Indumentaria tradicional de las mujeres

De Atlas Etnográfico de Vasconia
Revisión del 09:07 4 sep 2019 de Admin (discusión | contribuciones)
(dif) ← Revisión anterior | Revisión actual (dif) | Revisión siguiente → (dif)
Saltar a: navegación, buscar

Las mujeres integrantes del duelo vestían también de luto, es decir de negro, con las mejores ropas que tuvieran. Los trajes de luto debían estar confeccionados con tejidos de buena calidad; una vecina de Izpura (BN) dijo a este respecto «ez balin bazen merinoa, ez zen dolurik» (no había luto si el traje no era de merino). Antiguamente fue bastante común que por encima del resto de la indumentaria se colocasen el mantón, pero a partir de las primeras décadas del siglo, se generaliza el uso de las mantillas de luto.

En Baja Navarra y Lapurdi las mujeres vestían mantaleta; en Zuberoa, tanto el día de las exequias como durante el luto, se ponían la kaputxina. En Baja Navarra, además de las mujeres de la familia, iba con mantaleta la primera vecina que ocupaba un lugar destacado en el cortejo. Las demás mujeres acudían con kaputxina y las jóvenes con mantillas.

Se ha recogido que las integrantes del duelo femenino iban vestidas de negro en Artziniega, Llodio, Valdegovía (A) y Abadiano (B); Urnieta (G); Artajona, Goizueta, Lekunberri, Monreal, Murchante y Viana (N). En Mendiola (A) eran las mujeres de honra, es decir las que asistían de «obligación» a los actos fúnebres quienes vestían totalmente enlutadas. En Zeanuri (B), las mujeres de la casa del difunto vestían de luto riguroso, de negro, guztiz baltzez. Sin embargo, en Beasain (G) los vestidos negros eran obligatorios tanto para las mujeres de la casa como para las demás familiares directas. En Portugalete (B) vestían con ropa de domingo, la más bonita y elegante posible.

Indumentaria femenina de duelo, siglo XVIII. Fuente: Arizmendi, María Elena de. Vascos y Trajes. Tomo I. San Sebastián, 1976.

Además del luto riguroso, se ha constatado la costumbre de que llevaran el velo o la mantilla negros en Apodaca, Narvaja, Ribera Alta, Salvatierra, Gamboa (A); Carranza (B); Allo y Aria (N). En Garde (N) las mujeres más allegadas al difunto se ponían mantilla y tul negros. En Busturia, Gorozika y Lemoiz (B), además de vestir de negro, las mujeres del duelo iban tapadas con las denominadas mantillas de luto que, cubriéndoles la cabeza, caían sobre el cuerpo llegando hasta la cintura y en ocasiones más abajo. En Ezkio (G) tanto las mujeres de la casa como las vecinas llevaban mantillas negras. En Bidegoian, (G) el luto riguroso afectaba a todas las del duelo, pero eran las que tenían la consideración de «primeras vecinas» las que acudían con largas mantillas negras. En Getaria (G), sobre una indumentaria de riguroso negro se ponían los mantos que, cayendo de la cabeza, se recogían en la cintura; y en Hondarribia (G) también se cubrían con un enorme mantón negro por encima de la ropa negra. En Telleriarte-Legazpia (G), las tres primeras mujeres del duelo femenino vestían con mantos negros que llegaban hasta tapar el borde del vestido y una mantilla más clara recogida en el cuello. En Bajauri, Obécuri y Urturi (A) las mujeres utilizaban el traje de boda en las grandes festividades y también lo reservaban para el entierro y los funerales[1].

En Amézaga de Zuya (A), el vestido o la falda y el jersey eran negros; las medias gordas, negras y sin dibujo; la mantilla de etamina cerrada, lisa y negra. Los zapatos y el abrigo, en su caso, negros. A los niños se les ponía ropa de color oscuro.

En Aramaio (A) las mujeres de casa, de luto. Mantilla a la cabeza; algunas de ellas, las más elegantes, hasta los pies, aunque lo normal era que llegara hasta la cintura. Con el tiempo, las mantillas fueron acortándose hasta que acabaron por desaparecer.

En Moreda (A), tanto las mujeres adultas como las jóvenes acudían de luto por la muerte de cualquier familiar. Vestían falda y medias negras, chaqueta y velo negros.

