Cautelas y acreditaciones. Atzamarren erreunea

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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De la misma forma en que se observan ciertos formulismos a la hora del contacto a través de la conversación con las ánimas de los aparecidos, son también de uso común y a veces preceptivo algunas normas de comportamiento. Generalmente coinciden, a grandes rasgos, con las actuaciones que deben llevarse a cabo en presencia de otros personajes del ámbito mitológico.

En algunas localidades encuestadas marcan la necesidad de que el propio testigo se aleje o haga separarse al ánima cierta distancia convenida por tradición (siete estadios, siete pasos, etc.).

Se observa, en la mayoría de los casos, la prohibición estricta de no tocar con la mano bajo ningún concepto a alguna de estas apariciones[1]. De hacerlo, era preceptivo utilizar un pañuelo evitando el contacto directo. Después de que el alma tocara el pañuelo éste quedaría marcado con unas señales de quemadura[2] .

En Moreda (A), la gente recuerda algunas precauciones a tomar ante una aparición. En principio se recomienda no tener miedo. A continuación, en nombre de Dios se le pregunta al aparecido si demanda algo y en caso afirmativo hay que cumplir su petición haciendo los rezos y oraciones obligados.

En Olaeta-Aramaio (A) se cuenta un hecho acaecido en la vecina Otxandiano (B). Un borracho de esta villa a poco de morir se apareció a su mujer. Le pidió un pañuelo blanco. Lo tomó y colocó sus dedos hacia arriba, dejando marcado en él el rastro, muy negro, de sus cinco dedos. Devolvió el pañuelo a su mujer sin que ésta se percatara del hecho.

En Bermeo (B) hay casos de aparecidos que previenen a los testigos del contacto con espíritus perversos, parte txarrekoak. El encuentro con una aparición de este tipo puede arrastrar incluso la muerte del testigo.

También en esta última localidad advierten que el difunto suele tender la mano al testigo a quien se aparece y éste, como medida cautelar, debe protegerse sirviéndose de un pañuelo o tela. A veces es el mismo testigo quien pide la mano al ánima para despedirse de ella, y es ésta última la que le previene. Se interpreta que las ánimas, al estar quemándose en el Purgatorio, dejan estos rastros especiales. En algunos de los relatos se hace notar que, a pesar de todo, la mano del difunto no suele estar caliente.

En la villa bermeana, asimismo, se consigna una regla a tener en cuenta a la hora de caminar junto a un aparecido. El vivo debe ir siempre por detrás. En caso contrario deberá cargar con el muerto hasta cumplir la promesa que éste tiene pendiente[3].

En Busturia (B) dejan las ánimas también muestras de su mano en las mantas, como señal de la veracidad de la aparición. En algunas narraciones, los mismos testigos del hecho, como prueba, solicitan del aparecido que deje su marca en un pañuelo, una mantilla, etc.

En Orozko (B) se recogen estas precauciones: no se debe tocar al aparecido en ningún caso, y de tener que hacerlo hay que utilizar uno de los extremos de un pañuelo, ofreciendo el otro al ánima. Se cree igualmente, como en los demás lugares, que la zona del pañuelo que ha estado en contacto con el ánima queda quemada.

En Zeberio (B) se recogen muchas descripciones de las cinco o diez marcas de dedos, atzamarren erreunea, dejadas por aparecidos en un pañuelo, que, según alguno de los testigos, debía ser de lino. En algún momento se interpreta que los aparecidos lo hacían como una forma de despedirse.

En Zerain (G) la mujer que es testigo de la aparición ofrece al ánima el pañuelo que utiliza como tocado, y es en esta prenda donde le deja la marca de sus cinco dedos. También se describe el caso de una persona que llevaba una boina que tenía cinco agujeros correspondientes a estos rastros.

En Zugarramurdi (N) se consigna que un leñador no indicó al aparecido que se apartara siete pasos, como es normal, al parecer, en tales casos. Este se echó sobre su espalda y empezó a cargarle muy pesadamente. Subió a su carro y llegó hasta casa. Se metió en la cama y avisó al cura del lugar para que fuera a verle. Sólo el rezo del sacerdote le evitó esa carga, pero en adelante no tuvo buena suerte y murió antes de un año de los hechos[4].


 
  1. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E542.1 y ss.
  2. Vide Anton ERKOREKA. “Arimen dupiñek-Leyendas de aparecidos” in Bermeo, VII (1988-89) p. 16, es ésta una manifestación de creencias generalizadas en Europa, llamada “manos de fuego”.
  3. Stith THOMPSON. Motif-Index of Folk­Literature. Bloomington & London, 1966, 2ª ed. E262.
  4. José Miguel de BARANDIARAN. “De la población de Zugarramurdi y de sus tradiciones” in OO.CC. Tomo XXI. Bilbao, 1983, p. 332.