicaba en la encuesta de Ataun (G) de los años veinte, las dos funciones de honra, onrak, tenían lugar en el primer día hábil después de la misa exequial. Consistían en dos misas solemnes precedidas del canto de Nocturnos y seguidas de la Absolución ante la sepultura[3].

También en Zerain (G) se anota que hasta el inicio de la década de los años cuarenta la celebración de las exequias comprendía tres días; el día del entierro y los dos días de honras. Estas misas de honra recibían el nombre de ogi-asitzea, ya que en ese día se llevaban por vez primera a la sepultura las ofrendas de pan.

En Bidania (G), por los años veinte, la celebración de las honras, dos misas diaconadas más el canto de nocturnos y los responsos en la sepultura familiar estaba reservada a los entierros de primera clase[4].

En Telleriarte-Legazpia (G), a la misa de funeral seguían dos misas de honra con sus respectivos Nocturnos si el entierro era de primera clase y una misa con un Nocturno si era de segunda.

En Aramaio (A), los funerales de primera clase daban comienzo a las ocho de la mañana y finalizaban al mediodía. Constaba de tres misas solemnes y diaconadas con sus Nocturnos respectivos. Los miembros de la familia del difunto estaban presentes en todas ellas; no así el resto de los asistentes al entierro que solamente acudían a alguna de ellas.

Las exequias compuestas de misa de funeral y misa o misas de honra se han constatado en varias poblaciones de Navarra.

En Artajona (N), en el funeral de primera clase se celebraban dos misas seguidas, cantadas y oficiadas por tres sacerdotes; al día siguiente se celebraba una tercera oficiada por un sacerdote. A la primera de ellas acudían los familiares y pocas personas más. La segunda, que era la del funeral y la más solemne, contaba con más asistentes. A la tercera, que se celebraba al día siguiente, sólo iban los familiares y «los que tenían compromiso». En los funerales de segunda clase las misas cantadas con participación de tres sacerdotes eran dos. En los de tercera solamente se celebraba la misa de funeral oficiada por un sacerdote.

En San Martín de Unx, Lezaun, Mélida y Mezkiriz (N), los funerales de primera clase consistían en tres misas cantadas seguidas; en los de segunda se celebraban dos misas y en los de tercera una única.

En Obanos (N), los funerales ofrecían esta misma composición de tres misas. Una se celebraba a las 9 horas de la mañana, otra a las 10 h. -en esta se disponía el túmbano en medio de la iglesia y era propiamente la misa de funeraly la tercera a las 11 de la mañana. En los funerales de segunda clase se celebraban dos misas, a las 9 h. y a las 10 de la mañana y en los de tercera una única que tenía lugar a las 9 h.


 
  1. AEF, III (1923) p. 16.
  2. AEF, III (1923) p. 34.
  3. AEF, III (1923) p. 119.
  4. AEF, III (1923) p. 106.