En Amezketa (G), las mujeres del duelo llevaban la mantilla de luto, denominada mantilla aundia, mantilla grande. Además del día del funeral, la utilizaban en todas las misas del novenario.

En Berastegi (G), todas las componentes del duelo iban tocadas con mantilla, pero las más allegadas con un manto negro, manto beltza, que les cubría hasta las pantorrillas.

En Elgoibar (G), en la villa, las mujeres del duelo, dueluak, iban de riguroso luto, con larga mantilla negra que les llegaba hasta la cintura pero sin taparse la cara con ella. En la zona rural, las mujeres de la casa vestían de riguroso luto con una mantilla grande negra echada sobre los hombros y otra más pequeña para cubrirse la cabeza. En el barrio de Alzola, hasta hace aproximadamente diez años (1980), las mujeres guardaban luto estricto.

En Elosua (G) también llevaban una doble mantilla. Una, a la cabeza llamada manteliña motxa y otra grande, manto beltza, más cerrada que caía desde el cuello hasta el borde del vestido. Estas mantillas de duelo cayeron en desuso a finales de los años 60. El atuendo se completaba con guantes negros y el misal en las manos.

En Zerain (G), hasta los años cuarenta, la indumentaria femenina de duelo era chaquetilla y falda y por encima el delantal, todos ellos negros; calcetines gruesos de algodón de color negro y alpargatas o zapatos, también negros. Las mujeres caminaban tapadas casi por completo por un manto de una sola pieza que caía sobre la frente y llegaba desde la cabeza hasta el borde del vestido. La desaparición de esta prenda se debió, según los informantes, a que el tejido con el que se confeccionaba no se encontraba en el mercado. Fue sustituido entonces por dos mantillas tupidas, una grande y la otra pequeña.

En la década de los sesenta ya se había sustituido el vestido tradicional de dos piezas por una única prenda, de manga larga y cerrada al escote. El traje al igual que las medias y los zapatos continuaban siendo negros. El manto había desaparecido siendo sustituido por la mantilla negra larga, manteliñe luzea, que iba desde la cabeza al borde del vestido.

Mantelina de duelo. Zerain (G), 1947. Fuente: Karmele Goñi, Grupos Etniker Euskalerria.

En Lezaun (N), las que habían sido invitadas al funeral, las «convidadas», por encima de la mantilla normal llevaban otra que se abrochaba al cuello y llegaba hasta las pantorrillas.

En Obanos (N), el que las mujeres vistieran de luto completo o de medio luto venía dado por la edad y por el grado de parentesco para con el difunto. En esta localidad navarra tenían un protagonismo especial en el duelo femenino las luteras[2]. Vestían traje negro, zapatos de tacón y guantes. Llevaban un tul negro de gasa tupida, largo, de «luto entero».

En Izurdiaga (N), la viuda en el funeral de su marido llevaba un manto negro que, cubriéndole la cabeza y los hombros, caía hasta la mitad de la espalda.

En Artajona[3] (N), entre las mujeres de posición media fue corriente llevar el medio manto que persistió hasta los años 60. Después fue sustituido por las mantillas de luto, mantillas de gasa negra y tupidas, para el funeral del padre y del esposo; en los años 70 también desapareció el uso de estas mantillas.

En Améscoa[4] (N), al mantón antiguo le sustituyó un manto más sencillo de tul que lo han usado las mujeres hasta los años 70. Se cubrían la cabeza con una mantilla también de tul.

En Valcarlos (N), las mujeres que encabezaban el cortejo fúnebre iban vestidas con manteleta, túnica o manto largo como de monjas, con. un velo que les cubría el rostro[5].

En Arberatze-Zilhekoa (BN), las familiares próximas y las primeras vecinas, lehenauzoak, que iban en el duelo, dolua, llevaban kaputxina, tapándose la cara. Por debajo se ponían vestidos negros. También las medias, los guantes y el bolso que llevaban eran negros. Las mujeres de la casa iban con el rosario en la mano. Las familias que no disponían de todas las prendas necesarias recurrían a las vecinas para completar la indumentaria.

En Armendaritze (BN), las mujeres del duelo llevaban mantaleta. Con el velo se tapaban la cara y no se lo retiraban más que para comulgar y una vez en casa. Las restantes mujeres, el día de las exequias, ehorzketa, vestían kaputxina[6]. Más tarde se empezó a utilizar la mantilla, mantalina pero han convivido ambas. Las personas de edad siempre llevaban kaputxina y las más jóvenes mantalina.

