Diferencia entre revisiones de «Ocultacion de los escudos»

De Atlas Etnográfico de Vasconia
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La costumbre de colgar crespones no se ha limitado al periodo comprendido entre el fallecimiento y el funeral sino que a veces se ha prolongado a ciertas fechas conmemorativas.  
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Otro signo de duelo consistía en cubrir con un paño negro el escudo de armas que ostentaban ciertas casas. Este paño se mantenía durante el periodo de luto que era de un año o permanecía hasta que las inclemencias del tiempo lo fueran deteriorando, acabando por desgajarse. En las familias distinguidas, como señal de vínculo del muerto con la casa, se ocultaba su blasón aun cuando el fallecimiento y las exequias hubieran tenido lugar fuera de la localidad.  
  
En Obanos (N), entre las colgaduras que engalanaban los balcones con motivo de la procesión del Corpus, la vivienda que estaba de luto añadía un crespón negro en el centro. Cuando en esta misma localidad se llevaban las reatas de caballos a la iglesia el día de San Antón, la casa en luto no les ponía cascabeles en los collarones; algunos creen recordar que se les colgaba algo negro, un trapico.  
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En las encuestas de los años veinte, esta práctica se constató vigente en Berriz, Soscaño-Carranza (B), Andoain, Ataun, Zegama (G) y Ziga-Baztan (N)<ref>AEF, III (1923) pp. 43, 4, 103, 115, 108 y 130 respectivamente.</ref>. También en las encuestas actuales se ha registrado esta costumbre en Salvatierra (A), Abadiano, Durango, Orozko, Zeanuri (B), Arrasate, Beasain, Hondarribia, Zerain (G), Allo, Obanos y Viana (N).  
  
En los domicilios de Eugi (N) en que ocurría una defunción, cuando se engalanaban los balcones los días de procesiones religiosas como la del Corpus, se colgaba en señal de duelo un crespón negro.  
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En Obanos (N), la última que lo colocó fue la casa solar de Musquiz al morir su dueña en la década de los cincuenta, pero la costumbre ya había caído en desuso. En Zerain (G), donde hay pocas casas blasonadas, en los años cincuenta las que tenían escudo seguían con la tradición de cubrirlo mientras durase el luto. En Orozko, Zeanuri (B), Arrasate y Hondarribia (G) se ha conservado hasta tiempos recientes.  
  
En Durango y Gernika (B), el Domingo de Ramos, las familias que estaban de luto ataban un lazo negro a la palma o al ramo de laurel que se llevaba a la iglesia. Después de la procesión era habitual colgarlo en el balcón, los afectados por el duelo con el lazo atado.
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En algunas localidades los escudos de armas que lucían las casas rara vez se cubrían al no tener relación sus símbolos heráldicos con las familias que residían en ellas.
 
 
La costumbre de poner un distintivo de luto en las colgaduras de los balcones con ocasión de procesiones solemnes se ha constatado además en Zeanuri (B), Getaria (G), Allo, Aoiz, Mélida, San Martín de Unx, Sangüesa y Viana (N). Las fiestas en las que se sacaban al balcón estas colgaduras eran el Corpus Christi en Getaria, Mélida y San Martín de Unx y las fiestas patronales en Mélida. En Obanos (N) también se ponían en Semana Santa. La colgadura podía ser un cubrecama (Ano), un estandarte o mantón (Mélida) o la bandera española (Sangüesa). Sobre estas colgaduras se colocaba un cirio o un lazo negro en Getaria; en Allo, Aoiz, Obanos, San Martín de Unx y Viana un crespón negro y en Mélida y Zeanuri una mantilla negra.
 
 
 
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En Aoiz (N) se ponían en algunos casos crespones negros en las puertas.
 
 
 
En Sangüesa (N), otro signo de luto consistía en poner en la entrada de la casa, con motivo de una procesión pública, un banco con candelas encendidas.
 
 
 
En Otazu y Mendiola (A) se mantenía cierto tiempo en la entrada de la casa en duelo una mesa cubierta con un paño negro y con dos candelabros a ambos lados de un crucifijo.
 
 
 
En Ezpeize-Undüreiñe y Liginaga (Z) se ponía un crespón negro o se tapaba con un paño negro la cruz hecha con espigas de trigo o flores que se colocaba en la puerta de entrada a la casa el día de San Juan (24 de junio). En Barkoxe (Z), este mismo día, la familia en duelo confeccionaba una cruz negra o la enlutaba colocando cintas de color violeta.
 
 
 
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Otra forma de manifestar el duelo consistía en retirar las flores de la vivienda. En Apodaca (A) se quitaban todos los tiestos de las ventanas y se llevaban al huerto. Se hacía lo propio con los que estaban junto a la puerta, solamente se dejaban el ramo y las flores de San Juan en el dintel.
 
 
 
En Bujanda (A), igualmente, se quitaban todas las plantas de balcones y ventanas y hasta de la misma casa, llevándolas a una huerta, o bien se arrancaban, porque a quien no procedía así se le tachaba de tener poco sentimiento<ref>José IÑIGO IRIGOYEN. ''Folklore alavés''. Vitoria, 1949, p. 38.</ref>.
 
 
 
En Allo (N), si el difunto era joven se retiraban las macetas de balcones y ventanas, lo mismo que los floreros decorativos del interior de la casa.
 
 
 
En Carranza (B) también ha sido costumbre observada en algunas casas quitar las flores de todos los recintos de la vivienda el día de la defunción.  
 
  
  

Revisión actual del 10:45 4 feb 2019

Otro signo de duelo consistía en cubrir con un paño negro el escudo de armas que ostentaban ciertas casas. Este paño se mantenía durante el periodo de luto que era de un año o permanecía hasta que las inclemencias del tiempo lo fueran deteriorando, acabando por desgajarse. En las familias distinguidas, como señal de vínculo del muerto con la casa, se ocultaba su blasón aun cuando el fallecimiento y las exequias hubieran tenido lugar fuera de la localidad.

En las encuestas de los años veinte, esta práctica se constató vigente en Berriz, Soscaño-Carranza (B), Andoain, Ataun, Zegama (G) y Ziga-Baztan (N)[1]. También en las encuestas actuales se ha registrado esta costumbre en Salvatierra (A), Abadiano, Durango, Orozko, Zeanuri (B), Arrasate, Beasain, Hondarribia, Zerain (G), Allo, Obanos y Viana (N).

En Obanos (N), la última que lo colocó fue la casa solar de Musquiz al morir su dueña en la década de los cincuenta, pero la costumbre ya había caído en desuso. En Zerain (G), donde hay pocas casas blasonadas, en los años cincuenta las que tenían escudo seguían con la tradición de cubrirlo mientras durase el luto. En Orozko, Zeanuri (B), Arrasate y Hondarribia (G) se ha conservado hasta tiempos recientes.

En algunas localidades los escudos de armas que lucían las casas rara vez se cubrían al no tener relación sus símbolos heráldicos con las familias que residían en ellas.


 
  1. AEF, III (1923) pp. 43, 4, 103, 115, 108 y 130 respectivamente.