Elaboración artesanal de velas y cerillas

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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Antiguamente fue común el que la cera necesaria para alumbrar las sepulturas procediera de las colmenas de la propia casa o de las de un vecino. De ahí el interés en comunicar la muerte del dueño a la colmena, pidiéndoles a las abejas que produjeran abundante cera para la sepultura de la iglesia[1]. La cerilla y las velas eran elaboradas en casa o por artesanos, ezkoegiliak (Heleta-BN).

Los informantes señalan que la calidad dependía de la pureza de la cera y del proceso de fabricación. Las de peor clase producían chisporroteo, provocaban humaredas negras y se apagaban fácilmente. En Izpura (BN) afirman que la cerilla elaborada por los benedictinos de Belloc era de una cera pura y por tanto de buena calidad.

Aportamos algunos datos de interés sobre este particular, recogidos en nuestras encuestas. En Aria (N) se recuerda que la cerilla, argizaria, para la sepultura, jarlekua, se fabricaba artesanalmente en casa con cera procedente de las colmenas domésticas. En Moreda (A), las velas eran un producto obtenido de las colmenas, «abejeras», de casa; en Amézaga de Zuya (A) elaboraban las velas de igual forma mientras que las hachas se compraban en el comercio.

En Apodaca (A) se ha constatado que, a pesar de la popularidad de las hechas en casa, se exigía que las de los altares no lo fueran ya que manchaban los manteles, chisporroteaban y resultaba difícil encajarles el capitel. Como tampoco estaban permitidas las de sebo, para dicha finalidad se surtían en las fábricas de velas de la zona. Algo similar ocurría en Berganzo (A) donde las de mejor calidad se reservaban para alumbrar el sagrario y otras de menor valía se destinaban a los altares laterales.

En Salvatierra (A), a raíz de la guerra civil. de 1936, hubo escasez de abastecimiento de materias primas para la fabricación de velas, lo que obligó a cerrar las dos fábricas de velas de la localidad. El proveerse de ellas no fue tarea fácil en aquellos tiempos. Luego la supresión de las sepulturas puso fin a lo relacionado con la pequeña industria y comercio de las velas. En Heleta (BN), la elaboración artesanal desapareció hacia finales de los años treinta y en Izpura (BN) a finales de los cincuenta.

En Carranza (B), las velas que se ponían en la sepultura solían ser compradas. Antaño se fabricaban en casa con cera de abeja y pábilo de ropa de felpa. Las familias más pobres recurrían a estas últimas que, a diferencia de las aquiridas en el comercio, eran de color amarillo.


 
  1. Vide el capítulo Comunicación de la muerte.