En Baigorri (BN), las mujeres del duelo, excepto las primeras vecinas, llevaban mantaleta el día de las exequias desde la salida de casa hasta la colocación del cadáver en la sepultura. Por el peso que tenía, entre otras razones, las informantes guardan un mal recuerdo de esta prenda, que dejó de usarse en los años 50. Algunas mujeres mayores llevaban kaputxina, como los domingos.

En Gamarte (BN) todas las componentes del duelo femenino vestían mantaleta, medias y guantes negros. El uso de esta prenda, vigente hasta la década de los 50-60, estaba reservada estrictamente a las mujeres de la familia. Al igual que los hombres también ellas se procuraban ropas en las casas vecinas para completar el vestuario que tenían. La primera vecina vestía el abrigo negro denominado kapuxina o kapitxuna, llevando en sus manos el cestillo con los cirios, costumbre que ha estado vigente hasta los años 70.

En Heleta (BN), tanto la primera vecina que precede a las mujeres del duelo como éstas iban vestidas con mantaleta. Era una prenda que se prestaban unas a otras y se ha utilizado hasta finales de los años cuarenta en que fue sustituida por la mantilla de duelo, mantalina dolukoa.

En Lekunberri (BN), tanto las mujeres de la familia como las primeras vecinas llevaban mantaleta, medias, zapatos y guantes negros, eskularriak beltzak, rosario y libro de oraciones. La primera vecina que iba a la izquierda de la representante de la familia encabezando el duelo familiar femenino vestía kaputxina. Según las informantes, el que vistiera esta prenda obedecía a que llevaba en las manos el cirio, ezkua, encendido de la casa del difunto y la mantaleta no era práctica para realizar este cometido. Otras personas encuestadas creen recordar que vestía mantaleta, igual que las del duelo.

En Oragarre (BN), las mujeres del duelo, doludun hurrenek, y la primera vecina vestían mantaleta, guantes y zapatos negros. La observancia en vestir estas prendas especiales de duelo estuvo vigente hasta los años 50. En las localidades bajonavarras de Izpura y Iholdi, las mujeres del duelo también iban vestidas con la mantal en el cortejo y las exequias fúnebres. En esta última localidad se cubrían la cara con un velo que les llegaba hasta el pecho.

En Azkaine (L), las mujeres muy próximas al difunto, minduriak, llevaban la gran capa que llegaba hasta el suelo con un velo sobre la cara. Otras se ponían también la mantilla de duelo, mantalin dolukoa. Las prendas de duelo femeninas sobrevivieron a las masculinas y dejaron de usarse hacia 1950.

En Beskoitze (L), las mujeres del duelo llevaban mantaleta, guantes, medias y zapatos negros. Cayó en desuso por los años setenta. Las vecinas se ponían la mantilla, mantalina. También en Ziburu (L) se ha recogido que las componentes del duelo femenino vistieron mantaleta en el cortejo fúnebre. La costumbre se mantuvo hasta finales de los años 60.

En Bidarte (L), las mujeres del duelo llevaban capa de duelo, cape de mindurin. Cada vez eran menos quienes se la ponían, hasta que desapareció a finales de los años sesenta.

En Hazparne (L), a principios de siglo, había desaparecido la kaputxina. Las mujeres llevaban la clásica mantaleta, guantes y medias negros. Se ponían el capuchón de la mantaleta cuando el sacerdote llegaba a la casa mortuoria y no se retiraban el velo hasta después del enterramiento para volver a casa. Las primas y otras familiares, incluso las venidas de lejos, que llegaban bien vestidas para participar en el cortejo, se ponían mantaleta. Tanto la capa masculina como la femenina se prestaban unos a otros para las ceremonias fúnebres. Hacia los años treinta se comenzaron a ver cada vez menos estas prendas y muy pronto fueron abandonadas. La mantaleta dejó de utilizarse hacia mediados de los 40, tras la segunda guerra mundial.

Mujeres con capuchina de duelo. Aldude (BN).

En Itsasu (L), de entre las mujeres del duelo únicamente las familiares muy próximas al difunto, como la viuda y las hermanas, llevaban mantaleta con capucha y velo de crep o de encaje. La primera vecina era la encargada de proporcionarles esta prenda a las que debían llevarla, aunque ella no la vestía.

En Sara (L), las mujeres parientes del difunto vestían de negro tapadas con capas negras, kaputxak, que cubriendo la cabeza bajaban hasta los tobillos. La familiar más próxima al difunto que cerraba el cortejo, minduria, y las demás familiares del difunto llevaban la cara tapada con blunda, que era un velo negro que colgaba del borde de la capucha. Más tarde se introdujeron las mantillas[7].

En Barkoxe (Z), hasta los años 40, las mujeres casadas, viudas o solteronas vestían de negro riguroso. Por encima se ponían la kaputxina que formaba parte del ajuar de la recién casada y era una prenda que cubría todo el cuerpo de la cabeza a los pies. Sobre la cabeza un velo largo, anudado a la garganta. A partir de 1925, algunas mujeres de un rango social pretendidamente elevado comenzaron a llevar sombrero o toca con velo, que el día de las exequias se lo echaban sobre la cara.

Los informantes constatan que los signos de duelo se han ido mitigando en el transcurso de los años. Desde los años 20 a los 50 no recuerdan que hubiera otro color fuera del negro en las ceremonias fúnebres . En los años 60 fueron difuminándose poco a poco hasta que el negro riguroso quedó reservado para el día de las exequias. A partir de ahí comenzaron las combinaciones del negro con el blanco, aparecieron el gris y los tonos oscuros.

En Ezpeize-Undüreiñe (Z), todas las mujeres de la familia del difunto, otras mujeres próximas, las amigas y las vecinas vestían kaputxina. Llevaban también guantes negros, eskümantuk, porque no debía quedar a la vista ninguna parte de la piel y la que no contaba con ellos, los pedía prestados. Las mayores, el día de las exequias, bajaban el borde de la capa para taparse la cara, caminaban cabizbajas y no lograban ver más que el espacio preciso para darse cuenta dónde ponían los pies. A partir de los años 30, las jóvenes abandonaron la kaputxina y optaron por la mantalina, aunque ya existía con anterioridad a estas fechas, lo que significó un cambio generacional. Sólo las mujeres mayores seguían poniéndose la kaputxina. Después la mantalina se vería desplazada por la pequeña mantilla ligera, mantilia.

En Urdiñarbe (Z) sólo los familiares próximos vestían ropa de duelo. La única prenda conocida para las mujeres era la kaputxina. El ajuar de la novia contaba, entre otras prendas, con el paño mortuorio, el cirio y dos capuchinas, hilmisia, ezkua eta bi kaputxina. En el día de las exequias fúnebres, las mujeres del duelo tiraban del remate de la capa para cubrirse el rostro en señal de dolor, pour montrer son chagrin. Una vez transcurrido el novenario se echaba hacia atrás para dejar despejado el rostro. También en Santa-Grazi (Z) se ha registrado la tradición de que las mujeres llevaran kapuxina y la cara tapada.

En Zunharreta (Z), las mujeres casadas llevaban kaputxina que también se llamaba manta o mantela, salvo las jóvenes que llevaban un velo blanco que después, de mayores, sería negro. Las mujeres de la familia llevaban el rosario en la mano.


 
  1. José Antonio GONZALEZ SALAZAR. “Vida agrícola de Bajauri, Obecuri y Urturi” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 23.
  2. Lutera: De luto negro. “Me han encargáu que compre un velo lutero”. [Tierra Estella]. Vide José Mª IRIBARREN. Vocabulario Navarro. Pamplona, 1984, p. 322.
  3. José Mª JIMENO JURIO. “Estudio del Grupo Doméstico de Artajona” in CEEN, II (1970) p. 405.
  4. Luciano LAPUENTE. “Estudio Etnográfico de Améscoa” in CEEN, III (1971) p. 146.
  5. APD. Cuad. nº. 1, ficha 134.
  6. La kaputxina era una prenda que las mujeres se ponían para todas las funciones religiosas. Una informante recuerda que en Heleta vestían kaputxina, incluso las solteras, no así en Armendaritze donde era indumentaria de mujer casada.
  7. José Miguel de BARANDIARAN. “Bosquejo etnográfico de Sara (VI)” in AEF, XXIII (1969-1970) p. 120. Vide también A. ARÇUBY. “Usages mortuaires a Sare” in Bulletin du Musée Basque, IV, 3-4 (1927) p. 21.